miércoles, 30 de septiembre de 2009

Viajes: Cajamarca








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Viajar fuera de Lima nos transporta a una realidad tan rica y diversa a la vida de la ciudad que nos sentimos felices y nuestra mente descansa para dar espacio a otras palabras: cactus, ojo de agua, Chaquillacta, adobe, sembrío, observamos ovejas y aves y admiramos esas mujeres que caminan hilando y a la vez cuidando sus animales que pastan, trepan y se confunden con las hierbas. El hotel Laguna Seca nos ofrece sus aguas termales en deliciosa piscina, el gusto de sentirse en el campo y la conversación con personas interesantes, ingenieros chilenos que colaboran con el desarrollo de Cajamarca, un ex marino brasileño que anima talleres de cajamarquinos preocupados en cómo estará la ciudad en unos cinco años, fecha de alguna celebración. Se nota la importancia de las minas en el desarrollo y a la gente se la ve contenta, sonriendo. Vamos a la Granja Porcón, una comunidad totalmente cristiana evangélica, que hacía tanto quería visitar y ahí, lo primero que hacemos es comprar los fabulosos hongos que recogen de sus bosques. ( nada que envidiar a los mejores hongos europeos). Largo rato visitamos el zoológico que han hecho para poder ver el paisaje desde diferentes alturas, tienen monos y faisanes, gallitos de las rocas, variedad de palomas, tigres y leones, zorros y osos. Cada día hacemos una o dos excursiones, las ventanas de Otuzco en donde enterraban a sus muertos, ahí en la ladera alta de los cerros; la hacienda Tres molinos, El hortensiario; las ventanas de Combayo, la caída de agua en Llacanora; El bosque de piedras de Cumbemayo en el que hay que atravezar un Abra en medio de una inmnesa roca y volverse escalador. Cada lugar es una aventura, hay que trepar, ccontemplar, imaginar. Nuestras preocupaciones han quedado atrás, ahora solo importa la belleza del paisaje, el agua que corre en los ríos, las vacas descansando, el sol que juega a ocultarse entre las nubes, ese caballo; el sabor del capulí; el cielo azul que nos protege, los hilos de lluvia.











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lunes, 28 de septiembre de 2009

Cortázar en breve amor




El breve amor Con qué tersa dulzura

me levanta del lecho en que soñaba

profundas plantaciones perfumadas, me pasea los dedos por la piel y me dibuja

en le espacio, en vilo, hasta que el beso

se posa curvo y recurrente para que a fuego lento empiece

la danza cadenciosa de la hoguera

tejiéndose en ráfagas, en hélices,

ir y venir de un huracán de humo- (¿Por qué, después,

lo que queda de mí

es sólo un anegarse entre las cenizas

sin un adiós, sin nada más que el gesto

de liberar las manos?)

Poesía : PO CHU I


Cuando era universitaria, un amigo me regaló como algo muy valioso el poema El fin de la primavera de Po chu I. Aún lo conservo. Tengo debilidad por lo romántico.


PO CHU-I
(chino, 772 - 846)
En la vida de Po Chu-i se refleja el típico destino del poeta u hombre culto y sensible durante la dinastía Tang: es funcionario oficial, pero termina exiliado en un inhóspito lugar, condenado por su espíritu de crítica. La poesía de Po Chu-i se distingue por su sencillez, y la leyenda dice que el poeta leía sus poemas a una vieja campesina para verificar si ésta podía entenderlos. Sus ideas estéticas y morales se basaban en el confucionismo.




El fin de la primavera
La flor del peral se comprime y se transforma en fruto.
Los pichones nacen de los huevos de la golondrina.
¿Qué consuelo ofrece la doctrina del Tao
cuando se enfrenta a la mudanza de las estaciones?
Me enseñará a ver volar los días y los meses,
sin llorar en exceso por la juventud que muere.
Si el mundo transitorio no es sino un largo soñar,
poco importa si somos jóvenes o viejos.
Siempre, sin embargo, desde que mi amigo me dejó,
y viví en el exilio en la ciudad de Chiang-ling,
hubo un deseo que no he podido dominar:
y es que de cuando en cuando, por azar, vuelva a verlo.






Los crisantemos del jardín del levante


Los años juveniles me han dejado de una pieza,
y me han menguado los años maduros;
¡qué pensamientos tristes y solitarios me invaden
mientras visito de nuevo este lugar desierto y frío!
En medio del jardín me detengo, solo, largamente.
El sol está descolorido, gélidos el viento y el rocío.
La lechuga otoñal se retuerce y convierte en simiente.
Los árboles están cargados y marchitos.
Solo han quedado las flores del crisantemo,
que brotan aquí y allá bajo los setos abandonados.
Quisiera llenar un vaso con el vino que he traído.
Pero la vista de los crisantemos me detiene la mano.
En mis años jóvenes, recuerdo,
rápidamente pasaba de la tristeza a la alegría;
pero ahora, que la vejez se presenta,
los instantes de alegría son más raros.
Siempre me asusta pensar que cuando sea muy viejo
el vino más fuerte no bastará para consolarme.
¿Por qué os interrogo, tardíos crisantemos,
por qué florecéis solos en una estación tan triste?
Aunque sepa bien que no lo hacéis por mí,
quiero, a vuestra semejanza, lo poco que se pueda,
aplanar mi rostro.

