domingo, 1 de julio de 2012

Jugando con el Facebook

Esta semana he estado muy activa en el Facebook, cuando me sugirieron entrar en el Facebook respondí que no perdería mi tiempo. Sin embargo me decidí a entrar y debo confesar que encuentro que es un espacio que trae muchas alegrías, desde encontrar a personas amigas que creías perdidas, comunicarte con gente a la que quieres que no ves así no más, intercambiar experiencias, intereses, juegos. Tengo una amiga australia, otra gallega, amigas peruanas que viven en Berlín, en Washington, en Santiago y en Buenos Aires y comunicarse con ellas es un placer. También he aprendido que una puede usar el Facebook para lo que desee, siempre encontrará quienes se animen a seguir el juego propuesto o continuar un tema. De vez en cuando propongo escribir un cuento y en esta oportunidad colgué la foto de un hombre y pregunté ¿quién era? ¿ Qué hacía por la vida? Si cargaba alguna culpa, en fin, que ubiquemos al hombre, le demos nombre, oficio, vida. Participaron muchas mujeres, cada una le hizo una historia, nos reímos, pensamos, usamos nuestra imaginación y ejercitamos la mente.Acá está el famoso hombre, ya maduro, elegante, con anteojos que no se saca nunca, del que unas dicen que es modista, otros dueño de una galería de arte, un anticuario, amante de la música, espía, gigoló, etc. Carmen Rico Coira, mi amiga de Galicia fue la que mejor historia construyó, según mi opinión y ella me ha pedido permiso ( no había necesidad) para continuar en su Facebook con el juego, para ver si las europeas contestan. Lo interesante del nacimiento del cuento de Carmen es que ha surgido no solo de la imagen, inspiradora por cierto, si no por las respuestas que las demás participantes del juego iban dando. Divertido ¿no?


Este hombre posee una galería de arte en la Rue Seine de París. Si, un día lo vi saliendo del café de Flore. Me llamó la atención su porte, su estilo, pero sobre todo porque no se sacó ni un momento las gafas de sol, aunque aquella tarde llovía en París. El hombre descendió la calle y justo antes de llegar a Pont des Arts por la acera de la derecha, se detuvo ante la vitrina de una galería. Miró, retrocedió dos pasos... Volvió a mirar y por fín sacó una llave y justo cuando traspasó la puerta, el local se iluminó y comenzó a sonar un blues.
Luego supe que el señor Rivais había nacido en Biarritz dentro de una familia de clase media. Nunca finalizó sus estudios universitarios, en realidad jamás tuvo claro lo que quería hacer con su vida, pero su capacidad especial para socializar , su encanto personal y su sonrisa le abrieron muchas puertas, cuando en la década de los ochenta se instaló en París. No le fue dificil conocer artistas ansiosos de halagos y él, siempre ha sido generoso en sus apreciaciones . Luego, una historia de amor tan corta como intensa, con una millonaria belga lo puso en contacto con marchantes de arte de medio mundo hasta que el Señor Rivais se cansó de pasear el perro dálmata de su amiga y decidió volar solo...
Ahora, al fín poseía su propia galería y en la Rue Seine y todas las tardes
Seguiría tomando su café en la terraza del Flore ,ocultándose tras las gafas oscuras.
Aquí decimos que es un "trepa", ese tipo de persona que posee el don de la ubicuidad, que sabe y puede estar siempre en el lugar oportuna y con la gente imprescindible... Una especie de encantador de serpientes. No es bueno ni es malo, un poco como todos. No es sabio, ni siquiera especialmente culto, pero dotado de esa inteligencia primitiva que va en los genes y que tiene mucho que ver con la intuición. Eso que está tan de moda ahora y que dicen Inteligencia Emocional.
La terraza de Flore es ese espacio donde un parisino "de bien" como el señor Rivais luce y seduce. Es una especie de escaparate donde las tertulias literarias dieron paso a ese estilo actual de hacer negocio.
El chófer del señor Rivais casi es clónico de él ... También lleva trajes de buen corte y usa gafas de sol, pero en este aso para disimular el aburrimiento mientras espera horas mientras su jefe adula al americano millonario.

