martes, 23 de septiembre de 2008

"Cantan los pájaros" y los "Peruanos en el extranjero"


De la Nación, entrevista hecha por Susana reinoso.
Si puedes reír es que estás vivo, nos dice desde Buenos Aires Margaret Atwood ganadora del Príncipe de Asturias y  militante ecológica. ( Bird life Internacional). Ella dará una conferencia llamada: "Los seres humanos en las sociedades de pájaros", - mira pues las cosas en las que está metida la gente- en el Hotel Sheraton, que estará presentada por Hisako Takamoto, princesa imperial del Japón.
Defiende a los pájaros etre otras razones porque junto con el hombre, es el único ser vivo capaz de cantar. Tiene los atributos de los ángeles: las alas y el canto, no así las garras que se las dejamos al demonio. 



Ella ve los libros como partituras musicales, al lector como un violinista. La partitura espera que alguien la quiera tocar y se anime a convertir las marcas negras en las páginas en blanco en música.
La novela sin lector sería una inmensa orquesta que nunca se puede escuchar. Hasta que un lector la encuentre.

Peruanos en el extranjero: 
¡Salud!



A mis amigos publicistas les sugerí alguna vez que escribiesen un libro sobre los peruanos en el extranjero. ¿Qué estan haciendo nuestros paisanos en otras tierras? ¿Cómo han vencido las barreras que la nueva ciudad les imponía? ¿Pasaron hambre, miseria, tuvieron que mendigar, se rompieron el cerebro inventándose una nueva profesión una nueva vida? ¿Descubrieron que tenían una fuerza que desconocían, perseverancia, ingenio, imaginación, recursos infinitos?
Escuchamos lo bien que les va. Cómo se los aprecia. Tenemos reconocidos médicos, arquitectos, artistas, actores, cocineros, escritores y poetas que confirman que: "No hay poeta en su tierra". Ahora que estamos en plan de revalorizar todo lo peruano, hablar sobre nuestros peruanos en el extranjero, me parece buena idea. Sería muy interesante que me enviasen alguna historia de alguno de nuestos compatriotas que decidieron irse en busca de otros aires, aventurarse en países lejanos buscando fortuna. Ce


¿Por qué escribo? Tengo varios textos de escritores que dan respuesta a esta pregunta que siempre queremos hacerle a los escritores. Su arte poética. ¿Qué lo motiva a pasarse horas de horas en silencio y soledad poniendo sobre la palabra en blanco palabras que van dando forma a un poema, un cuento, una novela. Empiezo con un texto de Frank Otero Luque escritor peruano que vive en Estados Unidos, su esposa Roxana de la Jara que fue alumna mía en el Mater hace ya muchos años, ha tenido la gentileza de enviármelo. Lo comparto con ustedes.

¿POR QUÉ ESCRIBO?






a Cronwell Jara, por los 25 años de su primer libro publicado.


