martes, 17 de septiembre de 2013

Bob Marley - Candice Breitz

Pablo Picasso y Bob Dylan

Pablo Picasso & Bob Dylan - Tangled Up In Blue from Simon Nielsen on Vimeo.

A short love story

Laura Pausini e Fiorello

Titanic


Veremos el Titanic en 3D.

Emilio Santiago, Voce

Marisa Monte



Luthea Salom


Cantante/guitarrista/compositora indie/folk con pinceladas naifs. Encuentra la paz en la composición; la energía en el escenario; le gusta el contacto directo con el público; odia los cambios: una batalla perdida ya que cruza el charco unas 8 veces al año entre Barcelona y Nueva York. Habla inglés, castellano y catalán, pero compone únicamente en inglés.“Es el idioma con el que crecí en Canadá y con el que logro expresar más honestamente mis sentimientos y vivencias. He oído decir que si te quedas senil de mayor, el cerebro sólo recuerda el idioma que hablabas a los 5 años. Eso significa que yo sólo hablaré inglés, y que mis hermanos, que crecieron en Barcelona, ¡tendrán
problemas para comunicarse conmigo! Ja. ¡Esperemos que no me quede senil pues!”




Mía Couto

António Emílio Leite Couto, conocido como Mia Couto, (Beira, Mozambique, 5 de julio de 1955) es uno de los más conocidos escritores mozambiqueños actuales.
En 1972 se instaló en Maputo y empezó a estudiar Medicina al tiempo que se iniciaba en el periodismo. Abandonó los estudios para dedicarse plenamente a la escritura. Más adelante estudió Biología, profesión que ejerce en la actualidad. Ha sido director de la Agencia de Información de Mozambique, de la revista Tempo y del diario Notícias de Maputo.
Su carrera literaria se inicia en 1983, con el libro de poemas Raiz de Orvalho, al que siguió, en 1986, su primer libro de cuentos, Vozes Anoitecidas Ha publicado crónicas, relatos breves y varias novelas. Su producción literaria, ya muy extensa, goza de enorme prestigio en los países de lengua portuguesa, y está traducida a varios idiomas, entre ellos el español, catalán, sueco, francés, alemán e italiano.
En 1999 Mia Couto recibió el Premio Virgílio Ferreira, por el conjunto de su obra.
En 2013 gana el Premio Camões , el equivalente al Premio Cervantes en lengua portuguesa, por su "vasta obra de ficción caracterizada por la innovación estilística y la profunda humanidad".



Números

Desiguales las cuentas:
por cada ángel, dos demonios.
Por un Sol, cuatro lunas.
Para tu boca, todas las vidas.
Dar vida a los muertos
es tarea de infinitos dioses.
Resucitar a un vivo:
un solo amor cumple el milagro.

Tristeza

Mi tristeza
no es la del trabajador sin tierra.
Mi tristeza
es la, del astrónomo ciego.


Fruta

Lo bueno del mango
no es la fruta.
Es la sombra.
La terrenal,
cotidiana
Abnegada sombra:
Al revés del sudor
Al revés de la mano
el sudor inversa cosechado,
almacenado en el dorso de la mano.
No es la temporada de frutas.
Nadie celebra la temporada de las sombras.
Así que el amor y la pasión:
una fruta, una sombra.
La dulce y cruel mordida
de la fruta en tu boca,
en lugar de entrar en ti
quiero ser tú.
Lo que me espanta,
no es obra del tiempo
sino el viaje del sol en la savia del árbol
El arte del mango
y el vestido de sombra
envolviendo su vientre solar
Para el hombre
vale la pulpa.
Para la tierra
sólo la simiente cuenta



El barrio de mi infancia

No son las criaturas quienes mueren
Es al revés
las cosas sencillamente mueren.
Las criaturas no mueren
porque a sí mismas se hacen.
Y aquel que nace de sí mismo
se condena a ser eterno.
Sale un polvo de las tumbas
que sofoca mi pasado
cada vez que visito mi antiguo barrio.
La casa murió
en el lugar donde nací:
mi infancia
ya no tiene lugar para dormir.
Pero sucede que,
desde cualquier patio,
llega a mí la risa salvaje
de los niños jugando.
Se ríen y explican
las mismas locuras
que ya fueron soberanas
de castillos y quimeras.
Una vez más me tocó la pared fría
y siento en mí el pulso
de quien vive para siempre.
La muerte
es el abrazo imposible de agua.


Destino

Me estoy acostumbrando a la
poca ternura
en la medida en que me pospongo
siervo de daños y engaños.
Voy perdiendo morada
En la lentitud repentina
De un destino
Que me va quedando escaso.
Conozco mi muerte
Su lugar esquivo
Su acontecer disperso
Ahora,
¿qué más podría vencerme?


Para ti

Para ti
deshojé la lluvia
para ti desprendí el perfume de la tierra
toqué en nada
y para ti fui todo
Para ti grité todas las palabras
y todas me faltaron
en el minuto en que grabé
el sabor del siempre
Para ti di mi voz
a mis manos
abrí las yemas del tiempo
asalté al mundo
y pensé que todo estaba en nosotros
en ese dulce engaño
de ser dueños de todo
sin que tengamos nada
simplemente porque era de noche
y no dormíamos
descendía yo a tu pecho
para buscarme
y antes de que la oscuridad
nos ciñese la cintura
se nos quedaban los ojos
viviendo de uno solo
amando de una sola vida


Identidad

Necesito ser otro
para ser yo mismo
Soy grano de roca
Soy el viento que la desgasta
Soy polen sin insecto
Soy arena que soporta
el sexo de los árboles
Existo donde me desconozco
a la espera de mi pasado
anhelando la esperanza del futuro.
En el mundo que combato muero
en el mundo por el que lucho, nazco.


