jueves, 29 de diciembre de 2011

La vida ese movimiento

He escogido para terminar el año hermosos videos que nos hablen de la vida: la danza, el violín, la pintura,un objeto tan precioso como el caleidoscopio, una región en Francia para visitar, nuestros recuerdos en este caso Doris Day, dos cantantes que unen sus países y su sensibilidad y por último una reflexión sobre lo aprendido en el año. Que la belleza nos sirva para agradecer, para ser, para soñar, para danzar.


La maravillosa Pina Bausch

Música de un Violin

Balthus

La belleza creada por un artista.

Caleidoscopio

En una entrevista una periodista le preguntó a María Zambrano por las cosas que le hubiera gustado ser de pequeña. María Zambrano nombró como primer objeto una cajita de música. Tal vez yo hubiera escogido un caleidoscopio. Tuve uno precioso de niña en el que me perdía durante largos momentos, la belleza de los colores, la mezcla de ellos, la variedad, el movimiento me hipnotizaban.

Ryuichi Sakamoto

Ryuichi Sakamoto músico japonés, compositor, productor, escritor, pianista y actor. Viven entre Tokio y New York.

La Provence

Creo que son los paisajes más lindos que he visto en mi vida. Creo que quiero regresar a esa bella región de Francia. Cada pueblo un encanto, la gente con orgullo de lo suyo, la naturaleza variada y esplendorosa. La comida una delicia, pequeños lugares en donde te ofrecen la verdadera comida francesa y lugares de hospedaje para descansar de tanta belleza.

Que sera sera

Una de las primeras artistas que vimos de niños. Con ella aprendimos lo que era una película musical, debo reconocer que me desconcertaba un poco que se interrumpiese la trama para que la actriz se pusiese a cantar, pero con el tiempo me fue gustando, y Doris Day era una preciosidad. La canción me hacía pensar en el futuro, ¿cómo sería mi vida? ¿Qué haría yo con ella?
 No podemos saber lo que nos traerá el futuro, lo que será será. la mezcla del español en el inglés también me encantaba. ¿La recuerdan? La mamá es la que sabiamente responde: Lo que será, será.

Qué será qué será

Preciosa canción que nos habla de la incógnita del futuro.

Omara Portuondo y Chico Buarque

miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Y qué he aprendido yo este año?

El escritor español José Antonio Marina escribió en el 2009 un artículo que guardo que se llamaba ¿Y qué he aprendido yo este año? Parece que el editor del periódico le pidió que escribiera sobre lo que había aprendido y él le estuvo dando vueltas al asunto y claro hizo que yo lectora también me preguntase por lo aprendido. Muchos hacemos un recuento del año vivido, de los sucesos importantes, los viajes, los trabajos, nuestras relaciones, nuevos amigos, algunos sueños realizados, varias frustraciones, uno que otro triunfo, pero preguntarse por lo aprendido me pareció original y necesario. ¿No estamos acá entre otras cosas para aprender, cada día algo, por pequeño que sea? José Antonio marina nos dice en su artículo: “A mis alumnos más jóvenes, casi niños, suelo decirles que aprender no es guardar información en un archivo de la memoria o del ordenador. Se parece más a desplegar una antena para captar nuevas ondas de radio o de televisión. Cada vez que aprendemos algo se aumenta nuestra capacidad de captar cosas que antes nos eran inaccesibles. La realidad, ajena o propia, nos ofrece yacimientos distintos. Unas veces aprendemos cosas sobre los demás, y otras veces cosas sobre uno mismo, un yacimiento, ¡ay!, tan recóndito. Nos reconocemos mezquinos o generosos, creadores o aburridos, mejores o peores de lo que creíamos. La casualidad, que suele ser sabia, ha hecho que estos días estuviera revisando las últimas investigaciones neurológicas sobre la memoria. El cerebro humano puede seguir aprendiendo durante toda su vida.” Siguiendo su lógica me pregunto: ¿Me he vuelto un poquito más sabia este año? ¿Le doy menos importancia a las cosas que antes me quitaban el sueño? ¿Le he enseñado a mi mente a dejar de pensar en temas que no me permiten aprender nuevas cosas? ¿He conseguido mayor serenidad, menos apuro, alguna vez disfruto de estar tranquilamente sentada sin hacer nada? Incorporándome a la tendencia animalista ¿practico el menos es más? ¿Es decir soy en general más selectiva?
“¿Hemos aprendido algo en el año que termina, o estamos estancados, envejecidos, momificados, repitiendo rutinas incansables?” Dice José Antonio Marina, y eso me pone alerta, la vida hecha de actos rutinarios momifica. Hay una frase que me gusta que dice para mantenerse joven hay que seguir cometiendo las locuras que hacíamos antes. Y unas nuevas, añadiría yo. La rutina parece obedecer al miedo, atreverse a realizar solo lo que ya sabemos que da un resultado previsto, pero ¿acaso lo imprevisto no es algo fabuloso? Descubrir que somos capaces de hacer aquello que jamás imaginamos es una sorpresa muy agradable, hacer, sentir, desear que la vida permanezca en movimiento, en ritmo, en curiosidad, en danza.
He aprendido de la tristeza, de la ausencia, de la despedida. He aprendido de la casualidad, del silencio, de los abrazos, de las palabras recibidas. He intuido que las cosas de nuestra vida por más disímiles que parezcan están conectadas, que personas que aparentemente habían desaparecido de nuestra vida, regresan. He aprendido de los libros. He cambiado de idea, antes pensaba que la cualidad más importante del hombre era la curiosidad, ahora pienso que es la perseverancia, pero no estoy del todo segura.
De quien más aprendí fue de dos jóvenes enfermeros, Juanita y Richard, que me mostraron la belleza de hacer su trabajo con entrega y amor.
Podría seguir haciendo la lista de lo aprendido, prefiero invitarlos a que ustedes respondan la pregunta, cada uno a su manera, habrá quien haya aprendido un idioma, quien haya aprendido un oficio, quien haya descubierto a Dios, quien haya gozado con la maternidad o paternidad, quien haya decidido cambiar de rumbo, quien haya aprendido que la vida comienza hoy y que tenemos la vida por delante, como me dijo una amiga queridísima, para seguir aprendiendo.

sábado, 24 de diciembre de 2011

John Lennon nos canta por Navidad

Mi queridísima amiga Talía Diez Canseco me manda HAPPY CHRISTMAS esta canción por fue escrita por John lennon y yoko Ono en 1971. Comparto con ella el deseo de que haya paz en el mundo, paz en nuestro país, paz en nuestras familias. Aqui ella nos manda la letra en castellano y en ingles,nos dice y también dos versiones, la original de John lennon y una version de los tres tenores. la version original de John lennon viene acompañada de imágenes muy fuertes, asi que va con advertencia. dicho eso, con los tres tenores, y nos manda mucha felicidad festiva y mucho cariño para todos.



So this is Christmas
And what have you done
Another year over
And a new one just begun
Ans so this is Christmas
I hope you have fun
The near and the dear one
The old and the young
Así que esto es Navidad
Y que es lo que has hecho
Otro año que se acaba
Y otro que empieza
Asì es que esto es Navidad
Espero que te diviertas
El cercano y el querido
El viejo y el joven


A very merry Christmas
And a happy New Year
Let's hope it's a good one
Without any fear
And so this is Christmas
For weak and for strong
For rich and the poor ones
The world is so wrong
And so happy Christmas
For black and for white
For yellow and red ones
Let's stop all the fight
A very merry Christmas
And a happy New Year
Una muy feliz Navidad
Y feliz Año Nuevo
Esperemos que sea uno bueno
Sin ningún temor
Asì que esto es Navidad
Para los débiles y para los fuertes
El mundo está tan mal

Asì que Feliz Navidad
Para negros y para blancos
Para amarillos y rojos
Dejemos las peleas
Una muy feliz Navidad y feliz año nuevo


Let's hope it's a good one
Without any fear
And so this is Christmas
And what have we done
Esperemos que sea uno bueno
Sin ningun temor
Asì que esto es Navidad
Y que es lo que hemos hecho

Another year over
And a new one just begun
Ans so this is Christmas
I hope you have fun
The near and the dear one
The old and the young
A very merry Christmas
And a happy New Year
Let's hope it's a good one
Without any fear
War is over over
If you want it
War is over
Now...

Otro año terminado
Y el Nuevo acaba de empezar
Así que esto es Navidad
Espero que te diviertas
El cercano y el querido
El viejo y el joven
Una muy feliz Navidad
Y feliz año nuevo


Esperamos que sea uno bueno
Sin ningún temor
La guerra ha terminado
Si tu lo quieres
La guerra ha terminado
ahora

viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidad con nieve

Otra sería nuestra Navidad con nieve. Acá preparamos las ropas de baño para la playa, nos morimos de calor comprando los regalitos, qué emocionante que caiga la nieve sobre nuestras cabezas, que el cielo también cante y regale.

El vals de Anthony Hopkins

Aparte de ser uno de los mejores actores del cine mundial Anthony Hopkins también compone música, en este caso un vals que interpreta Andre Riu. A disfrutarlo.

The artist (Cine mudo contemporaneo)

Mi amigo Josep desde Bacelona me habla de esta película como de algo espectacular. Esperemos verla este año. uno de mis deseos para el próximo año es que contemos con mejores películas en cartelera. Es uno de los placeres que podemos tener a mano. Algo que nos alimente el espíritu, con lo que gocemos con la belleza, con el conocimiento del hombre, palículas que traten temas fundamentales del hombre, el amor, el dolor, la muerte. Quien sabe alguien piense en la necesidad de hacer un cine club, creo que hay público suficiente. Los imporadores de películas nos desvalorizan creen que nos gusta solo lo light, lo tonto, lo banal. Esa película es muda, parece que muy hermosa. Entonces, si no se cumple mi sueño, tal vez podamos verla en video. Me han contado que hay personas que tienen las mejores películas y que hasta te las traen a tu casa.

