domingo, 30 de agosto de 2015

Un cuento de Griselda Gambaro de argentina

Jirafas
 

Por Griselda Gambaro
 
Si algo me molestaba era sentirme objeto de una observación constante. No porque pensara que querían meterse en mi vida o creyera que me espiaban con intenciones aviesas. Resultaba... no sé cómo decirlo, incómodo para mí que cada vez que saliera al patio las encontrara con la cabeza por encima del tapial. Era una familia rara. Yo saludaba: —Buen día– y jamás devolvían el saludo. Me costaba además enfrentar esas miradas tristes, de una melancolía infinita, que me lanzaban a través de las gruesas pestañas. Intuía que habían sufrido infortunios, pero todo el mundo padece los propios y no era el caso de compartirlos. Tampoco lo deseaban en apariencia. De ser así, me hubieran devuelto el saludo, iniciado una conversación. Estaban mudas. Yo me acercaba a la tapia, generalmente de noche, para tratar de retener unas palabras sueltas, el barullo de una discu­sión, algún jolgorio, el ruido del televisor encendido. Nada, no ponían ni siquiera la radio. En muchos as­pectos eran vecinas ideales. No reñían, jamás me despertó un escándalo, jamás tuve que golpearles la pared requiriéndoles decoro.
Sin embargo hubiera preferido otras vecinas. Temprano, en la mañana, cuando yo quería disfrutar del fresco en la soledad del patio que corría a lo lar­go de la casa, ya estaban ellas sometiéndome a su observación constante. Oteaban hacia el patio como lo habían hecho en la inmensidad de la sabana o de la estepa, con la misma atención.
Me incordiaban, y también me producían desaso­siego; esos ojos de extrema dulzura me contagiaban su melancolía. No sabía por qué miraban así, a un desconocido, a un extraño. Inexplicablemente, yo quería reparar esa melancolía, me sentía en deuda, responsable, como si la hubiera provocado en cierta forma, o encerrara un secreto que me concernía y yo fuera incapaz de comprender. Pero se limitaban a quedarse mudas, ni siquiera las oía hablar entre ellas cuando resultaba evidente que, como a cual­quier mortal, les sobraban temas de conversación, empezando por lo más cercano e inmediato: la sa­lud, la comida, la crianza. Y si despreciaban estos temas por menudos había otros disponibles en la inmensidad del universo. Ese mutismo, que se volvía más patente cuando se asomaban con las cabezas aladas por encima del tapial, contribuía a mi malhumor, sobre todo a mi tristeza.
En invierno desaparecieron por unos días. Hacía frío, había helado en la madrugada. Cayó después una lluvia entre relámpagos, tan copiosa que esfumó la luz en un instante. Empapándome hasta los huesos, tomé una escalera y la apoyé en el muro de ladrillos. Necesité un momento para acostumbrarme a la falta de luz. El terreno que lindaba con el mío estaba desierto. Lo contemplé a través de una cortina de agua, ni un pajarito ni una jirafa.
Al mediodía la lluvia había cesado. Insistí para una corroboración total, quizás habían emigrado o se habían ido de viaje. Mi ánimo se aligeró. Montado en la escalera, atisbé a la altura de mis ojos.
Bajo el cielo plomizo, las jirafas adultas, con de­licadeza increíble, rumiaban las hojas altas de una acacia espinosa y las crías, abriendo mucho las pa­tas, aprovechaban unas plantas rastreras. Con una lengua que medía metros, las jirafas adultas torcían las ramas acercándolas a la boca. Entonces, una de ellas me vio. Levantó todavía más el cuello, golpeó nerviosamente el anca con el penacho de la cola, y en seguida, estremeciéndose, las crías enderezaron las patas, se alzaron, y como si hubieran recibido un aviso, corrieron en tropel hacía la casa. Las otras las siguieron, desparramando agua de los charcos. Me sentí despechado, ellas podían mirarme a su antojo y yo no. ¿Qué significaba yo? ¿Un estorbo? ¿Una ame­naza, un intruso indeseable?
Me fui al campo, no demasiado lejos, apenas a unos kilómetros de distancia. Recogí montones de hojas de los árboles, arranqué tallos y plantas ras­treras, llené una bolsa y la traje en el auto. Cuando regresé, la tarde se había tornado diáfana, el sol borraba los rastros del frío. Las cabezas aparecieron sobre el tapial. Corrí a buscar la bolsa, exhibí con un gesto de ofrecimiento las hojas y los tallos. Creí que se mostrarían reconocidas. No obtuve un estreme­cimiento de las narices, tampoco una mirada codi­ciosa. Menos una palabra. Desaparecieron sin ruido.
No me permití sentirme afectado por una acti­tud que a primera vista hubiera podido entenderse como una manifestación de desprecio. Monté en la escalera cargando la bolsa. Había ido al campo, ha­bía regresado con generosas intenciones, y no me resignaba a la frustración.
Esparcí hojas, tallos y plantas rastreras a lo largo del tapial, en la parte alta. Al día siguiente, se las ha­bían comido. Ningún vestigio de verde, salvo un poco de musgo. Lo festejé: si habían aceptado la comida, no rechazarían mi presencia. La lógica me decía que este cambio de actitud iniciaría una nueva rela­ción entre nosotros, una relación de estima mutua, de pequeños favores. Guardé la esperanza de que no me desairaran cuando yo asomara la cabeza y, del mismo modo, cuando ellas lo hicieran accedieran a conversar, como con un buen vecino. Entraría­mos en confianza, una palabra llevaría a la otra, y entonces, yo podría formular aquella pregunta acu­ciante sobre la melancolía y la dulzura.