Poesía : Neruda sueña



martes, 22 de septiembre de 2009

Pirámides perdidas de Caral

Hace un par de años nosotros y una pareja de amigas queridísimas visitamos Caral. Fue una experiencia que nos dejó llenos de preguntas. ¿Qué civilización había vivido ahí en esas ruinas que ahora pisábamos?

Ahora me llega un video de la BBC de Londres explicando la importancia de Caral, al norte de Lima, visita obligada. Cuelgo la segunda parte y al que le interese mucho puede seguir buscando que hay más.


Piramides perdidas de Caral



Orfeo y Eurídice




Christoph Willibald von Gluck, compositor alemán de origen germano-bohemio, nacido en Erasbach, Alto Palatinado, el 2 de julio de 1714.

El mito:Cuentan las leyendas que, en la época en que dioses y seres fabulosos poblaban la tierra, vivía en Grecia un joven llamado Orfeo, que solía entonar hermosísimos cantos acompañado por su lira. Su música era tan hermosa que, cuando sonaba, las fieras del bosque se acercaban a lamerle los pies y hasta las turbulentas aguas de los ríos se desviaban de su cauce para poder escuchar aquellos sones maravillosos.

Un día en que Orfeo se encontraba en el corazón del bosque tañendo su lira, descubrió entre las ramas de un lejano arbusto a una joven ninfa que, medio oculta, escuchaba embelesada. Orfeo dejó a un lado su lira y se acercó a contemplar a aquel ser cuya hermosura y discreción no eran igualadas por ningún otro.

– Hermosa ninfa de los bosques –dijo Orfeo-, si mi música es de tu agrado, abandona tu escondite y acércate a escuchar lo que mi humilde lira tiene que decirte.

La joven ninfa, llamada Eurídice, dudó unos segundos, pero finalmente se acercó a Orfeo y se sentó junto a él. Entonces Orfeo compuso para ella la más bella canción de amor que se había oído nunca en aquellos bosques. Y pocos días después se celebraban en aquel mismo lugar las bodas entre Orfeo y Eurídice.

La felicidad y el amor llenaron los días de la joven pareja. Pero los hados, que todo lo truecan, vinieron a cruzarse en su camino. Y una mañana en que Eurídice paseaba por un verde prado, una serpiente vino a morder el delicado talón de la ninfa depositando en él la semilla de la muerte. Así fue como Eurídice murió apenas unos meses después de haber celebrado sus bodas.


Al enterarse de la muerte de su amada, Orfeo cayó presa de la desesperación. Lleno de dolor decidió descender a las profundidades infernales para suplicar que permitieran a Eurídice volver a la vida.


Aunque el camino a los infiernos era largo y estaba lleno de dificultades, Orfeo consiguió llegar hasta el borde de la laguna Estigia, cuyas aguas separan el reino de la luz del reino de las tinieblas. Allí entonó un canto tan triste y tan melodioso que conmovió al mismísimo Carón, el barquero encargado de transportar las almas de los difuntos hasta la otra orilla de la laguna.


Orfeo atravesó en la barca de Carón las aguas que ningún ser vivo puede cruzar. Y una vez en el reino de las tinieblas, se presentó ante Plutón, dios de las profundidades infernales y, acompañado de su lira, pronunció estas palabras:


– ¡Oh, señor de las tinieblas! Héme aquí, en vuestros dominios, para suplicaros que resucitéis a mi esposa Eurídice y me permitáis llevarla conmigo. Yo os prometo que cuando nuestra vida termine, volveremos para siempre a este lugar.


La música y las palabras de Orfeo eran tan conmovedoras que consiguieron paralizar las penas de los castigados a sufrir eternamente. Y lograron también ablandar el corazón de Plutón, quien, por un instante, sintió que sus ojos se le humedecían.


– Joven Orfeo –dijo Plutón-, hasta aquí habían llegado noticias de la excelencia de tu música; pero nunca hasta tu llegada se habían escuchado en este lugar sones tan turbadores como los que se desprenden de tu lira. Por eso, te concedo el don que solicitas, aunque con una condición.


– ¡Oh, poderoso Plutón! –exclamó Orfeo-. Haré cualquier cosa que me pidáis con tal de recuperar a mi amadísima esposa.


– Pues bien –continuó Plutón-, tu adorada Eurídice seguirá tus pasos hasta que hayáis abandonado el reino de las tinieblas. Sólo entonces podrás mirarla. Si intentas verla antes de atravesar la laguna Estigia, la perderás para siempre.


– Así se hará –aseguró el músico.


Y Orfeo inició el camino de vuelta hacia el mundo de la luz. Durante largo tiempo Orfeo caminó por sombríos senderos y oscuros caminos habitados por la penumbra. En sus oídos retumbaba el silencio. Ni el más leve ruido delataba la proximidad de su amada. Y en su cabeza resonaban las palabras de Plutón: “Si intentas verla antes de atravesar la laguna de Estigia, la perderás para siempre”.



