sábado, 20 de julio de 2013

Preparándonos para el 28

Que viva mi tierra!!! Que tengan un muy feliz 28 de Julio.









PAUCHI SASAKI / OSO II - JAMMIN SESSIONS METROPOLITANO


Un verdadero lujo, Pauchi Sasaki ofreció un hermoso concierto en un patio cerrado del MATE el museo de Mario Testino. Con su violín, acompañada por cuerdas, piano y cajón nos transportó al quinto cielo, nos puso en contacto con la naturaleza en pleno y disfrutamos de lo lindo. Cuando se enteren que toca Pauchi no dejen de ir, es algo muy especial



http://youtu.be/Lw2O8CeuF-M

Cenizas en la oscuridad

Cenizas en la oscuridad. Recibo este blog que cuenta lo que sintió una de las víctimas de Tarata. Me transmitió emoción, ternura, tristeza y admiración por esa niña de seis años que tuvo que vivir semejante acto de violencia. Maravilloso como ha enfrentado la vida y como ha mantenido por encima de todo el amor. Ejemplo para muchas personas que pasan momentos difíciles y que no se sienten con fuerzas para enfrentarlos. http://www.cenizasenlaoscuridad.blogspot.com/

El ocaso de los dioses


Recomendación de mi amiga Irene Cabrejos.


El ocaso de los dioses




El ocaso de los dioses es una ópera en tres actos y un prólogo con música y libreto en alemán de Richard Wagner, la cuarta y última de las óperas que componen el ciclo de El anillo del nibelungo


Libretista: Richard Wagner


Idioma: Idioma alemán


Compositor: Richard Wagner


Letrista: Richard Wagner


Personajes: Brunilda, Alberich, Sigurd, Hagen, Krimilda

Un ángel enamorado

Hay mañanas, muy pocas, en las que prendo la tele y encuentro alguna película que me atrapa. Entonces me entrego a ella y la disfruto como si se tratase de un desayuno estupendo. Esta mañana, me tocó Un ángel enamorado",protagonizada por Nicolas Cage y Meg Ryan, transcurre en Los Ángeles, California. Está inspirada en la película alemana de Wim Wenders, Cielo sobre Berlín. Una delicia aunque tuviese un trágico final.

Dirigida por Brad Silberling.



Padre Padrone



El cuento de Le Clézio "La montaña del dios viviente" que leímos en ABRA, nuestro taller de lectura la semana pasada, me trajo a la memoria esta hermosa película que vi hace muchísimos años. Me impresionó que un niño pastor tuviese semejante sensibilidad, que se le hubiese impregnado en el alma la belleza de la naturaleza. Que bueno sería volver a verla.


La historia


Padre Padrone se basa en el relato autobiográfico de Gavino Ledda, en la que un joven pastor se libera de la tiranía de su padre que lo arrancó de la escuela, hasta llegar a lingüista y escritor. La película, siguiendo la autobiografía de Ledda, presenta al hijo como objeto, posesión del padre y la relación padre-maestro/hijo-esclavo. «Tu no eres el patrón de nadie», le dice furioso Gavino al padre.

Hay en la película un terrible secuencia en que se muestra al padre entrando furioso en el aula de su hijo y llevándoselo a la fuerza a la montaña para convertirlo en pastor. Es un padre brutal que aterroriza a los otros niños de la clase y al profesor. A los otros niños les dijo: «Hoy le ha tocado a Gavino, mañana os tocará a vosotros».

Con 18 años Gavino dejó a su familia y el campo y se enroló en el ejército. Allí estudió y se licenció como sargento experto en electrónica. En 1961 consiguió terminar la enseñanza media, y entró en la universidad de Roma. Hoy día es uno de las grandes lingüistas italianos, autor de numerosos textos.

