domingo, 25 de noviembre de 2012

Un cuento contra la violencia

Se me invitó a a participar con un cuento contra la violencia de género de no más de 150 palabras. Este proyecto, "Basta", que reúne a cien autoras con el ánimo de comunicar el dolor de las mujeres que sufren violencia, fue primero realizado en Chile por Pía Barros y ahora se ha hecho realidad en el Perú por Cucha del Aguila y Christiane Félip Vidal.




Vera

(abandono de hogar)

Vera le da un último abrazo a su hijito mayor, se esconde, deja a su hijita de dos meses encargada a su madre, se esconde, y luego huye, abandona Cutervo, parece un venado al que han perseguido demasiado.
Huye hasta llegar a Lima, busca un trabajo, se cambia a otro, recupera la sonrisa, se corta las trenzas, a veces se atreve a cantar. Es todavía una niña, le gusta jugar.
Vera trabaja en mi casa y cuida a mi hija menor. Un día, luego de hacerle ver que algo le ha salido mal, que se ha equivocado, Vera se esconde, huye, la busco hasta encontrarla refugiada en su cuarto. Un pañuelo blanco como una gasa, le cubre la cara como si tuviese vergüenza, como si no dejarse ver fuese una forma de desaparecer, de esconderse como cuando una juega con un niño. Vera, ¿qué te pasa ?¿Por qué te escondes ? Tras la gasa que no consigo retirar descubro que está llorando, extraña a su hijita, me digo, a su hijito mayor que está con su papá, llora porque debe contentarse con mandar un vestidito, una muñeca, unos zapatos blancos a Lucía su bebita, que crece sin verla, sin saber que la quiere, sin entender que un día huyó porque ya no podía soportar escuchar esos gritos, ni los golpes en lugar de las caricias, el interrogatorio celoso, la mirada que era capaz de matar.
Vera, 19 años, dos hijos, sabe cortar leña, sembrar, cosechar, preparar la comida para los trabajadores, teje, prende el fuego, muele ajíes, sabe estar a oscuras en silencio sin dejar escapar una lágrima mientras él le hace el amor como un toro bravo y tenaz.



Life is beautiful Banksy Thierry Guetta

Revisando los posts más visitados de mi blog encuentro que este de Banksy el artista
británico, tiene mucha acogida. Entonces añado esta película sobre arte de la calle en donde aparece Banksy y otros grafiteros y se crea e inventa un nuevo artista : Thierry Guetta se convierte en Mr. Brainwash, para que la disfruten. Es un excelente video, muy entretenido que te hace pensar en el arte y su importancia, en la creación de un artista y en el montaje de una exposición.






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Banksy "Exit through the gift shop" from Danny Alastre on Vimeo.

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Una memoria de mi amigo José Carlos Huayhuaca

No pude asistir a la presentación del último libro de mi amigo José Carlos Huayhuaca llamado “Elogio de la luz, y otros amores”.José Carlos ha tenido la gentileza de mandarme una de sus memorias-ensayo que me ha encantado. El viaje iniciático de un muchacho que regresa a casa convertido en un hombre. Su lectura me ha dejado con mucho deseo de leer todo el libro, así que lo recomiendo y salgo a buscarlo a librerías.




