miércoles, 27 de marzo de 2013

Arcoiris




En este Pino arcoiris podríamos poner al saltamontes arcoiris y sería una imagen bellísima. ¿No?

Aleluya de Haendel

La semana santa termina con el Aleluya de la resurrección y de la esperanza. Con el Papa Francisco sentimos humildad, sencillez y alegría en la iglesia Católica. Que tengan una hermosa Semana Santa.

Crisantemo amarillo y solo

C R I S A N T E M O A M A R I L L O Y S O L O

¿Cómo poder ver a través de los seres y las cosas?
¿Descubrir la sombra y la luz que sale y se esparce
llenando el espacio de belleza?
¿Absorber la tibieza, ensanchar el alma, abrazar con mis pétalos
el viento que insiste en besarme?
¿Contagiarme de la inocencia que despierta tu pureza?
¿Ser yo también el crisantemo que canta en la esquina de un campo
que no es enorme pero que permite soñar?

Mi cantante favorito

Estaba en Buenos Aires viendo Film and arts e cuando apareció Ian Bostridge y escuché su voz. Interpretaba Viaje de invierno de Shubert.
Me quedé pegada a la televisión observando el desgarramiento con el que cantaba. Tomé nota de su nombre y el de la canción que interpretaba. Demoré en tener su disco, lo encargué pero me lo trajeron cantado por otro intérprete y tuvo que pasar un buen tiempo hasta que yo misma lo conseguí. Qué felicidad. Cuando me enteré que el cantante era también filósofo entendí que se trataba de alguien muy especial que sentía la música como si él mismo la hubiese compuesto y vivido.


Ian Bostridge se impone en nuestros días por la extraordinaria plenitud de su voz de tenor, una de las más pasmosas y conmovedoras de su generación.

Ian Bostridge inició su carrera de cantante en 1995, tras haber estudiado filosofía e historia en Oxford y Cambridge y hallarse en posesión de un doctorado. Sus comienzos, en recitales de lieder de Schubert y Schumann, revelaron una inteligencia musical y una madurez artística acompañadas por una técnica vocal y sentido del texto, constatados en Londres y otras capitales europeas, en Nueva York y en los festivales más importantes.M.H.(De "Goldberg el portal de la música antigua".)

Winterreise (Viaje de invierno) es un ciclo de lieder compuesto por Franz Schubert, sobre poemas de Wilhelm Müller. Lleva como n.º de Opus 89.

Viaje de invierno trata sobre un viajero que abandona su casa y empieza a caminar sin saber adónde va. El tipo es un nómada incurable y no está cómodo en ninguna parte. Hasta que se encuentra con un organillero, un ancianito al que le nieva en la cabeza, le ladran los perros, al que nadie escucha, pero que parece feliz donde está. Entonces el viajero se pregunta: ¿cómo hará? Y siente la tentación de acompañarlo. Ahí termina la música de Schubert.







Desde el campanile





Las vistas desde la parte más alta de una ciudad son una de las atracciones que un buen turista suele visitar, pero no yo.
Para llegar a la parte más alta hay que trepar muchas escaleras que en general son estrechas y oscuras, es un esfuerzo que no me tienta y si a eso le sumo que Mario, mi esposo y compañero de viajes, sufre de vértigo de altura, sé que no servirá de mucho trepar y trepar porque cuando al fin lleguemos Mario me pedirá que no me acerque, cuidándome, temiendo que vaya a caer. Una vez en la meta sé que no podré disfrutar a gusto del paisaje que se abre ante nuestros ojos. Al encontrarme esta fotografía tomada desde un campanile de Venecia la observo con detenimiento porque estoy segura de que así no más nunca lo podré ver.

La foto la saqué del blog:
http://floresypalabras.blogspot.com/2010/12/campanilla-azul-ii.html

Jeny Melia,



Video impactante


Tuvieron una relación amorosa intensa en los 70's. Cuando vieron que ésta se venía abajo decidieron caminar la Muralla China, cada quién desde un extremo para encontrarse en el centro, darse un fuerte abrazo y no volver a verse. Muchos años después ella expuso en el MoMa y presentó 'el artista está presente', un minuto de silencio mirando a los ojos de quien quisiera sentarse frente a ella. Esto es lo que pasó cuando él llegó.

No puedo poner más que la dirección, Cortar y cópiar el http que sigue en un buscador y entonces lo podrán ver.
http://adqat.org/adqat-nube/item/marina-abramovic-y-ulay

sábado, 23 de marzo de 2013

Chagall



Cuento con imágenes de Marc Chagall, música de Vivaldi.