" Escribo por el placer de tejer las ideas en la urdimbre de mi mente y adornarlas, de repente, así, sin querer, con orlas y pompones que los más simplones llaman “rima”. Escribo porque me gusta escribir y por una imperiosa necesidad de liberación interior; porque a través de lo que escribo puedo plasmar y recrear lo que anhelo y lo que temo, lo que odio y lo que adoro; tallar letras en oro o enfangar una frase. Escribir me ayuda a sobrellevar mis frustraciones y a comprender mejor el mundo de afuera y de adentro; escribiendo alcanzo una catarsis espiritual. Pero también escribo porque tengo mucho sentido del humor y porque me gusta hacer gala de la sátira, del sarcasmo y del doble sentido.
Escribo porque disfruto creando realidades paralelas, mundos hechos a medida y personajes fantásticos que interactúan a mi antojo. Amo escribir y sentirme Dios por un momento; sentirme todopoderoso. Escribo porque me maravilla la magia de dar vida y porque, aun siendo omnipotente, alguna de mis criaturas se rebela, me para en seco y me hace a un lado.
Escribo porque, cuando yo era muy pequeño, mi madre puso un frejolito en algodón húmedo y, al cabo de unos días, me demostró que el Creador tenía reservada una gran sorpresa sólo para mí.
Escribo porque soy sensible a todas las artes y hallo vasos comunicantes en sus más variadas expresiones: Es posible esculpir párrafos, ya duros en frío mármol de Carrara, ya cálidos en suaves maderas de la amazonía. La fotografía de un atardecer puede ser un poema y la pintura de una mujer hermosa dar pie a todo un cuento. Una sinfonía es capaz de elevar nuestras almas hasta el cielo y ese estado particular es en sí mismo poesía. Y la danza, danza entre las palabras y las frases produciendo eufonía.
Escribo porque, además de escritor, soy fotógrafo y suelo reconocer la escena perfecta, el ángulo exacto y el instante preciso en que debo disparar. Y porque soy aficionado a la pintura, pero nunca sé en qué momento detenerme, cuándo dar la última pincelada, el retoque final, y podría seguir pintando durante el resto de mi vida. Termino un cuadro por cansancio y, cada vez que lo veo, sigo criticándolo y eso me tortura, pero soy incapaz de descolgarlo y hacerle los remiendos necesarios.
Por el contrario, cuando escribo, el cuento o el poema me dice: “¡Alto! ¡Detente! ¡Ya basta!“. Y una vez que cobra vida propia, una palabra demás podría deformarlo, malograrlo. Entonces, lo leo de principio a fin, y lo releo muchas veces sólo para comprobar que está “redondo”. Luego lo dejo y, al cabo de un tiempo, lo retomo, y con mucho, muchísimo respecto y con la precisión de un cirujano, abro las frases con un bisturí, implanto palabras, extirpo las comas que sobran como tumores, remuevo párrafos enteros como si fuesen órganos, uno los tendones de la tensión dramática y conecto los vasos sanguíneos del hilo narrativo; cauterizo las uniones y suturo con el mejor final.
Para mí, las palabras no son sólo herramientas sino viejas amigas y añoradas amantes, retadoras adversarias o aliadas incondicionales, y también puntiagudas y filosas dagas con las que atravieso sin empacho a quien ose interponerse en mi camino. Las palabras pueden brillar como el sol del medio día en la mitad del Ecuador, encandilarnos a la salida de una profunda y oscura cueva, o ensombrecer cualquier pensamiento; pueden oler a jazmines y azahares o heder a excremento; pueden ser suaves como la piel de un bebé o ásperas como la cáscara de una piña. Y las palabras también pueden convertirse en una melodía de ángeles, o retumbar en nuestros oídos hasta dejarnos sordos. Hay palabras dulces, amargas, saladas, picantes, ácidas, y otras que nos destemplan los dientes o nos rajan la lengua y hasta el alma. Pero también hay aquellas que nos sosiegan y consuelan.
Escribo porque me gustan las letras, las sílabas, las palabras y las frases y oraciones; los párrafos y capítulos; las novelas y las bibliotecas; y me encanta leer.
Escribo porque escucho voces que me dictan y me acompañan, sin las cuales me sentiría muy solo y perdido. Unas me susurran palabras al oído; otras me gritan oraciones enteras o me soplan la rima. Y escribo porque, a veces, mi mano es sólo el instrumento que coge la pluma para anotar los mensajes de los dioses.
Escribo porque era adolescente, viajé a Norteamérica y grande fue mi sorpresa al descubrir que la Estatua de la Libertad no era blanca sino verde, y luego supe que ése era el color de la esperanza. Y porque una década viví en Venezuela y el Mar Caribe se metió en mis venas para siempre. Y porque amo al Perú.
Escribo porque me siento cómplice de un pueblo llamado Palpa, donde nacieron mi madre y la mitad de mi familia materna, y donde pasé vacaciones durante mi infancia. Y porque allá queda la Ciudad Perdida de Huayurí (Waiyuri), cuyo nombre significa en quechua “el sitio donde reside el amor”, según me reveló Cecilia Granadino. Y porque a la entrada de esa ciudad se yergue, cual coloso vegetal, un guarango milenario que, a pesar de los años, sigue en pie y continúa dando frutos. Escribo porque allá, en Palpa, hay un manantial en cuyas aguas cristalinas se sumergen los solteros y las solteras en noches de luna llena para encontrar a su "media naranja", expresión que en Palpa cobra especial significado porque allí se dan las naranjas más dulces del mundo. Y escribo porque antes que yo, los Paracas y los Nascas ya habían escrito en las pampas y en las laderas de los cerros, dejándonos la huella de sus geoglifos y petroglifos aún
indescifrables hasta hoy.
Escribo porque Cronwell Jara es mi maestro y maestros también son mis compañeros escritores en el taller que él dirige. Escribo porque mi editor, Carlos Milla Batres, tiene mucha fe en mí. Escribo porque a la gente le gustó “El Señor de Palpa” y pide más. Y porque me encanta ser leído.
Escribo porque tengo excelentes amigos, quienes han estado a mi lado en las malas y en peores; y, como ejemplo, sólo pregúntenle a Eva, a Poupée o a Ruy. Escribo porque tengo ahijados que elegí y me eligieron y de quienes me siento muy orgulloso. Escribo porque mi padre me inculcó valores y me alentó en la escritura, y porque mi madre cultivó mi sensibilidad, además de demostrarme a cada instante que es capaz de todo –y más aún- con tal de verme feliz. Escribo porque mi hermana es la penúltima romántica y me ha dado tres sobrinos maravillosos, y porque tengo un medio hermano y nos queremos completo.
Escribo porque mi nana Domitila es tuerta, vive en un albergue y toda la alegría del mundo se concentra en su ojo sano cuando voy a visitarla. Porque mi abuela Faustina me enseñó que la vida es muy corta para ensayar otros caminos desafiando a nuestro instinto. Y porque la vida le jugó sucio a mi abuela Isabel, según me confesó, al cambiarle las preguntas cuando ella creía conocer todas las respuestas.
Escribo porque admiro la naturaleza y todo despierta mi interés, porque tengo más de cinco sentidos y, a veces, no son suficientes; porque poseo un olfato privilegiado y me regocija hasta el infinito el olor del pasto recién cortado, del café acabado de pasar, del pan que sale del horno; pero ese mismo olfato hace que perciba el hedor de los abusos e injusticias y que me sienta impelido a denunciarlos.
Escribo porque, en oración, mis moléculas se fusionan con el todo, porque creo en Dios y le hablo y me responde. Escribo porque soy parte del universo y si talan un árbol también me cercenan un brazo. Escribo por los infelices que terminaros sus días en fosas comunes y porque mi amigo Juani busca justicia para ellos. Y porque no aprendemos como especie sino la forma más certera de destruirnos, incluyendo las drogas. Escribo porque la línea divisoria entre el bien y el mal es una franja gris cada vez más ancha y eso es inadmisible. Escribo porque todavía no he perdido la fe de que podemos mejorar el mundo.
Escribo porque tengo un hijo llamado Darío, quien no es mi hijo, pero quien más hijo mío no puede ser. Es la pluma de ala de ángel que me regaló Dios. Escribo porque con él descubro que es posible revivir sin haber muerto, y que la esperanza del mundo está en sus ilusiones. Porque sé que no le puedo ahorrar el sufrimiento, pero sí abreviárselo, y que no necesita recorrer todos mis caminos para aprender la lección, porque también puedo enseñarle a hallar atajos.
Escribo por las mujeres que amé, por aquellas que me amaron y por otras que no me amaron tanto. Pero sobre todo, escribo por Paloma Rox, mi compañera en el vuelo de la vida, quien me hace alcanzar alturas insuperables. Escribo porque, con ella, mi fuego consiguió su brasa; mi aire, su oxígeno vital; mi tierra, la semilla original; y mi agua halló al fin su vaso, su taza, su cuenco, su océano y su regazo…"

Frank Otero Luque

Me es muy agradable dar a conocer una joven escritora peruana, Margarita Saona,  acá dos de sus textos:
Morir del cuento por Margarita Saona

El cuento esta ahí, agazapado. Todos los días se asoma un poco, me llama con

un gesto, un guiño. Yo lo miro de reojo y hago como que no lo vi, como que lo ignoro. Él insiste. Me suelta frases para provocarme. Es casi siempre la misma frase, me la sé de memoria, y la escucho como un eco incluso cuando ya al cuento no le veo ni la sombra. El cuento quiere que lo escriba y yo no quiero escribirlo. No sé. Una parte de mí quiere, supongo. Cree que es un buen cuento. Pero yo le tengo miedo. Sé que si pongo esa frase seguirán otras. No sé cuántas palabras están allí, agolpándose detrás de esa frase. No las veo, pero las intuyo. Palabras graves, palabras agudas, palabras tristes, duras, desgarradas, punzantes, y esas palabras tiernas, las peores, las que me dejarán expuesta, indefensa. Sólo unas cuantas esdrújulas juguetonas, las engreídas, las favoritas, las que no conseguirán más que una sonrisa en medio de ese cuento que me va a partir en dos.

Y además están los otros, los que leerán el cuento y creerán reconocerme en él (y tendrán razón) o creerán reconocerse en él (y tendrán razón). Y tendrá poco sentido decirles que los artificios de la ficción, que la libertad de expresión, que la chucha del gato, porque los lectores saben, yo sé que saben, porque soy una de ellos.