Bajo el signo del Cometa
XVI
Mientras mi hermano mayor trajinaba afuera, por su cuenta y riesgo, yo estaba todo el tiempo “adentro”, a tiro de ojo de mamá. Aún mi padre, que entonces me parecía poco menos que un ogro, estaba pendiente de lo que hacía y lo que me pasaba. Pero él y yo tuvimos la mala suerte de no haber sido nunca amigos, y de que lo enfrentase todo el tiempo, en particular con el método de la resistencia pasiva o, peor aún, de la ignorancia olímpica. En cierto momento, la desavenencia causó que el ambiente del hogar se volviera, no solo ingrato sino irrespirable (o eso sentía yo). Entonces me escapé, esta vez físicamente, de la casa.
Contó, además, el ejemplo de los hippies, ya mencionados. Su trashumancia, su disponibilidad, su sentido de la aventura, fue sin duda un fuerte estímulo. Era a principios de 1970, cuando mi íntimo amigo Teo Paredes y yo decidimos viajar al sur “tirando dedo”, hasta Santiago de Chile y más allá, con solo una mochila a la espalda. El viaje fue preparado subrepticiamente, por lo menos de mi parte, ya que Teo no tenía el mismo tipo de problemas. Un buen día, simplemente desaparecí, y las reacciones que esto provocó en casa, ustedes las podrán imaginar sin mi ayuda. Posteriormente supe que me buscaron por todos lados, hasta que algún amigo no pudo callar el secreto, pero ya era demasiado tarde para intentar detenernos.
Por parte nuestra, desbordábamos de alegría y vitalidad y el team que conformamos tenía sus fortalezas balanceadas. Teo se atrevía a todo y yo era un buen estratega. Nos pusimos diversas reglas, que ya casi no recuerdo, salvo una, decisiva: no gastar un solo céntimo en desplazamientos, alimentos o techo. Tendríamos que buscárnoslas a como diera lugar. Claro que hicimos, con la anticipación debida, los contactos necesarios -de ninguna manera con parientes; solo con amigos, o amigos de amigos-, al menos respecto a las estaciones grandes: Arequipa, Tacna, Arica y demás. Pero en relación a las intermedias o a las inesperadas (¿hasta dónde nos “jalaría” cada vehículo que accediera a llevarnos?), todo dependería de nuestros recursos de supervivencia. Y así ocurrió. Por lo menos un par de veces, fuimos tratados a cuerpo de rey, con trago fino, piyamas de seda (¡gracias Ronnie Franco, ahí donde estés!), camas mullidas, ducha caliente y opíparos desayunos; otras, la mayoría, recurrimos a comisarías, puertas de tiendas que ya hubieran cerrado, algún rincón de los grifos o al puro descampado, apoyados en las mochilas, un poco deformes y que parecían sacos de papas, pues eran hechizas. En restoranes, mercados y similares, teníamos que seducir a la gente. Teo tocaba el rondín (Dylan era, siquiera en eso, un role model) y yo cantaba en francés, inglés, italiano y portugués; Teo era excelente contando chistes, de repertorio o improvisados (Lenny Bruce y los profesionales del one liner habrían levantado la ceja con interés), y yo recitaba (o más bien representaba) poemas cultos, que incluían a Vallejo, Darío, Sabines, Neruda y similares, pero sobre todo los sonetos bufos de Sofocleto, infalibles en los bares. Si no me equivoco, éramos dos muchachos con un charm casi irresistible: Teo, de un modo natural (lo conocíamos, debido a sus ocurrencias, como el “Loco Paredes”); yo, más bien gracias a mis dotes de actuación (no hay director de cine vocacional que no sea un actor eficiente), ya que en mi personalidad genuina soy, desde siempre, reservado hasta lo inescrutable.
Nos divertimos como locos la mayor parte del tiempo, hubo un sinfín de peripecias, pero también hambre y frío y sueño y miedo. Como nuestro atuendo era harto peculiar, y Teo llevaba el pelo hasta los hombros y la barba le comía la cara, en una ocasión, en un bar, un borracho de cuello y corbata (su rostro empolvado, curiosamente, como las señoras de la época, a quien alguien identificó como gerente de un banco local) nos comenzó a mirar feo. Segundos después despotricaba acusándolo a Teo de ser el hippie asesino de “la Sharon Táit” (trato de reproducir su peculiar pronunciación). En efecto, Teo, aunque mucho más alto, era idéntico a Charles Manson, cuyo close up figuraba en todas las primeras planas. El asunto se puso color de hormiga, y tuvimos que salir disparados, desperdigando las propinas. Lo peor, sin embargo, fueron las esperas de horas en carreteras desoladas, las cantimploras ya vacías, viendo con terror cómo el sol se ponía, sin que pasara un solo vehículo, o sin que los ocasionales quisieran recogernos. No voy a cansarles con una proliferación de anécdotas, salvo aquella que alcanzó, para nosotros, la categoría de prodigio.
Ya en el camino de regreso de este viaje que llegó a parecernos infinito (había durado un mes y medio), nos sentíamos extenuados cuando un granjero nos dejó en Moquegua, a eso de las 4 de la tarde. No teníamos ánimo de hacer monadas en ningún local a cambio de comida, así que permanecimos en la carretera, tirando dedo, con la sola aspiración de arribar a Arequipa cuanto antes, a casa de los Franco, donde sabíamos que nos devolverían a la vida. Las horas fueron pasando y nada. A las 11 de la noche, al borde mismo de la desesperación, fuimos a la comisaría a exponer nuestro problema. Al comisario de turno le bastó con mirarnos. Llamó a otro policía y salimos todos a la pista, donde detuvo, manu militari, a un camión, cuya caseta estaba ya llena, y simplemente le ordenó al chofer que llevara “a sus sobrinos” a Arequipa. No le besamos las manos porque no lo hubiera permitido. Nos instalamos en la tolva, colmada, hasta el borde superior de las barandas, de cajas de pescado congelado cubiertas con una gran tela como de carpa. Nos parecía estar sobre el techo de un tren en marcha, con nada de donde agarrarse, sin el menor tabique que nos protegiera del viento. Tras unas horas de viaje, la tela rezumaba agua, pues supongo que el calor de nuestros cuerpos causó una descongelación. Los dientes nos castañeteaban, a pesar de los guantes, los casacones de solapas levantadas, los sombreros embutidos hasta las cejas, y tuvimos que abrazarnos para no llorar de frío, ahí arriba, a la una o dos de la madrugada. No se cuánto tiempo tuve la cabeza gacha y los ojos cerrados, como si estuviera concentrado en el horror de contar, no los minutos, sino cada segundo, que se estiraba como un chicle antes de pasar de largo… En cierto momento, se me ocurrió levantar la mirada al cielo y me quedé inmóvil. Atiné a decir: “Loco, Loco, mira”. Tuve que insistir y sacudirlo; entonces Teo vio y se le descolgó la mandíbula: por encima y un poco delante de nosotros, refulgía un gran cometa de cabellera dorada y roja en medio del firmamento. Ni la Estrella de Belén hubiera podido competir con el astro que contemplábamos casi levitando, y cuya presencia nos acompañó por horas. No hubo más frío, no hubo más nada que el cometa, si acaso acompañado por la música imaginaria que oíamos en nuestro corazón. Era un milagro que no tratamos de explicar; era, simplemente, la bendición del Universo.

Habíamos estado, por pura casualidad, en el momento y en el lugar precisos -tal vez “a nivel mundial” (como dirían los locutores)- para que se viera en toda su magnificencia el cometa Bennett. Como durante el viaje no escuchábamos radio ni leíamos periódicos, no teníamos idea de lo que estaba ocurriendo en el mundo; de ahí la absoluta sorpresa y la sensación de milagro.

La vuelta al hogar fue dulcísima. Por fin me había dado real cuenta de lo privilegiado que era gracias mis padres, a los amigos, a los vecinos incluso y aún a la ciudad toda. Ocurrió que -como lo tuve claro después, no entonces- me había convertido en un adulto. Y lo había hecho del mejor modo posible, sin habérmelo propuesto: a través de un rito de pasaje, tan intenso, tan esencial como el de los jóvenes sioux de las praderas norteamericanas, o como el de los jóvenes cryptós de la antigua Esparta.