El maestro de la sabiduría

De su libro Poemas en prosa
El maestro de la sabiduría
de Oscar Wilde

Desde su infancia le habían inculcado, como a cualquiera, el perfecto conocimiento de Dios, y hasta cuando era niño, muchos santos así como ciertas santas mujeres que vivían en la libre ciudad, donde él nació, habíanse quedado atónitos ante sus respuestas graves y sabias.
Y cuando sus padres le entregaron el traje y el anillo de la edad viril, les abrazó, abandonándoles para ir a correr mundo, porque quería hablar de Dios al universo.
Pues había por aquel tiempo en el mundo muchas personas que no conocían a Dios en absoluto, que sólo tenían de él un conocimiento incompleto, o que adoraban los falsos dioses que habitan en los bosques sagrados sin preocuparse de sus adoradores.
Y poniéndose de frente al sol se puso en marcha, caminando sin sandalias como había visto andar a los santos y llevando en su cintura un zurrón de cuero y un pequeño cántaro de barro cocido.
Y como caminaba a lo largo del ancho camino sentíase lleno de ese gozo que nace del conocimiento perfecto de Dios, y le cantaba alabanzas sin cesar en sus cantos. Y al cabo de algún tiempo, entró en un país desconocido en el que se alzaban muchas ciudades.
Y atravesó once ciudades.
Y algunas de éstas se hallaban en los valles, otras en las riberas de grandes ríos y otras asentadas sobre colinas.
Y en cada ciudad encontró un discípulo que le amó y le siguió, y una gran multitud en cada ciudad le siguió asimismo, y el conocimiento de Dios se esparció sobre toda la tierra y muchos jefes de Estado se convirtieron.
Y los sacerdotes de los templos en que había ídolos vieron que la mitad de su ganancia se perdía y que cuando a mediodía golpeaban sus tambores nadie, o muy poca gente, acudía con panes y ofrendas de carne, como era costumbre en el país antes de llegar el peregrino.
Sin embargo, cuanto más aumentaba la multitud que le seguía, cuanto mayor era el número de sus discípulos, más grande era su aflicción.
Y él no sabía por qué su aflicción era tan grande, pues hablaba siempre de Dios y según la plenitud de conocimiento perfecto de Dios, que Dios mismo le había dado.
Y una noche salió de la oncena ciudad, que era una ciudad de Armenia, y sus discípulos y una gran multitud le siguieron, y subió a una montaña y se sentó sobre una roca que había en ella.
Y sus discípulos se agruparon a su alrededor y la multitud se arrodilló en el valle.
Y él hundió la cabeza en sus manos y lloró y dijo a su alma:
-¿Por qué estoy tan lleno de aflicción y de temor y por qué cada uno de iris discípulos es como un enemigo que se adelanta a plena luz?
Y su alma le respondió y dijo:
-Dios te ha llenado del conocimiento perfecto de Él mismo y tú has dado esa ciencia a los demás. Has dividido la perla de gran valor y has repartido en trozos el vestido sin costura. El que difunde la sabiduría se roba a sí mismo. Es lo mismo que quien da un tesoro a un ladrón ¿Acaso Dios no es más sabio que tú? ¿Quién eres tú para revelar el secreto que Dios te ha confiado? Yo era rica un día y tú me has empobrecido. Yo he visto a Dios un día y ahora tú me lo has ocultado.
Y de nuevo lloró él porque sabía que su alma le decía la verdad y que había dado a los demás el conocimiento perfecto de Dios, y que se encontraba como un hombre que se ha colgado de los pliegues de la vestidura de Dios, y que su fe disminuiría en relación al número de los que veían en él.
Y se dijo a sí mismo:
-No volveré a hablar de Dios. El que infunde la sabiduría se roba a si mismo.
Y algunas horas más tarde, sus discípulos fueron a su encuentro, e inclinándose hasta el suelo, le dijeron:
-Maestro, háblanos de Dios, porque tienes el conocimiento perfecto de Él y ningún hombre más que tú lo posee.
Y él contestó:
-Os hablaré de todas las demás cosas que hay en el cielo y en la tierra, pero no os hablaré de Dios. Ni ahora ni nunca os volveré a hablar de Dios.
Y ellos se irritaron y le dijeron:
-Nos has conducido al desierto para que pudiéramos escucharte. ¿Quieres despedirnos hambrientos a nosotros y a la gran multitud que has invitado a seguirte?
Y él respondió:
-No os hablaré de Dios.
Y la multitud murmuró contra él y le dijo:
-Nos has conducido al desierto y no nos has dado alimento para comer. Háblanos de Dios y eso nos bastará.
Pero él no contestó una palabra, porque sabía que si hablaba de Dios les daría un tesoro.
Y los discípulos se marcharon tristemente y la multitud regresó a sus casas. Y muchos fallecieron en el camino.
Y cuando estuvo solo se levantó y volviéndose hacia la luna, viajó durante siete lunas sin hablar a ningún hombre y sin responder a ninguna pregunta.
Y cuando la séptima luna iba a desaparecer, llegó al desierto del gran Río.
Y encontrando vacía una caverna habitada en otro tiempo por un centauro, la tomó por abrigo y tejió una esterilla de junco para acostarse en ella y hacer vida de eremita.
Y a cada hora, el eremita alababa a Dios, que había permitido que aprendiera a conocerle y a conocer su grandeza admirable.
Ahora bien; una noche, estando el eremita sentado ante la caverna en un sitio de reposo que se había arreglado, vio a un joven de rostro perverso y hermoso que pasaba sencillamente vestido y con las manos vacías.
Todas las noches pasó de nuevo el joven con las manos vacías y todas las mañanas volvió con las manos llenas de púrpura y de perlas, pues era un ladrón y robaba a las caravanas de mercaderes.
Y el eremita le miró y tuvo piedad de él. Pero no le dijo una palabra porque sabía que quien dice una palabra pierde su fe.
Y una mañana, cuando regresaba el joven con las manos llenas de púrpura y de perlas, se detuvo, frunció las cejas, dio con el pie sobre la mesa y dijo al eremita:
-¿Por qué me miras siempre de ese modo cuando paso? ¿Qué es lo que veo en tus ojos? Porque ningún hombre me ha mirado antes de ese modo. Y es para mí un aguijón y una tristeza.
Y el eremita le respondió:
-Lo que hay en mis ojos es piedad. Es la piedad la que te mira por mis ojos.
Y el joven rió con risa despreciativa y gritó al eremita con tono amargo:
-Tengo púrpura y perlas en mis manos y tú no tienes más que una esterilla de junco para acostarte. ¿Qué piedad vas a tenerme? ¿Y por qué?
-Tengo piedad de ti -dijo el eremita-, porque no conoces a Dios.
-¿Es una cosa preciosa el conocimiento de Dios? -preguntó el joven.
Y se acercó a la entrada de la caverna.
-Es más preciosa que toda la púrpura y que todas las perlas del mundo -respondió el eremita.
-¿Y tú la posees?
Y se acercó más.
-En otro tiempo -respondió el eremita- poseía yo realmente el conocimiento perfecto de Dios, pero en mi locura lo he repartido y dividido entre muchos otros hombres. Aun ahora, semejante recuerdo sigue siendo para mí más precioso que la púrpura y que las perlas.
Y cuando el ladrón oyó esto, tiró la púrpura y las perlas que llevaba en sus manos, y sacando una espada puntiaguda de recurvado acero, dijo al eremita:
-Dame ahora mismo ese conocimiento de Dios que posees o te mato sin vacilar. ¿Cómo no iba yo a matar a quien posee un tesoro mayor que el mío?
Y el eremita extendió sus brazos y dijo:
-¿No me valdría más ir a los parajes más alejados de la Casa de Dios y loarle que vivir en el mundo y no conocerle? Mátame si ésa es tu voluntad. Pero no entregaré mi conocimiento de Dios.
Entonces el ladrón cayó de rodillas y le suplicó; pero el eremita no quiso ni hablarle de Dios ni darle su tesoro.
Y el ladrón se levantó y dijo al eremita:
-Sea como quieres. Por mi parte, voy a ir a la Ciudad de los Siete Pecados, que está solamente a tres días de marcha de aquí, y por mi púrpura me darán placer y por mis perlas me venderán alegría.
Y recogiendo la púrpura y las perlas se fue rápidamente.
Y el eremita le llamó a grandes gritos. Le siguió y le imploró.
Durante tres días siguió al ladrón por los caminos y le rogó que se volviera y que no entrase en la Ciudad de los Siete Pecados.
Y a cada paso, el ladrón miraba al eremita, y llamándole, le decía:
-¿Quieres darme ese conocimiento de Dios que es más precioso que la púrpura y las perlas? Si accedes a dármelo, no entraré en la ciudad.
Y el eremita le contestaba siempre:
-Te daré todo lo que tengo, a excepción de una sola cosa, porque ésa no me está permitido dártela.
Y al caer la tarde del tercer día, se encontraron ambos ante las grandes puertas escarlatas de la Ciudad de los Siete Pecados.
Y llegaron hasta ellos mil carcajadas que salían de la ciudad.
Y el ladrón respondió echándose a reír y llamó repetidamente a la puerta.
Y cuando estaba llamando, el eremita llegó a él, y cogiéndole por los pliegues de sus vestidos, le dijo:
-Abre tus manos y coloca tus brazos en torno de mi cuello; acerca tu oído a mis labios y te daré el conocimiento de Dios que me queda.
Y el ladrón entonces se detuvo.
Y cuando el eremita le hubo entregado su conocimiento de Dios, se desplomó sobre el suelo y lloró; y unas grandes tinieblas le ocultaron la ciudad y el ladrón de tal modo que ya no les volvió a ver.
Y estando allí inclinado y deshecho en lágrimas, notó que alguien estaba de pie a su lado; y Aquel que estaba de pie a su lado tenía pies de bronce y cabellos como de lana fina.
Y levantó al eremita y le dijo:
-Hasta aquí has tenido el conocimiento perfecto de Dios; desde ahora tendrás el perfecto amor de Dios. ¿Por qué lloras?
Y le besó.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

María en Navidad


María sin que nadie se lo recordase, sabía que la Navidad se acercaba. En los últimos siete meses no había hablado con nadie. El silencio, tan temido cuando estaba en libertad se había convertido en su modo de vida. A veces, en voz muy baja hablaba consigo misma, para no olvidar el sonido de las palabras. Se pasaba todo un día repitiendo como letanía el nombre de quien amaba o alguna palabra que expresase el sentimiento que la embargaba, el temor o la ilusión que la mantenía con vida. Muchas veces repetía su nombre como para confirmar su existencia, un tic que buscaba anclarla en su memoria para no enloquecer.
A veces no recordaba ni porqué estaba ahí, olvidaba las leyes que imperaban en el mundo del que venía, un mundo restrictivo en el cual se controlaban hasta los mínimos detalles. No se puede soñar, no se puede desear, no se puede pedir justicia, no se puede pedir paz. María incapaz de incapaz de someterse a esas leyes que prohibían los deseos esenciales había desobedecido. La casa de las Magdalenas, esa prisión era el lugar en donde las mujeres valientes de Albehem eran encerradas para evitar que sus ideas de la llegada de un Salvador corriesen y contagiasen a los demás. María acusada de rebelde y conspiradora había sido declarada culpable. Había tenido el juicio delante del Gran censor y estaba cumpliendo una condena de veinte años.
Pasaban días en los que olvidaba que había desaparecido de su vida la posibilidad de ver a su familia, a su esposo recluido en otra cárcel, en la Casa del Tormento, acusado de peores delitos. Aún existía el peligro de que lo condenasen a muerte. Ella no se enteraría del destino que le tocaría seguir. Suponía que no volvería a ver a Simón, su pequeño hijo, a quien había tenido que abandonar casi de recién nacido.
María ha adiestrado su mente, puede trasportarse si lo desea a espacios agradables, sentarse con los amigos debajo de los olivos en el bosque o quedarse al costado del río escuchando el agua que brinca entre las piedras, arrastrándose como una serpiente que silba y acaricia. Ahora amanece en su mente, han llegado dos pájaros amarillos que se entretienen junto a un rosal.
En la oscuridad del calabozo María no piensa en huir, no duerme, descansa, se recupera y recuerda las últimas acciones que vivió cuando estaba en libertad. Los han descubierto, se arrastran para esconderse. Una bala le roza la cabeza. Los someten a interrogatorios, con un pañuelo intenta controlar la sangre que brota sin parar, los amenazan, les atan las manos, se burlan de ellos. Alguien escupe en su cara. La separan de Antonio. Todo ha sido inútil. Está prohibido soñar.
Es el amanecer del 24 de diciembre en Albehem en una celda húmeda.
María alcanza a ver entre dos piedras muy unidas de la celda, tras unr esquicio, un rayo de luz brillante, sabe que afuera hay sol. Esa noche será noche buena y María rechaza la condena a la soledad. En la oscuridad busca inútilmente algún objeto que pueda simbolizar el nacimiento. Desea repetir el ritual. Cierra los ojos, medita y se pone a rezar. Ya casi es de noche cuando siente la presencia del ángel que acercándose le dice. No temas, vengo a anunciarte la buena nueva que será motivo de inmensa alegría para todo el pueblo. De improviso se enciende una vela y se ilumina un espacio y María se siente como si estuviesen en un claro del bosque. María sabe que está en Belén. Una mujer acaba de dar a luz, el hermoso niño está recostado en un pesebre. Los acompaña su padre. Aparecen otros ángeles que tocan trompetas y cantan Gloria a Dios en lo más alto del cielo y en la tierra paz a los hombres. Algunos pastores que cuidaban sus rebaños se acercan para adorar al niño. Llegan los magos de oriente que han seguido la estrella brillante y ofrecen al niño cofres llenos de maravillas.
La celda está de nuevo en penumbra. María siente que no está sola. Puede ver a Antonio y a su pequeño hijo a su lado sonriendo. Los tres se abrazan y se desean felicidad. María tiene los ojos húmedos, no se cansa de mirarlos, de hacerles caricias. Es Noche buena. María se acomoda en una esquina y se duerme sabiendo que despertará en silencio y soledad pero ya no le importa. Hoy ha sido noche buena y mañana será Navidad.


domingo, 18 de diciembre de 2011

I feel pretty

Para ir preparándonos para la Navidad una canción llena de alegría y recuerdos. Dedicada a toda una generación que gozó con West Side Story, la vimos en el cine Roma que tenía un jardín con cortina, esta canción interpretada por Kiri Te Kanawa. La música es de Leonard Bernstein.


