Desde Lima, un relámpago de azul-cielo o azul-mar en nuestra mente o en nuestro corazón que ansían la belleza. Cuentos, poesía, música, cine, reflexiones, teatro, viajes, fotografía, entrevistas, danza y más.
lunes, 23 de febrero de 2015
Bien venida alegría, bien venido pesar.
Bien venida alegría, bien venido pesar, la hierba del Leteo y de Hermes la pluma: vengan hoy y mañana, que los quiero lo mismo. Me gusta ver semblantes tristes en tiempo claro y alguna alegre risa oír entre los truenos; bello y feo me gustan: dulces prados, con llamas ocultas en su verde, y un reírse zumbón ante una maravilla; ante una pantomima, un rostro grave; doblar a muerto y alegre repique; el juego de algún niño con una calavera; mañana pura y barco naufragado; las sombras de la noche besando a madreselvas; sierpes silbando entre encarnadas rosas; Cleopatra con regios atavíos y el áspid en el seno; la música de danza y la música triste, juntas las dos, prudente y loca; musas resplandecientes, musas pálidas; el sombrío Saturno y el saludable Momo: risa y suspiro y nueva risa... ¡Oh, qué dulzura, el sufrimiento! Musas resplandecientes, musas pálidas, de vuestro rostro alzad el velo, que pueda veros y que escriba sobre el día y la noche a un tiempo; que se apague mi sed de dulces penas; ramas de tejo sean mi refugio, entrelazadas con el mirto nuevo, y pinos y limeros florecidos, y mi lecho la hierba de una fosa.
Versión de Màrie Montand
- Poeta
- John Keats fue uno de los principales poetas británicos del Romanticismo. Durante su corta vida su obra fue objeto de constantes ataques y no fue sino hasta mucho después que fue completamente reivindicada. Wikipedia
Abandono
Taller de Escritura Narrativa plantea un ejercicio. Continuar la frase: Si hubiera sabido. Entonces escribí este pequeño texto que ahora comparto con ustedes, tal vez se animen también a continuar la frase y les salga un texto.
Abandono
Si hubiera sabido que esta noche,
cuando ya había apagado todas las luces y me disponía a enumerar palabras para
conseguir derrotar mi habitual insomnio: piedra,
guerra, luz, amparo, vuelo, sol, sonaría el timbre y tras ponerme la bata y
avanzar hasta la puerta podría ver por la mirilla que estabas ahí, aquí, luego
de tantos años, después de haber vivido lo que me hiciste vivir, decirle a
nuestra pequeña hija que no era cierto que habías muerto, no, que vivías, que vendrías
a vernos, y entonces tras su asombro pintamos la casa entera, cambiamos
muebles, pusimos flores y nuestra conocida tristeza se volvió esperanza
luminosa, pero no llegaste nunca, nos abandonaste por segunda vez, sin
importarte que volviésemos a ser solo sombras, una mujer y una niña
arrastrándose en pena. Entonces ahora decidí no abrirte. Controlar mi deseo de
arrancarte el corazón con las manos,
escuchar tu atrasada excusa, enterarme que vivías alguna tragedia. Cerré
la mirilla, apuré el paso hasta mi cama, me puse los tapones en los oídos
y descolgué el teléfono, podría por
casualidad llamar mi hija para contarme algo sobre sus hijos o sus nietos, cerrar
los ojos y volver a enumerar palabras, aullar, soñar, desear, dolor, silencio,
vacío, ausencia.
Antigua Vida Mía - UNLa - EDV
Anoche la vi, ella es tan buena. Basada en el libro de Marcela Serrano, me entretuvo mucha, nos llevó de Buenos Aires a Antigua. La relación de dos amigas. Muy linda película.
Paul Desmond - desmond blue
- Paul Desmond
- Paul Emil Breitenfeld, conocido como Paul Desmond, fue un saxofonista estadounidense de jazz. Fue una figura representativa de la corriente principal del jazz y del cool.
Luna de miel
Hace unos días estuve recordando los lugares en los que Mario y yo pasamos nuestra luna de miel. Ibamos a ir a México pero como era el mundial y a Mario le gusta tanto el futbol, no iba a estar atento en el romance, que de eso se trataba. Fuimos entonces a la costa de California empezando por Los Angeles y terminado con San Francisco. Acá algunas fotos para volver a vivir siguiendo el lema de que recordar es volver a vivir.
Los Angeles
Los Angeles
lunes, 16 de febrero de 2015
DINNER FOR ONE
Recuerdo que cuando la vimos por primera vez, nos causó muchísima gracia, la vimos varias veces y no nos cansamos de reír. Hace unos días estuvimos con unos amigos y surgió el tema de los mayordomos, claro que me acordé de este y acá se los entrego para que rían también.
ARGUEDAS CANTA
Compré hace mucho una cinta con canciones interpretadas por José María Arguedas, acá una de ellas.