Como lo supe años más tarde, cuando me puse a estudiar antropología, el viaje cumplió con todos los requisitos de una genuina y dramática iniciación: me había apartado de la casa y de la abrigadora sociedad que conocía; había salido a lo abierto e indeterminado, enfrentando riesgos y demostrado coraje y recursos; me había reintegrado luego, pero con una nueva conciencia de mí mismo y de los demás, dispuesto a asumir responsabilidades. Los manuales que estudian estas cosas dicen que, tras tales pruebas, los jóvenes vuelven de su experiencia con un talismán o una marca en el cuerpo (como una cicatriz o un tatuaje). Yo traje la mía, no sin orgullo: un par de bigotes que, si bien ya desteñidos, ostento hasta el día de hoy.

Por fin estaba listo—aunque no supiera del todo para qué.

[1] Escribe Huayhuaca: “Una memoir, como las ‘memorias’, tiene que ver con la vida y los recuerdos de uno, pero, como la ‘memoria’ (esos reportes anuales de las empresas), se restringe a un período específico. Además, para escribirla no hay que ser alguien importante; cualquiera de nosotros, los peatones, puede dar ese tipo de testimonio sobre un aspecto de su vida, si lo siente retrospectivamente con cierto tipo de unidad interna y con algún grado particular de intensidad, y si es capaz de frasearla como una narración.”

Luminosa oscuridad


LUIS FERNANDO MORENO CLAROS ( del diario El País)

La diosa de la misericordia japonesa en una ilustración del siglo VIII.

Joseph Campbell (Nueva York, 1904-Honolulú, 1987) quedó maravillado por los mitos cuando, de niño, su padre lo llevó a ver un museo con vestigios de los indios sioux y conoció sus leyendas. Más tarde, consagró su vida al estudio de las creencias fundacionales de las diversas culturas y llegó a ser el más famoso divulgador norteamericano de mitología comparada. Enseñó que los mitos —desde su “luminosa oscuridad”— hablan al ser humano de su esencia más íntima y “reconcilian nuestra conciencia con las condiciones previas a su existencia”, ya que nos regresan a un antes de las cosas, a la unidad primordial que, a raíz de una misteriosa escisión, dejó de ser plena y pura. Así lo ilustran, por ejemplo, el mito del paraíso perdido —común a varias culturas— con la creación de Adán y Eva; o las Upanishad, los textos sagrados de la India, al revelar que cuando el ser indeterminado primordial pronunció la palabra “yo” se desgajó de lo uno, “necesitó de otro, apareció la multiplicidad y, con ella, nacieron el deseo y el dolor”.

Los mitos, “los sueños arquetípicos del mundo”, según Campbell, hunden sus raíces en lo más profundo del alma humana, de ahí que planteen y respondan de manera simbólica a las cuestiones ¿qué somos? o ¿cómo debemos vivir? Somos seres frágiles, volubles y mortales, nos dicen; pero también, creativos, luminosos y cercanos a los dioses. ¿Y cómo hemos de vivir? Su réplica es firme: con valentía, cual héroes en el intrincado camino de la vida, aprendiendo a cada paso las estrategias de sobrevivencia que nos legaron nuestros ancestros, válidas todavía en la vida dura de hoy.

Gran lector de filosofía, rebelde y autodidacta, Campbell amaba a Schopenhauer y Nietzsche —en los mitos encontró arraigadas las teorías de ambos—, pero no se quedó ahí. Conoció a Khrisnamurti cuando coincidió con él en un trasatlántico cruzando el océano y, cautivado por sus ideas, descubrió la filosofía de la India; trató también al indólogo Heinrich Zimmer y a Jung, gracias al cual conoció la simbología mítica de los sueños. Estudioso también de la literatura de James Joyce y Thomas Mann, Campbell fue un enamorado del saber sin barreras mentales ni prejuicios, de ahí la ecléctica riqueza de sus obras; esenciales son El Héroe de las mil caras (FCE) y Las máscaras de Dios (Alianza).

Campbell fue un enamorado del saber sin barreras mentales ni prejuicios
Atalanta presenta ahora este hermoso libro —Imagen del mito— inédito en castellano y muy bien traducido, en una edición cuidada al máximo, que supera en calidad gráfica y belleza a la norteamericana original (1974). Campbell lo concibió como una ventana por la que asomarse a las creencias primigenias de la humanidad plasmadas en las palabras, imágenes y representaciones artísticas. Con más de cuatrocientas fotografías y grabados elegidos por el autor, este exquisito catálogo de mitología recoge la historia de los mitos humanos a lo largo de 5.000 años y demuestra una de las tesis más queridas de Campbell: que los humanos tenemos en común, aparte de nuestra historia biológica, una comunidad originaria del espíritu, la univocidad de una conciencia primigenia. Y así lo manifiestan los motivos mitológicos que aparecen de un modo u otro en casi todas las culturas: el matrimonio del Cielo y la Tierra y la separación violenta de ambos, el niño nacido de una virgen, el robo del fuego, el héroe de nacimiento oscuro y vida ardua, la simbología de la serpiente o el carnero; los templos consagrados a los dioses o los sacrificios rituales, entre otros; algo común es lo que se palpa en el trasfondo de casi todas las culturas, en sus leyendas o revelaciones. Y esas leyendas —hermosas o terribles— de dioses y animales, de las diosas y sus transfiguraciones, desde Egipto y Mesopotamia hasta la India, Japón y el continente americano, muestran rasgos comunes porque son los sueños del grande y único durmiente eterno que sueña infinitos mundos, diversos y evanescentes.

Un libro, en suma, que se lee con fascinación y que nos recuerda que la humanidad creyó desde siempre —gracias a su fantasía— que hay puertas abiertas hacia ámbitos desconocidos en los que moran los dioses, esas potencias y energías que también radican y actúan en nuestro interior con más fuerza de lo que creemos.




