Mi padre durante un tiempo tocó el acordeón. Me viene el recuerdo de esa música que llenaba nuestra casa de alegría. Entonces, cuando por casualidad, en la calle, escucho el sonido del acordeón el corazón hace una pirueta y soy otra vez niña y mi padre está sobre las teclas acariciándolas y luego tras abrir y cerrar el fuelle todo vibra y me ilumina.
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