Todavía pueden verla en los días de semana santa.
- José Miguel Silva
- Periodista
- @jomisilvamerino
Todos necesitamos alguna vez sufrir el embate de un huracán,
no como fenómeno de la naturaleza –más en un país como el Perú—, sino más bien
en el sentido emocional, en lo afectivo. Y es que muchas veces somos incapaces
de sentarnos a resolver problemas con nuestros padres, hermanos o amigos, y
simplemente los dejamos pasar.
En “Huracán”, un
padre y su hijo terminan encerrados en el departamento neoyorquino del segundo
a la espera de que pase el huracán Sandy. Podrían ser una dupla cualquiera pero
en realidad ambos esconden frustraciones, tristezas y diferencias no resueltas.
Claro, hasta que aparece una tercera persona y todo sale a flote.
Una encantadora joven (Lola) surge en la historia y, tras
rogar por una posada, termina pasando la noche con Jack y Collin. Podría
imaginarse que la historia es solo una competencia por conquistar a la bella
intrusa, pero nada más lejano a la realidad. La obra escrita y dirigida por
Chiara Roggero pretende (y logra) mucho más.
Nacida en el año 1981 en Lima, la formación de la directora
de esta obra está originalmente ligada a la publicidad, posteriormente a la
escritura creativa y muy recientemente al teatro. Sostenida en la fuerza del
corazón, Chiara parece hacer siempre las cosas bien. Y “Huracán” es una prueba
de ello.
Conversamos con Chiara Roggero sobre su propuesta escénica
(que va de jueves a lunes a las 8 p.m. y hasta el 27 de marzo) la cual fue
ganadora del segundo lugar en el concurso “Ponemos tu obra en escena”,
organizado por el Británico.
¿De dónde surge la idea que inspira la obra “Huracán”?
La historia ocurre en Nueva York, que es un lugar que me
encanta y que, más allá de eso, siento que es una ciudad que le pertenece al
mundo en general. Ahí vive gente de todos los países, de todas las etnias, de
todas las razas. Quise encontrar una historia con la que pudiera identificarse
cualquier persona. Tenía esta necesidad de hacer una trama en la que dos personas
que tuviesen conflictos se vieran obligadas a estar en un lugar del que no
pudieran salir. Entonces el huracán fue la excusa para meter a estos dos
personajes, y posteriormente a Lola, en un mismo lugar. Siento que muchas veces
las personas, al tener esta facilidad de esquivar las conversaciones
importantes simplemente lo hacen. Y me gustaba esta idea del encierro.
¿Tuviste en mente siempre el elenco actual de la obra o fue
algo que en el camino fuiste encontrando?
Escribí la obra sin mayores expectativas. La mandé al
concurso del Teatro Británico. Ganó el segundo lugar y casi me muero. Ni
siquiera fui a la premiación porque jamás pensé que tendría este resultado,
pues yo vengo de la publicidad y todo esto era nuevo para mí. Y una vez que me
animé a montar la obra, empecé a buscar al elenco. Tenía muy claro lo que
quería. Conocí a Fiorella y le dije ‘a mí no me importa cómo actúes pero quiero
que seas Lola’. Y felizmente resultó ser
una muy buena actriz.
También están Sergio Paris y Omar García…
El personaje de Sergio era complicado porque debía ser un
hombre de 50 años y atractivo porque, en la obra, el hijo y el padre de alguna
manera compiten por la misma mujer. Si escogía un actor con más edad, me parece
que lo ponía en desventaja. Me parece que Sergio es un buen actor y además es
atractivo. Y en el caso de Omar, yo ya había trabajar con él en Water, una obra
de microteatro. Tuvimos muy buena química desde el inicio. A mí me gusta mucho
el teatro naturalista. Nada forzado. Y eso busqué en los actores. Además quería
que exista una buena química porque como fue mi primera vez dirigiendo algo,
necesitaba que (ellos) no me hicieran sentir inferior. Y todos fueron muy
generosos conmigo en ese sentido.
¿Podrías identificar una gran dificultad que tuviste en la
dirección de “Huracán”?
Dificultades grandes, ninguna. Creo que me paré con la
apertura suficiente para escuchar a los actores. Y eso quizás viene de mi
trabajo como publicista. En una agencia de publicidad se escuchan todas las
ideas, desde las del director hasta las del practicante. Eso me sirvió mucho.
Creo que (la obra) fue un proceso
divertido. Al principio los ensayos eran de noche y llegaba a mi casa a la una
de la mañana sin poder dormir porque sentía una gran adrenalina por lo bien que
lo había pasado. Quizás ahora en el Británico lo complicado fue que siempre
ensayamos fuera del teatro. Solo tuvimos un par de días para hacerlo adentro.