Maternidad pajaril


Puse esta foto en Facebook y un amigo me dice que la foto le gusta mucho pero que el adjetivo "Pajaril" le encanta. Es gracioso como inventamos palabras. No encontré otra que me sirviese más que esta que no existe relacionada con el mundo de los pájaros en ningún diccionario de la Real Academia.
Además el sonido ( parecido a perejil) le daba al pajarito cualidades de fragilidad y delicadeza. Jamás hubiese adivinado que la palabra pajaril está relacionada con el mar y la navegación: "Amarrar el puño de la vela con un cabo y cargarlo hacia abajo, para que aquella esté fija y tiesa cuando el viento es largo."

Hay un juego muy simpático y divertido, "el diccionario", que consiste en inventar los significados de las palabras y convencer a los otros que es la correcta definición.

Los niños inventan palabras, hasta idiomas completos. Los enamorados inventan un lenguaje especial para comunicarse con la amada. A mi nieta estoy enseñándole a hablar en "CUTI" y en letras de mano. Dicen que las huellas de las aves en la playa son un lenguaje y las ondas que deja la espuma de mar sobre la arena, otro. En Japón hubo un lenguaje creado por las mujeres para comunicarse entre ellas.

¿Hay algún cambio en mi vida o todo sigue igual?


Cuentan que una persona se encontró con otra a la que no veía hacía años y le dijo: —Estás igualita. Avergonzada la que estaba idéntica, bajó la cabeza y se retiró a pensar qué le había pasado en su vida que no había cambiado. No habían cicatrices en su rostro, no se le habían dulcificado los ojos ni se mostraba más relajada como si por fin hubiese entendido que no podemos tomarnos la vida tan en serio, ni dramatizar, que debemos más bien agradecer cada día las sorpresas que nos trae la vida. Sin embargo, tememos los cambios, a lo que más tememos es al sufrimiento, y eso nuevo es desconocido y quién sabe nos traerá sufrimiento. ¿Por qué pensamos que el cambio sólo podrá traernos dolor? ¿Por qué no entusiasmo, alegría, amigos por descubrir, puertas que se abren, ideas más claras, nuevas sensaciones, otra parte de nosotros mismos que desconocíamos? Vencer la inercia, la flojera, el temor, desprenderse de la rutina, debe ser el primer movimiento para entrar en otro ambiente y sorprendernos. Sin importar la edad que tengamos, el dolor que nos incomoda, la lista de quehaceres que nos hemos impuesto, algunos inútiles o innecesarios. ¿Por qué no un paseo al centro de Lima, llamar a la amiga que no vemos hace mucho, ir al teatro, subir al Metropolitano o al tren eléctrico para ver la ciudad desde otro ángulo, sentarnos en una silla que no es la nuestra, comunicarnos con esa persona con la que estábamos resentidos “¿Para siempre?”, aprender algo nuevo, meternos a clases, cocinar comida de otro país, llevar a nuestros hijos a un restaurante que has descubierto, mostrar a los demás otra parte tuya, la que no conocen, la que tal vez tu misma desconoces?
Una escritora peruana narra el encuentro de varias compañeras de colegio y cuando una le pregunta a la otra a qué se dedica,esta contesta: ahí estoy limpiando la casa y todavía no termino.
Siguiendo el consejo de un médico oriental que me puso acupuntura, he empezado a nadar tres veces por semana, dos no sirve de nada, eso ha revolucionado mi rutina, me tomo un cafecito cuando salgo de nadar, me encuentro con otra gente, he resuelto que iré a Lima solo en las tardes que en las mañanas me quedaré por acá. Toda una movida a partir de un cambio. ¿Y tú, en qué piensas cambiar?


domingo, 18 de noviembre de 2012

Pauchi Sasaki y Muru


Pude ir a ver este precioso concierto que formó parte del festival de Artes escénicas. Un espectáculo digno de estar en los mejores teatros del mundo. Qué música, qué maravillosos violines. Felicitaciones a la directora Pauchi Sasaki. Espero que para la próxima hagan una mejor difusión. Con actores de NY, Japón, Corea y Perú.



Lo mejor de la semana



Lo mejor que he visto esta semana es esta conversación entre los pensadores
Claudio Naranjo de Chile y José Antonio Marina,de España, en la Complutense de Madrid, sobre el tema de la educación. Dura una hora pero es un placer escuchar este inteligente diálogo que nos invita a cuestionarnos sobre nuestros conceptos sobre la educación. Si es posible educar los sentimientos, los hábitos, los valores. No es posible colocar el video porque lo han desactivado pero se puede ir al Youtube buscando esta dirección : http://youtu.be/Rj_7E4y7ov4

José Antonio Marina:
Claudio Naranjo:

La hermana de Shakespeare

¿Qué hubiera pasado si...? Es una pregunta que a veces nos hacemos para imaginar lo que hubiese sucedido si las cosas hubiesen sido diferentes a como fueron. ¿Una hermana de Shakespeare? ¿Judith? Sí, Virginia Wolf en su hermoso libro "Una habitación propia", especula lo que hubiese pasado con una mujer que hubiese tenido el talento de Shakespeare en época de Shakespeare. Veamos el texto:




La hermana de Shakespeare
“Y pensé en aquel anciano caballero, que ahora está muerto, pero que era un obispo, creo, y que declaró que era imposible que ninguna mujer del pasado, del presente o del porvenir tuviera el genio de Shakespeare. (…)

