sábado, 10 de julio de 2010

"Las mujeres de mi generación"


Mi amiga Ali me envía este texto de Santiago Gamboa, escritor colombiano. Los colombianos son muy galantes con las mujeres y apoyan la causa de la mujer. un saludo para ellos y el gusto de compartir un texto que nos hace sentir orgullosas de pertenecer a esa generación. Me hace acordar el Elogio a la mujer Brava de Hector Abad http://www.artemisanoticias.com.ar/site/notas.asp?id=51&idnota=930 también colombiano que nos piropea con gusto.




Mujeres

Autor: Santiago Gamboa *

Es el único tema en el que soy radical e intolerante. En el que no escucho razones: las mujeres de mi generación son las mejores. Y punto.

Hoy tienen treinta y pico, cuarenta, y son bellas, muy bellas, pero también serenas, comprensivas, sensatas, y sobre todo endiabladamente seductoras, a pesar de sus incipientes patas de gallo o de esa afectuosa celulitis que capitonea sus muslos y las hace tan humanas, tan reales. Hermosamente reales.

Casi todas, hoy, están casadas o divorciadas, o divorciadas y vueltas a casar, con la idea de no equivocarse en el segundo intento, que a veces es un modo de acercarse al tercero, y al cuarto intento. Qué importa. Otras, aunque pocas, mantienen una pertinaz soltería y la protegen como una ciudad sitiada que, de cualquier modo, cada tanto abre sus puertas a algún visitante. ¡Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación!

Nacidas bajo la era de Acuario, con el influjo de la música de los Beatles, de Bob Dylan, de Lou Reed, el mejor cine de Kubrick y el inicio del boom latinoamericano, son seres excepcionales. Herederas de la “revolución sexual” de la década del 60 y de las corrientes feministas que, sin embargo, recibieron pasadas por varios filtros, ellas supieron combinar libertad con coquetería, emancipación con pasión, reivindicación con seducción. Jamás vieron en el hombre a un enemigo, a pesar de que le cantaron unas cuantas verdades, pues emanciparse era algo más que poner al hombre a trapear el baño o a cambiar el rollo de papel higiénico. Decidieron pactar para vivir en pareja, esa forma de convivencia que tanto se critica pero que, con el tiempo, resulta ser la única posible, o la mejor al menos en este mundo y en esta vida.

Son maravillosas y tienen estilo, aun cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan. Usaron faldas hindúes a los 18 años, se adornaron con collares precolombinos, se cubrieron con suéteres de lana y perdieron su parecido con María, la virgen, en una noche loca de viernes o de sábado después de bailar “El ratón”, de Cheo Feliciano, en La Teja Corrida o en Quiebracanto, con algún amigo que les habló de Kafka, de Gurdjieff y del cine de Bergman.

Al fondo de sus mochilas arahuacas había paquetes de Pielroja, libros de Simone de Beauvoir y casetes de Víctor Jara. Y al dejarnos, cuando no les quedaba más remedio que dejarnos, nos dedicaban esa canción de Héctor Lavoe que es a la vez un clásico del periodismo y del despecho, y que se llama “Tu amor es un periódico de ayer”. Se vistieron de luto por la muerte de Julio Cortázar, hablaron con pasión de política y quisieron cambiar el mundo; bebieron ron cubano y aprendieron de memoria las canciones de Silvio y de Pablo; conocieron los sitios arqueológicos de San Agustín y Tierradentro (en esa época se podía ir sin temor a la guerrilla, qué nostalgia), fueron con sus novios a las playas del parque Tayrona, durmiendo en carpa y dejándose picar por los mosquitos, porque adoraban la libertad, algo que hoy le inculcan a sus hijos, lo que nos hace prever tiempos mejores y, sobre todo, juraron amarnos para toda la vida, algo que sin duda hicieron y que hoy siguen haciendo en su hermosa y seductora madurez.

