jueves, 19 de enero de 2012

La manzana de Adán


El asunto fue así, resulta que Eva desde que fue creada estuvo impulsada a la poesía, cada cosa nueva que aparecía ante sus ojos le daba una intensa alegría y se dedicaba a observarla, descubrir su funcionamiento, los pliegues de las alas, la belleza de los verdes de las pequeñas hojas que nacían ante sus ojos como explosión de vida, ella le ponía nombres, inventaba sonidos, unos delicados para los seres que se mostraban etéreos y lentos, otros intensos y vibrantes para los que se movían a velocidad, cada piedra, cada mineral, cada partícula del mundo que se lucía ante sus ojos era amado y nombrado y porqué no decirlo cantado por Eva. ¿No han escuchado lo dulce que era la voz de Eva? Sus melodías llegaban hasta las estrella y planetas y regresaba en eco y armonía. Mientras tanto Adán estaba obsesionado con un animal que parecía encarnar el mal: la serpiente, la aduladora serpiente que se dedicaba a decir palabras que inflaban de vanidad al primer hombre. Eres hermoso, eres poderoso, eres valiente, eres superior, eres el rey de la creación, eres mejor, eres la esperanza, eres la sabiduría, eres el amo, el sol, el ombligo, la raíz. Y él claro, se la creía. La serpiente tomaba distintas formas y lo cautivaba cada día más, hipnotizándolo, convirtiéndolo más bien en esclavo. Lo hizo rebelde. ¿Quién es ese Dios que te ha creado que no aparece?  ¿Por qué te ha prohibido la sabiduría si tu eres capaz de cualquier propósito? ¿Por qué no has de comer del árbol del bien y del mal, de su fruto? el árbol de tu libertad, si lo comes podrás volar como las aves, nadar como los peces, soñar como los ángeles, ser agua y luna y espuma de mar. Come la manzana, pruébala, dásela a Eva, que ella te acompañe en tu aventura. Y así fue, probó Adán la manzana, se la ofreció a Eva y ella que andaba siempre distraída contemplando las maravillas de la creación, le dio un mordisco para que Adán la dejase en paz, en un instante la dicha perfecta hubo terminado. Eva tomó conciencia de lo que le sucedería, que sería reina y mendiga, que sería ciega y obediente, que cargaría sobre sus espaldas y postergaría sus sueños. La primera orden que le dio Adán a Eva fue decir que ella había sido la que se había dejado tentar por la serpiente, que ella le había ofrecido la manzana y que pobrecito él, la había obedecido. Cuando Dios los expulsó del Paraíso, Eva salió apresurada, tenía el corazón avergonzado, Adán más bien estuvo discutiendo, argumentando, explicándole a Dios que había sido ella, que para qué la había hecho así tan curiosa, tan insatisfecha, tan desagradecida. El ángel le señaló a Adán el camino de salida del Paraíso y no pudieron regresar nunca a él. Aunque se dice que algunos seres, sea hombres o mujeres, si en el balance de sus vidas hacen más bien que mal, regresan al paraíso y allí son todos poetas y se maravillan y asombran. 

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