Hay personas a las que no les gustan los payasos, a mi me encantan, a pesar de que cuando los veo pienso en los días en que estarán tristes y tienen que seguir la fiesta y hacernos reír cuando lo que quisieran sería llorar. El circo de nuestra infancia lo recordamos con tanta alegría, bajo la carpa y sobre la pista todo es distinto, todo nos sorprende, temblamos de que caiga el trapecista, el contorsionista nos impacta, los malabaristas nos parecen seres mágicos capaces de hacer lo imposible, sufrimos con los animales que a cambio de un terrón de azúcar, hacen venias y bailan, el oso amaestrado que en cualquier momento puede mostrar garras y dientes, y los leones que abren la boca para que el domador asome su cabeza y no se la come porque es parte del espectáculo, pero igual nosotros quedamos paralizados. Lo que si nos encanta desde que escuchamos su voz aflautada es con la llegada de los payasos, que hacen bromas y sonríen, bailan y se equivocan, quieren ser y no pueden, nuestro corazón se conmueve con ellos y sonreímos, reímos y aplaudimos. Ayer ha sido el día de los payasos y ahora cuelgo estos payasos rusos que son de lo mejorcito.
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