[La grandeza de esta película pasa porque el personaje del padre, lo más parecido que se puede encontrar a la figura del oikos despot (padre déspota) de la antigüedad griega, está absolutamente consciente de que no es lo óptimo privar a su hijo de la educación para enviarlo a cuidar ovejas «quieren que entreguemos a nuestros hijos a la escuela obligatoria cuando la pobreza es la obligatoria»]. (Juan Pablo Vilches)



Al cumplir los 80




En estos días he cumplido años, fue más que una celebración patronal porque entre mi familia, mis amigas, las chicas del taller ABRA, las amigas artistas, tuve varios días en donde se me deseó muchas alegrías para este año que comienzo. Entonces en el diario El País encuentro este artículo de Oliver Sacks, neurólogo y escritor al que admiro y ahora tras leer su articulo admiro aún más. Está por cumplir ochenta años y eso le sirve como pie para analizar su vida y agradecer. Nos invita a amar y trabajar hasta el final. Acá su artículo.

Al cumplir los 80

No pienso en la vejez como en una época cada vez más penosa que tenemos que soportar de la mejor manera posible, sino en una época de ocio y libertad, liberados de las urgencias artificiosas de días pasados
Oliver Sacks

Anoche soñé con el mercurio: enormes y relucientes glóbulos de azogue que subían y bajaban. El mercurio es el elemento número 80, y mi sueño fue un recordatorio de que muy pronto los años que iba a cumplir también serían 80. Desde que era un niño, cuando conocí los números atómicos, para mí los elementos de la tabla periódica y los cumpleaños han estado entrelazados. A los 11 años podía decir: “soy sodio” (elemento 11), y cuando tuve 79 años, fui oro. Hace unos años, cuando le di a un amigo una botella de mercurio por su 80º cumpleaños (una botella especial que no podía tener fugas ni romperse) me miró de una forma peculiar, pero más adelante me envió una carta encantadora en la que bromeaba: “tomo un poquito todas las mañanas, por salud”.
¡80 años! Casi no me lo creo. Muchas veces tengo la sensación de que la vida está a punto de empezar, para en seguida darme cuenta de que casi ha terminado. Mi madre era la decimosexta de 18 niños; yo fui el más joven de sus cuatro hijos, y casi el más joven del vasto número de primos de su lado de su familia. Siempre fui el más joven de mi clase en el instituto. He mantenido esta sensación de ser siempre el más joven, aunque ahora mismo ya soy prácticamente la persona más vieja que conozco.
A los 41 años pensé que me moriría: tuve una mala caída y me rompí una pierna haciendo a solas montañismo. Me entablillé la pierna lo mejor que pude y empecé a descender la montaña torpemente, ayudándome solo de los brazos. En las largas horas que siguieron me asaltaron los recuerdos, tanto los buenos como los malos. La mayoría surgían de la gratitud: gratitud por lo que me habían dado otros, y también gratitud por haber sido capaz de devolver algo (el año anterior se había publicado Despertares).
A los 80 años, con un puñado de problemas médicos y quirúrgicos, aunque ninguno de ellos vaya a incapacitarme. Me siento contento de estar vivo: “¡Me alegro de no estar muerto!”. Es una frase que se me escapa cuando hace un día perfecto. (Esto lo cuento como contraste a una anécdota que me contó un amigo. Paseando por París con Samuel Beckett durante una perfecta mañana de primavera, le dijo: “¿Un día como este no hace que le alegre estar vivo?”. A lo que Beckett respondió: “Yo no diría tanto”). Me siento agradecido por haber experimentado muchas cosas –algunas maravillosas, otras horribles— y por haber sido capaz de escribir una docena de libros, por haber recibido innumerables cartas de amigos, colegas, y lectores, y por disfrutar de mantener lo que Nathaniel Hawthorne llamaba “relaciones con el mundo”.
Siento haber perdido (y seguir perdiendo) tanto tiempo; siento ser tan angustiosamente tímido a los 80 como lo era a los 20; siento no hablar más idiomas que mi lengua materna, y no haber viajado ni haber experimentado otras culturas más ampliamente.