Horario del fin

Nada se muere
cuando llega la ocasión
Es sólo un bache
en la ruta por donde ya no vamos.
Todo se muere
cuando no es el justo momento
y nunca es
ese momento.


Fui sabiendo de mí

Fui sabiendo de mí
Por aquello que perdía
pedazos que venían de mi
con el misterio de ser pocos
Y de valer sólo si los perdía
Me estacioné
En umbrales
más acá del paso
Que jamás crucé
Vi
El árbol muerto
Y supe que mentía

Un trovador

Cielo bellísimo en Irlanda

Vivir en los cafés

Los cafés en otras ciudades son toda una tradición, en Buenos Aires, en Barcelona, en Viena, en Paris. Lugar de encuentros, de descanso, detener el quehacer, partir la mañana, tomar fuerzas para continuar el día. Sitio para pensar, para escribir, para imaginar. Acá nos anuncian un libro que tiene como tema, los cafés.

Un libro de Ovidio Parades

Tom Waits canta

Milow

Cada voz es única, casi como nuestra huella digital. Millow es un joven cantante belga con gran popularidad en toda Europa.Espero les guste como a mi. Necesito sus comentarios sobre mi gusto musical porque recien estoy interesandome en la música a pesar de haberla tenido siempre cerca porque Mario, mi esposo, es un gran apasionado y un buen coleccionista. Pero lo que pongo en el blog son mis descubrimientos.




sábado, 14 de septiembre de 2013

Alicia Alonso

¿Usted sabe en qué me pienso todas las mañanas al levantarme?... En vivir. Me gusta mucho la vida, y creo que soy útil en la vida;eso me da un estímulo muy grande para seguir viviendo. Física y mentalmente, el ser humano tiene tendencia con los años a cansarse y a huir de la realidad;a querer descansar. ¡No! Todo aquel que tenga algo que ofrecer a los demás seres humanos no puede de ninguna manera descansar. Nos debemos a los demás». La vida de Alicia Alonso es la danza. «No concibo la vida sin ella. Y tener algo que ofrecer, poder compartir mis conocimientos, mi experiencia y mis enseñanzas, le da un sentido a mi vida, me hace sentir que soy necesaria. Y eso es mi razón de vivir».

Bailar de los 40 a los 90





Lo último en safaris


El martes pasado en ABRA nuestro taller de lectura leímos "Lo ultimo en safaris"un cuento tremendo de la escritora Nadine Gordimer, primera mujer africana que recibió el premio nobel, que trata desde el punto de vista de una niña del abandono de su aldea de origen en busca de oro lugar en el mundo en donde no hayan guerras ni persecución.El padre y la madre desaparecidos, a cargo de la abuela deben cruzar un parque Kruger lleno de animales y peligros, cuidarse de las púas de la cerca y atravesar matorrales, barro, la amenaza de que la policía los regresase, alejarse de los blancos. Muertos de sed, de hambre, envidiando a los animales que sí comían de las copas de los árboles, sin poder prender fuego por el temor a ser descubiertos, llegan al fin después de días y días de caminata muy cansados habiendo escapado de leones, habiendo perdido al abuelo en el camino y estando el bebe ya dañado a una enorme carpa en donde vivirían por varios años. Toman el agua de a pocos, se alimentan que la siente como una serpiente que da vueltas en su estómago, los vacunaron para iniciar una nueva vida en donde siempre existía el deseo de volver y hallar lo perdido.
Conversamos mucho sobre el impacto de esta lectura y para bajar un poco la tensión leímos este otro cuento de la misma autora en un tono totalmente distinto, tal vez de su primera época.



