Octavio es uno de mis poetas favoritos y escuchar su voz, un verdadero placer. Acá un poema suyo y luego otro recitado por él mismo.
LA VIDA SENCILLA
Llamar al pan el pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reir como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la brisa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
su plenitud redonda y fugitiva;
bailar el baile sin perder el paso
y dormir junto a un cuerpo luminoso
que es un sol que se tiende en una playa;
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes —papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento—
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
en unos ojos descubrir el cielo,
el mismo en que de niño me perdía,
y volver a perderse en esos ojos;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombre y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.
Octavio Paz
Mi casa, mi gente, mi tierra
Llamar al pan el pan y que aparezca
sobre el mantel el pan de cada día;
darle al sudor lo suyo y darle al sueño
y al breve paraíso y al infierno
y al cuerpo y al minuto lo que piden;
reir como el mar ríe, el viento ríe,
sin que la brisa suene a vidrios rotos;
beber y en la embriaguez asir la vida,
su plenitud redonda y fugitiva;
bailar el baile sin perder el paso
y dormir junto a un cuerpo luminoso
que es un sol que se tiende en una playa;
tocar la mano de un desconocido
en un día de piedra y agonía
y que esa mano tenga la firmeza
que no tuvo la mano del amigo;
probar la soledad sin que el vinagre
haga torcer mi boca, ni repita
mis muecas el espejo, ni el silencio
se erice con los dientes que rechinan:
estas cuatro paredes —papel, yeso,
alfombra rala y foco amarillento—
no son aún el prometido infierno;
que no me duela más aquel deseo,
helado por el miedo, llaga fría,
quemadura de labios no besados:
el agua clara nunca se detiene
y hay frutas que se caen de maduras;
en unos ojos descubrir el cielo,
el mismo en que de niño me perdía,
y volver a perderse en esos ojos;
saber partir el pan y repartirlo,
el pan de una verdad común a todos,
verdad de pan que a todos nos sustenta,
por cuya levadura soy un hombre,
un semejante entre mis semejantes;
pelear por la vida de los vivos,
dar la vida a los vivos, a la vida,
y enterrar a los muertos y olvidarlos
como la tierra los olvida: en frutos...
Y que a la hora de mi muerte logre
morir como los hombre y me alcance
el perdón y la vida perdurable
del polvo, de los frutos y del polvo.
Octavio Paz
Mi casa, mi gente, mi tierra
¡Enhorabuena! ¡Cómo progresamos!!!
ResponderEliminarSiempre me gustó mucho Paz...
Gracias Ce.
Cariños,
M.
Grande, Cecilita. Le has dado un toque especial
ResponderEliminara tu blog. Realmente, te felicito y aplaudo.
Un abrazo de
Sandro
Dino Baldassari ha comentado tu publicación en el muro.
ResponderEliminarDino ha escrito: Mia carissima Cecilia, ojalà tu puedas tener un poco de cielo azul como tus ojos. Te enviamos con Tita miles de besos rompecuello Dino y Tita.
Cuanto me quieres que me ves los ojos azules Dino, son color granadilla, así me dicen, ni verdes ni marrones, algo entre los dos. Un abrazo super amoroso para ustedes, Ce
Me encanta Octavio Paz, gracias Ceci!!!!
ResponderEliminarSaludos
Carola