Siento que debería estar intentado completar mi vida, signifique lo que signifique eso de “completar una vida”. Algunos de mis pacientes, con 90 o 100 años, entonan el nunc dimittis —“He tenido una vida plena, y ahora estoy listo para irme”—. Para algunos de ellos, esto significa irse al cielo, y siempre es el cielo y no el infierno, aunque tanto a Samuel Johnson como a Boswell les estremecía la idea de ir al infierno, y se enfurecían con Hume, que no creía en tales cosas. Yo no tengo ninguna fe en (ni deseo de) una existencia posmortem, más allá de la que tendré en los recuerdos de mis amigos, y en la esperanza de que algunos de mis libros sigan “hablando” con la gente después de mi muerte.
Las reacciones se han vuelto más lentas pero, con todo, uno se encuentra lleno de vida
El poeta W. H. Auden decía a menudo que pensaba vivir hasta los 80 y luego “marcharse con viento fresco” (vivió solo hasta los 67). Aunque han pasado 49 años desde su muerte yo sueño a menudo con él, de la misma manera que sueño con Luria, y con mis padres y con antiguos pacientes. Todos se fueron hace ya mucho tiempo, pero los quise y fueron importantes en mi vida.
A los 80 se cierne sobre uno el espectro de la demencia o del infarto. Un tercio de mis contemporáneos están muertos, y muchos más se ven atrapados en existencias trágicas y mínimas, con graves dolencias físicas o mentales. A los 80 las marcas de la decadencia son más que aparentes. Las reacciones se han vuelto más lentas, los nombres se te escapan con más frecuencia y hay que administrar las energías pero, con todo, uno se encuentra muchas veces pletórico y lleno de vida, y nada “viejo”. Tal vez, con suerte, llegue, más o menos intacto, a cumplir algunos años más, y se me conceda la libertad de amar y de trabajar, las dos cosas más importantes de la vida, como insistía Freud.
Cuando me llegue la hora, espero poder morir en plena acción, como Francis Crick. Cuando le dijeron, a los 85 años, que tenía un cáncer mortal, hizo una breve pausa, miró al techo, y pronunció: “Todo lo que tiene un principio tiene que tener un final”, y procedió a seguir pensando en lo que le tenía ocupado antes. Cuando murió, a los 88, seguía completamente entregado a su trabajo más creativo.
Mi padre, que vivió hasta los 94, dijo muchas veces que sus 80 años habían sido una de las décadas en las que más había disfrutado en su vida. Sentía, como estoy empezando a sentir yo ahora, no un encogimiento, sino una ampliación de la vida y de la perspectiva mental. Uno tiene una larga experiencia de la vida, y no solo de la propia, sino también de la de los demás. Hemos visto triunfos y tragedias, ascensos y declives, revoluciones y guerras, grandes logros y también profundas ambigüedades. Hemos visto el surgimiento de grandes teorías, para luego ver cómo los hechos obstinados las derribaban. Uno es más consciente de que todo es pasajero, y también, posiblemente, más consciente de la belleza. A los 80 años uno puede tener una mirada amplia, y una sensación vívida, vivida, de la historia que no era posible tener con menos edad. Yo soy capaz de imaginar, de sentir en los huesos, lo que supone un siglo, cosa que no podía hacer cuando tenía 40 años, o 60. No pienso en la vejez como en una época cada vez más penosa que tenemos que soportar de la mejor manera posible, sino en una época de ocio y libertad, liberados de las urgencias artificiosas de días pasados, libres para explorar lo que deseemos, y para unir los pensamientos y las emociones de toda una vida. Tengo ganas de tener 80 años.
Cuando me llegue la hora, espero poder morir en plena acción, como Francis Crick
Oliver Sacks es neurólogo y escritor. Entre sus obras destacan Los ojos de la mente, Despertares y El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. Su último libro, Alucinaciones, lo publicará próximamente Anagrama.
© Oliver Sacks, 2013
Traducción de Eva Cruz.

domingo, 14 de julio de 2013

Escribir con indicaciones, concurso



Mi amiga Fernanda Rodriguez Briz de Mendoza Argentina, me manda una invitación a participar en un concurso de relato corto para su revista. Me siento y escribo. EL tema era la escalera. Me gusta tener un límite de palabras, me obliga a precisar las ideas, a sacrificar palabras. EL dia de mi santo Fernanda me anuncia que mi relato salió ganador. Que gusto, valió el esfuerzo. Se los mando para compartirlo con ustedes y como regalo de 28. Manden sus comentarios por favor y anímense a escribir un relato corto en donde las escaleras ocupen un lugar importante.
Acá el nombre de la revista:


No le costó tapiar la escalera

No le costó tapiar la escalera. Poner maderas cruzadas haciendo que fuese imposible poner el pie en los próximos escalones hasta llegar al lugar en el que lo tenía encerrado.
—No fue hace mucho tiempo, —recordaba, —cuando por primera vez la subimos. Me había cargado en el umbral de la puerta, yo llevaba un bellísimo vestido blanco de encaje, el pelo suelto, sonreía de dicha, lo amaba. Una vez en el dormitorio aprecié los muebles antiguos, los adornos que hablaban del pasado, la cama heredada de sus padres con cubrecama de bellos dibujos orientales. El cerró las cortinas creando una mayor intimidad. Permanecí con él una semana entera, comíamos sobre la cama y no nos cansábamos de contarnos nuestras vidas, enterneciéndonos con las tristezas del otro, alegrándonos con las alegrías que cada uno había sentido. Una mañana le dije que iría a ver a mis padres, quería decirles que había encontrado al fin al hombre de mi vida.
—No, —me dijo, —te prohíbo hacerlo, — en ese instante su expresión amorosa se volvió rígida, su mirada difusa. Puso llaves en las puertas y me reveló que no le era difícil seducir a las mujeres, convencerlas de su amor, lo que le había sido imposible había sido retenerlas, alguien o algo interrumpía su relación. Ahora, si la alejaba de los demás, ella permanecería a su lado. —Te haré feliz, —le aseguró, — nada te faltará. A cambio de su amor, debería entregar su libertad. —Tendrás bellos vestidos, la música más armónica, los libros más entretenidos, podrás pintar, gozar con el canto de aves, pasear por el jardín interior, escribir, preparar manjares, acariciar suaves animales, y disfrutar del variado amor. —El sabría, —dijo, — complacer todos mis deseos, despertar mi éxtasis, — me prometía extraordinarias ceremonias en las que encontraría un océano de gozos.
Esa noche ella se la pasó pensando y midiendo. Claro que lo amaba, pero él le pedía su libertad. ¿Qué valía más? Supo que no podría perder un instante, que debía vencerlo ya. Apenas amaneció le dio a beber el somnífero ¿o se trataba de un veneno? Profundamente dormido lo ató a la cama con una cuerda, hizo varios nudos, imposible romperlos.
Bajó las escaleras, las tapió y permaneció ahí unas horas, deseando todavía amarlo, temiendo haberlo matado, gozando con su libertad, despidiéndose de libros y flores, aves y música, hojas en blanco y colores, y de la intensidad de ese ofrecido amor.


Dori e Danilo Caymni del Brasil



Una madre sustituta

Hay personas a las que no les gustan los perros, huelen mal, dicen, te ensucian la ropa con sus patas, ladran y hacen bulla. Será porque desde niña he tenido perros a mi lado que forman parte de mi vida y no me imagino una vida sin ellos. Este hermoso video muestra como un perro en Africa se hace cargo de un par de niños abandonados, los anima a levantarse para ir al colegio, los lleva, los espera, los saluda al final de la clase para llevarlo de regreso. Qué emocionante. Y las autoridades han escogido que vivan con esta madre sustituta en lugar de ir a un asilo.



Homenaje al violín





YAYOI KUSAMA. OBSESIÓN INFINITA. Un film de Martín Rietti




Manu Paradise Tanager

Danza contemporanea

Los Yanomami

Escuché en el radio hablar sobre los Yanomamis, tomé notas que aquí transcribo. Yluego busqué un video para asombrarme con estas personas que viven de manera tan distinta a la nuestra pero en mayor armonía con la naturaleza y sus semejantes.

"De las gotas de sangre de la luna vienen los Yanomamis."