Y el cuento insiste. Ahora mismo insiste, me pregunta qué hago escribiendo esta mierda, si tengo una buena historia que contar. Pero la historia es mía y me duele y no quiero escribir con la mirada empañada, es un poco tonto. Y el cuento me mira como diciendo, ya pues, eso ya lo sabemos, pero ya ha pasado otras veces y tú sabes que es lo mejor, que es lo único que puedes hacer. Y sí, ha pasado otras veces, y en efecto, hay como un alivio, como una dulzura en dejarle a las palabras la responsabilidad de tanta historia tan pesada. Ya otros han hablado del oficio de escribir, de librarse de fantasmas, de curiosos exorcismos... Pero yo no puedo, ahora no puedo, y ese cuento palpita como una bomba de tiempo. Estoy ocupada, tengo tanto qué hacer...Y ya sé que estoy perdiendo el tiempo con estas palabras inútiles, cuando debería estar escribiendo las otras, las que sí cuentan...Pero les tengo miedo. Sé que esas otras van a rasgar piel y huesos y los más íntimos tejidos, que me tomará mucho recuperarme de ese cuento... El cuento me mira con sorna (palabra que sólo pertenece a los cuentos), que si acaso creo que puedo vivir con el cuento así encerrado, que si no me desgarra cada noche en mil sueños que no tienen la forma del cuento, pero que no son otra cosa que mil reflejos desdibujados de esa única forma que me duele. Anda, dale, me dice, qué es lo peor que puede pasar? Hoy no, le digo, hoy no, tengo qué hacer, mañana, tal vez mañana...

Contra la puerta

por Margarita SaonaBUG

De pronto lo ves, pero retrocedes de inmediato, instintivamente, para dejar de verlo, o para que él no te vea a ti, no lo sé. Pero como no puede ser, no puede ser que lo estés viendo, vuelves a asomarte y sí, compruebas que está allí. A contraluz, su figura recortándose contra la puerta, tras la sala de estar, al fondo del pasadizo. Allí está. Y te mira. O no te mira, porque no tiene ojos, o si los tiene tú no los ves, pero tú sí que lo miras. Desde el patio de losetas rojas que al pasar el umbral de la sala de estar se transforman en un tablero negro y blanco, te vuelves a asomar una y otra vez sólo para comprobar que sigue allí, que no te lo has imaginado. Piensas que tal vez si miras más abajo o más arriba o un poco más a la izquierda, desaparecerá, como un holograma, aunque tú no sepas todavía de hologramas, piensas que podría desaparecer como desaparecen las telarañas o las motitas de polvo si abandonas esa posición única que te las descubre. Pero no desaparece. No ha sido una ilusión. El cuco está allí, contra la puerta, y no se parece a Godzilla ni a King Kong, ni a ningún otro monstruo conocido. Apenas un montón de piedras vivas, rojas y negras, apiladas como una montaña que se recorta contra la poca luz que el vidrio catedral de la puerta deja pasar. Ni brazos, ni piernas, ni ojos, ni cara, sólo piedras rojas y negras, como una montaña viva contra la puerta. Desvías la mirada una vez más. Quieres volver a los soldaditos de plástico verde que no se enfrentan sobre las losetas rojas, que se organizan en filas y batallones, en un juego perpetuo en el que la guerra nunca llega, soldaditos diminutos ante esa figura que se recorta contra la puerta. Quieres volver a tu juego, pero no puedes. El cuco está allí.

Está allí, contra la puerta, y sabes que de nada sirve llamar a mamá, porque mamá no está, salió esta vez sin llevarte, aunque tú hubieras querido que te llevara, sentarte a comer un alfajor y una cocacola en la Granja Azul de la Avenida Larco mientras ella le hace los pedidos al carnicero, y esperar a que acabe de hacer las compras relamiéndote el azúcar en polvo que se te pega en los labios, y no estar mirando al cuco recortado contra la puerta, tal vez mirándote... pero esta vez no te ha llevado, y de nada te sirve llamar, porque tampoco tus hermanos están, ni Javier, ni Marta, ni Pelusa, porque son grandes y están en el colegio, y Papá, claro, trabajando, y Anita está ocupada en la cocina y si llamas te contestará con un grito desde allí, así que de nada sirve llamar, pero sobre todo no sirve llamar porque sabes que el cuco está allí sólo y exclusivamente para que tú lo veas. Miras otra vez y sí, allí está y algo dentro de ti tiembla, pero no es temor, o sí, esa emoción que te recorre. Y tú sabes que no es un juego, que esta vez no es un juego de esos que inventas porque a papá y a mamá les divierte que seas una niña tan imaginativa, y que digas que ves sirenas cada vez que el auto cruza el puente de Miraflores, para entonces seguirte el juego y contar contigo esas sirenas inexistentes desde el puente que gracias a ti es ahora el puente de las sirenitas en ese juego que también tus hermanos desde el asiento de atrás estimulan o toleran, según el humor del día, porque tú eres la hermanita chiquita y puedes decir que ves sirenas, aunque tú sepas que no hay sirenas, que ni papá, ni mamá, ni tus hermanos las pueden ver, porque tú tampoco las ves, sólo juegas a que las ves, sentada entre papá y mamá que también juegan. Pero esta vez es diferente. Tú no estás entre papá y mamá, el cuco está allí y no es un juego.

Un sonido de llaves te hace parpadear y en la luz que entra por la puerta que se abre la imagen del cuco se desvanece. ¡Mamá!

Te gusta despertarte en las mañanas y meterte en la cama de mamá. Te gusta ver cómo papá le da un beso de despedida y entonces tú te acurrucas a su lado, mamá huele a vainilla y a pan, a cosas suaves y tibias, y Anita trae el desayuno para mamá, y ella te convida una parte de su tostada que sabe como ninguna otra tostada, y al olor de mamá se suma el del café y el de la toronja, que es linda pero amarga. En cambio por las noches, duérmete niña, duérmete ya, si tú no te duermes el cuco... pero no, no es el cuco lo que te asusta, el cuco no vendrá, tú sabes que está allá, paradito contra la puerta, esperándote para que lo veas mirándote paradito contra la puerta. No, no es el cuco lo que temes. Son las voces que escuchas pero no entiendes, voces que llegan con la rayita de luz que se cuela bajo la puerta de ese cuarto oscurecido para que te duermas, que si no te duermes... Voces, la voz de papá, la voz de mamá, pero algo duro y áspero hace que no parezcan sus voces, y quieres y no quieres dormirte, y si no te duermes, y escondes la cara contra la pared, como si no mirar pudiera también ser dejar de oír, que si no te duermes...