Por fin, Orfeo divisó la laguna. Allí estaba Carón con su barca y, al otro lado, la vida y la felicidad en compañía de Eurídice. ¿O acaso Eurídice no estaba allí y sólo se trataba de un sueño?. Orfeo dudó por un momento y, lleno de impaciencia, giró la cabeza para comprobar si Eurídice le seguía. Y en ese mismo momento vio como su amada se convertía en una columna de humo que él trató inútilmente de apresar entre sus brazos mientras gritaba preso de la desesperación:


– Eurídice, Eurídice…


Orfeo lloró y suplicó perdón a los dioses por su falta de confianza, pero sólo el silencio respondió a sus súplicas. Y, según cuentan las leyendas, Orfeo, triste y lleno de dolor, se retiró a un monte donde pasó el resto de su vida sin más compañía que su lira y las fieras que se acercaban a escuchar los melancólicos cantos compuestos en recuerdo de su amada.


(Versión de Tiwanacu,http://tiwanacu.wordpress.com/2007/07/08/la-historia-de-orfeo-y-euridice/)

Encuentro en el cielo

Tras la muerte de su hijo, al caer desde la ventana de un edificio, Eric Clapton, el músico ingles, guitarrista, cantante y compositor de rock y blues, se pregunta si se encontrará con él en el cielo y cómo será este encuentro.




Danza: Pilobolus

Danza norteamericana


La transformación, en el mundo de las sombras.




domingo, 20 de septiembre de 2009

Los ojos del bosque

Cuando leí este artículo de Mario Vargas Llosa me encantó conocer este artista , Agustín Ibarrola, que pone colores en los bosques, ojos en los árboles que te miran y piden ser mirados. Copio el artículo para quien no lo leyó:









Los ojos del bosque







Recorrer la célebre creación de Agustín Ibarrola, en el valle de Oma, proporciona una aventura cultural, espiritual y artística. Propia del País Vasco, una de las regiones más cultas de Europa
MARIO VARGAS LLOSA 02/12/2007

Para los cazadores, caminantes o extraviados forasteros que recorrían las boscosas colinas y montañas que cercan al valle de Oma, en los alrededores de Guernica, en el País Vasco, debió ser una menuda sorpresa, en los años ochenta, encontrarse de pronto, entre los altos pinos de una cumbre y sus laderas, a un hombre de boina inevitable, menudo, nervioso y de ojos incandescentes, yendo y viniendo entre el barro y la hojarasca, observando y como midiendo o interrogando el espacio entrecortado por gruesos troncos o, encaramado en lo alto de una escalerilla tarzanesca de ramas y de lianas, sumido en una profunda meditación.
Los trazos de Ibarrola en los árboles del bosque son un llamado y una respuesta
¿Cómo es posible que el País Vasco genere tantas cosas bellas y aberraciones como ETA?
Para entonces, Agustín Ibarrola había dejado ya atrás los cincuenta años, pero cada vez que trepaba a aquel monte -y lo hacía muchas veces, incluso a diario, con sol o con lluvia, de mañana, de tarde y hasta de noche, temblando pero decidido a vivir de cerca, como un indefenso primitivo, la impresión del aguacero, los truenos y los rayos en medio de la soledad y los árboles- recuperaba su juventud y su infancia y volvía a vivir una experiencia que había marcado su memoria acaso con más fuerza que ninguna otra, incluida la de los años que pasó en la cárcel por su militancia antifranquista: la visita a las cuevas vecinas de Santimamiñe y las pinturas rupestres que atestiguan la existencia de comunidades humanas en la región hace veinte mil años. Es una impresión que, descrita por él, produce cierto escalofrío, porque tiene, por encima del entusiasmo estético, algo de revelación mística o de viaje iniciático, de reencuentro mágico con los ancestros que, en los albores de la prehistoria, pintaban palotes, animales y símbolos en las rocas para expresar su indefensión, sus ilusiones y su terror. En sus peregrinaciones cotidianas, a lo largo de años, a aquellos pinares del valle de Oma, Agustín Ibarrola hacía algo más que compenetrarse en cuerpo y alma con el paisaje de su tierra y buscar en la naturaleza una fuente de inspiración para su arte: retomar el contacto aquel, ese milagroso diálogo celebrado aquella vez en las cuevas de Santimamiñe con los milenarios pobladores de la región que vivían no en la historia sino en el mito, no todavía en la razón y el conocimiento sino en el instinto y el pálpito, la magia y la adivinación.
De todo ello da testimonio feliz ese Bosque de Oma que figura entre las más célebres realizaciones de Agustín Ibarrola.