Tribu que vive en el Amazonas, en territorios que corresponden a Brasil y Venezuela. Trabajan una hora al día, recolección, cacería y pesca, el resto del día se dedican a trabajos artísticos, hacen visitas, exploran, se bañan y juegan. Nos han arrebatado la capacidad de vivir de una manera natural. La auto exigencia es más mental que otra cosa, no hay que creer que eso sea tan importante. Hay que reducir la auto exigencia que es peor que lo que nos exigen los demás. Hay que dejar de idolatrar a nuestros ídolos. Idolatramos la exageración, ser campeones de tenis nos rompe el cuerpo. Hay que ser más ecológicos y poner como héroes a los que ayudan a los demás. Luchamos por la eficacia, por producir más y no por el amor, la comprensión, la compasión.la armonía. Los Yanomami nos enseñan a hacer las cosas por el placer y el disfrute más que por la eficacia, hacer cosas por cariño amor y cooperación.

Ginger and Rose

Mitsuko Uchida Shubert Sonata Andantino



Ana Rossetti

«Somos todos de plástico. Nos encontramos metidos en un gran self-service que ha perdido el sentido del rito, del contacto con las personas, del contacto a través de la piel con lo que nos envuelve. Pero yo tuve la suerte de vivir cuando era pequeña en el jardín de mis abuelos en Cádiz. Cuando Franco era el revulsivo de mi generación yo ya estaba cubierta con mi túnica en este jardín y hacía ágapes griegos con mis hermanos, que eran mis discípulos. En casa de mi abuela recibí todas las enseñanzas de la naturaleza».

«No teníamos juguetes, jugábamos con flores. Sabía su código, las comíamos y nos revolcábamos en ellas. Las reconocíamos por los perfumes con los ojos cerrados. Este mundo tan de los sentidos lo he vivido junto al Mediterráneo, de manera directa, sin intelectualismos. Y, sin embargo, en mis poemas no aparece el mar, sólo imágenes sobre cualidades de las flores. En realidad es que no me gusta bañarme en el mar».

«La cultura clásica fue mi forma de vida. Me llenaba por ese sentimiento de apego vital a la naturaleza y al mismo tiempo saber morir. A veces veo las cosas y pienso que va a ser la última vez que las voy a ver. Mi sentimiento vital está muy ligado a la muerte, a la pérdida, al sentido de lo irrepetible. Por eso me agarro al instante fugaz».

Ana Rossetti llegó a Madrid en 1968, se vinculó a grupos teatrales independientes para, tras esta experiencia, iniciar un largo viaje por Austria y luego Marruecos. De nuevo en Madrid, quiso estudiar Filosofía y trabajó como decoradora. Ahora se preocupa por su irrupción en el panorama de la poética española con un libro que refleja la sorpresa de descubrir un retrato en el diario del escritor Javier Marías, como los escarceos de Lou Andreas Salomé a espaldas de Nietzsche o los consejos prematrimoniales de cierta secta feminista.

domingo, 7 de julio de 2013

Un pintor lleno de color

LaShun Beal, artista norteamericano, vive en Huston.

Hubo un tiempo




Hubo un tiempo...

Hubo un tiempo en el que el amor era un
intruso temido y anhelado.
Un roce furtivo, premeditado, reelaborado durante
insoportables desvelos.
Una confesión perturbada y audaz, corregida mil
veces, que jamás llegaría a su destino.
Una incesante y tiránica inquietud.
Un galopar repentino del corazón ingobernable.
Un continuo batallar contra la despiadada infalibilidad
de los espejos.
Una íntima dificultad para distinguir la congoja del
júbilo.
Era un tiempo adolescente e impreciso, el tiempo del
amor sin nombre, hasta casi sin rostro, que merodeaba,
como un beso prometido, por el punto más umbrío de la
escalera.

La puerta de la felicidad





La puerta de la felicidad se abre hacia dentro, hay que retirarse un poco para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más.
Sören Aabye Kierkegaard

¿Cuanto pesa el vaso?






Un psicólogo en una sesión grupal levantó un vaso de agua, todo el mundo esperaba la típica pregunta: ¿Está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó:

- ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió: "El peso absoluto no es importante, depende de cuánto tiempo lo sostengo.
Si lo sostengo 1 minuto, no es problema, si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo, si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, más difícil de soportar se vuelve."

Y continuó: "Las preocupaciones son como el vaso de agua.
Si piensas en ellas un rato, no pasa nada.
Si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada."