Solo me interesa el amor, frase de Marc Chagall

Pintor y diseñador francés de origen ruso, conocido por su inventiva surrealista. http://www.epdlp.com/pintor.php?id=214

Reflexiones de Goethe



El error pasa cuando somos jóvenes;
Lo malo es arrastrarlo hasta la vejez.

Aún el más fino de los cabellos da su sombra.

Hay quienes van golpeando con el martillo las paredes en la ilusión de estar dando en el clavo.

Lo que no se comprende no se posee.

Para comprender que el cielo es azul en todas partes
No se necesita correr mundo.


El hombre más dichoso es aquel que puede enlazar el final con el principio de su vida.


Debemos repetir de cuando en cuando nuestro credo, declarar lo que aceptamos y lo que no admitimos; la parte contraria no deja de hacerlo.

Nunca nos engañan; nosotros mismos nos engañamos.


La ingratitud es siempre una suerte de flaqueza. Jamás vi un hombre fuerte que fuese ingrato.


Hay hombres que ni siquiera se equivocan porque no se proponen nada razonable.


Todo lo discreto ha sido ya pensado; ahora solo queda tratar de pensarlo otra vez.

¿Cómo es posible conocerse a sí mismo? Nunca mediante la contemplación, siempre mediante la acción. Trata de cumplir con tu deber y al punto sabrás lo que hay en ti.

¿Cuál es tu deber? La exigencia del día.


Un gran error: figurarse uno mismo ser más de lo que uno es y estimarse en menos de lo que vale.


Realmente solo sabemos que sabemos poco: Con el saber crece la duda.


Nada hay más espantoso que una ignorancia activa.

Quien es veraz para consigo mismo y para con los demás, posee la más bella cualidad de los mayores talentos.

De la mejor sociedad se dice que si conversación es instructiva y su silencio educativo.


¿Qué forma de gobierno es la mejor?
Aquella que nos enseña a gobernarnos a nosotros mismos.


Juan Wolfang Goethe: Genio clave de la literatura universal. Ilustre escritor alemán


Sentado en una banca




Una ciudad con parque y con bancas ofrece a sus pobladores el placer de sentarse tranquilamente sin hacer nada, como decía mi amigo Augusto , sentarse en actitud zen, a pensar en nada, a contemplar lo que se tiene delante sin enfocar demasiado, respirando el aire que viene a acompañarnos, sintiendo el delicado viento que pasa rozándonos. Antonio Lobo Antúnez, escritor portugués nos cuenta en su biografía el placer que sentía al sentarse, imitando a su abuelo, en cualquier banca.


De la biografía de Antonio Lobo Antúnez
Creo que heredé de mi abuelo el gusto de sentarme callado, a mirar. Él lo hacía en el jardín. Como no tengo jardín lo hago en casa, en los bancos de la calle, en los parques, en los centros comerciales. Durante la época de la facultad, apenas acababa la clase en el depósito de cadáveres, bajaba a la Avenida da Liberdade y, nalga a la derecha, nalga a la izquierda, conquistaba un pequeño espacio de tablas entre dos jubilados. Los jubilados hablan poco y yo también. Sólo me faltaba la pantufla del pie derecho, el cigarrillo liado y el bastón. Normalmente era el último en marcharme. Con la bata en las rodillas veía la ciudad iluminarse. Las palomas emigraban hacia el tejado del anuncio Sandeman, un hombre con capa y sombrero que sostiene una copa de oporto. En mi opinión, formada a los cinco o seis años de edad, nunca existió nada más bonito. Me gustaba Mandrake porque se parecía a él: 'Mandrake hizo un gesto mágico y...'. Al alzar la copa el anuncio Sandeman hacía un gesto mágico y la noche aparecía. Este milagro cotidiano sigue encantándome. Además estaban las fachadas de los cines y las lámparas que corrían alrededor de los nombres de los actores: Esther Williams, Joan Fontaine, Lana Turner. Concebí por Lana Turner una pasión absoluta, exclusiva. En momentos de desánimo llego a pensar que no me correspondió. Pero el desánimo, claro, es pasajero, y el pelo platinado, las cejas evasivas dibujadas a lápiz, en semicírculos perfectos, los vertiginosos escotes de satén, los labios rojo escarlata, todo me asegura un amor eterno, eternamente compartido. (Extracto)