En un momento de la mañana, aparecieron to­das oteando como siempre por encima del tapial. Yo había tomado una decisión: las interpelaría directamente y deberían ser muy groseras para no contes­tarme. Me dirigí a la jirafa alta quien en apariencia tenía la voz cantante, era la que trasmitía mensajes en código con el penacho de la cola, su cuello se destacaba claramente por encima de la pared mos­trando su entramado de blancas líneas sobre la piel oscura. Inquirí por su estado de salud. Si me oyó, no lo supe. No le saqué una palabra. Su boca parecía sonreír pero ya había observado que era su expresión habitual y no significaba nada.
Esta situación me ensombrecía. Ellas me conta­giaban su tristeza y yo quería saber por lo menos qué infortunios la habían provocado y cómo podían seguir mirando no obstante con semejante dulzura. Nunca había conocido seres a quienes el dolor no agraviara. Después de tantas hojas y tallos, de tantos intentos de charla, era justo que conociera el secre­to de esa dulzura, si se debía a la conjunción de la pena y el consuelo, del dolor y la mansa aceptación del dolor. En el fondo, ya que esa tristeza me había caído de regalo, quería apropiarme de esa sabidu­ría que me faltaba, por qué en mí la melancolía era amarga y en ellas dulce como la miel.
Fui al campo y de nuevo hice acopio de hojas, de tallos, de plantas rastreras. En las primeras horas de la noche las esparcí sobre el tapial y al día siguiente habían dado cuenta hasta de la menor hojita.
Esto se transformó en una costumbre. Les procura­ba alimento y ellas se lo comían. El mío no era un tra­bajo menor. Esperé pacientemente para que les pudiera nacer la gratitud, hasta que una mañana, cuando se asomaron, pregunté: —Las hojas, ¿estaban buenas?
Debían de estar más que buenas, había observado que comían hojas con espinas, tallos duros, cuando yo les aportaba tiernos vegetales, primicias tempra­neras impregnadas de savia. Como cualquiera que emplea su tiempo en la atención de un semejante, esperaba una respuesta mínima.
Las otras siguieron oteando, sin concederme ninguna, pero la más alta inclinó la cabeza con los cuernitos dorados de pelambre, y lo tomé como una afirmación.
Ese día no obtuve más. Los sábados y domingos iba al campo, traía bolsas y bolsas de comida. Montado en la escalera, la disponía en cantidades generosas sobre la superficie del tapial. Cuando yo saludaba: —Buen día— y agregaba —¿Les alcanzó? ¿Comieron bien?— la más alta inclinaba la cabeza. Dirigiéndose a mí indudablemente, me miraba con esos ojos grandes y separados, pesarosos.
Un día pensé que era el momento justo para la pregunta crucial. Nada se interponía en el camino. Les había dado pruebas de afección, había tenido paciencia durante largos meses. Al cabo había conseguido un fruto no desdeñable: esas inclinaciones de cabeza de la jirafa alta, esas miradas de reconoci­miento. Pero ahora, con seguridad, intuyendo mi inquietud, ella ya estaría esperando que fuera al meo­llo del asunto para explayarse como una cotorra.
Entonces me atreví. —¿Por qué tanta melancolía? —pregunté. —Y esa dulzura.
De pronto hubiera querido volver atrás. Ante una interpelación demasiado tajante temí que hu­yera, que golpeara el anca con la cola empenacha­da y todas desaparecieran de golpe. Sin embargo, ella no varió de posición y debo decir que tampoco las demás que siguieron con sus rígidos y gracio­sos movimientos de cuello, cada una hacia dife­rentes lugares.
Mi pregunta había quedado sin respuesta. Con prudencia, bajando el tono, insistí en dirección a la jirafa alta. Sus orejas horizontales se movieron lige­ramente. Oí una especie de bufido y después la voz amable, un poco ronca.
Me asaltó un pasmo tal al oírla que tras tantos es­fuerzos por establecer un diálogo, estuve a punto de quedarme mudo. Aunque me aclaró aquel misterio sobre la melancolía y la dulzura, tampoco el diálogo se desarrolló como había imaginado. En cierta forma, había tenido todas las respuestas delante de los ojos incluso antes de que aparecieran las jirafas por enci­ma del tapial. Pero es así. Negándonos al sufrimiento, somos ciegos al color de lo evidente.
—¿Dulzura?— repitió, y guardó un largo silencio. No supe si se había distraído o rehusaba contestarme. Su boca sonreía. —Se tiene o no se tiene— terminó por decir.
—¿Nada más?
—Nada más.
—¿Y la melancolía?— pregunté decepcionado.
—No sé. Dicen que se debe a las pestañas, tan grue­sas que nos velan los ojos.
—¿Las pestañas ?
—Nos dan esa expresión. Parece.
—¿Sólo eso?
—Sólo eso
Fatigada, se le escapó un sonido ronco. —Ade­más...— dijo, y dejó la frase inconclusa. Dirigió una mirada de preocupación a las crías. Las espantó con un golpe de cola en el anca, como si quisiera proteger su inocencia, librarlas de un conocimien­to fatal.
—¿Además?— la alenté, el corazón apretado.
No me contestó hasta que las crías desaparecie­ron en la casa. Suspiró y volvió los ojos hacia mí. —Además... el mundo es triste—, y con esa boca cuya sonrisa no significaba nada, dulce y melancólicamen­te agregó: —¿No lo sabías?
 

