sábado, 13 de noviembre de 2010

Nuria Amat: Escribir para nacer





Nos dice Nuria Amat, escritora catalana:



Escribir para nacer. Mi madre muere cuando yo no he cumplido los tres años y nada de su cuerpo queda en mi memoria que pueda recordarla. Soy hija de palabras. Durante años quedo suspendida de un infierno de silencio. Allí lo llaman limbo. El olvido se ha llevado todos mis secretos. Abro los ojos y apenas consigo ver lo que hay detrás de la escritura. Una niña muda. Un colegio del que me sacan por mi cara de lástima. Un saco atado de palabras que llevan de un lado a otro. No empiezo a hablar hasta bien entrados los cuatro años. Seguramente debí decir las primeras palabras de la infancia, cuando mi madre fantasma estaba delante para recibir mi voz y festejarla. Pero nadie me asegura tal cosa. Uno de los psiquiatras más célebres de Barcelona vive al lado de mi casa. Mi padre piensa que mi caso tampoco es tan grave como para llamar a la puerta del doctor loquero y prevenirle de que la niña de al lado es sonámbula y es muda. Veo palabras. Pongo nombres al silencio. Invento recuerdos que no tengo. Soy poeta sin saberlo.



- "Doris Lessing decía que en literatura todo es autobiográfico. Esta frase, como todas, es verdad y es mentira. Yo no escribo nunca, no sabría hacerlo, sobre lo que me pasa en mi cotidianeidad. De entrada yo no escribo diarios, esto es importante. Nunca se me ocurriría escribir sobre mis hijas, mi marido o mis amigos íntimos. En el fondo, el que escribe siempre es otro, la que dicta la escritura es siempre una voz literaria, por eso un escritor dice la verdad cuando sostiene que sus libros no son autobiográficos. Claro que, de momento, yo sé cómo dominar esta voz, sé cómo incitarla a que me hable, aunque puede ocurrir que me hable y yo no la haga caso. Todo esto es muy misterioso. Pero es así. En La intimidad, por ejemplo, hay un escenario real pero en el momento en que se convierte en escritura deja de serlo. Es, por tanto, real e irreal al mismo tiempo. Cuando Juan Rulfo dice que Comala no es Comala o cuando García Márquez dice que Macondo no es Macondo están mintiendo y están diciendo la verdad. Esta es la magia de la escritura. Por otro lado, al escribir se produce un fenómeno muy interesante, y es que descubres cosas que no sabías. Yo no sabía, por ejemplo, que mi madre, como supe después de haber publicado la novela, tuvo problemas para hablar. Quiero decir con esto que para mí vida y literatura son lo mismo. Cuando uno reconoce que es escritor reconoce que está en un mundo de muertos, de espíritus, de recuerdos, de olvidos. Y ahí todo es lícito. Lo que quiero subrayar es que yo no utilizo mi vida personal del día a día para hacer literatura. Ni mucho menos. Aunque quede claro que ser escritor significa ser un ladrón o ladrona de instantes ajenos y perversos."

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