Algunos lo llaman el "bosque pintado", equivocación garrafal porque esa denominación sugiere que el artista ha utilizado los árboles del pinar como una tela o una madera, una simple base para levantar sobre ella un mundo propio. Lo que allí ha conseguido realizar es más bien lo contrario: a través de una delicada y amorosa aproximación, valiéndose de unos pinceles y colores que acarician y convocan en vez de añadir, sacar a la superficie de aquellos troncos y cortezas lo que de un modo difícil de racionalizar, pero no de sentir, estaba ya implícito en ellos, una escondida espiritualidad, una esencia. Esos trazos son un llamado y una respuesta. Por eso, recorriendo este bosque, nos sentimos vistos y observados, como si los ojos que Ibarrola ha delineado sólo hubieran puesto en evidencia esos sentidos avizores, acerados, curiosos e impertinentes de sus pobladores. Esos árboles hablan, se animan, viven, lanzan mensajes, y, por supuesto, como anhelaba quien los sometió a aquella ceremonia encantatoria, nos relacionan con la lejanísima humanidad que en aquellos tiempos no se había desprendido aún del todo de la naturaleza, unos hombres y mujeres que apenas empezaban a entenderse entre ellos con gruñidos y gestos y estaban todavía más cerca del mono, el oso, el río y el árbol de lo que hoy llamamos seres humanos.
Recorrer el bosque encantado de Oma es una aventura cultural y espiritual a la vez que artística, un retorno inquietante a los orígenes de la civilización y una exploración de esa vida primaria que también alienta en nosotros por debajo de todas las capas de conocimientos, ideas, creencias, convicciones e instituciones con las que el progreso y la historia han ido vistiendo al hombre contemporáneo. Aquí, entre estos pinos, por unas horas, recobramos la desnudez primitiva, sensaciones e imágenes que debieron acompañar también a aquellos hermanos del taparrabo y el garrote cuando tronaba el cielo y unas víboras de fuego bajaban de las nubes a incendiar el bosque. Ibarrola ha conseguido con esos trazos de colores convertir a ese monte en un caleidoscopio histórico, en el que presente y pasado se confunden como una unidad indisoluble, queda abolido el tiempo y por un instante nos sobrecoge de pavor esa palabra terrible: eternidad.
Llamarlo bosque encantado sí le va de maravilla. Porque no encierra uno sino muchos espectáculos, según la perspectiva desde la cual se lo observe. Uno de sus encantos es advertir que todo lo que vemos -que creíamos ver- va transformándose y moviéndose con nosotros, cambiando de faz y de significado a medida que lo miramos de frente o al sesgo o por detrás. Lo importante es saber que los colores, las manchas y las rayas representan siempre conjuntos, unidades gregarias, como en la época de los tótems, cuando el individuo aún no existía y era sólo una pieza de la tribu. Vistos así, como unidades colectivas, despliegan mejor su gracia y fantasía: las bandadas de aves que lo cruzan, las formaciones de guerreros o cazadores que se aprestan a actuar, el estremecimiento del rayo, la fraternidad del arco iris. Por supuesto que hay otras lecturas, las que, por ejemplo, da el propio Ibarrola: el homenaje a la Mezquita de Córdoba y su bosque de columnas, los diseños geométricos que recuerdan a Malevich. Una obra artística lograda genera innumerables evocaciones, según las épocas, las culturas y las personas. A mí, los árboles del Bosque de Oma me llevaron a las grandes llanuras amazónicas, a las aldeas aguarunas y huambisas del Alto Marañón, a un pueblecito de los shapras donde vi al perro de un enemigo de la tribu encarcelado y vigilado en tanto que su dueño discurría libre y sin molestias entre sus captores. Y al museo de Rotterdam donde estuve toda una tarde perdido en la selva de planos y ángulos del universo pesadillesco de Piet Mondrian y su helada recusación de la civilización industrial.
He venido este fin de semana al País Vasco para asistir a una representación de Aída, en Bilbao, dentro del marco del ambicioso proyecto "Tutto Verdi", concebido por la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera, atizado por el crítico Juan Ángel Vela del Campo (otro bilbaíno de pro) y apoyado con entusiasmo por el Ayuntamiento y la sociedad civil de la ciudad, que consiste en montar, a lo largo de quince años, toda la obra operística del compositor italiano, además de ciclos de conferencias, exposiciones, charlas y publicaciones. Ni en su país ni en parte alguna se va a celebrar con tanta inteligencia, buen gusto y generosidad a uno de los grandes creadores de nuestro tiempo. Casi todas las veces que he venido al País Vasco -y han sido muchas- mi visita ha sido inducida, como ésta, por un motivo de alta civilización. Para mí, esta región de España es una de las más cultas y artísticas de Europa. Me lo repito cada vez que vengo y gozo en sus museos por los que desfila la vanguardia y la pos vanguardia del planeta, y en sus festivales de cine, de jazz, de danza, de música clásica o moderna donde se puede ver y oír lo mejor de lo mejor, o en sus exquisitos restaurantes donde se degustan manjares que atraen a los golosos de medio mundo. Y cada vez he podido charlar y gozar con gente refinada, hospitalaria y cosmopolita a más no poder, enamorada de las ideas y de las artes y los libros, que, como en este almuerzo en el caserío de Agustín y Mari-luz Ibarrola, rodeados de sus hijos -uno de ellos, José, también pintor- y nietos, me han hecho sentir que, contra todas las apariencias, el mundo es bueno y sano y la vida vale la pena de ser vivida.
Y cada vez me pregunto, apenas subo al coche que me regresa a Madrid y que pronto comenzará a escalar los montes arbolados hacia la meseta castellana: "¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que este admirable, hermoso, cultivado país, el de Chillida, el de Ibarrola, el de Unamuno, el de Baroja, el de Savater, el de Jon Juaristi, el del "Tutto Verdi", el del Bosque de Oma, sea también ciudadela del nacionalismo, la más anacrónica y oscurantista ideología de nuestro tiempo? ¿Y cómo explicarse que a la vez que produce tantas cosas bellas y sensatas, genere aberraciones horribles como esos comandos terroristas de ETA, que matan, ponen bombas y siembran odio y miedo a su alrededor, y que han atacado ya en varias oportunidades el Bosque Encantado destruyendo con hachas decenas de pinos y pintarrajeando centenares de otros con espumarajos retóricos que piden la muerte para su creador?". No tiene explicación plausible. Es uno de esos pavorosos enigmas que Georges Bataille señaló tan bien cuando dijo que en el ser humano los peores antagonismos se conjugan y funden.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Familie Floz nos hace reir