La hora de la siesta. La puerta del cuarto de papá y mamá está cerrada y a ti te crece ese enorme aburrimiento de la hora de la siesta. Te dicen que no hagas bulla, que te vayas a jugar al patio de al fondo. Javier y Marta leen cada uno tirado en su cama y Pelusa te ofrece jugar contigo, pero siempre acabas mal en los juegos con Pelusa, así que decides hacer caso e irte al patio del fondo, aunque el olor del maracuyá haga más denso el calor de la tarde de verano y las orugas rojas y negras amenacen con caer de la enredadera y aplastarse, puaj. Anita percibe tu tedio y tal vez por compasión y tal vez para que no la empieces a fastidiar a ella, te da un pedazo de tomate. "Anda, dale esto a Coco, que debe estar con hambre", y tú, feliz con tu importante tarea te vas al patio del fondo a buscar a Coco, aunque no es fácil, su caparazón se confunde con la tierra, bajo los geranios, pero la encuentras, por suerte bastante lejos del maracuyá, y la tortuga se acerca con toda su pachocha a esa media luna roja y jugosa que le ofreces. Coco, cuco, no, el cuco no tiene la cara de Coco, porque no tiene cara, y Coco sí, una cara chistosa, con esa boca que parece el pico de un pájaro, esa lengua gorda, esos ojitos como de sueño. Parece contenta, Coco, comiendo el tomate, y a medida que lo muerde el tomate te parece más y más lindo, más rojo, más jugoso, Coco mastica lentamente y de pronto sientes ganas de ser Coco comiendo el tomate, ganas de morder ese tomate rojo y jugoso, y aunque nadie te ha dicho que no te comas el tomate de Coco sabes que papá se horrorizaría, si hay que lavarse las manos dos veces con jabón después de jugar con los animales, como se les va a ocurrir que tú de pronto quieras comer de ese tomate mordido por Coco, Coco mordiendo y masticando como si no hubiera nada más en el mundo, y sientes por dentro unas cosquillas, como las que sientes cuando lo ves, al cuco, no a Coco, mirándote, paradito contra la puerta, y papá, y los microbios y las bacterias, "porque mi papi es doctor...y el mío también", como en ese estúpido comercial de la televisión que pretende vender un producto con autoridad, y no sólo los microbios y las bacterias, sino que además, cómo le vas a quitar su comida a Coco, que vuelve a morder como saboreando, pero sólo un poquito, es un pedazo muy grande para una tortuga tan chiquita, y no te lo vas a comer todo, un mordisco tú y uno ella, y luego otro para ti, y después otro para ella, y ningún tomate supo antes como éste, como ninguna otra tostada sabe como las tostadas de mamá, un mordisquito más, como un pedazo de sol fresco en la boca...

No le has hablado a nadie del cuco, como no le has hablado a nadie de Coco y ese secreto que tiene contigo, ¿se habrá molestado Coco porque te comiste un poco de su tomate? No le has hablado a nadie del cuco, porque creerían que estás jugando, como con las sirenitas, y no es un juego, aunque también lo es, cuando te sientas sobre las losetas rojas y frías, con ese cosquilleo ya antes de mirar, y miras y allí está, contra la puerta, te asomas, te escondes, te vuelves a asomar, y ese miedo dulce te recorre, silencio, frío en las piernas, y esas cosquillas cada vez que compruebas que está allí. Te gusta sentarte a jugar en las losetas rojas, te gusta sentir el frío en las piernas con esos pantaloncitos que alguna vez fueron de Javier, como si pudieras ser un poco Javier, porque a veces te gustaría ser Javier, porque a él, claro, nadie le dice que las niñas no se trepan a los árboles, que no juegan al fútbol, que les toca jugar a la casita y a la mamá, le dirán otras cosas, seguro, pero no sabes cuáles, y a veces te parece que sería más divertido ser como Javier, de hecho todo el mundo dice que te le pareces tanto, y te gusta pensar qué haría Javier si él viera al cuco, contra la puerta, mirándolo. Pero otras veces también te gustaría ser como Marta, porque camina tan lindo, moviendo las caderas, y porque se pone perfume de una forma tan chistosa, unos toquecitos con los dedos detrás de las orejas, y bajo los brazos, los codos, las rodillas, te da risa verla repetir ese ritual todas las mañanas, y si viera al cuco seguro que le hablaría como a un viejo amigo, o lo dejaría estar, allí tranquilo, paradito contra la puerta. Como Pelusa no. Ella te dice que no la quieres y cuando dibujas perros te dice que en realidad parecen lobos, qué lindos tus lobos, te dice, pero tú no entiendes por qué Pelusa ve lobos si tú dibujaste perros, y además siempre te recuerda los favores que te hizo. ¿Qué haría Pelusa si viera al cuco? Tal vez gritaría o lo regañaría, y seguro que le diría a alguien que allí está. Te asomas, sigue allí, te da miedo verlo y te sientes tan pero tan bien...

Te despiertas con los ojos pesados, saliendo de un sueño que no puedes recordar. Hace calor y las frazadas parecen más gruesas de lo que eran la noche anterior. Tus hermanos no están, pero claro, es tarde y deben estar en el colegio. No sabes cómo no los sentiste irse, si siempre eres quien se despierta más temprano. Hay un silencio grande en la casa. Corres al cuarto de papá y mamá. La puerta cerrada. ¡Mamá! ¡Mamá! No hay respuesta. Sólo la puerta cerrada. ¡Mamá! Anita sube corriendo las escaleras, te dice en un susurro que mamá tiene jaqueca, que la dejes descansar, que bajes con ella a tomar desayuno, pero tú no quieres, Anita te mira con pena, te agarra de la mano, te fuerza con suavidad a seguirla por las escaleras, pasan por la sala de estar y sabes que él no estará, porque está Anita, pero en su lugar, contra la puerta ves maletas, las maletas que papá y mamá siempre cuentan que compraron en Brasil, antes de que tú nacieras, y te gusta esa historia que te cuentan, que te contaban, cuando te decían que fuiste hecha en el Brasil, pero ya nadie cuenta esa historia, hecha en el Brasil, como esas maletas que están contra la puerta, porque ya no está él, ya no lo ves, y no es porque esté Anita, es porque sólo hay maletas contra la puerta. Anita te lleva a la cocina, pero apenas ella se descuida abriendo el refrigerador, corres al patio, te asomas desde esas losetas rojas que esta vez están ya tibias del sol, y no ves nada, sólo maletas, y no sientes cosquillas recorriéndote, sino un nudo que late y crece y te ocupa toda, y corres escaleras arriba, porque el cuco no está y en su lugar hay maletas, y buscas la puerta del cuarto de mamá, pero está cerrada, y en silencio, para no molestarla, te sientas a llorar contra la puerta

Recomendación:
Está en librerías el libro "Comehoras" de Margarita Saona, escritora peruana que vive en Chicago en dónde dicta Literatura latinoamericana en la Universidad de Illinois.







