domingo, 12 de agosto de 2012

Volver, siempre volver




Irse de viaje es un paréntesis que hacemos en nuestra vida. Desaparecemos de acá y partimos en busca de aventuras. Durante el tiempo de viaje nos transformamos en otros y el sentido de nuestra vida varía. El viaje tiene un número de días que nos invitan a vivir con intensidad. Los ojos muy atentos, la máquina de fotos a la mano, como exploradores o cazadores de imágenes. Lo que ocurre con nuestra mente es curioso, nos vamos alejando cada vez más de lo que sucede en nuestra tierra y con lo que hasta hace solo unos días nos importaba tanto. Podemos analizar nuestra vida cotidiana como si se tratase de la vida de otra persona.
Es por eso que cuesta tanto trabajo retomar nuestra rutina a nuestro regreso. Permanecemos aletargados, como si estuviésemos en un estado intermedio, mientras vamos, uno a uno, colocándonos, como vestiduras, parte de nuestro ser. Se ha cerrado el paréntesis, nuestras metas ya no son llegar a tal ciudad, sino vivir aquello que nos toca, de la mejor manera posible. La memoria se resiste y desobediente no nos dice donde hemos dejado las llaves, o los papeles importantes. Nuestro proyecto, el que nos tenía apasionados, se esconde, y surgen cosas inmediatas, el carro no arranca, no hay nada que comer, el aparato de teléfono no funciona, como para mantenernos todavía alejados de lo que queremos hacer. Una misma se impone tareas que consumirán mucho de nuestro tiempo, como revisar los 25 periódicos que no vimos porque estábamos fuera.
Lima nos recibe con frío de 13 grados y humedad de 100 por ciento.
Hemos perdido la feria del libro, la presentación de la novela de nuestra querida amiga, el festival de cine está muy avanzado, la inauguración de la nueva casa de Mario Testino, nuestro famoso fotógrafo, no hemos vivido las celebraciones de las fiestas patrias, hay un vacío que hemos llenado con vistas de países que quedan lejísimos, con otro clima, con otro ritmo y estupendas experiencias, hasta la moneda era distinta en cada lugar, el idioma, el tipo de comida, las costumbres, las habitaciones en las que hemos dormido, las personas que adquirieron más importancia.
De pura suerte, prendo un rato la televisión y en vez de encontrarme con las olimpiadas, alcanzo a ver el final de una película que recordaba como magnífica: 1900. La triste historia de un pianista que nace en un barco y jamás baja de él. Cuando intenta hacerlo, va bajando las escaleras maleta en mano, los amigos lo despiden, lleva un abrigo de piel de camello regalado por su mejor amigo el trompetista, tiene en la mente la imagen de una mujer de la que se ha enamorado y a quien quiere buscar, entonces, se detiene, avienta el sombrero al mar, da la vuelta y sube otra vez al barco en el que morirá. Al cabo de unos días explicará los motivos de su regreso, ha percibido ante la inmensidad de New York, que el mundo no tiene fin, y él está acostumbrado al espacio del barco con una proa y una popa que puede recorrer ida y vuelta solo en un rato. Un viaje, ese paréntesis, tiene un final, una fecha en el que terminará; nuestra vida, su final, nadie lo sabe, es por eso tal vez que me cuesta tanto retomarla.
Ya de regreso, dilato un poco el sentarme para escribir sobre lo vivido, como dejando que se asiente el vino, que se olvide lo accesorio y quede lo fundamental.

3 comentarios:

  1. CECI ERES UNA TROME, EL VIDEO DE NORUEGA ES UNA MARAVILLA, QUE BIEN LO HAS CAPTADO, Y LA MUSICA QUE LE PONES ESTA TAN ACORDE CON LA NATURALEZA.
    UNA LINDA EXPERIENCIA PARA TODOS.
    ANI

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  2. Ce:
    Lindas las fotos y sobre todo la manera de contar tu viaje en donde lo compartes todo,pero dejando por allí algún secretito que solo lo conocen ustedes dos, que vivieron esos momentos tan felices. También comparto contigo la experiencia del regreso.

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  3. A mi tambien me encanto, esta escrito tan bien, me dio un sentimiento de nostalgia. Los viajes siempren dan tanta nostalgia al regresar….

    Y porque sera que al volver de un viaje vemos nuestra casa con ojos diferentes, como la veria alguien que entra por primera vez.
    Siempro pienso imediatamente en las cosas que quiero cambiar, lo que no me gusta ver de primera impression. Pero tengo que volver al trabajo, y no hay tiempo, y antes de darme cuenta ya me acostumbre otra vez, perdi la “apreciacion de afuera”, y no hago ningun cambio.


    F
    RECIEN LEO LA SECCION VOLVER, ME ENCANTO. ES TAN SINCERA AL ESCRIBIR QUE UNO LA LEE COMO SI ESTUVIERA SENTADA JUNTO A ELLA.

    ADEMAS DICE EXACTAMENTE LAS PALABRAS QUE YO HUBIERA QUERIDO EXPRESAR AL REGRESO DE CADA VIAJE, Y , QUIZA MAS CLARO , LA SENSACION MIENTRAS ESTABA EN EL VIAJE.

    Margarita

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