Y acá la canción directamente de la película:

Arthur Russell Canta

Charles Arthur Russell, Jr. (21 de mayo de 19514 de abril de 1992)[1] fue un violonchelista, compositor y cantante estadounidense. Relativamente desconocido en vida, una serie de recopilaciones a lo largo de la década del 2000[2] [3] [4] han rescarado su obra, de carácter marcadamente experimental, que abarca los estilos disco, minimalista, o rock, habiendo colaborando con figuras como Philip Glass, David Byrne o Nicky Siano. En febrero de 2008, Matt Wolf presentó en el Festival Internacional de Cine de Berlín un documental sobre su vida titulado Wild Combination: A Portrait of Arthur Russell.

Celebraciones de fin de año en el taller

Comparto con todos esta carta de agradecimiento a las participantes de ABRA nuestro taller. Ha sido un año muy bueno para ABRA a pesar de mis escapadas de viaje. Todos los martes me lleno de alegría en ese par de horas en las que compartimos el interés por la lectura y nuestro deseo de escribir.Lo más importante de todo es el ánimo que envuelve al grupo, la chispa, la creatividad, la atención por el otro, el entusiasmo. Como todos los años, celebramos el fin de curso en algun sitio lindo. Esta vez nos tocó en el Sophie Bistró que estuvo encantador.Buena comida, buen vino, muchas risas y hasta regalos. Fin del 2011, ahora vacaciones y a recibir el 2012 con lo brazos abiertos.
A cada una de ustedes queridas amigas mi agradecimiento por el almuerzo de hoy, por haber acudido a la invitación y haber estado todas tan amorosas y contentas.  Muchas gracias por la invitación, hay que saber recibir así que recibo con mucho gusto su amistad y su compañía.  Que bueno que les gustó el sitio aunque para las de la Molina resultó un poco lejos por el tráfico. El próximo año será distinto.  Ya les escribiré para saludarlas por Navidad y Año nuevo pero hoy no podía acostarme sin agradecer tanto cariño.  ABRA es un espacio formado por cada una de nosotras, es un lugar interior que ofrecemos a las demás participantes, es una actitud curiosa e interesada en la vida y en el otro. Un beso grande grande. Ce

sábado, 17 de diciembre de 2011

Adios Cesaria

Despedida a Cesaria Evora cantante de Cabo verde recientemente fallecida. Tuvimos la suerte de verla en Washington en una universidad en un auditorio repleto de jóvenes. Ella, como era su costumbre, cantaba sin zapatos. Ella volvía cada vez que podía a su isla y le encantaba contemplar el mar aunque no se metía en el agua porque no sabía nadar. Hablaba al mar "como si fuera una persona. Una anciana me dijo que las olas crean una música que nosotros los humanos no entendemos". Nos dijo.

Retirarse del mundanal ruido

En estos días previos a la Navidad, con tanto ajetreo, lo que mi corazón desea es permanecer tranquila, en silencio, sin salir a la calle. Un retiro. Si tuviese un bosque cerca y una ermita que feliz sería.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Yo dejo que la música llore por mí

Yo dejo que la música llore por mí, me dijo una vez mi amiga Ivanova y yo me reí, admirada de lo creativa y original que siempre podía ser. Pero hoy escuchando a una ópera de Mozart, empiezo a entenderla y dejo que los cantantes lloran por mí. En contacto con sus voces me doy cuenta de que los cantantes sienten lo que yo siento, o lo que sentí hace tanto tiempo, antes, el otro día, cuando quería contarle al mundo el dolor de mi alma, explicarles que se me había agrietado, que sangraba.
Los títulos de las canciones son significativos: Misericordia. Respóndeme. Están dirigidas al otro, sea a un poder superior - al Todopoderoso creador que todo comprende y que da consuelo - o al prójimo que si se conmueve podrá amarnos. Los instrumentos y la femenina voz se pasean de una esquina a otra de la habitación manifestando su dolor.
En la Serenata de El rey pastor se expresan los contrastes de nuestros sentimientos, desde los reclamos del corazón, el deseo de justicia, el miedo a los sentimientos tormentosos y a las tribulaciones, hasta la felicidad de un idilio y el gusto por la vida simple y el amor a la naturaleza. La ironía también está presente. Al leer el catálogo descubro que esta ópera fue tocada en la corte de Venecia en 1790 para celebrar la visita del Rey José II. Qué maravillosa forma de llorar debe ser cantar


lunes, 12 de diciembre de 2011

Un novio para tres esposas

Barney’s Version es una película de comedia-drama del 2010 de Canadá, dirigida por Richard J. Lewis, basada en la novela del mismo nombre de Mordecai Richler.

Sinopsis:
Barney Panofsky (Giamatti), un viejo productor de televisión, aficionado a la bebida y fanático del hockey lleva una vida bastante caótica. Se ha casado tres veces, tiene un padre extravagante (Dustin Hoffman) y un amigo encantador (Scott Speedman).

domingo, 11 de diciembre de 2011

Película europea

Espero poder conseguir esta película europea. El tema me parece genial. La transformación de las personas gracias al contacto con otra. La pareja que consigue grandes realizaciones. Inteligente, diverida, irreverente. A buscarla.

El león y la jirafa

Publico para ustedes este cuento mío: El león y la jirafa porque
revisando antiguos casetes encontré la entrevista que me hiciera hace ya unos años en Buenos Aires Enrique Pagani en su programa de radio: La trama del revés. Acababa de escribir este texto y él me pidió leerlo. Me gustó oírlo así que recomiendo que sea leído en voz alta para que haga el mismo efecto que seguro causó a los oyentes argentinos asiduos a ese programa que tenía por centro la figura de Borges. Pagani antes de entrevistarme tuvo la gentileza de leer algunos párrafos de la obra de Borges en los que se refiere al Perú.

El león y la jirafa

Cioran es un escritor al que generalmente odio pero al que también respeto. Tengo en mi biblioteca casi todos sus libros esperando a que lleguen para mí esos días en los que una se siente inconforme, rebelde, furiosa, con intensión de permanecer en el hoyo sin pedir auxilio, muriendo de a pocos, quejándome abiertamente, gruñendo encrespada retorciendo mi cuerpo en convulsiones.

Sin embargo amo de Cioran su aprecio por la música, su intuición de la existencia de Dios basándose en la existencia y hermosura de la obra de Bach.

Hoy recuerdo una de sus frases: La vida da cumplimiento a algunos de nuestros sueños pero de manera distinta a la soñada. O algo así. Yo le he añadido a esa lección sabia que debemos permanecer alertas, con la mente y el alma siempre abiertas para que no se nos escape el sueño o pase delante de nosotros sin haberlo reconocido y podido atraparlo.

Entonces yo tenía en mente una jirafa dormida a la orilla del mar, recostada sobre la arena, totalmente relajada, como si solo ella existiese en el mundo, desaparecidos los demás animales, todos, el peligro inexistente.

Una jirafa que no tuviese que dormir puesta en pie, entredormir con esos grandes ojos vigilantes de inmensas pestañas, alertas como si los ojos fuesen también las puntiagudas orejas y los pies y el cuerpo entero dispuesto a emprender la huida correr, correr, galopar y protegerse.

Una sola vez en algún zoológico del mundo pude contemplar una verdadera jirafa, debo confesar que me pareció encantadora, un capricho de diseño, como si alguien hubiese estado jugando con sus proporciones imaginándola comiendo de los follajes de los árboles con su dura lengua. Distante, graciosa, con los nervios de puntas.



Ansié ser la jirafa, echarla sobre la arena caliente, permitirle contemplar por primera vez el cielo abierto azulísimo, las nubes caminantes, presenciar el silencio solo interrumpido por ese mar suave que no golpea sino besa.

Un sueño profundo de jirafa feliz a medio día con la arena adherida a su piel húmeda que transpira de puro gozo.


Y en vez de la jirafa un león. El principal depredador de las jirafas. Tengo desde hace unos días en casa un antiguo grabado en blanco y negro, muy hermoso en donde un león, esos de largas melenas, de piernas gruesas que pisan firme y dejan sus huellas profundas anunciandose, anda a la orilla del lar con movimientos decididos aunque sus ojos permanecen achinados como si le molestase el reflejo del sol. ¿O es un lago al pie de la montaña? En todo caso un lago junto al desierto. Sólidas montañas vacías como si perteneciesen a Mercurio si es que en Mercurio hay montañas y lagos y leones, por lo menos un león.

Ansié ser leona errante con la mirada al frente de un camino que daba la impresión de no tener término.

Aprecio en la imagen algo de viento porque los pequeños matorrales parecen vibrantes. Las nubes están cargadas preparando una lluvia aún lejana.

Mi cuerpo de leona produce una sombra que avanza conmigo.

El lugar que ocupa el león en el grabado es relativamente pequeño pero no puedo dejar de mirarlo, no importa el lago, ni las montañas de rocas. ¿Por qué me atrae de ese modo misterioso? ¿Por que está vivo y en movimiento? ¿Por qué no es usual que los leones caminen a la orilla de los mares. Porque no se trata realmente de un león sino de un símil de esa tarea inmensa que es mantenerse en movimiento, ir, buscar, olfatear, asumir el destino, continuar, avanzar en el tiempo.

No contemplo la posibilidad de que el león decida aventurarse a entrar en el agua, caminar sobre las olas o nadar o bucear buscando el reino perdido en las profundidades donde son otras sin duda las reglas.


No imagino tampoco otros leones, un grupo de leones siguiéndolo, dejando una distancia prudente como para afirmar su liderazgo, leones que quedaron fuera del grabado.


El león, la leona, yo misma me emociona por su soledad, por su condena, por su perfección destinada a permanecer en el desierto, sus armas inútiles, su fuerza contenida.

Por un momento imagino que lo que está haciendo es ir en busca de la jirafa que descansa un poco más allá, fuera ya del grabado, y que la energía del león, o la leona o yo misma, lo que la mueve es el convencimiento del encuentro.

Sabe que la jirafa está dormida que no tendrá tiempo para levantar su cuerpo, despegar el enorme cuello enroscado y que bastará un zarpazo para tenerla rendida.

La huele desde lejos.

¿Cuánto demorará en desgarrarla, en desollarla, en convertirla en alimento que calma el hambre de carne blanda, temerosa, vencida?