Acá el segundo cuento:
NADINE GORDIMER - UN HALLAZGO

Que se las lleve el diablo.
Un hombre que había tenido mala suerte con las mujeres decidió vivir solitario por un tiempo. Dos veces se había casado por amor. Despejó la casa de cuanto de alguna manera se le había escapado a su abnegada segunda esposa cuando se largó con las posesiones favoritas que juntos habían coleccionado ‑cuadros, cristal fino, hasta los mejores vinos sacados de la cava‑; botó los libros en cuya guarda la primera mujer había escrito, amorosa, su nuevo nombre de casada. En seguida se fue de vacaciones sin llevar consigo a ninguna mujer. Por primera vez, que pudiera recordar.
Pero aquellas rameras y vagabundas de quienes se creyó enamorado habían resultado tan infieles como las honestas esposas que juraron quererlo eternamente.
Se fue solo a un balneario donde las rocas lanzaban el mar hacia arriba en forma de abanicos ásperos y la marea siseaba y se chupaba las charcas. No había arena. Sobre piedras, semejantes a confites hirvientes, a rayas, punteadas o estriadas, la gente ‑las mujeres‑ se acostaba en colchonetas descoloridas por la sal y se acariciaba con aceites aromáticos. Aquel año llevaban el cabello recogido y sujeto por gorros elásticos de flores artificiales, o chorreaba suelto ‑al salir del agua con cuentas cristalinas como joyas sobre sus brillantes miembros‑ y cogido por hebillas doradas que intercambiaban señales luminosas con las candongas que formaban un aro en sus orejas. Los senos iban desnudos y sobre el pubis vestían triángulos invertidos de tela fosforescente, asegurados por un cordón que subía por la división entre las nalgas, para encontrarse con dos cordones que bajaban del vientre y las caderas. En su línea de visión, mientras se alejaban hacia el mar, parecían totalmente desnudas; cuando subían del mar, acezando de placer, en dirección a su línea de visión, sus pechos danzaban y se colgaban al agacharse; reían mientras recogían toallas, peines y bronceador. Los cuerpos de algunas tenían diseños parecidos a telas estampadas: listones y parches blancos o rojos donde la ropa había tapado algunos trozos de sus cuerpos de la llameante inmersión en el sol. Otras tenían los pezones en carne viva, como fresas, y se podía observar que a duras penas soportaban tocarlos con bálsamo. Había hombres, pero él no los veía. Cuando cerraba los ojos y oía el mar alcanzaba a oler a las mujeres ‑el aceite.
Nadaba mucho; adentrándose en la serena bahía, entre surfistas crucificados contra sus vistosas velas, o más cerca a la orilla, donde la espuma le golpeaba la cabeza bajo aludes de aguas blancas. Un cardumen de madres jóvenes andaba con sus infantes por las aguas poco profundas. Desnudos, apoyados contra su carne blanda, los niños se aferraban a ellas, tan recientemente separados de allí que parecían aún formar parte de aquellos cuerpos femeninos en los que habían sido sembrados por varones como él. Se acostaba sobre las piedras a secarse. Le gustaba su roce duro y se retorcía para ajustar sus huesos a ellas, hundiéndolos con sus movimientos hasta que lograba acomodarlos en las depresiones, de suerte que las curvas de su cuerpo, más que ofrecer resistencia, fuesen recibidas por ellas. Dormía, y despertaba para ver piernas afeitadas pasar junto a su cabeza ‑mujeres‑. Gotas desprendidas de los cabellos mojados de aquellas caían sobre sus hombros cálidos. A veces se encontraba nadando bajo el agua, debajo de ellas, y su cuerpo de piel áspera pasaba rozándolas, como un tiburón.
Como suelen hacer los hombres cuando están solos, echaba piedras al mar, recordando ‑recuperando‑ el arte de lograr hacerlas besar la superficie saltando. Acostado boca abajo fuera del alcance de los últimos arroyuelos, colaba puñados de piedras pulidas por el mar, entresacaba algunas y, de cerca, comenzaba a verlas como los adultos han dejado de ver: como un niño mira y remira una flor, una hoja o una piedra, siguiendo sus vetas aluviales, sus fragmentos de color misteriosos, las placas de mica allí sepultadas, sintiendo (lo hacía) su forma de huevo o de rombo, pulida por la mano aceitosa y acariciadora del mar.
No todas las piedras eran en realidad piedras. Había óvalos ambarinos aplanados que el océano, tallador de gemas, había pulido a partir de botellas de cerveza quebradas. Había cabujones de vidrios azules y verdes (otra botella ahogada) que podrían haber pasado por aguamarinas o esmeraldas. Los niños los recogían en gorras o en baldes. Y una tarde, entre tales tesoros, mezclados con trozos de espuma de estireno ‑desechos de barcos de carga‑, y con otras echazones que se arrojan al mar y flotan de nuevo para ser botadas otra vez en las playas de todo el mundo, encontró en las piedras con las que ocupaba una mano, como un monje que pasa las cuentas de su camándula, un auténtico tesoro. Entre los pedruscos de vidrio de color había un anillo de diamante y zafiro. No estaba sobre la superficie de la playa pedregosa, así que era evidente que ninguna mujer lo había dejado caer aquel día. Alguna querida, algún tesoro del hombre rico (o alguna esposa oculta), al zambullirse desde un yate, allá lejos, con sus joyas puestas mientras se iba despojando con elegancia de otros ropajes, debió sentir que uno de los anillos se le resbalaba del dedo por acción del agua. O no lo sintió, sólo lo percibió al regresar a cubierta, y corrió a buscar la póliza de seguros, mientras el mar arrastraba el anillo cada vez más hondo; y luego, cansándose de él con el correr de los días, de los años, y empujándolo con lentitud, lo echó afuera, y lo tiró a tierra. Era un anillo hermoso. Un zafiro, largo y oblongo, circundado de chispas redondas; y a lado y lado de este brillante montículo, un diamante tallado en forma de baguette que servía de puente a un círculo grabado.
Aunque lo había sacado de una profundidad de más de seis pulgadas mientras excavaba con sus dedos al azar, miró a su alrededor, como si la dueña tuviera que estar allí, de pie, encima de él.
Pero ellas se estaban embadurnando, estaban secando a los infantes con las toallas, se depilaban las cejas observándose en espejos diminutos, estaban sentadas con las piernas cruzadas y los senos apoyados sobre las mesas bajas donde el mesero del restaurante había colocado sus ensaladas y botellas de vino blanco. Subió al restaurante a llevar el anillo: tal vez alguien hubiese informado de una pérdida. La administradora se echó hacia atrás, como si un reducidor le hubiese estado ofreciendo bienes robados. Es valioso. Llévelo a la policía.
La sospecha despierta la atención; tal vez hubiera, en este lugar extranjero, algún motivo para sospechar, aun de la policía. Si nadie reclamaba el anillo, alguno de los lugareños se lo embolsillaría. Así pues, qué importaba ‑y lo echó en su propio bolsillo, o mejor, en la bolsa donde guardaba el dinero, las tarjetas de crédito, las llaves del carro y las gafas de sol‑. Y regresó a la playa, a acostarse otra vez sobre las piedras, entre las mujeres. A pensar.
Puso un aviso en el periódico local: Hallado anillo en la Playa Horizonte Azul, el martes primero, junto con el teléfono y el número de su habitación en el hotel. La administradora tenía razón: hubo muchas llamadas.
Algunas de hombres que aducían que, en efecto, sus esposas, madres o novias habían de veras perdido un anillo en aquella playa. Cuando les pedía que lo describieran corrían el albur: un anillo de diamante. Pero cuando los presionaba, pidiéndoles más detalles, sólo les quedaba la mentira. Si una voz de mujer era lisonjera, congraciadora (incluso llorosa a veces), identificable como la de una estafadora de mediana edad, colgaba en el momento en que ella intentaba describir su anillo perdido. Pero si la voz era atractiva y a veces claramente juvenil, suave, aun vacilante en su mentirosa osadía, le pedía a su dueña que viniera al hotel a reconocer el anillo.
Descríbalo.
Las sentaba cómodamente frente al balcón abierto para que la luz del mar indagara en sus rostros. Sólo una lo convenció de haber de veras perdido un anillo; lo describió en detalle y se marchó, apesadumbrada por haberlo molestado. Otras ‑algunas bastante atractivas o incluso muy, muy bonitas, vestidas para seducir‑ se habrían conformado con un resultado diferente de la visita si no lograban salirse con la suya al inventar su descripción del anillo. Parecían calcular que un anillo es un anillo: si es valioso, debe tener diamantes, y una o dos tuvieron el ingenio suficiente para decir que sí, que llevaba otras piedras preciosas, pero era una herencia (abuela, tía) y no sabían en realidad los nombres de las piedras.
¿Y el color? ¿La forma?
Se marchaban como ofendidas; o si reían con nerviosismo culpable era que sólo habían venido por aventurarse, para divertirse un poco. Y era bien difícil deshacerse de ellas de manera educada.
Pero hubo una cuya voz era diferente a la de cualquiera de las demás llamadas, quizás la voz dominada de una cantante o actriz, que expresaba timidez. Había perdido toda esperanza. De encontrarlo... mi anillo. Había visto el aviso y pensado no, no, es inútil. Pero ¿y si había una posibilidad en un millón...? Le pidió que viniera al hotel.
Con seguridad tenía cuarenta años, una belleza innata de grandes ojos serenos de un gris verdoso, que sólo necesitaba ayuda para conservar el color negro azabache de su cabello, que, comenzando en un penacho de forma de pico que se elevaba sobre la frente curva, se recogía en un bucle sobre la coronilla, brillante como plumas suavizadas. No había huellas de ningún pliegue allí donde se unían sus senos, firmemente separados en el escote de su vestido, tan negro como el cabello. Tenía manos hechas para anillos; extendió unos dedos largos, volteó las palmas hacia afuera: Y entonces se perdió; vi su reflejo por un instante en el agua.
Descríbalo.
Lo miró a los ojos, volvió la cabeza para apartar la mirada, y comenzó a hablar. Muy trabajado, dijo, platino y oro... Usted sabe, es difícil de precisar cuando se trata de un objeto que uno ha usado durante tanto tiempo, que ya ni lo nota. Un diamante grande... varios. Y esmeraldas, y piedras rojas... rubíes, pero creo que se habían caído antes... Fue al cajón del escritorio tocador y de debajo de unas carpetas que describían restaurantes, programas de TV por cable y servicios disponibles en la habitación, extrajo un sobre. Aquí tiene su anillo, dijo. Los ojos de la mujer no cambiaron. Lo extendió hacia ella. Su mano se dirigió lenta hacia él, como si nadara bajo el agua. Tomó el anillo y comenzó a ponérselo en el dedo del corazón de la mano derecha. No le servía, pero ella corrigió su movimiento con veloz acto de prestidigitación y se lo deslizó sobre el dedo anular, donde se acomodó.
La llevó a cenar y no se hizo alusión al tema. Nunca jamás. Ella se convirtió en su tercera esposa. Viven juntos y no hay entre ambos más cosas no dichas que las que se dan en otras parejas.