Toc Toc, una comedia


Una comedia de Laurent Baffie
Fuimos a verla anoche, a pesar de que se daba a la misma hora que el partido de Fútbol Perú Chile, la sala Mario Vargas LLosa de la Biblioteca Nacional de Javier Prado estaba llena de bote en bote, la gente se había pasado la voz de lo graciosa que era y efectivamente el encuentro de seis personas que sufren diferentes Trastornos Obsesivos compulsivos (TOC) en una sala de espera de un famoso médico que promete curarlos, entretiene, enseña y hacer reír.
Como los personajes tienen que esperar varias horas mientras llega el doctor,se conocen, juegan monopolio y luego intentan curarse ellos mismos con sus propios métodos. Al final de la obra tenemos una sorpresa y luego aplaudimos con mucho gusto. Las actuaciones son muy buenas, Alfonso Santistevan, Renzo Schuller, Gianella Neyra, Wendy Ramos, Melania Urbina, Bruno Ascenzo, Melissa Giorgio nos presentan un espectáculo que viene de tener mucha fama en Buenos Aires y se viene presentando en Lima un tiempo considerable. Hay estacionamiento dentro de la biblioteca si se llega temprano.

Homenaje a Bebo Valdez



Con su hijo Chucho Valdez:

martes, 19 de marzo de 2013

Himnos de alegría




Del Blog de Antonio Muñoz Molina

¿Por qué será mucho más frecuente la alegría en la música que en la literatura? En un concierto de jazz, después de una balada tristona viene siempre la explosión de una pieza rápida. En una sinfonía o en un concierto clásico el scherzo llega después del adagio, y cuando hay mucha tristeza casi siempre es una tristeza matizada de serenidad. Mozart o Haydn le enseñan a uno a intuir toda la profundidad que puede haber en la alegría. Bach y Duke Ellington se recrean en la variedad lujosa del mundo, aunque los dos pueden contar con igual hondura el dolor -el de la crucifixión de un inocente, el de la extenuación de la esclavitud. En el Credo de la Misa en si bemol de Bach, después del sombrío Crucifixus viene el Resurrexit

En el metro de Times Square, el otro día, en ese rincón de un vestíbulo en el que suelen ponerse grupos musicales, una explosión literal de alegría me golpeó mientras subía las escaleras, entre el gentío fatigado del final de la tarde: un cuarteto irlandés con dos guitarras, bajo y batería estaba haciendo una versión resplandeciente de una de las canciones más alegres que existen, el “Can’t Buy Me Love” de los Beatles. Alrededor de la música la gente se agrupaba como en torno a una hoguera. Terminó la canción y apresuré el paso para llegar al andén donde tenía que hacer un trasbordo, y justo cuando llegaba el tren estaba yéndose. Pero gracias a eso pude escuchar a un trío de músicos negros, dos trompetas, un trombón, que tocaban con extraordinarias sutilezas de contrapunto y con bastante guasa, todo hay que decirlo, alrededor del cubo de plástico donde la gente echaba dólares, otro de los grandes himnos de alegría, “It Don’t Mean a Thing If It Ain’t Got That Swing”. Aplaudíamos todos cuando llegó el siguiente tren. A unos cuantos viajeros se les quedó la sonrisa en las caras cansadas.




domingo, 17 de marzo de 2013

Una casita en pleno bosque





Acá vive una viejecita que va a cumplir 117 años. Es enanita y solo recibe una vez al mes. Abre su puerta y se deja ver. Si uno tiene suerte logra escuchar sus palabras que las pronuncia con un tono de voz muy bajito. A veces sonríe. Y cuando uno cree que está feliz con tanta gente a su alrededor contemplándola, se da la vuelta y cierra la puerta para estar otra vez a solas consigo misma.