"Familie Flöz" es un grupo internacional con sede en Berlín de creadores teatrales , actores, músicos, bailarines, directores, fabricantes de máscaras, diseñadores de luces y de vestuario, escenógrafos, dramaturgos y otros profesionales provenientes de diez países diferentes.
Estos comediantes alemanes nos dicen: La máscara es el altavoz del gesto. Algo que hecho por un actor pasaría inadvertido, adquiere un relieve repentino e insólito cuando lo hace una máscara: el cuerpo se vuelve más expresivo coronado por su mueca. Su quietud absorbe el exceso de composición del que pecan tantos actores educados en métodos puramente físicos. Su uso permite cambiar de edad, fisonomía y sexo, sin amaneramientos: en Familie Flöz los hombres hacen de mujeres sin necesidad de caracterizarse ni de poner caritas. Viéndolos, los actores isabelinos hubieran sentido envidia sana. "La máscara proyecta la emoción del clown, mucho más limpia, porque no admite vicios ni indefiniciones", prosigue González. "Te obliga a ser exacto en todo. Depura tu trabajo".

Familie Flöz nació en la Folkwang Hochschule de Essen, escuela donde estudió Pina Bausch, aunque su camino es autodidacta. "Hemos avanzado a base de probar y probar. Mientras preparábamos Teatro Delusio, los especialistas nos decían: 'Es una locura. No podréis hacer tantos personajes sólo entre tres'.










viernes, 18 de septiembre de 2009

La cámara oscura





Hay historias memorables. Esta película la vi el año pasado pero hoy leí el cuento en el que se basa escrito por Angélica Gorodischer y recordé la sensibilidad de esa mujer fea que admira y goza con la belleza del mundo que la rodea.
La historia de la protagonista hubiera sido opaca y triste, si no hubiese llegado a su vida un hombre con una manera distinta de mirar.
La película trata sobre la importancia de la mirada, de aquel que mira y que se mira. ¿Qué es bello? Y más aun, ¿Quién dice qué es lo bello? ¿Desde dónde y con qué parámetros? Y nos habla de como la mirada puede transformar y crear belleza en una mujer.

La directora Maria Victoria Menis nos comenta: ¿Quién alguna vez no se sintió "feo", distinto, aislado, invisible? ¿Quién alguna vez prefirió no mirarse en el espejo, el espejo de vidrio, el espejo de los ojos del otro, el espejo interior? ¿Quién no sintió alguna vez que una mirada distinta lo visibilizaba…?



miércoles, 16 de septiembre de 2009

El barón rampante



Este es uno de los libros que recuerdo haber disfrutado muchísimo, la idea de escapar de la realidad, de crear la propia, alejarse pero mantenerse al tanto, me gusta muchísimo. Es casi como si fuéramos invisibles, ese deseo de ver sin ser visto es atractivo, oír sin ser visto, qué divertido, es muy común escuchar que los escritores escuchan conversaciones ajenas, varias conversaciones a la vez o al menos dos y que detienen la mirada en lo que no les incumbe pero les fascina.






Dice la solapa del libro de Italo Calvino:
Cuando tenía doce años, Cosimo Piovasco, barón de Rondó, en un gesto de rebelión contra la tiranía familiar, se encaramó a una encina del jardín de la casa paterna. Ese mismo día, el 15 de junio de 1767, encontró a la hija de los marqueses de Ondarivia y le anunció su propósito de no bajar nunca de los árboles. Desde entonces y hasta el final de su vida, Cosimo permanece fiel a una disciplina que él mismo se ha impuesto. La acción fantástica transcurre en las postrimerías del siglo XVIII y en los albores del XIX. Cosimo participa tanto en la revolución francesa como en las invasiones napoleónicas, pero sin abandonar nunca esa distancia necesaria que le permite estar dentro y fuera de las cosas al mismo tiempo. En esta espléndida obra, Calvino se enfrenta con el que, según él mismo declaró, es su verdadero tema narrativo: “Una persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo ni para sí ni para los otros”.

El mono, nuestro ancestro




Cuando tengo oportunidad de visitar un zoológico recorro las jaulas sin mayor entusiasmo, sintiendo compasión de esos animales encerrados limitados a estar ahí sentados sin hacer nada. Quisiera tener en mis manos la oportunidad de abrir las puertas y dejar que todos los animales saliesen disparados y corriesen sin parar hasta llegar a su lugar de origen, al lugar que huele como a ellos les gusta, en donde está su familia, su comida favorita, sus amigos. Sin embargo cuando llego donde están los monos, mi ánimo varía y en un insante sonrío fascinada mirando su ir y venir, el saltar de rama en rama, la manera en la que se fastidian y persiguen y como se te quedan observando como si tuviesen la capacidad de decirte lo que sientan y piensan. Normalmente los monos estan libres en espacios más amplios y si bien estan aislados por un círculo de agua, se los ve felices. Me gusta la perseverancia que tienen, ese hacer algo y repetirlo hasta cansarse, columpiarse, o pedir con las manos algo de comer, o tratar de romper con algun instrumento alguna cosa. Me parece que estoy viendo unos seres muy parecidos a los hombres, graciosos, divertidos. ¿Cuando se convirtió el mono en hombre? ¿Cómo lo hizo? La ciencia sigue investigando y ahora que leo que caminaron en dos patas sobre las copas de los árboles recuerdo el maravilloso cuento "El barón rampante" de Moravia y también entiendo porqué se fascina hasta hoy mi hijo Alonso y mi nieto Gabriel cuando se trepan a un árbol.