Pintor minimalista
Frank Stella & Santiago Calatrava - The Michael Kohlhaas Curtain
15 APRIL - 14 AUGUST
NEUE NATIONALGALERIE, BERLIN
Frank Stella (American, born 1936) is best known as a major painter of the Minimal Art movement. In the late 1950s he developed his style in extreme reaction to Abstract Expressionism. Stella insisted that a painting is a physical object rather than a metaphor for something else.NEUE NATIONALGALERIE, BERLIN
smb.museum/smb/standorte/index.php?p=2&objID=31&n=14
Lucian Freud La vida de un pintor , subtitulado al español
Lucian Freud fue un pintor y grabador británico, considerado como uno de los artistas figurativos más importantes del arte contemporáneo. Wikipedia
Brides - Stamatis Spanoudakis
Hermosa película, novias griegas que viajan a NY a casarse. Un fotógrafo, un enamoramiento. Bellísima.
Best of Yann Tiersen
- Yann TiersenMúsico
- Yann Pierre Tiersen, es un músico y compositor francés. Uno de los principales exponentes del minimalismo, ha compuesto la banda sonora de las películas Amélie y Good Bye, Lenin!.
Claude Gellée , paisajes clásicos
- Claudio de Lorena
- Claude Gellée, más conocido en español como Claudio de Lorena, fue un pintor francés establecido en Italia. Perteneciente al período del arte barroco, se enmarca en la corriente denominada clasicismo, dentro del cual destacó en el paisajismo. Wikipedia
domingo, 8 de febrero de 2015
Buster Keaton - Escena inolvidable- "Elevator chase"
Mi papá me hablaba de Buster Keaton como un artista maravilloso y no había tenido oportunidad de verlo. Acá muestra sus dotes de casi contorsionista para escapar de la cacería.
Poemas de Lauren Mendinueta
Deseo de nada
Todavía es
temprano.
Mil noches
han caído sobre la tierra,
y otras mil
cayeron antes,
pero aún no
es tarde.
El viento
arropa con tanta fuerza la casa
que se diría
una madre enloquecida de amor.
Pero el
viento no puede amar.
Tengo miedo.
El mar no
está lejos de aquí,
y yo soy esa
misma arena sobre la que caen
furiosas,
incontenibles y enajenadas las olas.
Más allá, en
el centro mismo de la tormenta,
mi ojo busca
las razones de tanta rabia.
Tengo ganas
de azotar a la noche
hasta verla
sangrar.
Deseo hasta
el infinito
poseer algo
que jamás se entregue.
El jardín como destino
En los
umbrales del jardín te espera la más hermosa nada.
No
encontrarás al gran ángel negro de alas encendidas
ni saldrá a
recibirte el viejo barbón que custodia la casa.
Ahí has de
encontrarte con el gran desconocido que fuiste,
con aquel
obscuro murmullo que aterrorizó tu niñez,
el mismo
canto de sordos que cargaste la vida entera.
No
encontrarás girasoles que se inclinen a occidente,
ni azaleas
encarnadas que escapen al alba.
Atrás habrán
quedado los árboles del Paraíso
con sus ramas
desfloradas
erguidas al
cielo con orgullosa inocencia
y conocerás
la vergüenza de haberte avergonzado un día de tu desnudez.
Si alguna vez
llegas a los confines del jardín,
ahí donde
todo lo ha quemado el cielo,
donde la
materia cumple su único destino,
sabrás que tu
vida ha sido como un poema atravesado de tormentos
pero
insensible a sus propias palabras.
Y te
preguntarás cómo has podido no entender
que tu anhelo
de vivir eternamente,
tu miedo
animal a la soledad,
no tenía el
poder de construir otros mundos.
El jardín es
uno solo y a él vas y vuelves sin percatarte.
Y como el
alma no siente, sólo sabe,
te
sorprenderás al saber que la nada posee tu propio rostro.
El Regreso
Mi madre a
los treinta
era una joven
de ojos grandes,
agobiados,
cargados de
urgencias que yo no comprendía.
Entonces nada
me asustaba tanto
como la
posible tiniebla de su abandono.
Por eso iba
tras ella a todos lados
como un bicho
perseguía su luz.
El pueblo,
su campanario
y las solteronas arcaicas,
danzarinas de
las hogueras de San Juan,
nos parecían
tan tristes
que
ansiábamos irnos a otra parte.
Claro que
todo estaba dispuesto
para
obligarnos a permanecer allí.
Por eso mamá
leía para mí
historias de otros mundos,
de ciudades
lejanas pobladas de héroes y villanos
o de animales
que hablaban en nombre de la virtud y el vicio.
Pero cuando
llegaba la hora de la cena
ella volvía
resignada a la cocina para preparar la mesa,
dejándome
casi siempre con el libro en las manos.
Cómo podía
saber ella,
pobrecita
mamá,
que regresar
de aquellos mundos
a mí me llevaría una vida
El amor en los tiempos del colera. Fermina y Florentino
Me tocó verla en cable. Difícil aceptar que el lenguaje de GGM haya sido traducido al inglés. Me entretuvo y me hizo recordar el inmenso amor de Florentino Ariza por Fermina Deza.