Dream Playhouse
photographed by Jason Brooks on flickr (j)

sábado, 16 de marzo de 2013

A veces me da una risa



A veces me da una risa recordar aquél rey al que nada le daba risa y que tras piruetas, muecas o malabares respondía: No me da risa, no me da risa, no me da risa. Al darse cuenta de que no se reía hacía mucho había convocado a todos los miembros de su corte para que lo hiciesen reír. Los deseos de un rey debían ser cumplidos. Sólo cuando le trajeron una rana de la que dijeron se había tomado toda el agua de la tierra y vio que de su boca, de sus ojos, de sus oídos y demás orificios le iba saliendo toda el agua como si estuviese a punto de reventar, se rió, se rió fuerte con ganas, cayendo al suelo se retorcía como si alguien o algo, el viento o las hojas de ese sauce llorón le hiciesen cosquillas, como si estuviese desnudo y le pasasen una pluma por encima de la barriga. La rana, sus ojos desorbitados del que salía un chorro de agua le había parecido graciosísima y no podía parar de reírse, ya le dolía el estómago, le faltaba el aliento, los ojos los tenía llenos de lágrimas, tenía la cara roja y empezó a toser, atorándose, buscando con avidez el aire, ya no reía, no le interesaba ver a la rana que se había ido con toda el agua que tenía a otra parte, solo deseaba respirar, necesitaba una gran bocanada de aire para estar vivo y en su afán de conseguirlo aspiraba con tanta ansiedad que no conseguía que le entrase ni un poco, algo de ese aire que lo hubiese mantenido con vida. A veces me da risa recordar esta historia, imaginar el entierro del rey, toda la corte vestida de luto, la procesión que seguía su cuerpo al que habían lavado con las mejores esencias traídas desde el otro lado del mundo. Los vendedoras de esencias habían ofrecido el incienso contenido en un frasco de oro que estaba además compuesto de aceite de rosas, sándalo, lima y una pizca de esencia de lirios, era lo mejor a lo que podía aspirar un rey para ser embalsamado. A veces me da una risa saber que la gente pensaba que el incienso eran las gotas del sudor de los dioses que lo dejaban caer sobre la tierra y que las ramas del árbol en la que crecía eran las mismas con las que el ave Fénix había algún día construido su nido. Luego de bañar su cuerpo con estas fragancias lo habían colocado sobre una cama de rosas, todas las caras compungidas, marcadas por el dolor de perder a quien se suponía debían amar pero a quien realmente odiaban porque había sido caprichoso, egoísta y cruel. Ese único día pudieron mirar la cara de su antiguo rey, acercarse a la urna que lo contenía y observar con detenimiento sus rasgos, ese gesto que aún mantenía de encolerizado y rabioso. A veces me da risa poder leer en los corazones de esa multitud que lo seguía el desprecio que sentían por quien los había gobernado durante tantos años, a quien le habían pagado puntualmente todos sus caprichosos impuestos, por quien jamás se había interesado por la felicidad de su reino.
A veces me da risa recordar que luego del entierro del rey alguien prendió una fogata y todos los habitantes del reino estuvieron danzando frenéticos como si con su danza ayudasen a que el alma del rey se marchase pronto hacia el otro mundo que no necesariamente es el cielo o el infierno sino tal vez un mundo parecido a éste en el que él ya no sería el rey sino el lacayo más lacayo de todos los lacayos. Servil y rastrero.


