En Estambul pudimos asistir a una sesión de danza de los Derviches. Pensábamos que solo se los podía ver en Konia, , lugar de residencia de Rumi donde fundó su Orden Sufi,una ciudad que no visitaríamos. Más que un espectáculo se trataba de una ceremonia, los danzarines entraban en trance con las vueltas ( lo llaman el giro) y bailaban a la vez sobre sí mismos y en círculo con los demás bailarines. Una mano con la palma hacia arriba para recibir la vida, la otra abierta hacia abajo para dar a los demás lo recibido.
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