Pisar el escenario quizás fue algo complicado pero lo resolvimos rápido.
Tu currículum es muy variado. Publicista, bloguera,
profesora de redacción y ahora directora de teatro. ¿Estos cambios son
habituales en ti? ¿Buscas ya estabilizarte como directora de teatro?
Para nada. No me gustaría estabilizarme en nada más que en
mi familia. Siempre busco otras rutas. Alguna vez me gustaría escribir una
novela. Siempre me ha gustado todo lo relacionado a la creatividad. Entonces
está mi trabajo en publicidad, me gusta escribir, exponer mis opiniones,
siempre desde el humor. Pero el teatro me encanta.
¿Hay algo tuyo detrás de los tres personajes de la obra?
De todas maneras. El hijo (Collin) es muy sarcástico e
irónico como yo. En el caso de Lola, me hace acordar más a quién era yo en el
pasado. Yo me fui a estudiar a Buenos Aires a los 18 años creyendo que podía
comerme el mundo. No sé si hoy tengo esa idea. Pero siempre preguntaba lo que
me daba la gana. Buscaba inquietar a las personas haciéndoles preguntas
inesperadas. Si me gustaba alguien le preguntaba, “oye, ¿te gusto?” Y el chico
me decía “Hey, estás comiéndote todo el proceso”. No tenía miedo de eso. Y del
personaje del padre (Jack) quizás es el que menos (cosas) tengo pero quizás es
el que más quiero ser. Él se deja llevar por la vida, no necesita controlarlo
todo. Tal vez es como un álter ego.
En la obra hay un hecho muy triste que rodea al padre y su
hijo…
Sin revelar necesariamente ‘ese hecho’, preferiría hablar
del dolor. Padre e hijo comparten un mismo sufrimiento pero cada uno lo lleva a
su manera. Y a mí siempre me ha interesado mucho el tema de la resiliencia, que
tiene que ver con cómo los seres humanos soportamos el dolor. Siempre fui una
persona temerosa a las enfermedades, a que me pase algo, no sé, porque siento
que no podré comportarme con fortaleza, pero al final uno nunca sabe cómo
termina reaccionando. Y he sido testigo de lo importante que es afrontar los
dolores más fuertes de la manera más positiva posible y cómo eso cambia tu
camino. Yo quería hablar de cómo dos personas con un mismo dolor y manejándolo
distinto consiguen cosas diferentes.
En el caso del personaje de Fiorella Pennano (Lola) me queda
la idea de que existen personas que quieren arreglar la vida de los demás…
Sí, hay personas que quieren arreglar la vida de los demás
pero se olvidan que deben arreglar también sus propias vidas. Pero es verdad
que hay gente que tiene ese don, esa generosidad para querer tocar a las
personas sin soberbia, porque Lola no es soberbia. Pero sí sintiendo que están
de alguna forma ‘iluminadas’ para ayudar a otras personas.
¿Hasta dónde te gustaría llegar en tu carrera como directora
teatral?
No tengo idea. Recién acabo de empezar. Con esta obra sí me
gustaría llegar lejos y me encantaría que se vea en otros países.
Claro, además es una obra en cuyos diálogos no hay muchas
alusiones al Perú. Podría montarse fuera del Perú sin problemas.
Sí, me preocupé de
que el lenguaje fuera bien neutro para que se sienta que era para todos.
Me has mencionado la publicidad varias veces durante la
entrevista. ¿Sientes que es algo de lo que nunca vas a poder desligarte?
Trabajo en publicidad desde que tengo 19 años. He aprendido
muchas cosas importantes ahí. Los publicistas tenemos una costra gruesa de
frustración porque nuestras ideas deben ser filtradas por mucha gente. Entonces
uno se va desilusionando pero con el tiempo aprendes a desapegarte de eso, y
del ego. Esto me ha enseñado mucho. También en publicidad conocí a mucha gente
talentosa de la que aprendí sobre el proceso de crear algo. Y considero que
crear, teatro, cine o publicidad, siempre y cuando lo hagas desde el corazón,
siempre tendrá un éxito asegurado.
¿Te gustaría que la gente que va a ver “Huracán” se vaya con
alguna idea determinada en la cabeza?
Me gustaría que los que van sientan que pasaron un momento
divertido pero que al mismo tiempo se hayan puesto a pensar en las cosas
pequeñas de la vida. No quiero que la obra cambie la mentalidad de nadie, pero
si por lo menos te detiene a reflexionar sobre cosas pequeñitas que crees que
pueden mejorar, que extrañas o que ya no tienes, estaré feliz.
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