A pesar de todo no pude dejar de pensar, mirando las obras de Shakespeare en el estante, que el obispo tenía razón cuando menos en esto: le hubiera sido imposible, del todo imposible, a una mujer escribir las obras de Shakespeare en la época de Shakespeare. Dejadme imaginar, puesto que los datos son tan difíciles de obtener, lo que hubiera ocurrido si Shakespeare hubiera tenido una hermana maravillosamente dotada, llamada Judith, pongamos. Shakespeare, él, fue sin duda -su madre era una heredera- a la escuela secundaria, donde quizás aprendió el latín -Ovidio, Virgilio y Horacio- y los elementos de la gramática y la lógica. Era, es sabido, un chico indómito que cazaba conejos en vedado, quizá mató algún ciervo y tuvo que casarse, quizás algo más pronto de lo que hubiera decidido, con una mujer del vecindario que le dio un hijo un poco antes de lo debido. A raíz de esta aventura, marchó a Londres a buscar fortuna. Sentía, según parece, inclinación hacia el teatro; empezó cuidando caballos en la entrada de los artistas. Encontró muy pronto trabajo en el teatro, tuvo éxito como actor, y vivió en el centro del universo, haciendo amistad con todo el mundo, practicando su arte en las tablas, ejercitando su ingenio en las calles y hallando incluso acceso al palacio de la reina. Entretanto, su dotadísima hermana, supongamos, se quedó en casa. Tenía el mismo espíritu de aventura, la misma imaginación, la misma ansia de ver el mundo que él. Pero no la mandaron a la escuela. No tuvo oportunidad de aprender la gramática ni la lógica, ya no digamos de leer a Horacio ni a Virgilio. De vez en cuando cogía un libro, uno de su hermano quizás, y leía unas cuantas páginas. Pero entonces entraban sus padres y le decían que se zurciera las medias o vigilara el guisado y no perdiera el tiempo con libros y papeles. Sin duda hablaban con firmeza, pero también con bondad, pues eran gente acomodada que conocía las condiciones de vida de las mujeres y querían a su hija; seguro que Judith era en realidad la niña de los ojos de su padre. Quizá garabateaba unas cuantas páginas a escondidas en un altillo lleno de manzanas, pero tenía buen cuidado de esconderlas o quemarlas. Pronto, sin embargo, antes de que cumpliera veinte años, planeaban casarla con el hijo de un comerciante en lanas del vecindario. Gritó que esta boda le era odiosa y por este motivo su padre le pegó con severidad. Luego paró de reñirla. Le rogó en cambio que no le hiriera, que no le avergonzara con el motivo de esta boda. Le daría un collar o unas bonitas enaguas, dijo; y había lágrimas en sus ojos. ¿Cómo podía Judith desobedecerle? ¿Cómo podía romperle el corazón? Sólo la fuerza de su talento la empujó a ello. Hizo un paquetito con sus cosas, una noche de verano se descolgó con una cuerda por la ventana de su habitación y tomó el camino de Londres. Aún no había cumplido los diecisiete años. Los pájaros que cantaban en los setos no sentían la música más que ella. Tenía una gran facilidad, el mismo talento que su hermano, para captar la musicalidad de las palabras. Igual que él, sentía inclinación al teatro. Se colocó junto a la entrada de los artistas; quería actuar, dijo. Los hombres le rieron a la cara. El director -un hombre gordo con labios colgantes- soltó una risotada. Bramó algo sobre perritos que bailaban y mujeres que actuaban. Ninguna mujer, dijo, podía en modo alguno ser actriz. Insinuó… ya suponéis qué. Judith no pudo aprender el oficio de su elección. ¿Podía siquiera ir a cenar a una taberna o pasear por las calles a la medianoche? Sin embargo, ardía en ella el genio del arte, un genio ávido de alimentarse con abundancia del espectáculo de la vida de los hombres y las mujeres y del estudio de su modo de ser. Finalmente -pues era joven y se parecía curiosamente al poeta, con los mismos ojos grises y las mismas cejas arqueadas-, finalmente Nick Greene, el actor-director, se apiadó de ella; se encontró encinta por obra de este caballero y -¿quién puede medir el calor y la violencia de un corazón de poeta apresado y embrollado en un cuerpo de mujer?- se mató una noche de invierno y yace enterrada en una encrucijada donde ahora paran los autobuses, junto a la taberna del "Elephant and Castle".

Esta vendría a ser, creo, la historia de una mujer que en la época de Shakespeare hubiera tenido el genio de Shakespeare. Pero por mi parte estoy de acuerdo con el difunto obispo, si es que era tal cosa: es impensable que una mujer hubiera podido tener el genio de Shakespeare en la época de Shakespeare. Porque genios como el de Shakespeare no florecen entre los trabajadores, los incultos, los sirvientes. No florecieron en Inglaterra entre los sajones ni entre los britanos. No florecen hoy en las clases obreras. ¿Cómo, pues, hubieran podido florecer entre las mujeres, que empezaban a trabajar, según el profesor Trevelyan, apenas fuera del cuidado de sus niñeras, que se veían forzadas a ello por sus padres y el poder de la ley y las costumbres? Sin embargo, debe de haber existido un genio de alguna clase entre las mujeres, del mismo modo que debe de haber existido en las clases obreras. De vez en cuando resplandece una Emily Brönte o un Robert Burns y revela su existencia. Pero nunca dejó su huella en el papel. Sin embargo, cuando leemos algo sobre una bruja zambullida en agua, una mujer poseída de los demonios, una sabia mujer que vendía hierbas o incluso un hombre muy notable que tenía una madre, nos hallamos, creo, sobre la pista de una novelista malograda, una poetisa reprimida, alguna Jane Austen muda y desconocida, alguna Emily Brontë que se machacó los sesos en los páramos o anduvo haciendo muecas por las carreteras, enloquecida por la tortura en que su don la hacía vivir.”