De un prólogo de Murakami al Jazz de Charlie Parker










Haruki Murakami ya es amigo nuestro y si todavía no lo conoces apúrate porque es realmente encantador. Dueño de un club de Jazz en Tokio decidió un  buen día escribir y luego de ser un escritor de culto ha pasado a tener gran prestigio internacional y sus obras se venden como pan caliente. ( Qué linda expresión). Traductor de Carver entre otros autores norteamericanos su nombre ya suena como candidato al nobel de literatura. Sus personajes enfrentados al dolor o al amor, son  seres solitarios llenos de nostalgia y deseos, en una ciudad  poblada como Tokio. 
Escritor japonés muy occidental que nos hace descubrir no solo lo que cuenta sino lo que está ahí detrás. 
He leído Sputnik, mi amor, Al sur de la frontera al oeste del sol ( fue el primero que leí y me fascinó),Tokio blues y Kafka en la orilla. 
Ahora está escribiendo "Crónica del pájaro que da vuelta al mundo" tiene 600 páginas. Habrá que leerlo.  Hay club de fanáticos de Murakami en todos lados y claro, ha ganado varios premios. 


Del prólogo de "Sauce Ciego, mujer dormida", libro de relatos:  Si escribir novelas es como plantar  un bosque, entonces escribir cuentos se parece más a plantar un jardín. 
Uno de los placeres de escribir cuentos es que no se tarda tanto en terminarlos. Generalmente me lleva alrededor de una samana dar a un cuento una forma presentable. Otra cosa agradable de escribir cuentos es que puedes crear un argumento a partir de los detalles más nímios..., una idea que brota en tu mente, una palabra, una imagen, cualquier cosa. En la mayoría de los casos es como la improvisación en el jazz, y el agumento me lleva adónde este le plazca.
Mis sombras son como sombras delicadas que he puesto en el mundo, huellas borrosas que han dejado mis pies.
Para mí el cuento es una especie de laboratorio experimental como novelista. 
Los cuentos son como postes que indican el camino para llegar a mi corazón, y me siento feliz, como escritor, de poder compartir estos sentimientos íntimos con mis lectores.

Algunas frases de estos relatos: "Hurgué en los estratos más profundos de mi memoria. Como si intentara extraer un tapón clavando la punta del cuchillo en el corcho. "
"Pero la historia se había complicado de manera insospechada y, tras corresponder a una palabra ofensiva con otra insultante, y viceversa, ella sintió que se habían roto de manera irreversibles los lazos que los unían. En su corazón, algo se había endurecido como una piedra y había muerto."
"Una persona, desee lo que desee, llegue hasta deonde llegue, jamás puede dejar de ser ella misma."
"En un momento determinado todo existe; un instante después, todo se ha perdido. 

Hay muchos gatos en  los cuentos de Murakami



Qué mejor que Charlie Parker para acompañar a Murakami

Y el excelente pianista Tommy Flanegan del que nos cuenta Murasaki en su cuento: Viajero por azar


En una entrevista Murakami dice: Yo creo que los escritores tienen la responsabilidad de llenar el mundo de historias buenas, que sirvan para acercar a la gente. Esto no tiene nada que ver con que esas historias contengan sexo o violencia como ingredientes. Lo que importa es que el mensaje sea bueno para la sociedad: las historias son demasiado poderosas como para que lo olvidemos.  ( A raíz de su ensayo Underground, el libro sobre los ataques con gas en el subte de Tokio.) Quedé fascinado por la gente común, con las víctimas. Eran personas con las que yo no tengo nada que ver y de quienes no podría ser amigo, gente aburrida que se mata trabajando, que vive pequeñas vidas en los suburbios. Pero me dí cuenta de que podía amarlos, si no personalmente, como una fuerza, de la misma manera que un escritor ama a sus lectores.

En 1964 los padres de Murakami le regalaron una entrada para ver y escuchar Art blakey's Jazz Messengers  que estaban tocando en Japón.  Jamás había escuchado una música tan soprendente, dice, me volví un gran fanático del jazz y más tarde un escritor al que el jazz le enseñó todo.  Acá tienen esa música:





Tener a Gastón Acurio como peruano es un privilegio. Hoy ha presentado su libro y además este fin de semana ha organizado una exitosa feria culinaria. Fuimos y disfrutamos. Lo más rico de nuestra comida. Compramos unos hongos buenísimos y comimos delicias. Felicitaciones.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Viaje de invierno y el oficio de escribir




Me enteré de la existencia de Ian Bostridge en Buenos Aires, pasaron en la televisión un programa en donde cantaba sus Winterreise ( Viaje de invierno). Me impresionó su voz, me conmovió. Apunté su nombre y busqué uno de sus discos sin tener suerte. Mi cuñada Martha al fin me trajo de Nueva York Los Winterreise de Shubert pero interpretados por Hermnan Prey, un barítono. No era la voz que recordaba y tuve que buscarlo mucho más hasta encontrarlo y poder disfrutar con la belleza de su timbre de voz. ¡ Qué felicidad! Esos amores que cuestan son los mejores.

Siempre hemos pensado que el idioma alemán es un idioma duro, enérgico sin embargo encuentro en las canciones alemanas una gran dulzura y mucha armonía.

De él dicen: Es un un músico sensible, comprometido con su arte, vehemente y ardientemente apasionado, de una presencia inolvidable y una nobleza que subyuga.

Ian Bostridge inició su carrera de cantante en 1995, tras haber estudiado filosofía (Un filósofo cantante, se imaginan!!!) e historia en Oxford y Cambridge y hallarse en posesión de un doctorado. Sus comienzos, en recitales de lieder de Schubert y Schumann, revelaron una inteligencia musical y una madurez artística acompañadas por una técnica vocal y sentido del texto, constatados en Londres y otras capitales europeas, en Nueva York y en los festivales más importantes.

Viajes de invierno de Wilhelm Müller

Es casi imposible sustraerse al encanto hipnótico del Viaje de Invierno. Quizá nunca antes un artista realizó un retrato tan fatal y abismado de la desesperación en una obra musical. Aún en nuestros días, como si fuésemos aquellos amigos para los cuales Schubert cantó estos lieders por vez primera, el alma se nos sigue helando pues estamos ante una de las cumbres del arte occidental de todos los tiempos.