Los ancestros del hombre empezaron a caminar primero sobre los árboles.
Robin Crompton, biólogo de la Universidad de Liverpool y Susanah Thorpe y Roger Holder, de la Universidad de Birmingham, han concluido, tras observar durante un año a orangutanes en las selvas de Sumatra, que los primeros pasos erguidos pudieron darse mucho antes de lo que se creía hasta ahora y no en el suelo, sino en lo alto de los árboles
«Si estamos en lo cierto, significa que no podemos confiar en la bipedación para saber si estamos ante un humano u otro ancestro simio. Se nos ha hecho cada vez más y más difícil decir qué es un humano y qué es un simio, y nuestro trabajo lo complica más», afirma Crompton.
Los científicos sugieren hoy en Science que en algún momento hace entre 24 y cinco millones de años, cambió el clima en África central y oriental, la selva se fragmentó y empezaron a abrirse claros que los simios no podían sortear desplazándose únicamente por las copas de los árboles.
Los antepasados del hombre, ya bípedos, bajarían de los árboles altos y empezarían a explotar los recursos del suelo y de la vegetación de poca altura, mientras que los chimpancés y los gorilas se especializarían en trepar verticalmente por los árboles, desde el suelo a la copa, y caminarían sobre los nudillos al ir por el suelo de un árbol a otro.
Thorpe aprovechó ayer para señalar que los orangutanes, al verse forzados a realizar mayores y más frecuentes desplazamiento por el suelo dada la degradación de la selva de Sumatra, se exponen a cada vez más peligros, como el tigre al acecho, "que está ahí, relamiéndose", recordó.
Según las predicciones, la población de orangutanes de Sumatra se extinguirá en la próxima década si continúa la degradación de su hábitat.


martes, 15 de septiembre de 2009

Conseguir en la vida lo que uno quiere


Esta pregunta nos la podríamos hacer nosotros cuando ya seamos mayores ( grandes, dicen educadamente los argentinos). ¿Sabemos lo que queremos en la vida? A veces le reclamamos con insolencia que no nos de lo que sentimos nos merecemos. El escritor norteamericano que pasó mucho tiempo de su vida perdido en el mundo del alcohol y que fue ayudado por una mujer Tess Gallagher y que see convirtió en el más famoso escritor de cuentos de su país, responde con excelencia ,a mi manera de ver, a la pregunta:


RAYMOND CARVER

Ultimo fragmento:

¿Y conseguiste lo que querías en la vida?
Lo conseguí.
Considerarme amado, sentirme amado sobre la tierra.

sábado, 12 de septiembre de 2009

Un joven Tuareg

El título de su libro es "En el desierto no hay atascos"Un Tuareg en la ciudad.- Editorial Sirpus

Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo”.

(Impactante entrevista, que le hace Victor M Amela a Moussa Ag Assarid , un joven tuareg, nomada del desierto del Sahara, estudiante en la Universidad de Montpellier en Francia, sobre la cultura de su etnia, donde ellos tienen el tiempo y nosotros el reloj. Expresa el valor de la soledad, del silencio y de la inmensidad.)

Soy Moussa Ag Assarid: No sé exactamente mi edad , nací en el desierto del Sahara, sin papeles...! En un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali .

He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy estudio en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo

- ¡Qué turbante tan hermoso...!

- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.

- Es de un azul bellísimo...

- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...

- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?

- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.


- ¿Por qué?


- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.

- ¿Quiénes son los tuareg?

- Tuareg significa "abandonados" , porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.


- ¿Cuántos son?

- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.

- ¿A qué se dedican?

- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...

- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?

- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.

- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?

- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!

- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..

- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.

- Saber eso es valioso, sin duda...

- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!

- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?

- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!

- ¿Qué es lo que más te impacto en tu primer viaje a Europa?

- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...

- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...

- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.

- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?

- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...


- ¿Tanto como eso?

- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.


- ¿Qué pasó con su familia?

- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...

- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?

- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...

- Y lo logró.

- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.

- ¡Un tuareg en la universidad. ..!

- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.

- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?

- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!

- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.

- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo , verde...

- Fascinante, desde luego...

- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...

- Qué paz...

- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.

El dice: Los Tuareg somos las mariposas azules del desierto.








Escuela para niños Tuareg del desierto.-


Moussa preside la asociación ENNOR France para la escolarización de los nómadas, promotora de la Escuela del Desierto, que acoge a unos cincuenta niños tuareg en la orilla del río Níger.