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=kEBNF6uHyfc
viernes, 6 de febrero de 2015
lunes, 2 de febrero de 2015
Natalia Lafourcade - Piensa en Mí ft. Paco Familiar (DLD), Ismael (Los D...
Desde México llega esta bella canción, tan romántica. Gracias
La niñez y la violencia en un cuento de Flavia Company
QUÉ HABRÁ SIDO DE MOYA
Por Flavia COMPANY
Yo estaba exenta. Él no. Moya tenía que rezar, ir a
clase de religión, ponerse de rodillas con los brazos en
cruz. Moya recibía golpes en las manos y en la espalda con
una regla larga de madera a la que se le habían borrado los
números. Porque no se sabía las respuestas. Y si salía a la
pizarra, don Jesús le pegaba con la mano abierta en la cabeza,
que rebotaba en la pared como un moscardón contra
un cristal, varias veces, mientras Moya sonreía mirándose
las puntas de los zapatos, o los calcetines azul marino de
uniforme, caídos alrededor de los tobillos.
Habíamos llegado aquel curso, desde el otro lado del
océano, y era impensable que yo me adaptara a las costumbres
del lugar. Mis padres estaban en contra de la violencia
y en contra de la religión, que según cómo se mire vienen
a ser lo mismo. Cuando supieron que don Jesús pegaba a
los alumnos y que los obligaba a rezar, mi padre se su-
bió al coche –la escuela estaba a solo tres manzanas, pero
él detesta caminar–, condujo hasta el edificio gris de tres
plantas, aparcó en la puerta, tocó el timbre, peguntó por el
maestro, se encerraron en el despacho de dirección y allí
solucionaron sus diferencias. Nunca supe cómo, pero el resultado
fue que me convertí en exenta y, por consiguiente,
en la alumna más odiada el colegio. No hay mejor diana
que las diferencias. Es fácil apuntar, es fácil dar.
Moya estaba en los antípodas de mi suerte. A él le tocaba
todo. Llegué a pensar que, por una peculiar ley de compensaciones,
le caía también lo mío. A lo mejor esa fue la
razón para que nos hiciéramos amigos.
Teníamos once años. Moya era el tonto de la clase. Cabeza
de rizos oscuros pegados al cráneo. Y el más alto.
Don Jesús le decía, lo que tienes de alto lo tienes de tonto.
Y yo era la lista. Y la más pequeña. Enfundada en mi pichi
azul minúsculo, con el pelo rubio hasta la cintura, liso y
bien peinado. Don Jesús decía que, para mí, no se habían
inventado notas que bastaran. Pero me hacía leer en voz
alta para reírse de mi acento con los de la clase.
La amistad entre Moya y yo parecía rara, por lo desigual.
Destacaba como el caracol que muchos años después vivió
aislado en los azulejos amarillos de la cocina de mi abuela.
Era rara y consistía en cosas como compartir el bocadillo
a la hora del patio, sentarnos juntos en las excursiones,
regalarnos canicas, esperarnos a la salida para comer pipas
que, una vez peladas y para que no nos riñeran, Moya se
guardaba en los bolsillos de la americana azul marino, que
quedaban abultados y húmedos.
El curso siguiente dejé el centro. Como es natural, mis
padres buscaron algo más acorde a sus ideas y principios,
un lugar en que no hubiera rezos ni castigos corporales.
Luego pasaron treinta años y las cosas que pasan en
treinta años.
Y llegó un día del libro y estaba yo firmando ejemplares
de mi novela El corrector cuando, de pronto, se acercó
un tipo envuelto en un traje azul claro y camisa blanca,
abierta hasta el tercer botón, un hombre de ceño fruncido,
ajado por el tiempo, que depositó con cierta brusquedad un
ejemplar sobre la mesa ante la que estaba sentada y dijo,
anda, échale una firma al primer maestro que tuviste en
España. Lo miré a los ojos, lo reconocí y lo vi el último
día de clase, junto a Moya, de nuevo incapaz de resolver
el análisis gramatical propuesto, Moya con la tiza entre
los dedos, como si fuera a escribir algo, con la cabeza
agachada muy cerca de la pizarra, esperando no se sabe
qué, y recordé a don Jesús acercarse a grandes zancadas y
propinarle un bofetón rabioso, como si se estuviera descargando
de alguna furia secreta, y a Moya dar contra la pared
y caer al suelo con un hilillo de sangre desde el oído hasta
la barbilla, y a Moya sonriéndome antes de cerrar sus ojos
achinados de pestañas cortas, sonriéndome a mí que me
sentaba por supuesto en primera fila y era la única que podía
comprenderlo, comprender lo que suponía ser la otra cara
de la moneda, a mí como si se despidiera. Cogí el ejemplar
que me presentaba el que a sí mismo se llamaba maestro,
lo abrí por la primera página y escribí: Qué habrá sido de
Moya. Firmé y se lo devolví.
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