El antihéroe de "Winterreise" (Viaje de invierno) es un vagabundo en la estación final de su vida, sin esperanzas por lograr ningún cometido y rodeado de un paisaje invernal, reflejo de su alma. Es una obra fantasmal con un personaje central del que sólo sabemos que está profundamente enamorado de una mujer que lo ha rechazado. Ni siquiera sabemos la profesión de este fallido pretendiente pues lo suyo es un viaje sin fin por un paisaje invernal y su voz, la única que se escucha en la obra, sólo se levanta para lamentarse. En este helado periplo ni siquiera se encuentra con alguien: sólo es audible su monólogo interior del que sobresalen las penurias y sus ganas de desvanecerse. Según Karl Schuman “nunca antes hubo en una canción un retrato tan inexorable y concentrado de la desesperación”.
Según Walter Muschg en su Historia Trágica de la Literatura “el secreto del arte trágico reside en que es una afirmación, la más profunda del mundo, pues aún encuentra una revelación en lo que aparentemente no tiene sentido”.

Buenas noches

Como un extraño llegué

y como un extraño me marcho.
Mayo me agasajó
con ramos de flores.
La doncella habló de amor,
su madre, incluso de matrimonio.
Ahora el mundo rebosa tristeza.
Mi camino está cubierto de nieve.
Para mi viaje
no puedo elegir el momento.
Debo hallar mi senda
en la oscuridad.
Una sombra vaga a la luz de la luna
es mi compañera.
Y en los blancos campos
veo huellas de animales salvajes.
¿Por qué habría de quedarme
para que se me echara?
¡Que los perros perdidos aúllen
frente a la casa de su amo!
Al amor le gusta vagabundear,
Dios lo hizo así.
Iré de una a otra.
¡Buenas noches, querida mía!
No alteraré tus sueños.
Sería una lástima que no durmieras.
No sigas mis pasos.
Cierra suavemente la puerta.
Al pasar,
escribiré en tu puerta:
“Buenas noches”.
Así verás que he pensado en ti.


Lágrimas heladas:

Caen lágrimas heladas de mis mejillas.

¿Cómo no he podido darme cuenta de que he llorado?

¡Lagrimas , mis lagrimas!

¿Tan tibias sois que os convertís en hielo

con el frío rocío de la mañana?

Mas surgís de la frente de mi corazón,

tan ardientes como si quisierais

derretir todo el hielo del invierno.

Convertido en hielo:

En vano busco

sus huellas en la nieve

allí donde paseamos del brazo

por verdes prados .

Quiero besar el suelo.

traspasar el hielo y la nieve

con mis ardientes lágrimas

hasta ver la tierra.

¿Dónde encontraré un brote?

¿Dónde hallaré verdes prados?

Las flores han muerto.

La hierba está pálida.

¿No hay ningún recuerdo

que pueda llevarme de aquí?

Si mi pena es silenciosa,

¿quién me hablará de ella?

Mí corazón parece muerto.

Su imagen en él se ha vuelto hielo.

Si mi corazón se derrite alguna vez

así su imagen huirá por siempre.






¿Que es un lied?(lieder en plural.)Tiene como antecedente a los trovadores, poetas, músicos. Es una canción, (culta) una voz acompañada por un instrumento.

Grandes compositores románticos, principiando por Schubert y Schumann, supieron extraer la música dormida en poemas de Heine, Goethe y otros poetas, elevando el género del Lied a su máximo esplendor.

Franz Schubert (1797-1828) es el creador del Lied romántico y el mayor compositor del género, con más de 600 Lieder que, por su extraordinaria calidad, le aportan un lugar privilegiado en la historia de la música. Liberó al Lied de todo exceso y estableció su definitiva forma canónica. Igualmente, el corpus de las canciones de Robert Schumann (1810-1856), unas 250 piezas, le bastaría para asegurarle la gloria.


Acerca del oficio de escribir



El oficio o
arte de escribir es el torpe intento de encontrar símbolos para lo inexpresable. En soledad absoluta, un escritor intenta explicar lo inexplicable. Y a veces, si tiene mucha suerte y el momento es el adecuado, una pequeña porción de lo que intenta hacer se escurre hacia la realización, pero no mucho. Y si es un escritor con suficiente discernimiento como para saber que es imposible hacerlo, entonces no es un escritor.
-John Steinbeck-

Escribir es un acto de amor. Si no lo es, sólo es escritura. Consiste en obedecer al mecanismo de las plantas y los árboles y en proyectar esperma a gran distancia en derredor nuestro. El lujo está en lo que se pierde. Esto fecunda; aquello cae a un lado.

-Jean Cocteau-(...) Soy un artesano, necesito trabajar con las manos. Me gustaría tallar mis novelas en madera. Mis personajes... me gustarían que fueran más densos, más tridimensionales. Y me gustaría hacer un hombre tal que todos los otros, al mirarlo, encontrarán en él sus propios problemas.
-George Simenon-

Mi vida está clarísima. Me resulta totalmente claro que tengo que hacer mi trabajo; todo lo que estorba ese trabajo, lo elimino, todo lo que lo favorece me interesa. O sea, que, por una vez, las cosas son muy fáciles.-Thomas Bernhard-


Hay entre los marinos aquellos que descubren nuevos mundos, que añaden tierras y estrellas a las estrellas: estos son los maestros, los eternamente espléndidos. Luego están los que vomitan el terror desde las partes de sus navíos, los capturan, enriquecen y engordan. Algunos zarpan en pos de oro y la seda bajo otros cielos, otros sólo pretenden atrapar en sus redes salmones para los gourmets y bacalao para los pobres. Yo soy el oscuro y paciente pescador de perlas que se zambulle hasta las profundidades y emerge con las manos vacías y la cara azul. Cierta atracción fatal me conduce hacia los abismos del pensamiento, hasta el fondo de unas simas interiores que, para los fuertes, jamás se agotan. Me pasaré la vida mirando el océano del arte en el que otros navegan y combaten, y a veces me divertiré yendo a buscar al fondo del mar conchas verdes o amarillas que los demás desprecian. De modo que las guardaré para mi y cubriré con ellas las paredes de mi choza.
-Gustave Flaubert-

(...) nací para
escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo. Tuve desde la infancia varias vocaciones que me llamaban ardientemente. Una de las vocaciones era escribir. Y no sé por qué, fue esta la que seguí. Tal vez porque para las otras vocaciones necesitaría un largo aprendizaje, mientras que para escribir el aprendizaje es la propia vida viviéndose en nosotros y nuestro alrededor. Es que no sé estudiar. Y, para escribir, el único estudio es justamente escribir. Me adiestré desde los siete años para tener un día la lengua en mi poder. Y no obstante, cada vez que voy a escribir, es como si fuera la primera vez. Cada libro mío es un estreno penoso y feliz. Esa capacidad de renovarme toda, a medida que el tiempo pasa, es lo que yo llamo vivir y escribir -Clarice Lispector-