Emmylou Harris : Making Believe (1977)


Tulsa Queen, Emmylou Harris

Emmylou Harris es una cantautora de country estadounidense.



Gonzalo Torrente Ballester

Sustanciosa conferencia del escritor español Gonzalo  Torrente Ballester.


Ver aquí el video:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/imprescindibles/imprescindibles-gonzalo-torrente-ballester/988394/


Algunas frases suyas:
“Las puertas del espíritu se abren allí donde acaban de cerrarse las de la razón.” La saga/fuga de J. B.

“Todo hombre, aun el más racionalizado conserva en el fondo del alma un poso al que la razón no llega.”La saga/fuga de J. B.
 

“El tiempo está hecho de la sustancia del hombre. Nace con nosotros y con nosotros muere. […] el tiempo no es más que una secreción de la vida.”La saga/fuga de J. B.

“Las malas lenguas no se ceban con los hombres oscuros.”La saga/fuga de J. B.

“El presente se destruye solo […] y el futuro no se detiene más que con la muerte.”La saga/fuga de J. B.
 

“Lo menos a que puede aspirar un moribundo es a llevarse consigo la verdad de su vida”. “- Lo que se llevan los moribundos son las ganas de no morir.”La saga/fuga de J. B.

“Las cosas cuando se hacen, no se dicen, […] el que las anda proclamando es porque no las hizo nunca.”La saga/fuga de J. B.

“Las mujeres pobres se resignan […]; pero a las ricas les molesta no poder comprar con su dinero las gracias que la vejez les arrebata." La saga/fuga de J. B.

“El desprecio es más pecado que la fornicación.” Fragmentos del Apocalipsis.

“La anulación del tiempo beneficia al espacio. […] el espacio es circular y giratorio. Lo mismo que no se abarca el fin se nos escapa el principio, aunque yo, por algunos barruntos, me incline a creer en la nebulosa.” Fragmentos del Apocalipsis.

Victor Pedra

Víctor Pedra (Barcelona, 1955). Estudió en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, donde también hizo algunos cursos de cerámica y artes gráficas. El pintor afirma que lo que quiere es transmitir la realidad, sin olvidar el sueño de un mundo ideal. Su temática principal son las mujeres pero también nos presenta escenas de circo, de la ciudad, casas y bodegones, todo rodeado de un mundo creativo.