Paul Rivais siempre tuvo oportunidades.
El nacer en una ciudad fronteriza como Biarritz le posibilitó el hablar español casi como el francés. Y si, es cierto que luego mucho más tarde regentaría un café de moda en S. sebastián, en la playa de La Concha. En su primera juventud, esta era su segunda ciudad. No olvidemos que Biarritz está en el país vasco-francés y aparte de otras cosas, ambas ciudades están unidas por la ancestral lengua.
En mayo acude a su café. Todos los años...es otra de sus rutinas. En realidad lo hace tres ó cuatro veces al año... Las justas para mostrarse y que no lo olviden , al tiempo que aporta la dosis justa de glamour que el local precisa.
Y en realidad, aunque luce trajes de corte italiano, se los sigue confeccionando el sastre de toda la vida , que ya de niño le confeccionara el de la primera comunión.
Se los encarga por docenas. Si le gusta un modelo, lo quiere en todos los colores, aunque para restarles solemnidad acostumbra a ponerlos con polos y camisetas de cuello redondo. Le gusta usar pañuelos de seda y zapatillas de deporte y es fiel al perfume.
Lo cierto es que Paul Rivais es fiel a casi todo lo material en esta vida, pero lo es menos a las personas. Poca genta ó quizá ninguna le llegó a conocer del todo. Es como si detrás de la eterna sonrisa y las gafas de sol se ocultase alguien, que en el fondo es un desconocido.
La vida le llevó por el sendero de los triunfadores, pero él siempre tuvo claro que debía hacer para que ese fuera también su camino.
Cecilia está acertada en la hipótesis de si estaría preso... Aunque no exactamente preso, pero si detenido , aquella vez que encontraron al pianista de su local muerto en extrañas circunstancias. Esa muerte aùn continùa sin esclarecer, pero todo apunta a un crimen pasional.
Siendo niño pasó muchas horas en el puerto mirando los yates que atracaban y a los ocupantes. Mujeres vestidas de blanco, con sombreros de paja, con ese aire Mediterráneo tan entre hippy y VIP. Con largas cabelleras rizadas y el bronceado justo. Todas de una edad indefinida. Todas parecidas... Y siempre se las veía felices cuando paseaban y sobre todo cuando compraban en las exclusivas tiendas que hay cerca del puerto, mientras los maridos y amantes seguían haciendo negocio en los yates.
Conoció a muchos españoles, cuando aún vivía el dictador, que pasapan a la localidad francesa a ver el cine censurado en España. A cuantas señoras de sociedad habrá acompañado a ver "el último tango en Parìs"?...
A los doce años perdió a su madre, pero la perdió de vista... Ella , que trabajaba en el casino de Biarritz , conoció a un americano que en un golpe de suerte hizo una fortuna y se fue con él allende los mares. Fue así como el pequeño Paul pasó a ser educado por un padre déspota y una abuela protectora.
Cuando la volviö a ver ,Paul ya se había establecido en París y regentaba en ese momento una pequeña tienda de antiguedades en Saint Germain.
Ella Seguía siendo una mujer hermosa y con el punto exacto de frivolidad de las mujeres de mundo. Cuando enviudó del americano, a quien el alcohol lo había atrapado en sus fauces, Marie Claire había adquirido un status social y financiero digno, muy digno. Carmen Rico Coira.









4 comentarios:

  1. Ceci nos divirtió mucho tu iniciativa.felicitaciones a tu amiga que logró una posible biografía.

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  2. gracias Ceci por enviarme tus reflexiones y comentarios. Yo aquí en mi casa, sola y con ciertas dificultades para movilizarme, los aprecio aun más. Te envío un gran beso
    Alicia A.

    Que bueno Alicia que lo disfrutes. Te agradezco mucho tu comentario. Se trata de eso, de llegar adonde debe llegar, a ti por ejemplo. Besos, Ce

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  3. Querida Cecilia
    Muchas gracias por compartir tu blog, encantador.
    Muchas felicidades
    Karen

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  4. Disfrutado al 100%.
    Gracias y un beso, Charo.

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