Supieron ser, a pesar de su belleza, reinas bien educadas, poco caprichosas o egoístas. Diosas con sangre humana. El tipo de mujer que, cuando uno le abre la puerta del carro para que suba, entra y se inclina sobre la silla del conductor y le abre a uno desde adentro. La que recibe a las cuatro de la mañana a un amigo que sufre, aunque sea su ex novio, porque son maravillosas y tienen estilo, aun cuando nos hacen sufrir, cuando nos engañan o nos dejan, pues su sangre no es tan helada como para no escucharnos en esa necesaria y salvadora última noche en la que están dispuestas a servirnos el octavo whisky y a poner por sexta vez esa melodía de Santana.

Por eso, para los que nacimos en la década del 60, el día de la mujer es en realidad todos los días del año, cada uno de los días con sus noches y sus amaneceres, que son más bellos, como dice el bolero, cuando estás tú. ¡Qué bellas son, por Dios, las mujeres de mi generación!

* Escritor colombiano, autor de Páginas de vuelta (1995), Perder es cuestión de método (1997), Vida feliz de un joven llamado Esteban (2000), Los impostores (2002). Columnista de la Revista Cambio, de Colombia. Actualmente, reside en Italia.

Acá otro texto en el que le habla a una niña:

Poema dedicado a una niña

Escucha niña, cuando te alaben llamándote bella, o te humillen llamándote fea, no escuches a nadie. Sólo quieren encerrarte en el espejo de una soledad diferente. Tú debes vivir, no debes agradar, la belleza está en la vida. Cuando te leen Caperucita Roja, te quieren mostrar el miedo de escoger por tí misma el camino. Estáte atenta, niña, los verdaderos lobos son todos aquellos que matarán tu libertad.

Cuando te leen Blanca Nieves es para convertirte en sirvienta, aunque sea de un hombre tonto y enano. Rebélate, niña !! es humillante servir si no es un gesto recíproco. Cuando te lean la Bella durmiente te están inyectando un potente veneno para frenar tus ideas, así, cuando seas mayor, un hombre sin muchos problemas será dueño de tu cerebro. No te duermas, niña !!

Tu inteligencia les da miedo, por eso te llaman tonta. Pero , cuando te dicen que eres inteligente, no te fíes demasiado, niña, quieren quizás intentar que aceptes sus posturas interesadas.

Cuando te dicen que eres dulce y buena, ponte en guardia, quieren decir que te tienen en el bolsillo y controlan los latidos de tu corazón. ¿ Eres dulce o te han domesticado ? Cuando te dicen que eres pulida y ordenada, pobre niña, estas ya enmohecida, han hecho de tí una estatuita que no se ensucia porque no se mueve.

Cuando te enseñan a vivir triste, prueba la locura, niña. El dolor es una realidad que se debe afrontar cuando se presenta, no un valor sobre el cual edificar la vida. Sobre nuestras rentas infelices demasiados hombres han vivido de renta. La felicidad es el mayor desafío. ¿Quién cree ya que es una utopía?

2 comentarios:

  1. Hola Cecilia! Una y mil felicitaciones por tan bella e interesante pagina! Sinceramente, aunque este con el tiempo medido a veces, haces que me detenga y me entretenga al leer tus simpaticos articulos. Ese pensamiento de Albert Camus lo hago mio tambien...Bello y profundo. He leido algunas obras de el, aunque me detuve en La Peste....No sabia tampoco que en La Rosa Nautica habia un bar tan alegre. Mi esposo y yo vamos con relativa frecuencia a comer y a veces a almorzar, pero nunca al bar. Tendremos que hacerlo. Gracias por deleitarnos y sobre todo, por esa gran idea tuya de compartir tantos articulos de sumo interes como el relato sobre las mujeres de la decada de los sesenta...Encantador!
    Un abrazo.
    Maria Elena

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  2. Que graciosa, has puesto el texto que te mande para que opinaras. Me parece que lo has completado o era asi de largo?
    Me parecieron muy aceertadas los comentarios sobre la casa.

    Un abrazo,
    Ali

    Si Ali, le añadí un poema a la niña. Gracias por tu aporte al blog. Un beso, Ce

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Tu comentario es de gran utilidad para para Abraelazuldelcielo. Ce.