Queríamos ofrecer a nuestra comunidad la oportunidad de salir del aislamiento del desierto. Sabemos que la comunidad tuareg debe reinventarse en una época donde el nomadismo está amenazado. Por esta razón construimos la Escuela del desierto para los niños tuareg. Hemos luchado durante años para realizar este sueño un poco loco. Pero lo hemos logrado, porque un hermoso día de octubre nuestro padre nos llevó a la escuela de Gao, cuando ya teníamos trece años Moussa y once Ibrahim […]

Los Tuareg sus historias y su música





Los Tuareg son grandes contadores de historias: Aunque cualquier excusa es buena para la narración, hay momentos especialmente indicados para reunirse alrededor de un cuento, generalmente cuando cae la noche. Si bien hay una prohibición de la narración diurna, debe ser considerada una costumbre pero no un tabú cuya transgresión comporte consecuencias nefastas. Las reuniones alrededor del té que ritman la vida cotidiana tuareg favorecen la profusión de proverbios y la aparición de la narración. El cuento comparte con la narración legendaria (tanefust) las preferencias del auditorio, aunque aquel sea más frecuente. En una asamblea, el cuentista es a menudo designado a instancias del público. Se sienta en el suelo con las piernas cruzadas y las rodillas separadas, el auditorio se distribuye en semicírculo a su alrededor y la elección del cuento puede convertirse en una negociación entre el cuentista y su auditorio, que le anima a explicar uno u otro. El corpus de cuentos incluye un muestrario notablemente amplio: cuentos maravillosos, cuentos cómicos y cuentos de animales. La mayoría de las narraciones contienen una enseñanza y, en algunos casos, culminan en una moraleja. Los textos orales se refieren al medio en que estas gentes se mueven y a su manera de vivir. Tales informaciones pueden referirse a la fauna y la flora, y a la vida en la sabana. También pueden reflejar las relaciones que hay en un hogar y en el seno del campamento, aludir a las relaciones entre hombres y mujeres, evocar la cohabitación con otras etnias, relatar las creencias y supersticiones, y por último, esbozar los rituales de saludo o los ritos alimentarios.





Habitos y costumbres de los niños Tuareg:



LA VIDA EN EL DESIERTO (II)


Ocho días después de su nacimiento, un morabito le da nombre, lo que es motivo para que sus padres ofrezcan una comida y una fiesta a familiares y amigos. El nombre es siempre de tradición musulmana, aunque, especialmente en las familias nobles, recibe otro de origen tuareg y un tercero correspondiente a un animal salvaje —tortuga, león—, o a una característica física -la blanca. Si su madre tiene sirvientas —tashkut—, el bebé es puesto a cargo de una de ellas salvo por la noche, cuando lo acuesta a su lado para dormir. Las precauciones contra los Kel Essuf deben mantenerse siempre, de modo que se le somete al primer corte de pelo para extirpar cualquier residuo que la actividad de los genios, que tienen el cabello largo, encrespado y sucio, haya podido dejar en el niño.


Hasta los siete años, niños y niñas juegan desnudos alrededor de sus tiendas familiares. A esa edad, el niño es circuncidado por un morabito, y su familia celebra una fiesta. Entonces puede abandonar la tienda familiar, a la que regresa sólo cuando tiene hambre o está enfermo, y vive en absoluta libertad, duerme al raso, si lo desea, fabrica refugios con sus compañeros, caza pequeños animales y tiene por única obligación, si no hay esclavos en la familia, ayudar a recoger el ganado a la puesta del sol. A los dieciocho años recibe el velo que debe ocultar púdicamente su rostro en el futuro, y es considerado un adulto con todos sus derechos y obligaciones. Como dice el padre Charles de Foucauld, "el velo que cubre la frente y la boca, y los calzones son las prendas distintivas del hombre [...]. Perder el velo, perder los calzones, son expresiones que equivalen a perder la honra".


La niña, en cambio, permanece ligada a la casa familiar hasta que contrae matrimonio. Si su familia posee sirvientes no tiene prácticamente obligaciones y dedica su tiempo a los juegos, fabricando muñecas de arcilla y tiendas en miniatura con todos sus elementos; en caso contrario debe contribuir en alguna medida a las labores domésticas: acarrear leña o llenar los odres de agua. También aprende a coser, la escritura tifinagh, y a tocar la vihuela. Hay disparidad de criterios sobre la existencia o no de la circuncisión femenina, es decir, de la práctica de la ablación del clítoris. Los autores contemporáneos no la mencionan o dicen que los tuareg no la realizan, pero el historiador de Malí Bokar N'Diayé, en su libro de 1971, hace una breve referencia a la ablación de las niñas "en la cuna, a veces inmediatamente después de recibir su nombre, sin que ello dé lugar a fiesta alguna". Los pueblos agricultores que habitan en el Sahel, al sur del territorio tuareg, la practican de manera generalizada, pero no los bereberes, de los que los tuareg son descendientes, lo que fundamenta la opinión de Frangois Borel en el sentido de que éstos nunca han realizado la ablación.


Hasta hace pocos años, las niñas núbiles eran sobrealimentadas para que adquiriesen el mayor sobrepeso posible, pues la gordura era un signo de distinción y de belleza que las hacía más deseables para el matrimonio. Una vez casadas, las mujeres nobles distribuían el trabajo entre sus esclavas y se tumbaban en la tienda, lo que provocaba, junto a la ingesta desmesurada de productos lácteos, que adquiriesen unas dimensiones considerables. Las antiguas poesías cantan la nostalgia de los guerreros ausentes por las desbordantes grasas de sus esposas y ridiculizan a la mujer flaca, de la que "sólo se ven los dientes y que cuando sonríe parece un viejo perro gruñón". Hoy, los ideales de belleza han cambiado, de modo que no es frecuente encontrar mujeres tuareg muy gordas. Además, el mestizaje de los bereberes blancos con sus esclavos negros ha producido un tipo femenino que, para el gusto europeo, es de una gran belleza.