Publicado por Oscar Ramirez en 16:37
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Desde los afectos

Mario Benedetti. Desde los afectos





DESDE LOS AFECTOS

¿Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo?
Que uno sólo tiene que buscarlo y dárselo,
Que nadie establece normas salvo la vida,
Que la vida sin ciertas normas pierde forma,
Que la forma no se pierde con abrirnos,
Que abrirnos no es amar indiscriminadamente,
Que no está prohibido amar,
Que también se puede odiar,
Que el odio y el amor son afectos,
Que la agresión porque sí duele mucho,
Que las heridas se cierran,
Que las puertas no deben cerrarse,
Que la mayor puerta es el afecto,
Que los afectos nos definen,
Que definirse no es remar contra la corriente,
Que no cuanto más fuerte se hace el trazo más se dibuja,
Que buscar un equilibrio no implica ser tibio,
Que negar palabras implica abrir distancias,
Que encontrarse es muy hermoso,
Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida,
Que la vida parte del sexo,
Que el “por qué” de los niños tiene un porque,
Que querer saber de alguien no es sólo curiosidad,
Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana,
Que nunca está de más agradecer,
Que la autodeterminación no es hacer las cosas solo,
Que nadie quiere estar solo,
Que para no estar solo hay que dar,
Que para dar debemos recibir antes,
Que para que nos den hay que saber también cómo pedir,
Que saber pedir no es regalarse,
Que regalarse es, en definitiva, no quererse,
Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos,
Que para que alguien “sea” hay que ayudarlo,
Que ayudar es poder alentar y apoyar,
Que adular no es ayudar,
Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara,
Que las cosas cara a cara son honestas,
Que nadie es honesto porque no roba,
Que el que roba no es ladrón por placer,
Que cuando no hay placer en las cosas, no se está viviendo,
Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte,
Que se puede estar muerto en vida,
Que se siente con el cuerpo y la mente,
Que con los oídos se escucha,
Que cuesta ser sensible y no herirse,
Que herirse no es desangrarse,
Que para no ser heridos levantamos muros,
Que quien siembra muros no recoge nada,
Que casi todos somos albañiles de muros,
Que sería mejor construir puentes,
Que sobre ellos se va a la otra orilla y también se vuelve,
Que volver no implica retroceder,
Que retroceder también puede ser avanzar,
Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol
¿Cómo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida?