Acuérdate de soltar el vaso ¡¡¡

Ian Bostridge y Brigitte Fassbaender

Mi cantante de música lírica favorito se llama Ian Bostridge y acá tambien les entrego a Brigitte Fassbaender.




Curso de felicidad en Harvard

Cuantos cursos quisiéramos que dicten en la universidad. Cómo manejar el estrés, cómo hacer amigos, cómo mantener el ánimo a pesar de la adversidad, preparación para la enfermedad, preparación para la muerte, cómo dominar el tiempo, cómo acercarnos a nuestro cuerpo, cómo hacer muchas cosas a la vez y no morir en el intento y otros mil cursos que imaginamos a cada instante, cómo adaptarnos a la vida, cómo llenar el vacío que sentimos dentro y así seguimos imaginando. Entonces cuando recibí este correo que me hablaba de un curso de felicidad en Harvard me encanté. Ir a unas clases en las que examinemos nuestras vidas y nos dirijamos hacia la felicidad, qué alegría. Encontrarnos con otras personas que están en nuestra misma búsqueda. Felizmente que han surgido muchas escuelas libres paralelas a la universidad que nos enseñan en poco tiempo a danzar, a soñar, a interpretar nuestros sueños, a observar y mirar el mundo. Entonces tal vez dentro de poco las universidades tomen ejemplo de los cursos libres y los incorpore a su currículum, porque el estudiante necesita mucho más que teorías y conocimiento preciso, necesita entender el mundo y manejarse en él.

No dejen de visitarlo. http://www.slideshare.net/mmbrenes/mayor-felicidad-en-harvard-13143495

Cecilia Paredes en el Museo Pedro de Osma

Uno de los regalos de la vida es la posibilidad de ir a visitar museos y exposiciones. El Museo Pedro de Osma tiene una hermosa colección de arte virreinal peruano y en esta oportunidad Cecilia Paredes artista peruana hizo una conversación de su obra con cada sala del museo. Ver la exposición con una amiga es muy agradable, ella ve lo que una no ve, ella lee lo que una no lee, y estar con Sarita fue sumamente agradable. Aparte de lo que ella sabía de la historia del museo y de las características de alguna de las piezas. Además conocía a la artista, así que fue para mi como una visita guiada.



Cada nota un suspiro

Hoy escuché en el radio este vals, yo no soy muy criolla pero tenía la letra grabada en la mente y me la puse a cantar. Se llama Ansias y seguro que muchos de ustedes lo conocerán. Lo interpretan los Kipus y ha sido escrita por Luis Abelardo Núñez.
La exageración del sentimiento me gusta mucho. Gotas de sangre y de rocío, recónditos gemidos y cristalinas lágrimas. Un pentagrama hecho nada menos que con rayos de luna. La sinfonía del beso, los pensamientos surcando los mares y los astros ausentes de color. La canción que habla de las ansias y espera las ansias locas de la entrega de amor. Mi memoria estuvo encantada cantando y acompañando a los Kipus y su canción y claro que me identifiqué con las ansias. Acá va la canción para ustedes, especialmente para los que viven fuera.


Dice la real academia que Ansia es: Congoja o fatiga que causa en el cuerpo inquietud o agitación violenta.

y también Angustia o aflicción del ánimo.



ANSIAS

Vals
Autoría: Luis Abelardo Núñez

Con rayos de luna
haré un pentagrama
donde escribiré,
con gotas de sangre
las penas sentidas
de mi corazón.

Y entrelazando las notas
con versos floridos
yo te diré mis ansias
en ésta mi canción.

Cada nota un suspiro,
marcando en silencio
toda mi ansiedad,
gotas de rocío,
cristalinas lágrimas han de caer.

Recónditos gemidos vibrarán
en esta melodía,
cual trino de un ave
que canta muy triste
su melancolía.

Las velas muy blancas
de mis pensamientos
surcarán los mares,
los astros lejanos
perderán sus luces
de todo color.

Y en tu fresca boca
el eco de un beso será sinfonía,
cuando llegue el día
que con ansias locas
me entregues tu amor.
[bis]
[bis]

Alex Katz pintor norteamericano