
Dice Santiago Kovadloff en su artículo "Un espacio al infinito que habitamos" para el diario La Nación de Buenos Aires:
Quiero recordar que entre los incontables bienes que nos legó Aristóteles figura esta evocación, compuesta, al parecer, en su juventud: "Dicen que cuando le preguntaron a Anaxágoras por qué se debe preferir el nacer y el vivir al no nacer, respondió la pregunta así: Por ver los cielos y las cosas que hay en ellos, las estrellas, la luna y el sol y el orden todo del universo". En términos menos inspirados, lo que subraya el filósofo es que el hombre y sólo él, hasta donde sabemos, tiene ocasión de ensanchar, y por lo tanto de enriquecer, la percepción del misterio que él mismo encarna mediante la observación de ese otro misterio -el celestial-, que lo circunda y en el que está inmerso.



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