Mario Benedetti

Eleonora Abbagnato en Cremona



"Prendi per me sei libero...Nel dolce incanto..."

Maria José Moreno



Philippe Jaroussky

Farinelli, Carestini: Castrats et rivaux | Philippe Jaroussky

Philippe Jaroussky es un contratenor, nacido el 13 de febrero de 1978, Maisons-Laffitte, Francia.

Es sopranista y contratenor francés. Estudió violín, piano, armonía y contrapunto en el conservatorio de Versalles. En 1996, comenzó sus estudios de canto con Nicole Fallien y los continuó en el Departamento de Música Antigua del Conservatorio de París con Michel Laplenie, Kenneth Weiss y Sophie Boulin. Recibió su diploma como violinista de la Facultad de Música Antigua del Conservatorio de París.



Cine por ver: Cuando el amor es para siempre



Hay tanta oferta de peliculas por ver, no en las salas de cine desgraciadamente, si no en el cable o compradas en la calle que casi no nos queda tiempo para esperar la llegada de alguna película de la que nos han hablado o hemos leído, acá tenemos esta:

Cine por ver : All good Things

No siempre puedes obtener lo que quieres

El mensaje de esta canción: No siempre puedes obtener lo que deseas es como para tenerlo en cuenta. A veces hay que dejar pasar alguna ilusión y tomar otro camino, encandilarnos con otro proyecto, variar.


El gordo y el flaco

Siempre el humor nos devuelve a la infancia, a ese tiempo en el que reír era tan fácil. QUe mejor que El gordo y el flaco iconos de la broma, la torpeza y la ingenuidad.


domingo, 8 de septiembre de 2013

El gusanillo de los libros

Me gustan mucho los artículos periodísticos de Mario Vargas Llosa. Acá tengo este publicado en 2005 en el que nos presenta dos personajes, un entrevistador de radio y un librero amante de la música de Mahler, que capturan nuestra atención.
Leer sus artículos es como estar escuchando su voz y no queremos perdernos ni un pedacito de la entretenida historia que nos está contando.

El gusanillo de los libros
Mario Vargas Llosa 21 AGO 2005


Desde que comencé a publicar libros me han hecho decenas, acaso centenares de entrevistas, y todas las fui olvidando a medida que ocurrían. Menos una, que, con el tiempo ha ido cobrando proporciones míticas en mi memoria. Ocurrió hace unos veinte años, en el curso de un enloquecido viaje de diez días por los Estados Unidos, con motivo de la aparición de una de mis novelas en inglés. Saltaba de una ciudad a otra en vuelos que duraban a veces cuatro o cinco horas y en cada lugar me veía sometido a una vertiginosa ronda de ruedas de prensa, diálogos, firmas, charlas, almuerzos y cenas que en la noche me derribaban en la cama, no a dormir sino a desmayarme por apenas tres o cuatro horas de sobresaltadas pesadillas.

Pero las veinticuatro horas que pasé en Los Ángeles justificaron esa gira en la que casi dejo el pellejo. Comenzó al alba, cuando la encargada de pilotarme por las obligaciones del día me recogió en el hotel para llevarme al recinto de un college de un suburbio negro de la ciudad, donde, me explicó, había tenido que "refugiarse" el director del programa de radio que me iba a entrevistar. Se llamaba "El gusanillo de los libros" (no confundirlo con la "polilla", por favor). "Los programas dedicados a la literatura tienen la vida difícil en este país", precisó. Pero añadió que, pese a su apariencia paupérrima, "El gusanillo de los libros" era escuchado en toda California por la gente que visitaba librerías y compraba libros. Y que era un verdadero privilegio aparecer en él porque su editor era muy "discriminatorio" (palabra que en inglés es un elogio).

Sí, el local no podía ser más miserable. Un pequeño galpón oscuro, en un rincón perdido de un college de tercera o cuarta categoría, que dividía un cristal impulcro a un lado del cual estaba el técnico y su equipo de grabación y, al otro, el "gusanillo" en persona, sentado en una silla de inválido. Se trataba de un hombre joven, algo grueso, y que, pese a su limitación física, se movía con desenvoltura. Parecía muy serio. Me acurruqué como pude a su lado y me explicó que el programa, de una hora, consistiría en una primera media hora en la que él "contaría" mi libro a sus oyentes, ilustrando su relato con algunas lecturas, y que, en la segunda mitad, conversaríamos. Apenas comenzó a hablar quedé prendido de lo que decía y, casi inmediatamente, conquistado. Tenía la impresión de que hablaba de un libro ajeno, pero no porque traicionara en lo más mínimo mi historia, sino porque su síntesis más bien la embellecía, depurándola y reduciéndola a lo esencial. No hacía la menor crítica, no daba opinión personal alguna, se limitada a "contar" la novela con una neutralidad absoluta, desapareciendo detrás de los personajes y la historia, sustituyéndolos en cierto modo, con una destreza consumada y pequeños pero muy eficaces efectos -pausas, énfasis, cambios de tono- que enriquecían extraordinariamente aquello que contaba. No sólo había leído el libro de manera exhaustiva; había seleccionado de modo tan certero los fragmentos que me hizo leer que éstos, a la vez que ilustraban muy exactamente su relato, dejaban en el oyente una curiosidad afanosa sobre lo que vendría después.

El diálogo fue para mí tan sorprendente como la primera parte de su programa. Sus preguntas no incurrían en los inevitables lugares comunes ni se apartaban un segundo del libro que nos tenía allí reunidos. Más bien, me obligaban a retroceder a la época en que por primera vez tuve la idea de aquella ficción, a rememorar las experiencias que me la sugirieron, y, luego, al proceso que la fue plasmando en palabras, a las lecturas, ocurrencias, memorias de que me fui sirviendo a la hora de escribirla, y, por último, a revelar aquellas intimidades más secretas que, como ocurre casi siempre cuando uno escribe una novela, fueron apareciendo, atraídas misteriosamente por la imaginación para irrigarla, para dar apariencia de vida a los fantasmas.