¿Y si en un acto de purificación, pienso por último con ansias de salvarme, el león yo y la jirafa yo se dirigen al agua con la certeza de calmar ahí su sed, su miedo, la soledad del silencio, y encontrar al fin la conciencia del gozo de tener cuerpos húmedos y vivos?

Yo no se qué es lo que soy

¿Podemos ver nacer la vida? Bill Viola filma este nacimiento.
Busco algo más sobre este video que me impresiona tanto y encuentro otro blog que comenta:
En medio de tanta locura, tragedia, guerra y dolor, necesito un tiempo para contemplar el inicio.
Son 4 minutos y medio de contemplación, sin duda un canto a la vida.
Quizás alguien, después de contemplar el video y meditarlo, se sienta mejor y renueve su esperanza de cara al nuevo día con otro talante


¿Qué haríamos sin la danza?

Sylvie Guillem (23 de febrero de 1965 en París, Francia) es una célebre bailarina francesa. Primera bailarina en el Ballet de la Ópera de París entre 1984-89 y del Royal Ballet de Londres (1989-2003).



Visiones del espacio

Son los arquitectos los que hacen que una ciudad sea bella. Artistas del diseño colocan en el espacio los materiales que van a construir una unidad que combina audacia, color, funcionalidad. Esculturas al aire libre para que todos las disfruten.

Aquí unas frases de Ludwig Mies Van der Rohe

Dios está en los detalles.

La arquitectura es la voluntad de la época traducida a espacio.

Debíamos distinguir el núcleo de la verdad. Solo las preguntas que se refieren a la esencia de las cosas tienen sentido. Las respuestas que encuentran su generación entorno a esta pregunta, son su aportación a la arquitectura.


Es imposible ir hacia adelante y mirar hacia atrás; quien vive en el pasado no puede avanzar.

Es cierto que la educación no se preocupa solamente de objetivos prácticos, sino también con valores. Nuestros objetivos nos aseguran el material de nuestras vidas, nuestros valores hacen posible nuestra vida espiritual.

Los medios deben ser subsidiarios de los fines y de nuestro deseo de dignidad y valor.


Menos es más.


La arquitectura comienza cuando se ponen dos ladrillos juntos.



Ludwig Mies van der Rohe (Aquisgrán, Alemania, 27 de marzo de 1886 – Chicago, Illinois, 17 de agosto de 1969), arquitecto y diseñador industrial

El Pabellón alemán de Barcelona, diseñado por Mies van der Rohe, fue el edificio de representación de Alemania en la Exposición internacional de Barcelona celebrada en el año 1929. Concebido como espacio representativo para albergar la recepción oficial presidida por el rey Alfonso XIII y a las autoridades alemanas,[1] el edificio pretendía simbolizar el carácter progresista y democrático de la nueva República de Weimar y su recuperación tras la Primera Guerra Mundial.

Este edificio constituye uno de los hitos en la historia de la arquitectura moderna, al ser una obra donde se plasman con particular rotundidad y libertad las ideas del entonces naciente Movimiento Moderno, y está considerado por muchos autores como una de las cuatro piezas canónicas de la arquitectura del movimiento moderno junto con la edificio de la Bauhaus de Gropius, la villa Saboya de Le Corbusier y la Casa de la cascada de Wright.[2]

El pabellón fue desmantelado tras la exposición en 1930, y reconstruido posteriormente en la década de los 80 en su ubicación original, en el actual barrio de Montjuic, donde permanece abierto al público.


Ligia Piro y Susana Rinaldi

Ligia Piro, hija de Susana Rinaldi nos canta La Llorona que recuerdo de la época en la que estaba en la universidad y la cantaba Joan Baez.



Y acá cantan juntas madre e hija un vals.

Un cuento de un cuento

En base a este cuento de Italo Calvino, la escritora argentina crea un nuevo cuento. El cangrejo se convierte en caballo. Acá les presento las dos hstorias.

EL CANGREJO DE CHUANG TZU
Italo Calvino

Entre sus muchas virtudes, Chuang Tzu tenía la de ser diestro en el dibujo. El rey le pidió que dibujara un cangrejo. Chuang Tzu respondió que necesitaba cinco años y una casa con doce servidores. Pasaron cinco años y el dibujo aún no estaba empezado. "Necesito otros cinco años", dijo Chuang Tzu. El rey se los concedió. Transcurridos los diez años, Chuang Tzu tomó el pincel y, en un instante, con un solo gesto, dibujó un cangrejo, el cangrejo más perfecto que jamás se hubiera visto.

El caballo de Chuang Tzu
Maria Teresa Andruetto

En la China lejana, el emperador Chiang amaba a los caballos.
Tanto los amaba que quiso tener uno dibujado.
Y quiso también que aquel dibujo fuera perfecto.
Llamó a su asistente y le dijo:
Ve y busca al mejor dibujante del imperio. Y dile que dibuje para mi un caballo.
El asistente buscó por todo el reino.
Desde la China del norte hasta Tailandia.
EL mejor dibujante se llamaba Chuang Tzu.
El asistente llevó a Chuang Tzu hasta donde estaba el dueño del imperio.
Una vez allí, Chuang Tzu dijo:
¿Qué necesita mi señor?
El dibujo de un caballo. El mejor de todos.
Chuang Tzu se quedó pensando un momento, después habló.
Para dibujar un caballo necesito cinco años y una casa con doce sirvientes.
¿Tanto para hacer un dibujo?
Tanto para hacer el mejor dibujo, mi señor.
El emperador le dijo a su asistente que ordenara todo para que el mejor pintor del reino tuviera por cinco años una casa con doce sirvientes, para dibujar un caballo.
No bien pasaron los cinco años, el emperador mandó a llamar a Chuang Tzu.
Quiero ver el caballo, le dijo.
No lo he hecho todavía- contestó Chuang Tzu. Necesito otros cinco años.
El emperador Chiang dudó largo rato antes de decidirse. Pero al cabo de ello dio a su asistente órdener para que Chuang Tsu gozara de oros cinco años en aquella casa y con aquellos sirvientes.
No bien pasaron los otros cinco años, el emperador que desesperaba por ver aquel caballo, mandó nuevamente llamar a Chuang Tzu.
Cuando vio que el pintor más prestigioso del reino llegaba con las manos vacías, se dejó ganar por la ira:
Te has burlado de mi-le dijo- Te he dado durante diez años casa, comida y sirvientes para que hicieras un caballo perfecto y al cabo de todo este tiempo, llegas con las manos vacías.
No mi señor, no me he burlado de ti. Solo ahora después de diez años, estoy preparado para dibujarlo.
Y diciendo esto, tomó entre sus dedos un pincel de fino pelo y en un instante, con un solo gesto, dibujó un caballo.
Un caballo desbocado, con las patas tendidas y las crines al viento.
El caballo más hermoso que jamás se había visto.


Bach en copas

No es que Bach se haya tomado sus traguitos, es como sale la música de Bach de las copas llenas de agua convertidas en instrumentos. Recuerdo la impresión que me causó de niña la primera vez que escuché el bello sonido de las copas llenas con distinta cantidad de agua para que cada una suena distinto.

El saludo de Bill Viola

Dos mujeres se reencuentran. Han pasado los años ¿cúantos? ¿Son hermanas, vecinas, madre e hija, amigas íntimas? ¿Las ha separado la guerra, los viajes, la cárcel, alguna calumnia, un malentendido, el maldito tiempo? Nada como un buen abrazo, rodeandote, los brazos entregados,generosos, incorporándote a su vida, a su ser, dejando que se acorte el espacio, que tú y el o ella, sean por un momento uno. Hay personas expertas en el abrazo y eso es un verdadero don.



Bill Viola (Nueva York, 1951) es un artista estadounidense.



Este cambio fue motivado por su descubrimiento de la religiosidad oriental (budismo, pensamiento zen, sufismo,…) y de los místicos cristianos (San Juan de la Cruz), en lo que parece una búsqueda de una espiritualidad transversal.

Su inquietud espiritual le llevó a viajar por todo el mundo, realizando numerosas grabaciones, como Chott El-Djerid (A Portrait in Light and Heat), en el desierto de Túnez o Hatsu Yume, en Japón. En uno de sus múltiples viajes, conoció a la fotógrafa Kira Perov, que se convertiría en su mujer, apoyo fundamental en su carrera.

Son las vídeo instalaciones la parte más conocida de la obra de Viola. En ellas, aparecen de manera recurrente representaciones oníricas y temas como los ciclos vitales, el nacimiento o la muerte.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Arthur Russell canta

Charles Arthur Russell, Jr. (21 de mayo de 19514 de abril de 1992)[1] fue un violonchelista, compositor y cantante estadounidense. Relativamente desconocido en vida, una serie de recopilaciones a lo largo de la década del 2000[2] [3] [4] han rescarado su obra, de carácter marcadamente experimental, que abarca los estilos disco, minimalista, o rock, habiendo colaborando con figuras como Philip Glass, David Byrne o Nicky Siano. En febrero de 2008, Matt Wolf presentó en el Festival Internacional de Cine de Berlín un documental sobre su vida titulado Wild Combination: A Portrait of Arthur Russell.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Lo que te ofrece Buenos Aires




Visitar Buenos Aires es siempre una experiencia que te deja rica en diferentes aspectos, una ciudad que se visita con frecuencia, nuestra segunda ciudad, nos ofrece los lugares que ya conocemos, en los que hemos disfrutado, calles, parques, restaurantes, cafés y librerías,la posibilidad de la lluvia, la caminata junto al río... Pero tambien nos ofrece lugares nuevos, sitios renovados, nuevos desarrollos de la ciudad como las anchas avenidas y parques frente a Puerto Madero en donde está ubicado el Hotel Faena. Siempre queda algo por visitar, el deseo de alojarnos, por ejemplo, en el barrio de San Telmo que tiene tanta vida noctura con bares y lugares de música. No recomiendo visitar Buenos Aires en noviembre, es una época ya calurosa ( Llegamos a 32 grados) y además el teatro está terminando y no es fácil conseguir entradas, están todas agotadas o ya han recogido sus bártulos para dirigirse a Mar de Plata en donde comienza la temporada de verano. Entonces como no había teatro, fuimos al cine. En Lima habíamos estado castigados sin casi ninguna película memorable y ahora teníamos una rica cartelera en la cual poder escoger.
Para empezar había un festival de cine brasilero en donde vimos una hermosísima película que se llamó "La suprema felicidad". Nos recordó a Jorge Amado, un mundo lleno de pasión y música, de amor y descubrimientos, de desilusiones y fantasías. La vida de Paulo de los 8 a los 18, en los años 50, en Río de Janeiro, ciudad maravillosa y encantada. Descubre el amor y el sexo apoyado en una intensa amistad con su abuelo. Dirigida por Arnaldo Jabor.

Vimos una película argentina: "Un amor". Una película coreana: "Poesía para el alma", una película italiana: "La prima cosa bella"; "La piel que habito" española de Almodovar, "La hora del crimen", americana. Qué variedad y la mayoría excelentes. Al teatro fuimos dos veces: "Lluvia constante", que definitivamente no nos gustó. Y "Filosofía de vida" con Alfredo Alcón, maravilloso actor. Tambien asistimos a la presentación de un libro de Sergio Sinay, columnista del diario La Nación, en la librería Cúspide en el Village de la Recoleta. Todo muy sencillo. Solo una presentadora, Maria Isabel Sánchez que tiene un programa de radio que se llama "Vivir para contar" en Radio 10, el autor comentando su libro y responiendo preguntas, una copa de vino por cabeza y unas masitas por todo comer.
Es fácil conversar en Buenos Aires, en la cola, mientras se espera que comience la película o el teatro, al final de la presentación del libro, los argentinos son comunicativos y amables con los extranjeros a los que asumen como parte de su ciudad.

