sábado, 23 de abril de 2016

Cafe en París.




    Le pregunto a Google sobre el origen de los Cafés, sitios para tomar café. Y Google me contesta en un artículo de Gerardo Sánchez Díaz
    Después del descubrimiento de las propiedades del café como bebida estimulante en el siglo XV y la difusión del grano en las ciudades asiáticas y mediterráneas ubicadas en territorios controlados por los árabes, el café comenzó a venderse por primera vez en 1554 en un expendio de Estambul. Posteriormente, aparecieron otros en Damasco. La prime...ra cafetería establecida en Europa se instaló en Venecia en 1615. A mediados del siglo XVII, el embajador de Turquía introdujo a París la costumbre de tomar café. Al principio, la bebida resultó de sabor repugnante para el paladar de la aristocracia francesa hasta que se le agregó azúcar.
    La primera cafetería parisina fue abierta al público por un italiano de nombre Procopio Cottelli, quien fundó un establecimiento frente al Teatro Francés, que después tomó el nombre de Café Zoopi, más adelante se abrieron los conocidos como Minerva, Foy, Servet y el de Las Artes, que pronto se convirtieron en centros de reunión de estudiantes, grupos de bohemios, poetas, escritores y políticos. Con el tiempo, los cafés parisinos desplazaron la clientela de los expendios de té y los burdeles como centros de reunión de la juventud francesa. Se decía que el café como bebida despejaba el espíritu y hacía fluir con facilidad las ideas. A mediados del siglo XVIII, los cafés parisinos ya eran importantes centros de discusión y de conspiraciones políticas que más tarde habrían de desembocar en la Revolución Francesa. http://dieumsnh.qfb.umich.mx/la_costumbre.htm







    Algunos de los cafés más famosos de Paris. Entre ellos el Café de Flore y de Deux Magot, en donde se reunían Sartre y Simone de Beauvoir y luego muchos otros intelectuales. Es visita obligada cuando uno está en Paris, sentarse a tomar un café y mirar a la gente que pasa y a uno que otro comediante que nos hace reír. Recuerdo especialmente a uno que parado detrás de un caminante lo imitaba, su manera de mover los brazos, arreglarse el pelo, de rascarse, cuidándose de no ser descubierto y claro al fin el caminante se daba cuenta y todos soltábamos la carcajada.




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