Virginia Woolf (Gran Bretaña, 1882-1941)
Una habitación propia, 1929
Traducción de Laura Pujol
Seix Barral, Biblioteca Formentor, 2002

Un fotógrafo que entrega su arte



Es muy frecuente que lleguen al Perú extranjeros que quieran entregar su tiempo y su conocimiento a nuestro país. En este caso Daniel Malka, fotógrafo de 57 años nacido en Marruecos pero ciudadano del mundo, que ha sido fotógrafo publicitario en revistas como Vogue, Elle. va a pasar siete semanas enseñando fotografía a nuestros niños del Cuzco. Los niños (20) entre 7 y 15 años de la comunidad de Ruka en Ollantaytambo aprenderán con él arte y pensamiento creativo. Los niños contarán sus historias por medio de las fotos. Con cámaras regaladas por amigos el proyecto está listo para desarrollarlo. Sin embargo siempre se necesita ayuda, entonces pueden mirar la web del artista: www.alkaphotoproject.org y www.danielmalka.wordpress.com Estaremos felices de ver la exposición de estos niños en la Universidad de Lima, en la Ruiz de Montoya y en otra por confirmar.
Felñicitaciones y gracias Daniel.



Cada mañana las noticias






Despertar cada mañana. Otro día más, una nueva oportunidad para conocer, para gozar, para servir, para entender, para establecer vínculos, para cumplir alguno de nuestros propósitos. Desde que el hombre es hombre se ha planteado siempre la
idea de tener una misión que cumplir. La imaginamos importante, sobresaliente, extraordinaria, imposible de realizar o fuera del alcance de nuestras manos, sin embargo, un buen día, quien sabe cómo se nos iluminan las entendederas y comprendemos que la misión es vivir, tan solo eso, cuidar de nosotros, de nuestra especie, tratar de ser lo más felices que podamos, encontrar la alegría que solo se consigue cuando usamos nuestros dones. Qué maravilloso placer es recibir cada mañana las noticias, el olor de la tinta, el periódico en orden, dispuesto a dejar que lo tomemos entre las manos, lo estiremos, busquemos en él y luego lo dejemos abandonado en cualquier parte. Ver que el mundo aún continúa a pesar de las guerras y la violencia. Buscar las páginas que invitan a un concierto, a una exposición, que recomiendan un buen libro y luego tomar nota de la opinión de alguien que quiere hacernos entender, un idealista, un luchador que no se resigna. A mí personalmente me gustan mucho las noticias sobre animales, y si tienen imagen mejor, me encanta ver una cabra solidaria amamantando un chimpancé o un perro que caminó leguas hasta encontrar a su dueño. Me gustan las noticias pintorescas, las que narran lo inesperado, el muerto que volvió a la vida; las entrevistas a personalidades, descubrir su punto de vista, su particular manera de ver el mundo. Las noticias que narran los adelantos de la ciencia, los nuevos descubrimientos, saber que pronto se curará tal enfermedad o enterarme de con que adelantos contará el hombre dentro de pocos años.( De maravillas cotidianas)

Gloria de Vivaldi




Ya estamos acercándonos a Navidad. La música la anuncia:

Pergolesi nos entrega su música



La música es siempre una alegría.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Jordi Savall y Todas las mañanas del mundo

Que bueno que estén llegando a Lima músicos destacados del nivel de Jordi Savall. El toca la Viola de Gamba, instrumento al que le ha dado nueva vida y con el que interpreta su música.





La banda sonora de esta película ha sido hecha por Jordi Savall

La película "Todas las mañanas del mundo, se encuentra en You tube en partes, aquí va la primera.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Marossa di Giorgio






Marossa di Girgio es una mujer maravillosa, sorprendente, enérgica, en contacto con los misterios de la naturaleza, con poderes ocultos y un mágico lenguaje.





Hice una máscara. Con vello de mariposas y alitas de gladiolo, y un procedimiento muy especial. Y ella cobró leve vida.

La puse en una caja de color rosa.

Y de nombre, Laura, en homenaje al bosque de laureles de donde soy oriunda, y del aire de oro de cada mañana, allá.

Y, aun bajo un nombre así, ella padece.

Algunos días la llevo sobre el rostro. Los días de la divinidad. Entonces, la gente me nombra Laura. Y yo voy con el cabello diestramente arreglado, y desnuda, porque esa cara artificial y verdadera, no admite ningún traje.

La gente clama: Laura está en la confitería. En el liceo. En el río.

…Y, ahora, sólo miro la vacía caja donde un día durmió Laura.


Leonardo Favio

Las letras eran muy sencillas, pequeños juegos, éramos chiquillos cuando escuchábamos las canciones de Leonardo Favio, el argentino romántico que acaba de morir.



Un poema de Oliverio Girondo

No hay vuelta que darle, que cuando uno está enamorado encuentra las palabras más tiernas para dirigirse al amado, en Francia por ejemplo, se usa el nombre de las verduras y lo máximo de amor es decirle a la novia: mi pequeña col. Este poeta argentino va más allá, las palabras existentes no son alcanzan a expresar su ternura, entonces inventa y juega con los sonidos, con palabras creadas especialmente pare celebrar su amor.


Mi Lumía
Mi Lu
mi lubidulia
mi golocidalove
mi lu tan luz tan tu que me enlucielabisma
y descentratelura
y venusafrodea
y me nirvana el suyo la crucis los desalmes
con sus melimeleos
sus eropsiquisedas sus decúbitos lianas y dermiferios limbos y
gormullos
mi lu
mi luar
mi mito
demonoave dea rosa
mi pez hada
mi luvisita nimia
mi lubísnea
mi lu más lar
más lampo
mi pulpa lu de vértigo de galaxias de semen de misterio
mi lubella lusola
mi total lu plevida
mi toda lu
lumía

Muere Elliott Carter a los 103 años


Chick Corea y Bobby Mcferrin

Dos artistasas tocando juntos, fabuloso espectáculo. Chick Corea y el adorable Bobby Macferrin




Bob y Joan Baez jovencita.


Me llegó por Facebook una antigua canción de Bob Dylan, me la enviaron como una joya y buscando en You tube encontré esta canción de Joan Baez jovencita. Para que las disfruten.