SUITE FRANÇAISE - OFFICIAL TRAILER [HD]



Una historia basada en la serie de novelas de Irène Némirovsky que se situa en la Segunda Guerra Mundial en territorio francés durante la ocupación alemana. En medio de aquel caos y destrucción, se presenta este relato de la naturaleza cobarde y la miseria del ser humano, luchando por sobrevivir. La trama se centrará en un joven, que inmerso en aquel conflicto bélico y la sumisión se enamorará de una oficial alemana. Un amor imposible en el que las circunstancias serán transcendentales. La lucha infinita y el desazón de la esperanza quemará en sus corazones mientras las bombas siguen cayendo a su alrededor.
Reparto en el aparecen los nombres de Sam Riley (‘Control’), Michelle Williams (‘Shutter Island’), Matthias Schoenaerts (‘De óxido y hueso’) y Kristin Scott Thomas (‘El paciente inglés’), dirigidos por Saul Dibb (‘La duquesa’).

Suite francesa

Irène Némirovsky  (SALAMANDRA)  
Traducción: José Antonio Soriano Marco
Tiene e-book
El descubrimiento de un manuscrito perdido de Irène Némirovsky causó una auténtica conmoción en el mundo editorial francés y europeo. Novela excepcional escrita en condiciones excepcionales, Suite francesa retrata con maestría una época fundamental de la Europa del siglo XX. En otoño de 2004 le fue concedido el premio Renaudot, otorgado por primera vez a un autor fallecido.
Imbuida de un claro componente autobiográfico, Suite francesa se inicia en París los días previos a la invasión alemana, en un clima de incertidumbre e incredulidad. Enseguida, tras las primeras bombas, miles de familias se lanzan a las carreteras en coche, en bicicleta o a pie. Némirovsky dibuja con precisión las escenas, unas conmovedoras y otras grotescas, que se suceden en el camino: ricos burgueses angustiados, amantes abandonadas, ancianos olvidados en el viaje, los bombardeos sobre la población indefensa, las artimañas para conseguir agua, comida y gasolina. A medida que los alemanes van tomando posesión del país, se vislumbra un desmoronamiento del orden social imperante y el nacimiento de una nueva época.
La presencia de los invasores despertará odios, pero también historias de amor clandestinas y públicas muestras de colaboracionismo. Concebida como una composición en cinco partes —de las cuales la autora sólo alcanzó a escribir dos— Suite francesa combina un retrato intimista de la burguesía ilustrada con una visión implacable de la sociedad francesa durante la ocupación. Con lucidez, pero también con un desasosiego notablemente exento de sentimentalismo, Némirovsky muestra el fiel reflejo de una sociedad que ha perdido su rumbo. El tono realista y distante de Némirovsky le permite componer una radiografía fiel del país que la ha abandonado a su suerte y la ha arrojado en manos de sus verdugos. Estamos pues ante un testimonio profundo y conmovedor de la condición humana, escrito sin la facilidad de la distancia ni la perspectiva del tiempo, por alguien que no llegó a conocer siquiera el final del cataclismo que le tocó vivir.

FITZCARRALDO con KLAUS KINSKI ( subtitulado al español)

 
Película completa de Werner Herzog, alemana-peruana
Brian Fitzgerald «Fitzcarraldo» (Klaus Kinski) es un irlandés excéntrico, que ama la ópera con obsesión. Decide construir un teatro de ópera en plena selva amazónica. Para ello debe conseguir primero el dinero, para lo cual proyecta hacer una enorme fortuna en el negocio del caucho, que se hallaba entonces en pleno apogeo.
Para realizar su plan, Fitzcarraldo debe transportar un gran barco fluvial por tierra, pasando por encima de un monte, para lo cual cuenta con la ayuda de un gran número de nativos. Para el protagonista se convierte en una obra titánica subir y bajar el barco en una sola pieza, para luego ponerlo a navegar en un amplio río.
La película está basada en una aventura real del comerciante cauchero peruano de origen irlandés Carlos Fermín Fitzcarrald.