A veces me da una risa recordar que fui escogido para gobernar. Me parece ayer cuando me negué ante el requerimiento, cuando insistí y demostré que había hombres más inteligentes, más generosos, más preparados para gobernar que yo que era un simple labriego. ¿Saben ustedes lo que es un labriego? Un rústico labrador que había pasado la vida con la frente sobre la tierra tratando de arrancarle frutos. ¿Cómo iba a ser un rey? No hicieron caso a mis súplicas y de la misma manera en que los elefantes escogen a quien deberá servir de guía para la manada entristecida porque ha perdido a su antiguo líder, me escogieron a mí, me sujetaron por los brazos y me elevaron a la categoría de rey. Tenía que ser yo, me dijeron, quien llevaría a mi gente en busca de agua, quien los protegería de los extraños, quien fuese a estar atento a todos los sonidos, a todos los peligros, a los crujidos de las ramas. Igual que el elefante. Me obligaron a sentarme en el trono y me enseñaron todas las costumbres de los reyes, me hicieron firmar todos los edictos, había edictos que ordenaban que saliese el sol y que se ocultase, que las aguas de los ríos no detuviesen su marcha, que los loros no parasen sus cantos, que los árboles siguiesen acogiendo a cuanto pájaro decidiese posarse ahí a descansar. A mí me daban risa esos edictos porque yo sabía que no dependía de mí esas cosas, pero me explicaron que mi poder venía de Dios, que yo era un poco Dios, que mis deseos eran órdenes y todos se postraron ante mi paso y yo era el único que podía tener la cabeza erguida y mirar de frente al sol, todos los demás debían caminar agachados, encogidos, sin importar que al final del día tuviesen un terrible dolor de espaldas, que cayesen a su cama extenuados porque si ustedes piensan que a todo se acostumbra el hombre, déjenme decirle que nunca, nunca se acostumbra a tener la cabeza gacha y a perderse el fabuloso espectáculo del cielo. Quise dar un edicto que permitiese a mi edecán mirar el cielo junto conmigo para poder descifran en las estrellas lo que sucedería aquí en la tierra, pero me dijeron que no, que eso contradecía la tradición, es decir lo que los antiguos reyes habían hecho, y yo reí, y les dije que no me importaba lo que hubiesen hecho los anteriores reyes que yo deseaba que todos mis súbditos levantasen la cabeza porque estaba convencido que las ideas no podían crearse en una cabeza inclinada, que solo con la frente alta puede el hombre imaginar y crear. No tardé en descubrir que como ya me habían coronado en ceremonia fastuosa que había demandado gran esfuerzo y en donde se habían consumido todas las reservas del reino, no podían pedirme que mejor no fuese el rey porque no estaban de acuerdo con esos pensamientos míos que pretendían cambiar las costumbres que venían realizando desde hacía tantos años, desde que el mundo era mundo y las cosas eran como son.
Intenté, déjenme decirles, intenté mil maneras de acercarme a mi pueblo del que me llegaban noticias de su hambre, del frío que pasaban en las noches de invierno, de su descontento y sus ilusiones, yo quería gobernar sabiamente, instaurar la justicia, tenía muchas ideas, quería que todos estuviesen felices, que se trabajase lo necesario, que hubiese un tiempo para descansar, para soñar, para pensar y para divertirse, que se ayudase a los más pobres, a las viudas, a los huérfanos. Nadie quiso oír mi discurso, y si bien se hacían los que me oían continuaban en su propio mundo, haciendo a su modo las cosas, teniendo pleitos y acuerdos, inventando guerras con los reinos vecinos, discutiendo por leyes que nunca llegaban a proclamarse. Ninguno de mis consejeros me dio jamás un consejo ni siguió los míos, yo era un rey payaso, un oso al que sacaban a pasear, un bufón, no era de ningún modo un rey.
A veces me da risa recordar cómo me fui entristeciendo, como mi cuerpo, sin tener nada que hacer, no se me permitía realizar ninguna tarea, sin sentir entre los dedos el suave contacto con la tierra húmeda, se fue deteriorando, me fui adelgazando, consumiendo, mi mente vagaba en busca de sentido, me sentía mareado y descartaba todos los placeres que se me ofrecían, ofuscado me sentaba en el rincón más alejado del reino y ahí en el silencio de ese espacio vacío pedía a las fuerzas de la naturaleza, a los dioses mar, río, piedra, sol, monte que me protegiesen, al viento, a las flores, a la tierra, sobre todo a la tierra que retrocediesen el tiempo y me devolviesen a cuando era un simple y feliz labriego.
A veces me da risa verme entre mis recuerdos a mí mismo durante las celebraciones de mi casamiento. La belleza de la novia contrastaba con mi cuerpo envejecido, las alargadas ojeras, el pelo encanecido, las ropas me quedaban sueltas y me arrastraba por ese camino construido para mi paso y mi encuentro con ella, hija de algún otro rey de alguna corte vecina. Ella pretendió consolarme, me susurró palabras de aliento, me sonreía y en el fondo de sus ojos vi cómo me temía, cómo ansiaba tanto como yo la libertad, el ir saltando por el campo como una cierva inundada de alegría, vi su corazón herido por no entender mi tristeza, por estar unida a quien siendo rey hundía la cabeza vencido.
Entonces a veces me da risa recordar mi huída, cómo me fui alejando empujado por el espanto de no poder ser como soñaba ser, crucé los bosques, estuve perdido en las montañas, por las noches me resguardaba del frío en alguna cueva, dormía entre animales, permanecí vagando, buscando, orientándome, tratando de no pensar ni recordar, empezando a gozar de mi rescatada libertad. Es curioso como extrañaba a mi esposa, la reina. Hubiese querido que me acompañase, que me siguiese, que estuviese conmigo para iniciar una nueva vida, ser los dos mendigos, vagar de reino en reino contando a quien quisiese escuchar que alguna vez había sido un rey pero que había huido porque que me parecía un indigno oficio, odiaba ser un fantoche, un ser movido a distancia por hilos que no podía romper.
Déjenme contarles que fui tomado prisionero. Traidor, gritaban enfebrecidos, no se abandona a su pueblo, deberás pagar, traidor. Tres hurras por el rey muerto. Un rey traidor nunca será perdonado. Fue fácil atraparme, pasarme lazos, llevarme a rastras encadenado. Una multitud coreaba a mi paso pidiendo mi muerte y yo solo pude guardar silencio y bajar los ojos dolido.
Estos son mis recuerdos. Supe que alguien, tal vez la reina que sería quien ahora gobernase, pidió clemencia por mí y en vez de apedrearme, de colgarme en la horca o quemarme vivo, me encerraron en la torre, aquí tan alto que no llego a escuchar palabra alguna, el canto de algún pájaro, me está vedado ver la luz del sol, el titilar de las estrellas, el rostro de alguna mujer, una flor que se abre en la mañana, el verde intenso de una hoja que recién nace, la blancura de la espuma del mar que se estira sobre la playa.
A veces me da risa cuando entiendo el triste destino de los reyes, condenados a lucir sonrisas, arrastrar vestiduras, marchar por la vida siendo nadie, morir en un ataque de risa o condenado a la soledad en una torre vacía.

