domingo, 9 de octubre de 2016

Al correr de la pluma 5

Al correr de la pluma 5

Tomo notas de  unas crónicas
de un escritor al que he leído muy poco, casi nada, el catalán Terenci Moix que murió de fumar. En sus crónicas italianas habla de Elsa Morante, escritora italiana muy famosa que fue esposa de Moravia.  De lo que él me cuenta sobre ella rescato algunas palabras con las que construiré esta semana mi correr de la pluma.
Tenía Elsa, es casi el nombre de mi madre que era Elsie, un amor a esa existencia plena que el mundo nos va negando con cada avance.
Justo hace unos días hablaba al teléfono con una amiga en tono de broma, claro, y le decía, sin decirle, más o menos lo mismo que la Morante, ¿Te acuerdas, le decía, cuando decíamos, cuando seamos grandes, cuando crezcamos, entonces tendremos todos los permisos, podremos fumar, podremos ir a todas las fiestas, nos dejaran subir al tranvía, no volveré a escuchar a mi abuela decir esa frase que no entendía: “Date a deseo que olerás a poleo”, porque me habían castigado y no iría a esa fiesta que todas esperábamos con las ansias a punto de explotar. Imaginaba el poleo como un cúmulo de fragancias, una mezcla de azahares , de jazmines, del perfume que se ponía mi madre cuando ya estaba lista para salir por las noches luego de haberse mirado en el espejo y haberse dado la aprobación, sí, estaba linda. Grande fue mi desilusión al saber que el poleo, era simplemente una variedad de la menta y que el refrán, era una antigüedad que venía del campo, de Cajamarca, donde había crecido mi abuela  Ahora que hemos crecido de más, que tenemos todos los permisos, que hemos ido y vuelto, partido y regresado, esperado y perdido, ahora que la vida se nos ha abierto de par en par y que podemos decir, ¿así que la vida era esto?  Mi amiga se rió en el teléfono, porque a ella le pasaba más o menos lo mismo que a mí, no podíamos quejarnos, pero hubiésemos querido un manual de instrucciones como el que inventó George Perec, alguien que nos advirtiera, que nos vaya diciendo: —, no, por ahí no, cuidado, a la izquierda, para, a la derecha, cuidado, detente, descanso.
Sí, creíamos en una vida plena.  Y justo yo había inventado una frase para amortiguar la pena que sentía ante la muerte de mi madre, —ella tuvo una vida espléndida, —es decir con cualidades extraordinarias, una vida fantástica, magnífica, maravillosa.  Y sí,  si la miro desde un ángulo puedo decir que tuvo una vida espléndida, pero si la miro desde otro, fue su vida como la de todos, también contuvo dolor, ausencias, sueños incumplidos. Pero no lo sabíamos, creíamos en la felicidad que comienza y solo termina con la muerte,  y ni eso, porque luego venía la vida eterna que era aún más hermosa y feliz que esta y dura por los siglos de los siglos, una felicidad que no somos capaces de imaginar pero que colmaría todas nuestras fantasías, aquello que ni siquiera teníamos la capacidad de imaginar.  Entonces, ¿cómo así aparece en nuestra vida el dolor, la sombra, la noche, el silencio, el miedo? ¿Cómo despertar de todo eso y volver a tender las ilusiones que se han escondido? Sin embargo conozco a personas que no pierden las ilusiones, que tienen como tenia Elsa Morante una “obstinación feroz por esa existencia plena”.
Escoger el correr de la pluma es escoger la libertad, la casualidad, el inconsciente, lo que venga, lo que se asome de mi mente, sin constreñir, —no se trata de hacer terapia, hay que dejar que las ideas fluyan, —dijo alguien, —pero es una  quien monta sobre el caballo, la que dirige hacia donde quiere que el texto vaya. ¿Podemos hacer eso? ¿Llevar las riendas a conciencia? ¿Queremos hacer eso? ¿Podemos hacerlo?
Terenci Moix habla de la búsqueda que realiza Elsa durante toda su vida , de la soledad de su búsqueda, de la soledad de toda búsqueda, añado yo, y luego él agrega: el tiempo pasa y se vuelve irrecuperable, irrecuperable- El tiempo, repite, —como para que lo entendamos bien, para que lo fijemos en nuestra memoria que  muchas veces se hace la distraída, voltea la cabeza mirando otra cosa, se distrae porque no quiere enfrentar lo irreversible, irrecuperables los seres, las cosas mismas,—pasa y es irrecuperable.  
Claro que lo sabemos, antes de que haya el riesgo de perderlo ya sabemos que algún día lo perderemos porque es parte de la esencia del tiempo, de los seres y de las cosas, que algún día ya no estarán.  
También habla de los ojos puros de Elsa.  La pureza puede ser una forma de amor, —dice. El amor puede hacer ver de cierta manera la vida, los seres, los acontecimientos, las cosas.
Esta semana me llegó un artículo  de Gonzalo Portocarrero que habla del amor como el sentimiento que despierta la alegría.  El amor puede reinventar la realidad.  
El lenguaje para Elsa , la búsqueda de las palabras adecuadas,  será también una manera de buscar lo divino, sobrepasar lo cotidiano. La crisis del lenguaje es una crisis del espíritu.  

Me quedo imaginando los ojos puros de Elsa, que son una manera del amor. 

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