Cuando el trabajo no marcha bien, no hay vida más miserable que la de un
escritor. Pero cuando marcha bien, cuando la iluminación ha puesto en foco una obra de modo que ésta crece límpidamente y fluye, no existe felicidad comparable.-Carson McCullers-


Recomiendo la lectura del blog de Lucha Labarthe, me ha gustado mucho, qué lindas experiencias. Se llama Luchalibre. La pagina es www.lagranvida.com.pe, entras a la pagina y mueves el cursor hacia arriba y a la derecha , ahi sale la palabra "blog"se hace clic y se abre la pagina con el post actual, con mucho gusto, Ce


sábado, 6 de septiembre de 2008

Woody Allen músico




Es algo que me gustaría ver en vivo y en directo a Woody en plena sesión de música. Sé que toca en un bar en N.Y. Aquí lo tenemos con su New Orleans Jazz Band:


Choque de arte en Francia





El contraste en PARIS: 

Gran revuelo ha ocasionado la exposición de una quincena de obras del artista neoyorquino Jeff Koons, el rey del Kitsch, el artista estadounidense más cotizado del mundo en el palacio de Versalles. ¿Cuál es la idea? Demostrar la continuidad del espíritu creador, ganar  un público más joven.

Es extraño ver ese perro rojo gigante de acero inoxidable colocado en el Salón de Hércules entre dos murales clásicos, uno pintado en 1570 por Paolo Veronese.

La prensa francesa tituló: "El rey del kitsch en el reino del rey sol".

Jeff Koons aporta al arte contemporáneo la producción industrial de muñecos de plástico y vidrio, flores y animales artificiales, muñecos de fibras metálicas, instalaciones de seres humanos que son copias perfectas de seres humanos auténticos, seres de ilusión y pesadilla que vienen de las grandes factorías de Cinelandia y Hollywood.

Nacido en Pensilvania en 1955, Koons comenzó pintando copias de los grandes maestros de la historia del arte y vendiéndolas en la tienda de muebles de su padre. Estudio bellas artes en el Maryland Institute Collage of Art (Baltimore) y pintura en el Art Institute of Chicago. No fue hasta 1977 que se trasladó a Nueva York y comenzó a trabajar en el MOMA, vendiendo los tickets de entrada en el mostrador. Fue en aquella época cuando empezó su carrera artística creando esculturas con espejos y objetos hinchables (flores, conejos, etc.).
Michael Jackson por Jeff Koons


El rey sol, Luis XIV




Luis XIV, el Rey Sol, dueño de sí y del universo, instauró la monarquía absoluta en Francia. (1643)

Se proclamó representante de la voluntad celestial y, como tal, impuso la suya propia no sólo en el gobierno francés, sino en todos los ámbitos de la vida nacional. Luis XIV llevó a cabo una reorganización general de la economía; realizó la reforma del ejército; consiguió numerosas victorias militares; ensalzó la magnificencia parisina; hizo de Francia la primera potencia cultural europea y se erigió en el protagonista absoluto de la vida social francesa. Realmente preocupado por su imagen -no podía pasar por delante de un espejo sin mirarse en él-,
 Luis XIV no sólo siguió las tendencias de la moda, sino que dada su enorme influencia, impuso algunas de sus costumbres en el vestir: enormes pelucas de pelo natural, mangas adornadas de ricos encajes venecianos y,  para disimular su pequeña estatura  sus famosos zapatos de tacón alto. Zapatos exquisitos y únicos elaborados siempre por su zapatero personal, el francés Nicholas Lestage. Un artesano al que dio precisas instrucciones: refinados, aunque adornados con vistosos lazos, brocados y piedras preciosas; suelas de color rojo; tacones con una pequeña curvatura; bordados en plata con escenas de batallas... Todo un derroche de imaginación y sofisticación. Hasta tal punto el Rey era fanático de sus nuevos zapatos que -en parte, para hacer constatar su supremacía- prohibió llevar el exclusivo modelo al resto de la corte y aquel que le desobedeciera sería castigado con la pena de muerte.


Extravagancias del Rey
En un momento en el que la fama de la monarquía estaba bastante debilitada sólo un rey de fuerte personalidad podría hacerse con el dominio del país. Éste era, sin lugar a dudas, Luis XIV. Responsable, trabajador, organizado, meticuloso, lúdico, petulante... Y así durante 72 años, más tiempo que ningún otro monarca, permaneció en el poder. Las extravagancias de un Rey todopoderoso no tardaron en aparecer. Se estima que más de
 cien personas, todos hombres, asistían al despertar del Rey para presenciar el aseo, peinado, afeitado y desayuno del monarca. El almuerzo de Luis XIV, en un principio privado, se convirtió también en un acto público -similar al despertar- en el que los asistentes eran meros observadores.

Luis XIV -un hombre ilustrado donde los haya e irresistible por su enorme autoridad- conquistó a numerosas mujeres de la corte. Contrajo matrimonio en dos ocasiones:  con la infanta española María Teresa, hija del Rey de España Felipe IV, y con madame Maintenon, quien le instó para que contuviera la inmoralidad imperante en la corte. En definitiva, Luis XIV iluminó Francia, por algo lo llamaron el Rey Sol.( articulo extractado de Hola.com) 

  Jardines de Versalles


Una voz; las manos; la cocina

Una voz:
Sarah Brightman (Reino Unido, 14 de agosto de 1960) es una cantante soprano lírica, actriz y bailarina británica.

Sarah Brightman - Pie Jesu

Recordamos su voz en Jesus Christ Superstar como María  Magdalena en "Yo no sé como amarlo":

Teatro con manos

Los mundos de Fingerman


Marina Piazza me manda esta dirección. Es un video precioso de un teatro de manos y negro maravilloso que vi hace unos años cuando se llamaban Ugo e Inés, él peruano, ella es Bosnia. De una delicadeza y una creatividad increíble. Entren  a esta dirección a ver el video y si tienen oportunidad de ir al teatro a verlos, no dejen de hacerlo.
http://www.gaiateatro.com/video.htm
Ines se presenta el 16 y 17 de setiembre en el peruano britanico de San Borja el 16 y el 17 en el de Jesus Maria.



Mi amiga Patty Swayne desde España manda una oración que incluye esta frase que hago mía: POR FAVOR DIOS SI NO PUEDES HACERME FLACA ENGORDA A MIS AMIGAS, AMEN.  