Meditation from Thaïs - Augustin Dumay ( Massenet )

Thaïs es una ópera compuesta por Jules Massenet, sobre un libreto del francés Louis Gallet basado en la novela Thais de Anatole France, basada a su vez en la Thais histórica.
Jules Émile Frédéric Massenet (Saint-Étienne, 12 de mayo de 1842 - París, 13 de agosto de 1912), fue un compositor francés conocido por sus óperas, que fueron muy populares durante finales del siglo XIX y principios del XX.
Augustin Dumay, violinista y conductor francés. Wikipedia


Melancolía de Erik Satie - Gnossiene No.3

Satie acuño la palabra «gnossienne» y esta fue una de las raras ocasiones en que un compositor emplea un nuevo término para indicar un nuevo tipo de composición. Satie utilizó muchos nombres nuevos para sus composiciones ("vexations", "croquis et agaceries" y así sucesivamente). Por ejemplo, ogive (ojiva) había sido el nombre de un elemento arquitectónico hasta que Satie lo utilizó como nombre de una composición, la Ogives. «Gnossienne», sin embargo, era una palabra que no existía antes de que Satie la utilizase como título de una pieza. La palabra parece derivar de "gnosis"; Satie participó en sectas y movimientos gnósticos en el momento en que comenzó a la composición de las Gnossiennes.[1] Sin embargo, algunas versiones publicadas afirman[1] que la palabra deriva del "Knossos" o "gnossus" cretense y vinculan las Gnossiennes al mito de Teseo, Ariadna y el Minotauro. Varios sitios arqueológicos relacionados con ese tema estaban siendo excavados alrededor del tiempo en que Satie compuso las Gnossiennes.[2 Wikipedia

George Gershwin - Summertime

Jacob Gershovitz, fue un compositor estadounidense.

Hijo de una familia de inmigrantes rusos de origen judío, su talento para la música se manifestó a temprana edad, cuando, mediante un voluntarioso aprendizaje autodidacta, aprendió a tocar el piano. Ante su entusiasmo, su padre decidió hacerle estudiar con un profesor, Charles Hambitzer, quien le descubrió el mundo sonoro de compositores como Franz Liszt, Frédéric Chopin o Claude Debussy. Los referentes de Gershwin en aquellos primeros años fueron Irving Berlin y Jerome Kern, compositores de Broadway de la época. Su gran sueño era el de triunfar como compositor en las salas de concierto, aunque latente entonces, no tomaría forma hasta años más tarde.1( Wikipedia)
Summertime por George Gershwin
En el verano 
La vida es fácil 
Los peces saltan 
Y el algodón ha crecido 

Tu padre es rico 
Y tu madre es guapa 
Por lo tanto, cállate 
No llores 

Una de estas mañanas 
Te vas a levantar cantando 
Y luego extenderás tus alas 
Y tomarás al cielo 

Pero hasta esa mañana 
Nada te va a hacer daño 
Con tu padre y tu madre cerca de ti

Chopin - Lang Lang - El vals brillante


Canción de las estrellas


domingo, 23 de agosto de 2015

La bella Romy Le Vieux Fusil 1975 ( Romy Schneider ) H.D



Sobre la gran actriz Romy Schneider: hay una película con ella que transcurre en Montauban. Jorge Cuba Luque. ( Es ahí donde vive Jorge, escritor peruano y amigo mío). 

La sal de la Tierra - Trailer Una documental imprescindible


No alcancé a verla en el Festival de cine de Lima, pero pude conseguir el video. Hermosísimo documental en el que se nos cuenta la vida de Sebastiao Salgado, fotógrafo brasileño que recorre el mundo tomando primero fotos testimoniales y luego buscando lugares en donde el hombre no ha dañado la naturaleza. Imprescindible.

Dirigido por el propio hijo de Salgado, Juliano Ribeiro Salgado, junto a Wim Wenders que vuelve al género documental tras el exitoso Pina que tantas alegrías le dio.  
'Shade and lights' se centra en el último trabajo del fotógrafo y explorador Sebastião Salgado. Un proyecto titulado "Génesis" con el que pretendía descubrir y capturar las partes del mundo que aún no han sido arrasadas por la  moderna civilización. Un viaje a través de las tierras vírgenes como la isla de Wrangel en Siberia, la Papúa occidental, o el increible Pantanal en Brasil, en el que además se presentará a los privilegiados habitantes de estas zonas que desconocen lo que es el bullicio de la ciudad. Julian estudia la obra de su padre que elaboró a lo largo de 8 años, avivando la fría y tensa relación mantenida hasta el momento. Ambos pondrán de su parte para retomar el vínculo afectivo familiar con la ayuda de una naturaleza que resguarda tribus y criaturas aisladas de nuestro mundo de caos y destrucción. Impresionantes imágenes de un hombre que entrego su vida a la fotografía, recopiladas por dos apasionados de la misma. (Wikipedia)

Dios y la fotografía segun Sebastiao Slagado


"Génesis": las fotografías de un mundo prístino según Sebastiao Salgado ...