Entonces en los siguientes post cuelgo avances de las películas y del teatro que nos gustó para recordarlas y para que si ustedes pueden conseguirlas no dejen de verlas y si planean ir a Buenos Aires el próximo año no se pierdan la obra. Todos nos hablaban de una obra que se llama "Toc,toc" pero imposible, no quedaba ni una entrada.
En esta oportunidad no fuimos a escuchar jazz, ni al ballet, ni al teatro Colón que estaba cerrado, no visitamos galerías de arte ni museos. Será otra vez, en Buenos Aires, si uno busca, encuentra siempre algo que entretiene, sorprende, hace pensar. Buenos Aires te hace sentir vivo.
Acá cuelgo la película brasilera:

Bailad bailad o estaremos perdidos

Soñaba con poder ver esta película. El proyecto de la maravillosa coreógrafa Pina Bausch con el magnífico Win Wenders. Ella murió a los pocos días de iniciada la filmación y sus bailarines y el director decidieron hacerla de todos modos. El 3D me pareció muy acertado para la realizaión de semejante documental. Ojalá llegase a Lima. Público habría, lo que hace falta es que los empresarios apuesten por la existencia de un público culto, que lo hay.

Un amor

Esta es la primera película que vimos. El cine argentino tiene muy buen nivel. Me hizo acordar a la famosa película Jules et Jim. Un hombre recuerda su adolescencia y la amistad y amor que sintió. Despues de muchos años el trío, dos chicos y una chica se reunen y los sentimientos continúan.

Tal vez la última función

Vimos esta buenísima obra. Dos filósofos en pugna. "Filosofía de vida" con Alfredo Alcón. Tal evz esta sea la última obra en la que participa Alcón porque nos dijeron que está enfermo. En la obra salió en silla de ruedas y actuó como los dioses. Fuimos a la última función y el público de pie lo ovacionó demostrándole su admiración y cariño. Lágrimas de emoción.



Amanezco cegada por la luz

Sabía de esta película coreana. Una mujer ya mayor a la que la vida la coloca en situaciones complicadas, decide tomar un curso de poesía. Descubre el valor de las palabras, aprende a contemplar, observar y expresar. La actriz bellísima con un alma pura que debe desenvolverse y mantenerse en el mismo estado en la complicada vida.

Muti pide por la cultura de Italia

Recorto esta noticia del periódico y ahora puedo verla en Youtube. Ocurrido el 12 de marzo ultimo en la Opera de Roma. Ricardo Mutti, el director, durante la representación de Nabucco de Verdi aceptó un bis que el público pedía con mucha insistencia. ¡Oh patria mía tan bella y perdida", dice la canción y al pensar en la semejanza con la crisis y escándalos de Berlusconi, miró a la orquesta y al coro y dándose la vuelta se dirigió al público. Siento verguenza por lo que sucede en mi país. Si seguimos así vamos a matar la cultura sobre la que se construyó la historia de Italia. El público unió sus voces al coro y se repitió el área. Todos conmovidos, con lágrimas en los ojos. Acá la escena:


La prima cosa Bella

Buenísima película italiana donde el personaje principal es la Madre. Película llena de emociones, qué felicidad ver una buena película.




martes, 22 de noviembre de 2011

Desde la ventana más alta de mi casa

Esta semana en ABRA, nuestro taller, tuvimos como invitado a Fernando Pessoa, quizás el mejor poeta portugués. El escribe desde diferentes personajes o personas y este poema pertenece a Alberto Caeiro, un pastor que ama por encima de todo a la naturaleza. El crea heterónimos. Por heterónimo se entiende el autor ficticio o pseudoautor que es también personaje y del que se valen ciertos autores reales,  para crear una obra literaria paralela o distinta a la suya. Tuvimos la suerte de que una de las participantes del taller, Denisse, habla portugués y ella nos leyó algunos poemas en ese idioma tan delidado y dulce.



Desde la ventana más alta de mi casa,


con un pañuelo blanco digo adiós

a mis versos, que viajan hacia la humanidad.

Y no estoy alegre ni triste.

Ése es el destino de los versos.



Los escribí y debo enseñárselos a todos

porque no puedo hacer lo contrario,

como la flor no puede esconder el color,

ni el río ocultar que corre,

ni el árbol ocultar que da frutos.



He aquí que ya van lejos, como si fuesen en la diligencia,

y yo siento pena sin querer,

igual que un dolor en el cuerpo.



¿Quién sabe quién los leerá?

¿Quién sabe a qué manos irán?



Flor, me cogió el destino para los ojos.

Árbol, me arrancaron los frutos para las bocas.

Río, el destino de mi agua era no quedarse en mí.

Me resigno y me siento casi alegre,

casi tan alegre como quien se cansa de estar triste.



¡Idos, idos de mí!

Pasa el árbol y se queda disperso por la Naturaleza.

Se marchita la flor y su polvo dura siempre.

Corre el río y entra en el mar y su agua es siempre la

que fue suya.



Paso y me quedo, como el Universo.



(**) De heterónimo Alberto Caeiro

El paneta amarillo

Este cuento lo escribí hace muchos años, y formó parte de un libro que se llamó Garabatos. En estos días me he comunicado con una contadora de cuentos que me dice que ha contado mi cuento muchas veces, en sitios lejanos, en Francia. Me quedé sorprendida y halagada. Lo comparto con quienes no lo conocen, es un cuento muy sencillo. Le he puesto unos dibujos encontrados en Internet para adornarlo un poco.


EL PLANETA AMARILLO




Había una vez, nos contaba mi mamá, un planeta muy lejano a la tierra, que despedía una luz amarilla y triste. Uno, si lo buscaba un rato entre las estrellas, podía verlo, durante las noches de luna llena.


En ese planeta vivían unos hombrecitos tan pequeños que no alcanzaban ni el tamaño de un niño. Estos hombrecitos eran amarillos como su luz, como sus casas y plantas. Todo en el planeta era amarillo, salvo un árbol blanco, que crecía en medio de su mundo amarillo.

Amarillo era el silencio, amarillas las preciosas mariposas que volaban sobre el agua amarilla que corría suavemente por sus acequias y amarilla era su esperanza. Hasta el viento era amarillo y amarillos eran todos sus campos.


Más importante que el color del planeta, era saber que sus habitantes, jamás reían. No sabían hacerlo. Nadie les había enseñado a sonreír y menos a lanzar una sonora carcajada, llena de alegría. Los hombrecitos amarillos eran muy trabajadores y por supuesto que muy serios. Su vida estaba dedicada al trabajo, se levantaban muy temprano para ponerse a trabajar y trabajaban hasta que llegaba la noche. Cuando se metían a la cama, se dormían muy rápido, sin soñar, y al día siguiente, se levantaban apurados, para seguir trabajando.

-¿Se imaginan?, nos preguntaba mi mamá, ellos no sabían saludarse con una sonrisa, no conversaban ni jugaban; en ese lejano planeta, no existían bromas ni cantos, ni siquiera sueños.

Nosotros tratábamos de imaginar sus caras frías, sus bocas como arrugas, casi borradas, sus ojos desgraciados y afligidos y nos llenábamos de pena.


Pero, felizmente el cuento seguía y e n él sucedió que un día, mientras los hombrecitos amarillos construían puentes, casas y caminos y mientras las mujercitas amarillas lavaban, cocinaban y planchaban sin detenerse, sin mirarse, sin quererse, nació un nuevo hombrecito, en una casa que quedaba muy cerca del hermoso árbol blanco. Todos hubieran podido decir que se trataba de un niño común y corriente, porque era igual a cualquier otro niño del planeta, pero tenía algo muy especial, tenía una preciosa sonrisa en los labios.


El niño de la sonrisa cambiaría el planeta.

El día de su nacimiento, todos los hombrecitos y sus mujeres, corrieron a verlo maravillados y empezaron a cambiar la postura de sus labios, moviendo la boca de un lado al otro, para imitarlo, tratando de hacer una sonrisa como la del niño. Hicieron cientos de muecas, antes de conseguir algo que pareciera a una sonrisa. Entonces, se miraron extrañados y complacidos. ! Eran tan hermosos y diferentes con su nueva sonrisa!

Ya no se vieron mas caras serias, ni duras, en el planeta amarillo. Siguieron trabajando, pero, de rato en rato, se miraban y recordaban que podían sonreír y sonreían llenos de alegría. Ya era algo, ¿no?


El nuevo niño fue creciendo, hasta que una tarde, cuando todos terminaban de almorzar, el niño se rió, se rió fuerte, con ganas, cómo si hubiese escuchado algo muy divertido, y, entonces, otra vez se reunieron todos y lo rodearon para aprender a reír. Al cabo de un rato, contagiados por la risa del niño, los hombrecitos y sus mujeres, rieron sin parar y aplaudieron llenos de placer.

El planeta amarillo. fue convirtiéndose en un planeta mágicamente feliz. Alguien, un día cantó y el planeta entero lanzó una magnífica canción de júbilo al universo.

Con las risas y los cantos, con la felicidad de los hombrecitos amarillos, el planeta fue llenándose de colores.

El árbol blanco que crecía en medio del planeta, dejó de ser blanco, para transformarse en un árbol de todos los colores. Si uno lo miraba con atención, podía ver en él, el marrón, el rojo, el verde, el azul, el morado, el celeste y el naranja.

Con los distintos colores, todas las cosas fueron distintas.

En las noches de luna llena, recordando este cuento, busco un rato en el cielo, entre las estrellas, hasta que encuentro, ese planeta tan lejano a la tierra que ahora brilla y también canta.

Cat concerto

Mi amiga Elda di Malio me manda este interesante concierto y me dice:
Cuando íbamos a las matinales del Cine, no imaginamos el valor de las películas que veíamos. Lo encontrabamos divertido y eso era suficienteAl volver a ver una de estas películas, podemos darnos cuenta de que eran verdaderas obras de arte. hecho en 1946 vemos a om y Jerry tocando piano la “Hungarian Rhapsody No. 2” de Franz Liszt.

EL jazz de Fred Hersch




A comienzos de 2009, los amigos del pianista recibieron una carta remitida por el susodicho. Después de un año "extraordinario, desafiante y aterrador", Hersch anunciaba su regreso paulatino a la actividad: "Me ocurrió algo curioso y es que empecé a recordar una serie de sueños que había tenido mientras estaba en coma. Eran sueños muy específicos, olores, visiones... De repente, sentí la necesidad de escribir una música basada en esas alucinaciones". Resultado de aquella experiencia es My coma dreams, un espectáculo multimedia.

Tres años después de su annus horribilis, Fred Hersch afirma tajante: "Se supone que yo no debería estar vivo en estos momentos, y eso marca. Me siento más fuerte que nunca. A mi edad, y después de todo lo que he pasado, me importa un comino lo que los demás piensen de mí".

Esas palabras

Esas palabras.

Las palabras que anidan en nosotros,
nos convierten en cuevas,
en pantanos,
en cráteres:
yo soy el hombre oscuro,
soy la raíz del lobo;
tú eres la mujer ciega,
tumba de las palomas.

Las palabras que arden dentro del corazón.
Las palabras que son lo contrario del trigo.
Las palabras que dejan sus huevos en la herida,
dejan su hiel,
dejan su levadura.

Todas esas palabras.

Las palabras que entierran,
que talan,
que consumen.