Cuando terminamos lo felicité, le agradecí, le dije que me había hecho aprender mucho sobre mí mismo, y que era un fabuloso contador de historias. Quedó un poco intimidado con mi entusiasmo. Era un hombre modesto, que, por lo visto, no tenía la menor conciencia de su genialidad. Él creía que con su programa no hacía otra cosa que satisfacer su pasión de lector y ganarse -seguro que a duras penas- los frejoles, tratando de contagiar a sus oyentes el apetito por la literatura. Pero la verdad es que "El gusanillo de los libros" era mucho más que eso. Una variante contemporánea de la antiquísima tradición de los contadores de historias, los remotos ancestros de los escritores, aquellos fantaseadores que desde la noche de los tiempos han acompañado la marcha de la historia verdadera añadiéndole una historia fingida, inventada, mentirosa, indispensable para hacer más grata, o menos ingrata, la vida de los seres humanos.

Sólo que, "el gusanillo" de mi historia -es una vergüenza que no recuerde su nombre, o, acaso, nunca lo supe-, en vez de fraguar historias, las adaptaba, tomándolas de los libros que le gustaban y transformándolas en historias orales, como aquellas que narraban las hechiceras junto al fuego o cuentan todavía, en los pueblos antiguos, como Irlanda o las tribus indígenas del Canadá, de Estados Unidos, de México y Guatemala o de los Andes, los juglares ambulantes. Apenas pude conversar con él, porque mi implacable piloto me arrastró de inmediato a la segunda cita de la mañana. En el auto que nos regresaba al centro de Los Ángeles le dije que el programa del "gusanillo" me había parecido extraordinario. "Bueno, me comentó, sí, es importante aparecer en él. Pero se trata de una persona muy difícil. Muy independiente. Sólo habla de los libros cuando le gustan. Y, por principio, rechaza todos los best sellers, sin leerlos".

Pensé que con semejante política, mi admirado "gusanillo" se moriría de hambre o perdería pronto su programa. No fue así. Un buen número de años después, en New York, me lo volví a encontrar, otra vez frente a un micrófono, esta vez en un estudio refrigerado y elegante de Manhattan. En el tiempo transcurrido, "El gusanillo de los libros" había dado un salto espectacular. Por lo pronto, ya no sólo se oía en California, sino en todo Estados Unidos, donde un gran número de emisoras lo habían adoptado. Pero ni el formato, ni el rigor ni la originalidad con que su conductor lo llevaba, habían experimentado innovaciones. El "gus-anillo" seguía contando los libros que comentaba con la misma pericia hechicera que yo recordaba y sometiendo a su autor a un interrogatorio apasionante, a una verdadera catarsis creativa.

Pero, volvamos a Los Ángeles, a aquel día fastuoso e inolvidable. He olvidado lo que hice aquella mañana y aquella tarde, pero estoy seguro que debí responder muchas preguntas sobre "el realismo mágico", la "responsabilidad social del escritor" y cosas parecidas. Pero sí recuerdo que al anochecer firmé libros en una librería de Westwood, cuyo dueño, un californiano de origen alemán, me invitó luego a cenar. Intenté esquivar la cena, porque estaba agotado, pero él insistió y me alegro que lo hiciera pues fue una de las cenas más instructivas y fecundas que he tenido. Gracias a ella contraje una adicción a Mahler que me acompañará hasta que muera. El librero en cuestión era un apasionado de la música clásica y durante toda la cena, con una vehemencia inesperada y una enciclopédica sabiduría, me habló de las diez sinfonías del músico austriaco, comparando sus estructuras con las de las grandes novelas, las de Thomas Mann, las de Proust, las de Dos Passos o las de Faulkner, unas sinfonías en las que, decía, silbando o canturreando de pronto ciertos motivos, el tratamiento del tiempo era tan inventivo como lo es en las obras maestras literarias.

Sabía todos los pormenores de la gestación de estas sinfonías y todavía recuerdo el notable dramatismo con que evocaba -ni más ni menos que como lo hubiera hecho el "gusanillo" de la mañana- el verano de 1910, en que Mahler, ya enfermo del corazón, devastado con el descubrimiento de que Alma, su mujer, lo engañaba con el arquitecto Walter Gropius, y luego de un viaje a Holanda para consultar a Sigmund Freud a fin de que lo aconsejara sobre cómo salvar su matrimonio, se las arregló para componer la Décima Sinfonía, en apenas un par de meses. "Al mismo tiempo que cantos a la muerte, aseguraba, la paradoja de todas las sinfonías de Mahler es que la vida brota en ellas a chorros y nos hace sentir lo rica, lo variada, lo intensa y profunda que es aquella existencia que vamos a perder. Porque eso es Mahler: una anticipación atroz de la nostalgia de la vida que vendrá con la muerte".

No sé si su interpretación de Mahler era la correcta, pero no me importa nada. Para mí, lo que dijo fue tan contagioso como un virus mortífero. Apenas pude comencé a escuchar a Mahler con unos oídos y una cabeza sensibilizados extraordinariamente por sus palabras, y a leer biografías y testimonios sobre él y hasta a visitar los lugares donde nació, vivió y compuso.

Qué ingratitud no recordar el nombre del "gusanillo" ni el del librero de Los Ángeles. Pero, aunque sea tarde y mal, gracias a ambos por una jornada memorable.

Acá música de Mahler.