Encuentro de tejedoras de América

Las manos de nuestras tejedoras, hacen maravillas.

jueves, 14 de marzo de 2013

Gigante en movimiento

Un violinista: Shlomo Mintz

Recuerdo un refrán que dice algo así: "En el teatro, las equivocaciones se arreglan con música". Qué mejor que un violinista para hacerte olvidar algún acontecimiento que te han hecho sentir incómodo y fastidiado. Bienvenida la música.

Eva Lindt Lírica austriaca

Beethoven

Pájaro invisible.

Eielson siempre jugando con nosotros. Magnífico poeta y pintor peruano.


viernes, 8 de marzo de 2013

La calandria y más de Liliana Herrero



Canta y recita Liliana Herrero a quien pude conocer en Buenos Aires.





Objeto perdido

Desde ayer tengo entre las manos un precioso libro de Margarita Saona, escritora peruana que es catedrática de Literatura en una Universidad de Estados Unidos. Tuvo la gentileza de enviarme un ejemplar. Lo disfrutaré este fin de semana. Mil gracias querida Margarita.

Teatro que te hace pensar

Corazon normal trata un tema importante, el nacimiento del Sida en NY. Excelentes actores. Muy buena dirección y puesta en escena. No dejen de verla.







Arte que rueda por las calles

Te para dos

lunes, 4 de marzo de 2013

Book



Mi hijo Alonso me manda este video que trata hace publicidad a este invento revolucionario: El LIBRO.

viernes, 1 de marzo de 2013

El maravilloso Horowitz

Frases para mantener el equilibrio



La sabiduría se encuentra en estos aforismos. En pocas palabras hay un mensaje que de seguirlo nos hará más sabios. En este caso, nos ayudarán a mantener el equilibrio.

“Siempre hay que seguir aunque sea por curiosidad.”- Anónimo
“La vejez es la pérdida de la curiosidad.”
“saber usar las palabras, saber expresarse es convertirse en persona”.
“Yo no he nacido para compartir el odio, sino el amor.” Antífona de Sófocles.
“Cuando avances por la vida verás un gran abismo, salta, no es tan ancho como crees”.
“El regreso consiste en ver el resplandor en todas partes”.
“Vivir con divina compostura en el pleno empuje de la energía”.
“No podemos curar las penas del mundo pero podemos decidir vivir en alegría”.
“Participa con alegría en las penas del mundo”.
“Quien perdona se sana” (Sociedad teosófica).
“Enséñame algo y lo aprenderé”.
“Las personas que apoyamos nos dan apoyo en la vida”. Marie Von Ebner Eschenbach
“Pobre no es el hombre cuyos sueños no se han realizado, sino aquel que no sueña.” Marie Von Ebner Eschenbach
“Solamente puedes tener paz si tú la proporcionas. “Marie Von Ebner Eschenbach
“No es lo que vivimos lo que forja nuestro destino, sino lo que sentimos por lo que vivimos.” Marie Von Ebner Eschenbach
“Un amigo verdadero contribuye a nuestra felicidad en una proporción mucho mayor que mil enemigos a nuestra infelicidad.” Marie Von Ebner Eschenbach
“Uno siempre regresa a casa más triste y más sabio”. Coleridge
“Es el espacio interior y no el exterior, el que hay que explorar.” Ballard