Mi amiga Clori me regaló por mi santo  "El niño con el pijama de rayas" de John Boyne, escritor  irlandés.  Bruno es un niño que en sus aventuras de explorador descubre  a la vez el placer de la amistad y una terrible realidad construída por los mayores, entre ellos por su padre. Puede ser leído por niños ( mayores de 13)  y por adultos. De gran sensibilidad y  de lectura fácil . Traducido a 30 idiomas, se prepara una película en base a este libro lleno de ternura.  






La cocina:  Quizás la actividad diaria que realizo con mayor placer es la cocina.  Estimula la creatividad, relaja, en pocos minutos tienes una obra ( a veces de arte efímero) terminada y proporciona alegría y placer a las personas que me rodean.  Es impresionante la variedad de recetas que existen en el mundo y como podemos variar hasta el infinito nuestro quehacer en la cocina. El último jueves asistí a unas clases que da Vicky Wiesse que me parecieron fabulosas. Quería recomendar el blog llamado: El almuerzo de Leticia y Don Lucho comida recien hecha, fácil, buena, rápida, para diabéticos gourmet. Es realmente muy buen blog que les sugiero visitar. "

viernes, 5 de septiembre de 2008

Pura música: El violin, un concierto de silbido, la presentación de un libro:

Leo esta noticia: Uno de los mejores violinistas del mundo es ignorado en el metro de Washington
JESÚS MIGUEL MARCOS. 
Uno de los mejores violinistas del mundo, ignorado en el metro de Washington

¿Tenemos tiempo para la belleza? Esta es la pregunta que lanza el Washingon Post después del curioso experimento que ha practicado en un vestíbulo del metro de la capital estadounidense.

Joshua Bell, uno de los violinistas más prestigiosos del planeta, estuvo tocando casi una hora ante los despistados transeúntes, que continuaron su marcha de autómatas.

1.071 personas pasaron ante él, casi nadie se detuvo

Visto desde el objetivo de la cámara que lo grabó, el resultado del experimento impresiona, casi corta la respiración.

Los viandantes no se percataron de que estaban escuchando seis piezas magistrales de Bach y Schubert ejecutadas con un Stradivarius "Gibson ex Huberman", instrumento único en el mundo.

En plena hora punta de un viernes Bell inundó el vestíbulo de la estación de L'Enfant con sus magistrales interpretaciones, pero prácticamente nadie se detuvo.

El violinista, en un momento de su actuación en el metro.

1.071 personas pasaron por delante en los 43 minutos que estuvo tocando. La mayoría ni torció la vista, algunos miraban de soslayo y no llegaron a diez los que se detuvieron ante el maestro. Solo una mujer se detuvo. 

El músico se acercó a su única espectadora y charló con ella unos instantes.

El experimento muestra de forma terriblemente clara el comportamiento automático y abstraído del ser humano en la gran ciudad. 

Acá  vemos  y oímos  a Joshua tocando el violín : 



De historia de la música: Sobre el Violín

Es un instrumento de cuatro cuerdas frotadas con arco, sostenida perpendicular al cuerpo del intérprete entre el hombro izquierdo y el mentón. 

Es el instrumento más representativo de la música erudita europea e integra de modo privilegiado la orquesta, donde se agrupa en dos bloques de primeros y segundos violines, compuestos por diez o más músicos. Asimismo, participa en la música de cámara (en especial en los cuartetos de arco, junto a la viola y el violoncello), así como también en algunos géneros populares.

Registros y Timbres

Aunque es de reducido tamaño, el violín tiene una gran potencia acústica y conserva sus cualidades tímbricas, consiguiendo un equilibrio perfecto entre agudos y graves y posibilitando prolongar las notas sin límite. 

Historia

Al haber sido tan difundido por el mundo, resulta difícil establecer su correcta genealogía. En la Edad Media encontramos la viela de arco, de fondo plano y con dos a seis cuerdas, que se perfeccionó en la renacentista, hasta llegar a su transformación en el violín moderno a partir del siglo XVI, cuando se estableció una tradición de excelentes fabricantes (violeros) en la ciudad de Cremona. 

Hacer vibrar una cuerda es una de las formas más antiguas de producir un tono musical. El área proyectada por una cuerda es bastante pequeña y por ello una cuerda vibrante no produce un movimiento apreciable del aire que la rodea. Por esta razón, es costumbre acoplar a la cuerda una caja de resonancia, a fin de aumentar la salida sonora. La caja recibe las vibraciones de las cuerdas a través de los puentes de apoyo, y después las transmite al aire amplificadas.


Stephane Grappelli & Yehudi Menuhin BBC Live "Jealousy"
Stephane Grappelli y sin duda alguna el más grande exponente de su instrumento en el Jazz. Fue respetado y admirado tanto por el público mundial como por diferentes músicos tanto del Jazz como de la música clásica. Pensar que a los 12 años tocaba el violín en las calles para aportar algún sustento a su familia y fue en 1934 cuando comenzó su carrera profesional interpretando música para películas mudas.

Stéphane Grappelli "Tears"
El silbador
Hace muchos años compartimos una mesa en uno de los cafés de la Plaza San Marcos en Venecia para asistir a un precioso Ballet "Romeo y Julieta de Berliotz por el grupo Siglo XXI, con una pareja de rusos, él era concertista de silbido como el que escucharemos y sus silbidos le permitían viajar por todo el mundo. Ella era fotógrafa y nos contaron que habían perdido su cámara fotográfica y que nunca más podrían tener otra. Recuerdo que hablamos del valor de las cosas y que ellos sostenían que las cosas valían más para ellos porque les costaba tanto esfuerzo conseguirlas. ¿Qué será de ese silbador? ¿Dónde estará silbando?




Presentación de libro

El jueves último asistimos al colegio Markham a  la presentación del libro "El hombre de la azotea" de Balo Sánchez. León.  
Fue una noche de amigos, muy agradable, presentaron José Tumi, Rafo León y el mismo Balo que es uno de los escritores más queridos del Perú. 
"Las azoteas de Lima están habitadas por objetos que ya no sirven, por cosas viejas, por trastos, dice la cotra carátula. Nadie quiere acordarse de ellas. A las azoteas casi nadie sube, casi nunca. Gustavo ( el personaje principal) vive en el techo de su casa. Y su memoria, desolada como la azotea en la que habita, plagada de recuerdos, redacta un informe que no se espera. "
Antes de la presentación recuerdo las azoteas de mi infancia, ese lugar de libertad en la que me refugiaba, desde la que podía ver las casas vecinas y las copas de los árboles de mi bosque.
Hay que comprar el libro y leerlo.