Mommy una película sobre la violencia

La vimos en el Festival. Muy interesante. Nos hizo recordar :"La naranja mecánica". El tema de la violencia y el de la maternidad. Si la encuentran no dejen de verla. Está hecha por Xavier Dolan  un director muy joven canadiense. Tiene momentos de extrema tensión pero también de gran alegría!

Mommy es una película drama canadiense del 2014 dirigida por Xavier Dolan. Fue seleccionada para la Palma de Oro en la sección principal de competición en el Festival de Cannes de 2014,2 en donde ganó el Premio del Jurado.3 La película fue seleccionada para representar a Canadá en los Premios Óscar 2015 en la categoría de Mejor película extranjera fue seleccionada por un jurado de 23 miembros compuesto por los principales organismos gubernamentales y asociaciones de cine nacional, fue anunciada por Telefilm Canadá.4 (Wikipedia).

The Good Lie - La buena mentira Trailer

Está en Netflix, una historia verdadera, tierna, emotiva y tremenda. Muy buena!

Inspirada en hechos reales, 'La buena mentira' sigue a un joven refugiado de la Guerra Civil sudanesa quien, junto a otros “Niños Perdidos del Sudán”, gana una lotería para reubicarse en los Estados Unidos. Tras su llegada a América, los jóvenes son presentados a Carrie (Reese Witherspoon), una trabajadora social que, consciente de las privaciones que han sufrido, les intenta enseñar cómo desenvolverse en el mundo moderno. ( http://www.elseptimoarte.net/peliculas/the-good-lie-7594.html)

Camille Saint-Saëns - Le Carnaval des animaux, The Carnival Of The Anima...

Viniendo de San Isidro a la Molina vine feliz escuchando esta bellísima obra de Saint Saens: El carnaval de los animales, acá para ustedes.
 
El Carnaval fue compuesto en febrero de 1886, mientras Saint-Saëns veraneaba en un pequeño pueblo de Austria. Originalmente, fue concebida para un grupo de cámara compuesto de flauta, clarinete, dos pianos,armónica de cristal, xilófono, dos violines, viola, violonchelo y contrabajo, pero también se suele interpretar hoy en la versión para orquesta de cuerda, y con un glockenspiel en sustitución de la infrecuente armónica de cristal.
El compositor planeó la obra como broma para un día de carnaval, así que aparecen leones, gallinas, tortugas, canguros, burros y varios animales más y tiene toques de buen humor por aquí y por allá. Uno de ellos es que Saint-Saëns tomó prestada música de otros compositores y la puso en un contexto muy distinto del original. Así insertó desde canciones antiguas francesas hasta el “Can-can”, pasando por un trozo de la Danza macabra del mismo Saint-Saëns.
El autor, según parece temeroso de que la obra resultara demasiado frívola y pudiera perjudicar su reputación de compositor serio, prohibió que esta obra se editara mientras él viviera (con excepción de una sola pieza: “El cisne”). Sólo se dieron interpretaciones privadas para un círculo de amigos íntimos, como Franz Liszt.
Sin embargo, Saint-Saëns dispuso en su testamento que la suite podría ser publicada tras su muerte, y desde entonces se ha convertido en una de sus obras más populares. ( Wikipedia)

Manos Milagrosas - La Historia De Ben Carson


La vimos en Netflix, la historia del mejor neurocirujano del mundo. Un ejemplo de esfuerzo tanto de la madre como la del joven que siendo hijo de una mujer que no sabía leer, llega a ser médico destacadísimo, capaz de realizar operaciones casi imposible.
Benjamin Solomon Carson (nacido el 18 de septiembre de 1951 en Detroit, Míchigan, Estados Unidos) es un médico neurocirujano, psicólogo, escritor y filántropo adventista del séptimo día nacido en Estados Unidos. Es el actual Director del Departamento de Neurocirugía Pediátrica del Hospital Johns Hopkins. Fue galardonado con la Medalla Presidencial de la Libertad en el 2008.

Biografía[editar]

Benjamin Solomon Carson, nació en Detroit, Míchigan. Su madre, Sonya Carson, abandonó la escuela en tercer grado. Cuando ella tenía sólo trece años se casó con Robert Solomon Carson, un ministro bautista procedente de Tennessee. Los padres de Ben se divorciaron cuando él tenía ocho años y la señora Carson asumió la responsabilidad de sostener a Benjamin y su hermano mayor, Curtis. Ella trabajó en dos (a veces tres) puestos de trabajo a la vez para poder mantener a sus hijos.1( Wikipedia)