Las palabras que borran los senderos.
Las palabras que brillan al fondo de los pozos.
Las palabras que son como una mordedura.

Todas
esas
palabras.
Todas esas palabras que hemos dicho,
que están alrededor,
que nos han atrapado.

(Benjamín Prado)


Palabras
(Cecilia De Roggero)

Hay palabras redondas,
como mundo,
como hueco,
como sol.

Hay palabras que acompañan,
como luz,
como perro,
como sombra.

Hay palabras que lloran,
como lluvia.

Hay palabras amargas,
como tónico,
y difíciles,
como lo siento.

Hay palabras grandotas,
como castigo,
o como grito.

Hay palabras que ríen,
como agua, como circo.
Y las hay tristes,
como fin.

Hay palabras y palabras.
Hay las que se dicen
y las que se callan.
Hay las que duelen
y las que alegran
y las que abren puertas
misteriosas.

Música

November by max richter

Un taxista encantador


Ayer conocí a un muchacho taxista encantador. Soltero, tendría unos 22 años, vive en Santa Anita y trabaja entre 13 y 15 horas diarias en su taxi. Es una de las ventajas del tráfico, te coloca en un recinto cerrado con una persona desconocida a la que hay que descubrir y con la que podemos compartir nuestra vida. Se llama Raúl Salas. Tiene una fórmula ideal de vida. Seis meses es taxita y seis meses se va a Chanchamayo a trabajar en las tierras de su padre cultivando café. Los siete hermanos ayudan en el tiempo de la cosecha. Me dice quede la provincia le gusta que ahí las comidas se hacen siempre a la misma hora, el desayuno a las seis, el almuerzo a las doce, la comida a las seis. Acá él almuerza lo hace en donde le permite el tiempo, en un lugar que no es su casa y allí, en cualquier parte descansa veinte minutos. Le pregunto si no estudia y hablamos de carreras cortas, ¿en qué eres mejor que los demás? Le pregunto y él me responde en la chacra, con las plantas. Entonces esas es tu vocación. Planeamos juntos que se compre su propia tierra que costará unos 4,000 soles a 1,000 la hectárea, otros mil para las plantas y ya está, podrá dedicarse a éso, encontrarse una mujer de su comunidad que no quiera como las limeñas plancharse el pelo, usar medias nylon, harto maquillaje y a la que normalmente no le guste cocinar o planchar o cuidar niños, y nos reímos juntos de lo pretenciosas que nos hemos vuelto las mujeres. ¿Usted de dónde es? Me pregunta, pensando tal vez que solo una extranjera podría interesarse tanto en su vida. De aquí le digo, y le cuento de Ayacucho hace años, cuando Abimael Guzman era profesor en la universidad y yo pensé porqué estudiaran sociología o antropología y no agricultura o ganadería en un lugar como Ayacucho, le cuento de la feria de Acuchimay en donde vendían un zorro en plena venta de caballos, ¿Para qué sirve un zorro y es tan caro, pregunté? Y me contestaron que traía suerte, que traía cuyes y conejos, estaban vendiendo un zorro ladrón. Raúl se reía mientras conversábamos reconociendo las imágenes de lo que estábamos hablando. Hablamos de Tarma, de la belleza de sus flores y de Oxapampa preciosa. Le enseñé dónde queda radio Marica y él la sintonizó ahí mismo y nuestra conversación estuvo animada por lindas canciones en inglés, bien seleccionada de las antiguas. El tráfico desapareció durante esa hora en la que conversamos sin parar. Me ofreció que vendría a visitarme que me traería un cafeto y que me enseñaría a cosechar y tostar el café de la planta que tengo y que me da unas hermosas pepitas rojas, oro negro. Me traería un platanal , hay muchas variedades y conocería mi huerta en la que ahora están creciendo zapallitos italianos y pimientos, apios y poros. Mi padre sí tiene mano para las verduras, me dice, hasta tomates cultiva que son tan difíciles. Le cuento que le debo la vida a un obrero, que cuando me caí en un barril negro de construcción buscando una piedrita brillante para mi colección de piedras, cuando todos los obreros descansaban en el parque, al viejo Calendario Flores, que ya debe estar muerto, porque esto fue cuando yo tendría seis años, vino a buscar algo y me encontró a mí zambullida en el barril ahogándome. Hemos llegado a casa de mi mamá. Que pena se acabó el camino y nuestra amable conversación. Si tenía dolor de cabeza se me había pasado. Gracias Raúl, espero tu visita, será un placer.

Mujeres hermosas


FRANZ XAVER WINTERHALTER

(Menzenschwand, 1805-Frankfurt del Main, 1873) Pintor alemán. Inició su actividad como litógrafo, y posteriormente se dedicó al retrato. En 1834 se estableció en París, donde se convirtió en el retratista de moda. También pintó escenas de género, no tan conocidas como sus retratos de príncipes y miembros de la alta sociedad europea.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Una canción triste y hermosa

Mi querida amiga Carmen Rico Coira me manda desde Galicia esta preciosa canción que me llega al alma y comparto con ustedes. Mil gracias querida Carmen.

Invierno de Vivaldi en Venecia

El carnaval de Venecia debe ser algo tan hermoso, la nieve, las máscaras, Venecia en sí. Y si a eso le añadimos "El invierno" de las estaciones de Vivaldi, entonces tenemos algo soñado:

El camino al que nos invita Frost

El camino no elegido Robert Frost




Dos caminos se bifurcaban en un bosque amarillo,
Y apenado por no poder tomar los dos
Siendo un viajero solo, largo tiempo estuve de pie
Mirando uno de ellos tan lejos como pude,
Hasta donde se perdía en la espesura;

Entonces tomé el otro, imparcialmente,
Y habiendo tenido quizás la elección acertada,
Pues era tupido y requería uso;
Aunque en cuanto a lo que vi allí
Hubiera elegido cualquiera de los dos.

Y ambos esa mañana yacían igualmente,
¡Oh, había guardado aquel primero para otro día!
Aun sabiendo el modo en que las cosas siguen adelante,
Dudé si debía haber regresado sobre mis pasos.

Debo estar diciendo esto con un suspiro
De aquí a la eternidad:
Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia.

Versión de Agustí Bartra

Programa para compartir en esta Navidad

Me cuenta mi hija Sybila que el colegio de mi nieta Rafaela se ha unido a este programa de ayuda para esta Navidad. Excelente idea que podemos hacer tambien nosotros, en nuestra organización o personalmente. Todo lo que se necesita es juntar una caja de zapatos y el deseo de dar. En Youtube hay otros videos del mismo programa para quien quiera verlos.




Beethoven Himno a la alegría

Una forma de curarse de cualquier mal es dejando que la música nos invada. Hay un refrán que dice: En el teatro todo se arregla con música.

Capilla gótica: La Saint Chapelle

Un lugar que no puede dejarse de visitar si uno va a Paris. La Bella Saint Chapelle.

Ryuichi Sakamoto al piano



domingo, 13 de noviembre de 2011

Paris y Tango

Mi padre amaba Paris y eso me lo transmitió. Las visitas que he tenido la suerte de hacer a esta bella ciudad me han llenado siempre de felicidad. El sena, La Madeleine, el barrio latino, los campos Eliseos. Cada rincón y su música, el metro, los besos bajo los puentes, la isla San Luis. Todo me parece precioso. Quizás porque siempre escuché contar a mi padre sobre la bella Paris y con la imaginación la fui creando y la amé como él. A manera de anécdota cuando mis padres cantaban esta canción yo de muy niña pensaba que decían: "Ceci es buena."



También le gustaba el tango, lo bailaba con mi madre para nuestra felicidad y también lo cantaba con mucho gusto y entonación. El contaba que su madre tocaba el piano y su padre cantaba. Durante un tiempo tocó con mucho gusto el acordeón.

Sobre el abuelo

Chiara mi hija nos cuenta un poco cómo era para ella el abuelo Lucho, lo compartió con sus amigos y yo aquí lo agradezco y lo comparto.


Otro homenaje a mi abuelo que nos dejó para seguir viajando.
de Chiara Roggero, el Martes, 08 de noviembre de 2011 a las 15:16.
Mi abuelo era un hombre alto, en todo el sentido de la palabra alto; es decir siempre estuvo por encima de los demás. Lo curioso es que nunca se atrevió a dar señas de que lo estaba. Pero yo lo sabía. Era un hombre sabio y por más humilde que quiera ser, un hombre sabio no puede esconder su sabiduría. Mi abuelo tenía muy claro algunas cosas que muchos olvidamos o que directamente no sabemos. Para ser feliz hay que ser feliz, podría haber pensado mi abuelo. Quizás por eso le daba tanta importancia al sentido del humor. Mi abuelo era como un antesesor de Chespirito, pero con bigote y nariz grande. Siempre encontraba la manera de darle vuelta a las cosas, cada vez que era mi santo, me llamaba y me decía: ¿no me vas a saludar? Es mi santo! Era de esas personas que contaba los chistes con seriedad (no cualquiera puede) y no sé cómo hacía, pero la ironía que suele ser un poco burda, él la trasformaba en elegante. Elegante era mi abuelo. Siempre bien vestido, perfumado, con los zapatos limpios y digamos que bien peinado aunque desde que recuerdo, nunca fue un hombre de pelo. Mi abuelo era metódico. Tomaba desayuno a la misma hora todos los días, no puedo olvidar verlo comer sus galletas Field con mantequilla y mermelada y qué ricas se veían cuando se salía la mermelada roja por los huequitos de la galleta. En épocas en donde el lonche está en peligro de extinción, mi abuelo seguía tomando lonche y todas las tardes, se tomaba un cafecito en la Pastelería San Antonio de la Avenida Angamos.
Mi abuelo era un apasionado de su carrera. Era ingeniero civil y se volvía loco con las construcciones europeas, los puentes y las obras de magnitudes importantes. Nunca paró de estudiar, ni un solo día, y se encargó de escribir todo lo que sabía. De hecho fue un hombre que a pesar de su avanzada edad, se aventuró al Internet y lo dominó como un adolescente. Mi abuelo me enseñó que uno tiene que amar lo que hace, porque solo de la pasión salen las cosas importantes y solo con pasión se puede ser feliz. Quizás por eso amó tanto a mi abuela. Su amor era generoso por todos lados, desprejuiciado, entregado, sin límites. Unos días antes de morir, mi abuelo le dio a mi abuela un beso de quinceañeros. Qué ternura y qué alivio saber que se puede amar para toda la vida, esto para los que alguna vez pecamos de suspicaces con el amor.
Mi abuelo tuvo un derrame cerebral que al 99% de las personas que le da este tipo de derrame, los termina matando, pero a mi abuelo no lo mató. Será por tantas ideas, tanto conocimiento, tantos pensamientos que tenía, que no era fácil ganarle así no más. Estuvo en cuidado intensivos y no podía hablar. Mi mamá le acercó un papel y un lapicero para que escribiera lo que estaba sintiendo o lo que estaba pensando. Mi abuelo agarró el lapicero y empuñó su firma: Luis Bustamante Pérez-Rosas. Para mí ese gesto fue un gesto lleno de inteligencia y originalidad, como quien escribe una carta y termina con una firma, mi abuela firmó su vida, literalmente firmó el final de su vida.
Queda en mi corazón un hombre terco por lo correcto, un hombre que se aferró fielmente a su bigote, un hombre que amó a su mujer y a sus hijos con todo su amor, un abuelo interesante, culto y divertido. A dónde estés abuelo, te mando un beso enorme y espero que te hayas encontrado con todos Los Fantásticos (mi abuelo llamaba así a sus amigos, y se lamentaba de ser el último Fantástico que quedaba vivo). Sigue siendo feliz y de vez en cuando, sóplame un chiste para reírme y hacer reír, como tú siempre lo hiciste.