Nuevo trovador

Parte de mi infancia la pasé escuchando a los trovadores franceses. Mis padres habían vivido un año en Paris y llegaron cargados de discos de Ive Montand, Jacques Brel, Edith Piaf, Leo Ferré, Jacques Prevert.Cantantes que me gustan mucho hasta ahora. Acá les presento a un nuevo trovador francés Benjamín Biolay que causa sensación de Francia de nuestros días.


Chocolates en Paris





Hacer chocolates es un arte y muy apreciado. Cada vez hay más personas que encuentran en el chocolate uno de los placeres de su vida. Cada vez más se descubren las propiedades del chocolate y se consiguen mezclas más sofisticadas. El Perú acaba de recibir un premio por su Cacao que está considerado uno de los mejores del mundo y mezclado con nuestras frutas de la selva son unas delicias que podrían invadir el mundo. Visitar la fábrica de Patrick Roger una de las mejores de Francia puede ser para muchos de nuestros lectores algo de mucho interés.

Astrid Gutsche, experta chocolatera, esposa de Gastón Acurio nos dice: "El cacao peruano es aplaudido en el mundo pero en el país aún no lo consumen"



Sus vidrieras son una de las más ostentosas, vanguardistas y diferentes. Son realmente obras de arte que obligan a parar un ratito para apreciarlas. Sus locales son a la vez, diferentes, modernos y llamativos. En la última década Roger no se ha cansado de abrir sucursales por todo Paris.

Roger no sólo es exigente con sus productos sino también con la estética de sus locales y sus packagings. Este maestro chocolatero esta constantemente buscando nuevas notas y sabores. Muchos de sus insumos son cultivados por ellos mismos en la huerta que poseen detrás de su fabrica.

Roger proviene de una familia de panaderos. Trabajó como aprendiz por varios años, hasta que descubrió que lo suyo era el chocolate tras conseguir un puesto en una confiteria de Paris. Después de una década trabajando para otros chocolateros y reposteros, Patrick Roger abrió su propia compañia en 1997.

Ha sido nombrado mejor artesano chocolatero (Meilleur Ouvrier) en Francia en el 2000 con tan sólo 32 años. En la actualidad, es considerado uno de los 10 mejores chocolateros del mundo.

Algunos de sus famosos trabajos incluyen el Muro de Berlín de chocolate, un elefante en tamaño real, un arbol de navidad inmenso que pesaba 4 toneladas y medía 10 metros de altura, y una suite de chcolate en el hotel hotel La Reserve de París utilizando 10 toneladas de chocolate! (De About.com)

Lengua materna

Película sobre el amor de una madre y su deseo de entender a su hija homosexual. Tratada de manera inteligente, tierna y divertida.

Claudia Lapacó vuelve al cine con un personaje entrañable: una madre que decide sacar del armario a su hija lesbiana, quien desde hace años vive con su pareja, para todos “una amiga”. Ruth se siente un poco aturdida por el súbito reconocimiento de su madre, que decidió el coming out de su hija, pero acepta el hecho. Menos resignación tendrá cuando su madre decida investigar sobre la condición lesbiana, se introduzca en la comunidad y acabe invadiendo su casa y su intimidad. Tal vez la madre responda a la apertura social ya mencionada o quizás no haga más que satisfacer su curiosidad por su propio lesbianismo.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Flor herida

Encuentro este pequeño texto mío escrito quien sabe cuándo:


Doblar la pagina, volver a doblarla, humedecer la punta del papel y hacerle unas hendiduras con un cuchillo afilado, abrirlo, sorpenderme: es una flor hermosa delicada y herida.

"El amor" una película por ver


La posible ganadora del festival del Cine Europeo.
Georges y Anne son octogenarios, son personas cultas, profesores de música retirados. Su hija, también música, vive en el extranjero con su familia. Un día, Anne es víctima de un accidente. El amor que une a esta pareja se someterá a una dura prueba.

Las sorpresas de Momix


Mejora cada vez más la oferta de espectáculos en Lima. A raíz de FAEL: Festival de artes escénicas, organizado por la Municipalidad de Lima, que ha traído más de 15 grupos teatrales entre extranjeros y peruanos a los que podremos asistir, aunque se que las entradas están casi agotadas. Tuve la oportunidad de asistir a MOMIX,una compañía de danza ilusionista de origen estadounidense, repleto de magia visual dirigida por Moses Pendleton. "Momix Remix es una celebración del cuerpo humano que expande sus posibilidades a la mente". Con estas palabras ha descrito Pendleton su espectáculo.
La crítica mundial ha calificado Momix Remix como una obra familiar comprensible para todo el mundo, alejado de connotaciones infantiles. Son imágenes, emociones y situaciones que tenemos en nuestro entorno y en nuestro propio interior. Acá el video para que lo disfruten.

El acordeón de mis recuerdos

Mi padre durante un tiempo tocó el acordeón. Me viene el recuerdo de esa música que llenaba nuestra casa de alegría. Entonces, cuando por casualidad, en la calle, escucho el sonido del acordeón el corazón hace una pirueta y soy otra vez niña y mi padre está sobre las teclas acariciándolas y luego tras abrir y cerrar el fuelle todo vibra y me ilumina.









Un paseo por Quebec



Mi amiga Andre Brinette, canadiense nos envía para el blog este bello video sobre Quebec, ciudad realmente enantadora que visité hace unos años.

¿Tener o ser?


El dilema entre tener y ser




Alina Diaconu nacida en Bucarest en 1959, autora de varias novelas, escribe muy interesantes artículos en La Nación de Buenos Aires. En este caso nos recuerda la pregunta de Erich Fromm y nos lleva a reflexionar sobre el consumismo, la necesidad de llenar nuestra vida de objetos, la mayoría de ellos innecesarios. Acá va el artículo:

La disyuntiva no es nueva. A fines de la década del 60, Erich Fromm la desarrolló en aquel famoso libro titulado, precisamente, así: ¿Tener o ser?