Mahler Sinfonía Nº5 - Yannick Nézet-Séguin and The Philadelphia

Un poema de Marco Martos





Marco Martos es un reconocido escritor y poeta peruano. Es considerado uno de los principales representantes de la Generación del 60 en la poesía peruana. Actualmente es presidente de la Academia Peruana de la Lengua, catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y decano de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de dicha casa de estudios.

Bajo el árbol de canela, Wang Wei evoca a la amada.



Viene el olor del árbol de canela,

en el claro principio, de mañana,

despierta a los pájaros azules

y da calma a los hombres desesperados.

Se fue la noche poblada de almizcle,

se fue el amor en su barca,

quedan los días añosos

como la corteza del árbol de canela,

llena de suave perfume embriagado,

llegará todavía la primavera de aromas intensos,

con su locura de grillos y cigarras,

saldrá la luna en las claridades del verano,

parecida a sí misma con sus resplandores violáceos,

traerá sus lúgubres cavernas que no vemos pero adivinamos.

Ahí, en eso desconocido, todavía te amo.

Diseñador Yohji Yanamoto



Tengo una amiga artista, pintora que dice que le encantaría ir a un desfile de modas en Paris o en NY. Los diseñadores de vestidos son artistas que combinan material, colores, texturas y formas para crear algo único que lucirá una hermosa mujer despertando admiración. Acá en el Perú contamos cada vez más con diseñadores de primer nivel y con desfiles que son estupendos espectáculos. Acá les muestro este diseñador japonés.


Nacido en Tokio en 1943, Yohji Yamamoto inició los estudios de derecho antes de seguir la llamada de su corazón y estudiar diseño de moda es escuela Bunka Fakuso Gakuin. Tras graduarse y antes de lanzar la línea de ropa que llevaba su nombre, trabajo en el taller de confección de su madre en Kabukicho. En 1981 Yohji Yamamoto conmocionó al mundo de la moda al mostrar su colección femenina de debut ante una reducida concurrencia durante la semana de la moda de Paris. Presentados enteramente en negro y enviados por la pasarela al son de un latido de corazón, los cortes asimétricos y el estilo holgado de los diseños de Yohji Yamamoto contrastaron marcadamente con las tendencias justadas que imperaban en las pasarelas en aquellos tiempos. “ Cuando empecé ha hacer ropa mi único pensamiento era vestir a las mujeres con lo que yo consideraba prendas masculinas. En aquel entonces las japonesas solían llevar prendas femeninas importadas y yo o detestaba”. Apostando por la ropa de trabajo japonesa y por una silueta negra sobredimensionada, Yohji Yamamoto se dispuso a cambiar de arriba abajo la percepción de la feminidad en el mundo de la moda. El tema de su colección de otoño/invierno de 1986, presentada en Paris, fue la paradoja de las obsesiones con el cuerpo perfecto. “decidí potenciar las ilusiones de las mujeres que vestían mis prendas convirtiéndolas en objetos de valor”. Treinta años después Yohji Yamamoto sigue desafiado de manera discreta pero coherente el establishment de la moda, produciendo prendas masculinas y femeninas serenas, contemplativas, austeras a menudo divertidas y siempre bellas. Se niega a seguir las tendencias, busca la inspiración en la calle y es el paladín de la individualidad.


(http://amenhermano.blogspot.com/2013/05/yohji-yamamoto.html)




Visitando Venecia

La última vez que estuvimos en Venecia, dijimos que sería la última porque la cantidad de turistas hacían imposible caminar, mirar, disfrutar, había que hacer cola para comer, la bella Venecia estaba invadida. Sin embargo la recuerdo con tanta dicha acompañada de melancolía. La hora dorada cuando cae el sol sobre la ciudad, la navegación sobre el gran canal, el paseo en góndola, lo romántico que puede ser cada rincón. Una vez estuvimos alojados en casa de unos italianos que vivían por San Georgio y los paseos que nos dieron fueron totalmente distintos a los convencionales. Fuimos, recuerdo, a ver el lugar en donde se fabrican las góndolas. Murano Burano y Torcello con su magnífico restaurante Da Cipriano. Es una suerte increíble que te guíen personas que viven en la ciudad. Palacios y museos, la catedral tan hermosa. En la plaza San Marcos vimos un maravilloso Ballet: Romeo y Julieta de Berliotz siglo XX. Compartimos la mesa con una pareja de checos que eran concertistas de silbido. Componían especiales melodías para ellos. Uno de los encantos de Venecia es perderse entre sus calles, mirar desde las góndolas las ventanas de las casas,

Ahora si dieran otra vez Romeo y Julieta en Venecia seguro sería este Ballet de Malandain.


Acá algunas fotos de Venecia:

Películas que suceden en Venecia

Cuantas películas más se habrán filmado teniendo como escenografía la belleza de Venecia. Acá unas cuantas. No he visto la de Vivaldi, la buscaré parece preciosa. También quiero buscar El mercader de Venecia.


Amacor:


Vivaldi un príncipe en Venecia







Muerte en venecia


Las alas de la Paloma




Anonimo Veneciano

A bailar. Meredith Monk


Meredith Jane Monk (20 de noviembre de 1942, New York1 - ) es una compositora, artista de performance, directora, vocalista, cineasta y coreógrafa estadounidense.

En 1964 se graduó del Sarah Lawrence College y en 1968 formó su primera agrupación, llamada The House, con la que exploró diversas técnicas vocales en combinación con danza, teatro, cinematografía y otros componentes, aplicados en obras como Juice de 1969.(Wikipedia)



Meredith Monk

Meredith Jane Monk (20 de noviembre de 1942, New York1 - ) es una compositora, artista de performance, directora, vocalista, cineasta y coreógrafa estadounidense.