Te quiero mucho. Tu nieta de medio: Chiara.

Una crónica de mi padre


Mi hijo Alonso estaba en Londres el día en que murió su abuelo, mi padre. Con el deseo de rendirle tributo colgó en su Facebook esta crónica de mi padre que yo agradezco y aquí comparto.
Un pequeño tributo a mi abuelo Lucho quien hoy inicia un nuevo viaje.
de Alonso Roggero,
El Martes, 08 de noviembre de 2011 a las 14:08.A los 92 años, esta madrugada, mi abuelo Lucho pártió. Sabía mucho de todo, y todo lo explicaba de forma tan sencilla y divertida. Como un pequeño tributo a él, y a propósito del viaje que él hoy inicia, aqui comparto un lindo y especial texto suyo sobre sus vivencias viajeras.
Los primeros desplazamientos.
De haber nacido, dentro de la clase media, en algún departamento de la costa del país, mi primer viaje hubiera sido, con seguridad, en un barco para conocer Lima. Pero por haber sido limeño, y mi primera infancia barranquina, las primeras sensaciones del transporte se generaron en el viejo funicular que, partiendo del final de la calle Domeyer, llegaba a los baños de Barranco. Como nuestra casa era vecina a la estación del funicular, los chicos bajábamos y subíamos tantas veces como queríamos, sin pagar un centavo. Más tarde descubriríamos el gran tranvía de Lima a Chorrillos . La música acompasada de las ruedas en las juntas de los rieles y los diferentes paisajes que recorríamos al lado de las chacras, eran un gran entretenimiento para los pasajeros. La salida de Lima, desde la Plaza San Martín, pasaba por el Panóptico, la gran prisión de Lima, con su sobria fachada de piedra almohadillada y ladrillo y un enorme portón de bronce, y se detenía en el Paseo Colón, en donde había un paradero techado con una bóveda de vidrio, en el que los “conductores” recogían sus boletos, al costado del gran restaurante Zoológico, el más grande de la capital. Al llegar a Miraflores, un pequeño omnibus – para el que servía el mismo boleto del tranvía – “el urbanito”, te acercaba a tu destino. Después, los flamantes tranvías a La Punta nos llevaron en el verano a bañarnos en Cantolao, Punta-Punta o La Arenilla, para cuyo efecto comprábamos abonos semanales. Había también un tranvía a la Magdalena y dos líneas urbanas, una que partía de la Plaza Bolognesi y llegaba a la Plaza Cinco Esquinas, en los Barrios Altos, pasando por delante del palacio de gobierno y otra que llegaba a la Alameda de los Descalzos. El transporte en tranvía era relativamente lento por las numerosas paradas, pero los asientos eran cómodos y el pasadizo amplio. En las horas de congestión, había pasajeros parados o apiñados en la parte posterior y no faltaban los palomillas que gorreaban tranvía, ya sea en las gradas de subida o colgándose de la parte de afuera.
Más tarde, un paseo dominguero era para algunos chicos el tren al Callao –que tomábamos en la estación de La Palma, porque entonces vivíamos en La Colmena – y que nos llevaba al puerto, en donde, con otros amigos, alquilábamos un bote de remos, para pasear por la rada y, con buen tiempo, frente a las playas de Chucuito y La Punta. Alguna vez hacíamos también paseos en tren a Ancón, a Huacho, a Lurín, o en auto a Ica.
Pero todo esto eran más traslados que viajes. El primero “de verdad” sucedió cuando mi padre fue destinado como agregado militar a la Legación del Perú en el Brasil. Nos embarcamos en el Callao en el H.M.S. Orita, de la Pacific Steam Navigation Company, que en cuatro días nos llevó a Valparaíso, quizás el recuerdo de viaje más grato que conservo. Cada mañana, al despertar, a través de las claraboyas, se veía un mar distinto, otro cielo, una diferente línea de tierra en el fondo, distintos acompañantes marinos – bufeos, tiburones, grandes peces - que seguían al barco para recibir su ración de desperdicios. Yo tenía nueve años y una gran pasión por la geografía, quizás debida a las lecturas de Julio Verne. Sobre un mapamundi ubicaba la posición del barco con los datos que pedía a algún oficial sobre la latitud y la longitud. Y conste que no quiero hacer creer que yo era un genio precoz, porque esa tarea no era más difícil que la que hace cualquier chico de esa edad hoy día con las computadoras. Lo que también recuerdo con deleite era la cantidad de comida y golosinas que nos reglaban durante todo el día.
En Valparaíso estuvimos unas semanas, las necesarias para que mi hermana Aurora contrajera una tifoidea, que su novio italiano viajara del Callao a Valparaíso en otro barco y que Aurora contrajera también matrimonio con gran pompa en la iglesia matriz de ese puerto. Otras tantas semanas en Santiago, para después tomar el ferrocarril trasandino a Buenos Aires, que demoraba dos días y sus noches. Buenos Aires nos causó una gran impresión, con sus hoteles y palacetes, de pisos muy altos y grandes puertas iguales a las que veríamos años más tarde en Europa. Allí nos embarcamos en el General Osorio, un buque alemán, con destino a Río de Janeiro, con escalas en Montevideo, Florianópolis y Santos. En el Golfo de Santa Catarina nos cogió un tremendo temporal que convirtió la gran nave en una cajita de fósforos.
La llegada por mar a Río de Janeiro – la famosa “entrada da bahía” de entonces, un espectáculo merecedor del premio Nobel de la belleza, que hoy día – en plena época del transporte aéreo - sólo puede apreciar quien alquile una embarcación o sea invitado por algún gran empresario. Quien la disfrutó una vez, nunca la olvidará.
Encuentros con la historia
Nuestra estancia en Brasil fue de casi tres años. En ese largo período, además de asistir a un colegio en Río, fuimos testigos de algunos importantes acontecimientos mundiales de gran interés: el primero fue la llegada a Río de Janeiro de una escuadrilla de bombarderos italianos al mando del comandante Italo Balbo, entonces ministro de aeronáutica de Mussolini, en la época en que los aviones tenían todavía muy poca autonomía de vuelo, pues hay que recordar que Lindbergh había sido el primer piloto que atravesó el Atlántico sin escalas, sólo tres años antes. Otra novedad que llegó por el aire fue el dirigible alemán Graf Zeppelin, que conmovió a los brasileños. Nosotros, en el colegio, concursábamos dibujando al hermoso dirigible, que visitaba por primera vez América del Sur. También fuimos testigos de la inauguración de la estatua del Cristo Redentor en el Morro do Corcovado. Meses antes habíamos subido hasta el tope de la montaña por el funicular que llevaba hasta el más alto mirador de Río, y pudimos ver los trozos de la estatua, que se estaban transportando para después ensamblarlos, distinguiéndose una mano, abierta y parada, que medía unos 6 metros de largo. Terminada la obra poco después, esculpida en granito, la estatua se alza unos 30 metros sobre su pedestal. La ceremonia de inauguración, que se hizo de noche, comprendió su iluminación, que fue activada desde Roma por Guglielmo Marconi, el gran inventor de la trasmisión por radio, acto que en esa ocasión fue un gran logro de la tecnología.
El síndrome revolucionario
La caída de la bolsa de New York, en 1929 - el famoso “crac”, o también “la gran depresión”- repercutió de inmediato en todas las economías latinoamericanas. La quiebra de los grandes bancos norteamericanos se llevó los ahorros de los poderosos y limitó la capacidad de los gobiernos para enfrentar su desarrollo. Estas circunstancias aumentaron el descontento popular por las tiranías enquistadas en la región y se produjeron, una tras otra, las revoluciones sudamericanas, principalmente en el Perú, Chile, Argentina y Brasil, y en la mayoría de los casos, siguió una época de militarismo que duró varios años. En el Perú, el comandante Sánchez Cerro derroca a Leguía, en 1930, es asesinado tres años después y el mariscal Benavides ocupa el sillón de Pizarro. Recién en 1939 se restaura la democracia con la elección de Manuel Prado, aunque más tarde tendríamos las experiencias golpistas de Odría, Pérez Godoy y Velasco Alvarado. En Chile, el presidente General Carlos Ibáñez del Campo fue derrocado por un levantamiento militar en 1931, y en 1932 se elige a Arturo Alessandri. Tras varios gobiernos civiles, toma el poder el general Augusto Pinochet en 1973 iniciando una dictadura que duró hasta 1988. En la Argentina, el presidente Hipólito Yrigoyen – también en 1930 – fue despojado del poder por el general José Félix Uriburu, dando inicio a una larga serie de gobiernos civiles y militares, aunque estos últimos – incluyendo por cierto a Perón - no perdieron nunca el control del país hasta la vuelta a la democracia en 1983 bajo el gobierno de Alfonsín.
En Brasil terminaba su período como presidente de la república, en 1930, Washington Luis Pereyra de Souza. Las elecciones convocadas para sustituirlo dan como ganador al paulista Julio Prestes. Sin embargo, alegando fraude, se levanta el candidato perdedor, Getulio Vargas y, tras una cruenta guerra civil, se hace del poder. Con gran popularidad, y apoyado por las izquierdas, gobierna en varias ocasiones y finalmente decide dimitir en 1954, transfiere el gobierno a Joao Café Filho y se suicida pocos días después.
Fue, sin duda, la revolución brasileña la que nos tocó presenciar en todo su desarrollo. Como en el Perú el gobierno de Sánchez Cerro había suprimido las agregadurías militares, y con ellas los sueldos, tuvimos que dejar nuestra residencia de la Praia de Botafogo y mudarnos a una pensión ubicada en la esquina de la rúa Marquez de Abrantes y la Avenida Paysandú, en cuyo extremo estaba el palacio presidencial de Guanabara. Los primeros días, desde ese palco, veíamos pasar en uno u otro sentido, carros tanques del ejército y vehículos de toda clase llenos de revolucionarios armados, hombres y mujeres, con uniformes verdes y pañuelos rojos al cuello. Las balas zumbaban a toda hora y era peligroso asomarse a las ventanas, precaución que por lo general no cumplíamos. Por fin hubo de renunciar el “barbado” Washington Luiz, y unos días después Getulio hizo su entrada triunfal a Río, en un espectáculo precursor del carnaval. Días antes habíamos visto pasar por las calles de Río el entierro de Joao Pessoa, gobernador de Paraíba, que había sido asesinado. Los diarios decían que asistieron a ese acto unos dos millones de personas.
Por fin nos llegaron los pasajes de regreso: barco hasta Buenos Aires, ciudad que mostraba algunas cicatrices de su revolución en los edificios. El viaje en el trasandino hasta Santiago fue normal, solo que en los coches había unos carteles pidiendo a los pasajeros que observaran y comunicaran cualquier persona u objeto sospechosos, porque habían sucedido ya algunos atentados contra los trenes. Después de unos días en Santiago y Valparaíso, nos embarcamos en el Huasco, de la Compañía Sudamericana de Vapores (chilena) que demoró once días hasta el Callao. La razón para tomar este barco, que hacía paradas en todos los puertos, pequeños y grandes para dejar y recoger carga, fue que estando en Santiago, mi padre había recibido la orden de apurar el viaje, para hacerse cargo de la cartera de Guerra, justamente en la época en que prácticamente se cambiaba de presidente cada día –incluyendo entre ellos al arzobispo de Lima- y por cierto, cuando llegamos ya había otro panorama político.