En 2002, un director de cine francés, Nicolas Philibert filmó un documental sumamente elogiado y laureado en Europa con la misma idea, poniéndole como título: Ser y tener . La película transcurría en una escuela rural, entre un profesor y sus heterogéneos alumnos, y allí se conversaba sobre este dilema.

El interrogante que plantea Fromm sugiere la idea de que en la vida los individuos estuviéramos impelidos a optar por una de las dos posibilidades, como si, justamente, fuese muy difícil aunarlas.

"La diferencia entre ser y tener -decía el famoso psicoanalista alemán en su libro- no es esencialmente la misma que entre Oriente y Occidente. La diferencia está, antes bien, entre una sociedad interesada principalmente en las personas y otra interesada en las cosas."

Fromm tomaba como referentes a los que él llamaba "maestros de la vida", Cristo, Buda, en su prédica del desapego de los bienes materiales, en su apuesta a la elevación del propio potencial humano. E insistía en la necesidad de un esfuerzo continuo para "reducir el modo de tener y aumentar el modo de ser".

Esta idea aparece también en escritores como Goethe y el autor de haikus japonés Basho, en pensadores como el místico Meister Eckhart y hasta en Marx, que aconsejaba "ser mucho y no tener mucho".

El así calificado "capitalismo feroz" de nuestros días no hizo más que acrecentar la tentación de acaparar objetos y posesiones, en desmedro, claro está, de la otra necesidad básica del ser humano, que es la búsqueda interior, su sed espiritual y la reafirmación de una identidad más ética y altruista que la que responde a los requerimientos narcisistas del "yo".

Esa identidad interna, ese "ser" profundo, sería lo que nos sostendría como un eje medular, per se. No lo ganaríamos de un modo superficial, a través de círculos de pertenencia o por medio de la adquisición de objetos capaces de crear la ilusión de un estatus social.

Con respecto a las ofertas de un mundo excesivamente materialista y consumista en que vivimos -y esto se manifiesta sobre todo ahora, al aproximarse las Fiestas- recuerdo la experiencia de una amiga de la infancia.

Al llegar por primera vez a la ciudad canadiense de Montreal después de salir de un país comunista de Europa del Este, frente a la vidriera de una zapatería sintió que se mareaba más y más, hasta que se desmayó. Es que no podía creer que estuviesen en venta tantas botas de mujer: cortas, largas, medianas, azules, negras, marrones, con tachas, sin tachas, con hebillas o sin ellas, hechas con gamuza o cabritilla o charol, con taco alto, con taco bajo o sin taco, etcétera. En su país natal, en inviernos con veinte grados bajo cero sólo podía comprarse, si se tenía suerte, un tipo único de botas (existía en ciertas tiendas "privilegiadas" un solo modelo, de un solo color, de una sola medida) y había que dar las gracias si uno podía hacerse de un par de botas 39 para un pie cuyo número era, en realidad, el 36.

Que el comunismo fracasara como sistema se debió, entre otras muchas y serias razones, a que se ignorara el concepto de abundancia y las necesidades psicológicas intrínsecas de las personas, esa alegría de poder elegir lo que uno quiere para sí ante un verdadero abanico de alternativas.

Pero pareciera que el capitalismo no aprendió mucho después de la caída del Muro de Berlín. No se dio cuenta de que la sobreabundancia y el exceso tampoco son la receta adecuada en un mundo donde los recursos están mal administrados, la riqueza mal distribuida y donde la brecha entre ricos y pobres se va haciendo cada vez mayor.

El comunismo privilegió la ideología sobre los bienes materiales y el capitalismo privilegia las posesiones materiales sobre las necesidades del alma. El primero terminó fracasando y el segundo está en una crisis más que preocupante. La crisis que hoy vemos en Estados Unidos y en Europa muestra que el dilema entre tener y ser sigue siendo una cuestión irresuelta. Pero es evidente que se le ha dado demasiada preponderancia al "tener" sobre el "ser", a lo material sobre lo inmaterial.

No, no somos lo que tenemos. Creer que lo que tenemos es lo que somos ¿no será justamente el quid de una evidente confusión? Mientras no reaccionemos, terminaremos siendo lo que, de algún modo, muchos de nosotros ya somos: estresados esclavos de las posesiones, consumidos por el consumismo.

Recuerdo una frase que leí una vez y que me quedó grabada. La frase, que el lector seguramente reconocerá, dice que el rico no es aquel que más tiene, sino el que menos necesita.

En tanto no podamos resolver este problema, difícil será resolver todo lo demás. ¿Tener, parecer o ser? ¿Qué eco tienen en nosotros estos conceptos? ¿Lo sabemos?

Recientemente, en algunos teatros de Buenos Aires se estaban representando, en simultáneo, varias versiones de Hamlet. Qué fenómeno tan interesante: el príncipe Hamlet, acaso el más metafísico y el más torturado de los perturbados personajes de Shakespeare, estaba hablándonos desde distintos escenarios de la ciudad.

Su gran monólogo en el castillo de Elsinor se inicia con una línea célebre: "Ser o no ser, ésa es la cuestión. (?) Morir, dormir, tal vez soñar. He aquí el obstáculo" .

Qué importante es cuestionarse y dudar y escuchar la voz de los "espectrales" ancestros cuando éstos nos hablan al oído y nos abren los ojos para descubrir qué pasa con el poder, con las crueldades y las traiciones, con la codicia y la falsedad circundantes, con aquello que "huele mal" en las distintas Dinamarcas donde podemos estar viviendo.

¿Tener o ser? ¿Ser o tener? Esa es la cuestión, la gran pregunta, nuestra responsabilidad y nuestro desafío, y la ardua pero excelsa manera de ejercer el don tan preciado de la elección es la libertad. Lo ideal, lo difícil, sería llegar a un equilibrio, conocer las