En 1964 se graduó del Sarah Lawrence College y en 1968 formó su primera agrupación, llamada The House, con la que exploró diversas técnicas vocales en combinación con danza, teatro, cinematografía y otros componentes, aplicados en obras como Juice de 1969.( Wikipedia)




Fotógrafo Pierre Gonnord

La semana pasada en nuestro taller ABRA examinamos estas fotografías, las describimos primero físicamente y luego intentamos inventar su historia. ¿Alguno de ustedes quisiera escoger alguna de las fotografías y contarnos sobre ella?
Acá les paso los datos del fotógrafo.


Pierre Gonnord
es un fotógrafo francés nacido en Cholet en 1963 y residente en Madrid desde 1988.

Su obra ha sido expuesta en diversas ciudades de España, Francia, Portugal y Estados Unidos. En España su obra está presente en la galería de arte de Juana de Aizpuru. Ha expuesto en múltiples galerías públicas y privadas, como el Centro Cultural Conde Duque, la Maison Europeénne de la Photographie de París, en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, en la Universidad de Salamanca, en el Atelier des Forges, Les Recontres d´Arles, en el FRAC Auvergne -Ecuries de Chazerat, Clermont Ferrand; en el Festival fotográfico de Helsinki y en Oslo.

-¿Qué encuentras en el retrato?

- El retrato es una fórmula de vida. Busco entender la vida, cuestionarla y expresarme. Hay una experiencia realmente vivida en el encuentro con la condición humana. Para mí es un acto vital de confianza y amor. Pienso siempre en imágenes queridas, despiertas ante mis ojos y que nos tendrán que sobrevivir. Es una lucha constante contra el olvido. Soy consciente de que, al mismo tiempo, hay un acto de canibalización del Otro, del “Otro Yo”, de su diferencia y de nuestra parte común de humanidad: la comunión y apropiación de su belleza, dignidad y fuerza que nos asemeja a todos. Retrato -sobre todo por los encuentros que propicia- las experiencias vividas, esa escuela de la vida que permite aprender de los demás, de los que viven más alejados del mainstream, del centro urbano, lejos de mi casa y, sin embargo, son mis contemporáneos. En mis imágenes quiero celebrar la belleza humana, la fuerza moral, el drama de existir y de vivir, absurdo y maravilloso, a veces sin sentido que se acaba de repente y siempre demasiado pronto, pero que lo significa todo. No podemos jamás elegir nuestro destino, sólo remar donde creemos que debemos de ir y, a veces, lo hacemos a contracorriente. El trabajo, mi experiencia vital y fotográfica, me da esa libertad de ir donde quiero ir y hacia quién, pues así tengo la oportunidad de conocer y de escuchar. Es un trabajo nómada.



El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid posee obra suya. (Wikipedia)


Rapsodia in blue

Joan Fontcuberta nos habla sobre la fotografía


Joan Fontcuberta (24 de febrero de 1955, Barcelona ) es un artista, docente, ensayista, crítico y promotor de arte especializado en fotografía, premio David Octavious Hill por la Fotografisches Akademie GDL de Alemania en 1988, Chevalier de l'Ordre des Arts et des Lettres por el Ministerio de Cultura en Francia en 1994, Premio Nacional de Fotografía, otorgado por el Ministerio de Cultura de España en 1998 y Premio Nacional de Ensayo en 2011.1 (Wikipedia)


El lenguaje del Cello

La música es un lenguaje que entendemos todos, que traducimos en sentimientos.


Shostakovich

domingo, 1 de septiembre de 2013

Lamentación



Música para empezar esta visita semanal al blog:

Teatro en Lima

No dejen de ir al teatro, nosotros vimos 12 hombres en pugna y El método Gronholm, esta la habíamos visto en BSAS y está cambiada pero igual es muy entretenida. Nos da mucha alegría que aparezcan nuevas salas de teatro como la Ricardo Blume y que los actores esten cada vez más profesionales. Estamos convirtiéndonos en una ciudad que ofrece mucho por ver en el ambiente cultural.




Creación del mundo




Los mitos de creación del mundo siempre capturan nuestro interés. Acá en dibujos animados el mito maya Popol Vuh.

La luna por Jaime Sabinez




Esta semana estuve buscando temas sobre La luna, uno de los primeros que me encontré fue este de Joaquín Sabines.

La luna de Jaime Sabines


La luna se puede tomar a cucharadas o como cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado con filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es mejor amuleto que la pata de un conejo. Sirve para encontrar a quien se ama, para ser rico sin que lo sepa nadie y para alejar a los médicos y a las clínicas.
Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido, y gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir.
Pon una hoja tierna de luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Llena siempre un frasquito se aire de la luna para cuando te ahogues y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados.
Para los condenados a muerte y para los condenados a la vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y bien controladas.

La luna camina despacio

Proverbio africano:

La luna en el bolsillo

La luna en el bolsillo

“Una noche la luna camina por la calle llevándose a sí misma en el bolsillo. En la cuesta se le desata el lazo del zapato. La luna se inclina para atarse el zapato y se le cae del bolsillo la luna, que echa a rodar veloz por la calle asfaltada y mojada por una lluvia repentina. La luna corre tras la luna, pero la distancia aumenta por la aceleración de la gravedad de la luna que rueda. Y la luna se pierde a sí misma en la niebla azul, allá en el fondo de la cuesta.”
Tarufo Inagachi, de Colección de arena de Italo Calvino

Cine : Revolucionary Road



Esta la vi en Netflix muy buena.

Un novio para mi mujer


¿Que desesperado puede estar un hombre como para buscarle un novio a su mujer para deshacerse de ella? Una película de Juan Taratuto; con Adrián Suar y Valeria Bertuccelli.
La vi en cable pero veo que está completa en Youtube. Película argentina muy simpática.

Gratitud, TED

Precioso conferencia de Ted que nos invita al agradecimiento.

Canción del mar.



Leonard Cohen Cantos de amor y odio