Llegando a Lima, nos alojamos en una pensión en la Colmena, y la misma noche de nuestra llegada, se produjo el levantamiento del sargento Huapaya en el fuerte de Santa Catalina (ahora Avenida Abancay). Por la noche oíamos las balas por todas partes, y al día siguiente se habló de muchos soldados y civiles muertos.
Nuevos tiempos
Los años 30 a 50 cambiaron la fisonomía de los viajes. Por un lado, se completan la carretera Panamericana y la Central, y no fue ya indispensable transportarse por barco a lo largo del litoral peruano. Más aún, la Compañía de Aviación Faucett dentro del Perú, y la Panagra dentro y fuera del territorio nacional, permitían llegar a las principales ciudades peruanas y recorrer el continente de sur a norte. Mi primer viaje en avión fue para hacerme de un puesto de ingeniero de carreteras en Arequipa, ciudad a la que llegué en tres horas a bordo de uno de aquellos famosos monoplanos Stinson, color naranja, de Faucett, que se movían como cometas pero que, en los muchos años que volaron no tuvieron un solo accidente fatal. Se abordaba el avión, para un máximo de nueve pasajeros, en el campo de Santa Cruz, ubicado entre el cuartel San Martín, en Miraflores y el actual Colegio de Belén. El recorrido para tomar altura pasaba por el Country Club y Miraflores, hasta el mar, a unos trescientos o cuatrocientos metros de altura. La cabina tenía asientos individuales en los lados y uno largo en el fondo, mientras que el piloto y el copiloto (que no siempre había) quedaban adelante, a la vista, y uno podía seguir todas las maniobras.
Uno de los más claros índices del progreso es la velocidad a la que puede viajar el hombre de un punto a otro. En la época colonial, una persona podía trasladarse por mar a España en un plazo de unos seis meses, haciendo escalas en Panamá, La Habana, Puerto Rico y las Islas Canarias. En esa misma época,
De Lima a Buenos Aires, por Oruro y Rosario, se tardaba unos dos meses, cabalgando las expertas mulas tucumanas. Con la República llegó el ferrocarril, que acortó los tiempos para llegar de Lima a la Oroya y de Mollendo a Arequipa y Cusco en unas horas, pero los otros traslados siguieron siendo a lomo de mula o en barco por la costa. El automóvil llega a comienzos del siglo XX y la aviación comercial en los años 30. Entre mis viejos documentos, conservo un ejemplar de la revista “Panorama” de lo años 40, que tiene, en su contra carátula, un aviso de propaganda de Panagra, que indicaba, por ejemplo: Que de Lima a Santiago, el viaje duraba un día; dos días a Panamá, tres a México o Cuba; cuatro días a Miami y cinco a New York, mientras que a Buenos Aires se tomaban tres días. Debe aclararse que gran parte de la culpa de estos largos tiempos radicaba en que sólo se volaba de día y era necesario pernoctar en las escalas. Como dato curioso, merece la pena consignar que cuando se viajaba de Sudamérica a Norteamérica, a los pasajeros les obsequiaban un diploma, firmado por Neptuno, el rey de lo mares, por haber cruzado la línea ecuatorial, inspirados en el gran ceremonial del cruce del ecuador de los grandes transatlánticos. Y como corolario, recordamos que los viajes en barco hacia Europa o Estados Unidos hicieron populares los famosos baúles-ropero, con colgadores de vestidos en un lado y cajonería en el otro. Habría que añadir, por último, que existía el afán de coleccionar etiquetas (stickers los llamamos hoy) pegadas en baúles y maletas, con los logos de las líneas de navegación, los nombres de aviones y trenes, hoteles, etc. Mientras más etiquetas tenía el equipaje, más “viajado” se mostraba su dueño. “O témpora, o mores”, decían nostálgicamente los romanos: “qué tiempos, qué costumbres”.
Pero el jet achicaría la tierra de tal modo que los aviones Concorde llegaron a su destino más temprano que la hora de salida. Por apuro real o por extravagancia, algunos ejecutivos se daban el lujo de desayunar en Nueva York, viajar a París y regresar después de almuerzo. Afortunadamente, se han suprimido por ahora los vuelos supersónicos comerciales, que mataban el placer de viajar en tiempo racional. Ecos de guerra
Primero la Guerra Civil Española y después la Segunda Guerra Mundial, arrasaron Europa y gran parte de Asia, Africa y el Pacífico Oriental. Día a día – en nuestra época universitaria - era el principal tema de atención y de las disputas entre pro y contra de cada uno de los bandos. Pero, como todo en la vida, esas grandes tragedias se apagaron un buen día para dar paso, como un nuevo ídolo, al progreso, palabra ambivalente que en la mayor parte de los casos sigue sin funcionar.
Recién terminada la guerra, yo me acababa de casar, y uno de los más grandes y obsesivos ideales de la nueva pareja era viajar a Europa. Con grandes trámites, conseguí una beca para estudiar urbanismo en Turín, y Elsie contaba con conseguir allá un trabajo que nos ayudase a sobrevivir en un país arrasado por la guerra y pobre de solemnidad. Enterado de mi posible viaje, un ex profesor mío, el general José del Carmen Marín, cuya esposa era alemana, inmovilizada en Europa durante el conflicto, me consiguió pasajes en el BAP Rímac, que iba a Génova a recoger repatriados peruanos, pidiéndome que yo me ocupase personalmente de embarcar a su mujer en el viaje de regreso. Para complicar aun más las cosas, se adhirió al equipo Olguita Benavides Corbacho, muy amiga de Elsie. Pero el hombre propone y Dios dispone: a pocos días de embarcarnos, Elsie me trajo la noticia de que mi primer hijo estaba en camino, lo que echó por tierra la beca en Turín, el viaje en el Rímac y nuestros deseos de conocer Europa. Para Olguita Benavides la cosa no salió tan mal, porque ya conectada con los adecuados resortes, consiguió que para el siguiente viaje del Rímac – esta vez a California – se le reservase una plaza. Efectivamente, viajó un año después y formó en Estados Unidos una familia, echando nuevas raíces. Viuda dos veces y habiendo perdido a un hijo, vive hoy a la orilla de un lago, en el interior de San Francisco. De vez en cuando nos vemos con ella, aquí o allá, y revivimos gratos recuerdos comunes.
So this is the United States
Uno de mis primeros trabajos profesionales fue la Central Hidroeléctrica del Cañón del Pato. Mis jefes máximos eran dos ingenieros norteamericanos, del Bureau of Reclamation. Uno de ellos, Andrew Komora, tenía un buen amigo que estaba dirigiendo la construcción de una gran represa en el estado de Georgia, cerca de Augusta, sobre el río Savannah y ofreció conseguirme allá un puesto. Un par de cartas de ida y otras tantas de respuesta, y ya estábamos embarcándonos en un cuadrimotor a hélice, de la Braniff, Elsie, yo, Javier de un año y el proyecto de Cecilia, un diciembre de 1949. La salida de Lima se demoró porque se había malogrado el arrancador de un motor y tuvieron que sacarle a uno para arrancar el otro, mientras que los pasajeros veíamos con terror cómo ponían escaleras por fuera, sacaban las tapas de los motores y hacían su mecánica a medida que arrancaban uno a uno los motores. Lo mismo sucedió con la escala en Guayaquil, que por eso duró más de una hora. Como todos sabemos – o creemos saber – diciembre es el mes de invierno en Estados Unidos y por ello nos equipamos como para ir al polo, sin contar que podíamos perder la conexión en La Habana, lo que realmente sucedió. Al llegar a La Habana, subió al avión una cuadrilla de sanitarios, que fumigó al mismo tiempo avión y pasajeros y luego tuvimos que estar unas cuatro horas en la capital de la diversión, con un niño y medio a cuestas, maletas, bolsas y abrigos, y un calor de morirse. En tales condiciones, nuestra permanencia en La Habana se redujo a un traslado en taxi del aeropuerto a la plaza principal, den donde no nos quedó nada mejor que hacer que meternos a la catedral a esperar que pase el tiempo. La segunda etapa a Miami, otra larga espera para la conexión a Jacksonville y por fin el vuelo a Augusta en un avioncito muy poco más grande que los Stinson de Faucett. El invierno norteamericano que encontramos fue una real estafa, y nuestras ropas de lana sólo nos sirvieron cuando un año después viajamos por tierra a New York.
Yo había salido del Perú con el propósito de emigrar definitivamente, porque no soportaba el autoritarismo del gobierno de Odría. Sin embargo, en los dos años y medios que pasamos en USA pudimos apreciar en profundidad el “american way of life” y no dudamos en volver a casa al terminarse los trabajos. Entre otras causas, entre mis vecinos y yo se había armado un odio profundo desde el primer día que ocupé una hermosa casita, y la razón eran los veinte metros de jardín frontal del que se supone yo debía cortar el grass por lo menos dos veces por semana. Como yo tenía que levantarme diariamente a las 6 de la mañana, preparar el desayuno y mi lonchera, manejar una hora hasta la represa y llegar de regreso a las 7 de la noche, no tenía fuerzas para mover el cortador de pasto y, por el contrario, comenzó a gustarme el aspecto de mi jardín que parecía una selva tropical.
En Augusta nació mi hija Cecilia, en medio de un calor insoportable. Hace pocos años, Elsie y yo regresamos a esa pequeña ciudad, acompañados por nuestra hija, y visitamos, entre otras cosas, el hospital en donde se produjo el parto, las casas en donde habíamos vivido y la represa en cuya construcción trabajé. A pesar de los cambios naturales ocurridos en varios decenios, pudimos revivir in situ los recuerdos –buenos y malos- en un emotivo reencuentro con el pasado.
Paris bien vale una misa
De regreso al Perú, me costó mucho reanudar mi sistema de trabajo, sin embargo, llegaron algunos contratos y gané una licitación para canalizar una acequia que iba desde el río Rimac hasta la playa de Miraflores. Y además conseguí algunos clientes preferenciales como Cosmana y Hochschild, lo que me permitió construir mi primera casa propia, que vendí y construí dos, que finalmente vendí también y terminé en el caserón de Batallón Callao y la casita de Ancón. Sería ingrato no mencionar que todos estas éxitos - además de Jorge, que vino por entonces - fueron el fruto del trabajo conjunto de la sociedad conyugal . Mientras tanto, el sueño del viaje a Europa se mantenía firme y nos inscribimos Elsie y yo en la Alianza Francesa para estudiar esa lengua. De allí salió un premio de la embajada, la amistad con Michel Berveiller, agregado cultural, y una beca de seis meses en Francia.
En la primavera francesa de 1957, dejando a los niños al cuidado de su abuela materna, viajamos a París, en un avión Superconstellation de Air France, turbo-jet, vale decir, medio hélice, medio jet. El viaje se hacía en etapas: la primera a Nueva York, en donde se pernoctaba, con escala en México. Al día siguiente, de Nueva York al aeropuerto de Orly, en París, con escalas en Gander (Terranova, Canadá) y en Belfast (Irlanda). El primer encuentro con París, que ya conocía bastante por lo que había leído y visto en los numerosos libros que, como premios, nos había regalado la Alianza Francesa, fue algo así como el principio de una nueva etapa de nuestras vidas. Baste decir que la noche de mi llegada, luego de registrarme en un hotel en el “6º arrondissement”, salí a caminar y en una interminable noche gasté las suelas de un par de zapatos. En ese momento, estaba muy lejos de pensar que habría de regresar a la gran ciudad muchas veces después.
(continuará)
Así puso mi abuelo, “(continuará)”, y con seguridad que así será.