
Sam Keen nos recomienda:
Empiece cada jornada con la idea de que los acontecimientos del día pueden contener un mensaje clandestino dirigido personalmente a usted. Espere augurios, epifanías, bendiciones casuales y maestros que, sin saberlo, le hablan de su condición.
Reencuadre la experiencia de tratar con desconocidos, como si toda persona fuera un ser sagrado. En las culturas hindú y budista es costumbre, al encontrarse con otra persona, unir las manos en ademán de oración, pronunciar el saludo: Namasté, e inclinarse ante la divinidad de nuestras propias limitaciones".
Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.
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