viernes, 11 de septiembre de 2009

El valioso tiempo de los maduros





EL VALIOSO TIEMPO DE LOS MADUROS.
Mensaje de Mario de Andrade (Poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño)
"..Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora... Me siento como aquel chico que ganó un paquete de golosinas: las primeras las comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocas, comenzó a saborearlas profundamente.
Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar absurdas personas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.
No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a maniobreros y ventajeros. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros.
Detesto, si soy testigo, de los defectos que genera la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa........
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír, de sus errores. Que no se envanezca, con sus triunfos. Que no se considere electa, antes de hora. Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez.
Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas..
Gente a quien los golpes duros de la vida, le enseñó a crecer con toques suaves en el alma.
Sí.. tengo prisa. por vivir con la intensidad, que solo la madurez puede dar.
Pretendo no desperdiciar parte alguna, de las golosinas que me quedan. Estoy seguro que serán más exquisitas, que las que hasta ahora he comido.
Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Espero que la tuya sea la misma, porque de cualquier manera llegarás....."

Erik Satie

Compositor y pianista francés, 1866-1925









jueves, 10 de septiembre de 2009

Cualidades supremas




Hace un tiempo le pregunté a un amigo sobre qué cualidades le parecían las mejores.
El me contestó:
Me haces una pregunta interesante sobre cuales son las cualidades supremas para mi, te contesto: Imaginación, pasión, humor. No necesariamente en ese orden. Pero al mismo tiempo aprecio el orden, el rigor, la racionalidad.
Su respuesta me dejó pensando, la primera parte parecía corresponder a una persona y la segunda a otra. Mientras anhelaba lo distendido, la intensidad, el juego, también tenía una voz interna que le pedía orden, rigor, racionalidad. ¿Tendremos todos dos lados? Uno que permite, otro que prohibe?
¿Viviremos en permanente pugna? La locura y la cordura; la libertad y el control; lo aventurado y lo rutinario?
Recibo con mucho gusto respuestas a mi pregunta, hagamos una pequeña encuesta. Sin pensarlo mucho decir cual o cuales cualidades te parecen las mejores, aunque tú no las tengas, las que desearías tener.
Dice el diccionario de la real academia de la lengua sobre la palabra cualidad.

el lat. qualĭtas, -ātis).


1. f. Cada uno de los caracteres, naturales o adquiridos, que distinguen a las personas, a los seres vivos en general o a las cosas.



2. f. Manera de ser de alguien o algo.



¿ Qué cualidades desearías tener o consideras las mejores?

domingo, 6 de septiembre de 2009

Cinco días en Buenos Aires

Marat- Sade
Medea Pasar unos días en Buenos Aires es siempre estimulante. Una ciudad con una oferta cultural que nos invita tantas y tan diversas manifestaciones de arte. En esta oportunidad tuvimos teatro : en el Centro cultural San Martín vimos "Medea" y "Marat- Sade" ( las dos estupendas) ese teatro con actores de primera, acertado vestuario, música y coros, escenas que parecen cuadros a los que provoca convertirlas en fotografía, con diálogos que nos hacen pensar y que retenemos en la memoria y en el corazón. Tambien asistimos a una función gratuita de Ballet contemporaneo con música de Vivaldi y Piazzola. En el teatro comercial vimos "Agosto" con Norma Leandro. A pesar de que duraba casi tres horas, nos mantuvo cautivados. Nos dimos tiempo para ir al cine. "Anita" sobre una chica Down en medio del atentado a la AMIA, capaz de despertar nuestra ternura y admiración por ese personaje encantador. Pudimos ver "El secreto de tus ojos" En cuatro días, la película argentina "El secreto de sus ojos" fue vista por 240.616 espectadores. El film dirigido por Campanella y protagonizado por Ricardo Darín y Soledad Villamil, es uno de los grandes éxitos cinematográficos del año. Y por último vimos "La niña del parque", tragedia norteamericana que habla del amor interrumpido de una madre por su hija.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Repárame : Música inglesa

Coldplay es una banda inglesa de Rock.












Los animales y los hombres. Gregory Colbert

Gregory Colbert nació en Toronto, Canadá, en 1960. Es un cineasta y fotógrafo mejor conocido como el creador de Ashes and Snow una exposición de obras fotográficas y videos albergada en el Museo Nómada (The Nomadic Museum).






Precioso video de la interrelación del hombre y los animales. Las fotografías de Colbert introducen al hombre en un mundo casi irreal de perfecta sintonía entre el humano con los animales con imágenes que transmiten serenidad y silencio intentando que el espectador oiga y vea el mundo de otra manera.
Desde 1992 Colbert viajó a lugares como La India, Birmania, Sri Lanka, Egipto, Dominica, Etiopía, Kenia, Tonga, Namibia, Borneo, Las Azores y la Antártida. Encontramos elefantes, ballenas, manatíes, cachalotes, ibis sagrados, grullas de cola blanca, águilas reales, halcones gyr y peregrinos, elands, buceros, suricatas, rinocerontes, caracales, guepardos, leopardos, perros salvajes africanos, babuinos, orangutanes y cocodrilos de agua salada. La variedad de seres humanos incluye monjes birmanos, bailarines de música trance, bosquimanos Shan, y el mismo Colbert buceando entre ballenas.