domingo, 7 de abril de 2013

Aforismos de Lichtenberg

Un aforista clásico: el científico y escritor alemán. Georg Christoph Lichtenberg ( 1742-1799) inventor del cuchillo sin hoja al que le falta el mango, del patíbulo con parrarrayos, de sesenta y dos maneras de apoyar la cabeza en las manos.)



De los aforismos se dice;
Aforismos, libro que produce el efecto que habitualmente producen los buenos libros, pues hace más ingenuos a los ingenuos, más inteligentes a los inteligentes, y los demás, varios miles de millones de seres de todo el mundo, permanecen inmutables, sin activar el cerebro.

* Hoy le permití al sol levantarse antes que yo.

* Me dan dolor muchas cosas que a otros sólo le dan lástima.

* He vuelto a comer todo lo que me está prohibido y, gracias a Dios, me encuentro tan mal como antes (no peor).

* Solía hablar con gran libertad en sitios en donde ponían caras piadosas y en cambio predicaba la virtud donde nadie más la predicaba.

* Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.


* He notado claramente que tengo una opinión acostado y otra parado.

* Daría parte de mi vida con tal de saber cuál era la temperatura promedio en el paraíso.

* Ya que se escribe en público de pecados secretos, me he propuesto escribir en secreto de pecados públicos.

* La cosa cuyos ojos y orejas no vemos y cuya nariz y cabeza apenas vemos, en pocas palabras, nuestro cuerpo.

* En la Tierra no hay superficie más interesante que el rostro humano.

* Cuando el espíritu se eleva el cuerpo se arrodilla.



* Es una lástima que beber agua no sea pecado, clama un italiano, ¡qué bien sabría!

* La invención más fácil para el hombre: el paraíso.




* Cuando un libro choca con una cabeza y suena a hueco, ¿se debe sólo al libro?

* La metáfora es mucho más inteligente que su autor, y esto sucede con muchas cosas. Todo tiene su profundidad. Quien tiene ojos ve todo en todo.

* Al prólogo se le podría llamar pararrayos.


* Es fascinante escuchar a una mujer extranjera que comete faltas en nuestro idioma con sus hermosos labios. A un hombre no.

* El único defecto de los escritores realmente buenos es que casi siempre ocasionan que haya muchos malos o regulares.

* Uno se resiste a hacer un cucurucho para la pimienta con una hoja en blanco. Si está impresa, uno la usa con agrado.

* En nuestros tiempos, donde los insectos coleccionan insectos y las mariposas hablan de mariposas.

* Es verdad que era algo burdo, pero en su sociedad venía siendo como una cebra entre asnos.


* Nada más seguro para la mosca que colocarse en el matamoscas.



No es que los oráculos hayan dejado de hablar, los hombres han dejado de escucharlos.
* Conozco el gesto de la atención fingida. Es el grado más bajo de la distracción.

* Hay ineptos entusiastas. Gente muy peligrosa.


* En el mundo uno encuentra con mayor frecuencia el consejo que el consuelo.


* Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen, pierden el respeto.

* El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío.

* Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.

* Intentar modificar el carácter de un hombre es como tratar de enseñar a una oveja a tirar de un carro.

* Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.

El amor es ciego, pero el matrimonio le restaura la vista.

* Una regla de oro: no hay que juzgar a los hombres por sus opiniones sino por aquello en lo que sus opiniones los convierten.

* Lo que hace que la amistad auténtica y el vínculo conyugal sean tan fascinantes es la ampliación del yo.

* Como todas las cosas corrosivas, el chiste y el humor deben emplearse con cuidado.

* Se podría prescribir una dieta para la salud del entendimiento.

* El género humano sólo celebra lo bueno; el individuo con frecuencia lo malo.

* El hombre tiene un instinto irrevocable para creer que no lo ven cuando él no ve. Como los niños que se tapan los ojos para no ser vistos.

* El hombre ama la compañía, así sea la de una vela encendida.

* Jamás hay que creerla a quien asegure algo con una mano en el corazón.

* Una vieja regla: un descarado puede parecer discreto cuando quiera, pero nadie que sea discreto puede parecer descarado.

* Nada se juzga con tanta ligereza como el carácter y en nada hay que ser más cuidadoso. Siempre he notado que las malas personas mejoran al conocerlas mejor y las buenas empeoran.

* Siempre he visto que la ambición voraz y la desconfianza van juntas.

* Los relojes de arena no sólo nos recuerdan el rápido transcurrir del tiempo sino también el polvo en el que alguna vez nos convertiremos.

* Sí, las monjas no sólo tienen un estricto voto de castidad sino también fuertes rejas en sus ventanas.

1 comentario:

  1. Ceci Maravillosos los aforismos de Lichtenberg.
    los he disfrutado .

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