domingo, 20 de mayo de 2012

Alba iluminada



El martes de esta semana hicimos en ABRA nuestro taller de lectura un acercamiento a la palabra alba.
Tenía unos textos que la iluminaron. ¿Se podrá iluminar el alba?
El poeta chileno Huidobro habla de las nubes del alba y Neruda nos dice que fuimos quebrados en el alba. Vamos cercando la palabra y nos encontramos con el corazón del alba, con el fuego del alba, según el famoso Baudeliere.
¿Qué imaginamos con esta linda frase de Andrés Newman, el narrador chileno? Adiós amor, que el alba se abrigue en tus muslos. Toda una escena romántica que merece prolongarse.
El alba va humanizándose, y Octavio Paz la nombra Reina.
Es importante partir al alba y es posible cortarse las venas con el filo del alba. Un alba con fronteras, ahora es un espacio.
Borges la coloca como el inicio, el comienzo de cualquier afán: Entre el alba y la noche está la historia universal. Todo cabe entre el alba y la noche, desde lo más grande hasta lo más pequeño, el dolor y la ternura, la risa y el amor.
Hay quien teme al alba como hay quien teme a las mariposas y en un alba dorada hay quien retoza. Cuando despunta el alba nace una promesa y esperamos pacientes su llegada.
Para explicarla hay quien la compara con el despliegue de una ola de mar y se le añade rocio.
Es sonrosada como las mejillas de una mujer y el cielo empalidece con su luz.
Basho, experto en haikus la usa como metáfora de la pareja enamorada que se despide.
Somos como la pareja de gaviotas que,
separadas se pierden en el alba.
Así que uno puede perderse al alba que parecía hacer resplandecer lo que estaba oscuro y agazapado en la noche.
Es una ruleta el alba, según Madelstanm.
Cristina Wolf nos dice que el alba tiende jaguares todavía entre las sombras y yo cierro los ojos para imaginar el dorado radiante del jaguar entre las sombras.
Mientras escribo es noche oscura pero el texto me lleva a la aurora.
El alba de mi vida, el punto del día y luz de alba suspendida.
Las flores y los árboles conocen el alba, la pálida luz del alba.
Hago mías las palabras de tantos autores que han sentido suya el alba.
Ahora el alba tiene rosados dedos que apagan las estrellas y tiñen el cielo.
Es divina la claridad del alba y humana la sombra del hombre, me susurra Edmond Jabes, el egipcio.
La pureza del alba rebela el mundo, y se van haciendo nuevos cada luz, cada aroma, cada sonido. Todo lo que nos trae el alba o nos devuelve.
Job, en su capitulo3, 9 lanza una terrible maldición: Sean tinieblas las estrellas de su Aurora, la luz espere en vano, y no vean los párpados el alba.
Los amantes se despiden, ha llegado el alba. ¿No ven el lucero del alba?

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