Me gusta seguirle la pista a las personas que conozco, que quiero, que he querido, siempre pregunto ¿qué es de él, qué es de ella, cómo está, qué está haciendo? Personas que has tenido cerca pero que luego ya no están, parten de tu lado a seguir buscando, a conocer nuevas personas, estar en otra geografía, lejos, a gran distancia, sin embargo existe otra dimensión, la interior en donde las personas permanecen cerca, en tu memoria, en tu corazón. Por eso nos da tanta alegría enterarnos como si fuera ayer algo de ese amigo. Cada persona nos conforma con su contacto, somos un nosotros, la suma de las miradas, palabras, caricias recibidas e intercambiadas. Esta semana empezamos otra vez nuestro taller ABRA y vendrán dos chicas nuevas a las que recibiremos con los brazos abiertos porque desde ahora sabemos que formarán parte de nuestra vida, que serán importantes para nosotras, que aportaran a nuestra vida y despertarán sentimientos que sin duda dejarán huella.
Ana María Falconí asistió a nuestro taller ABRA hace ya mucho tiempo, luego se dedicó a fondo a la poesía, ahora vive en Chile y me envía este fuerte y hermoso poema que comparto.
A MI
Como aman los dioses del olimpo
con hojas doradas sobre los ojos dormidos
yo te sentencio a morir de amor
la serpiente voladora cruzará tus entrañas
desangrará tu historia en el viento
sin palabra que te redima
yo te sentencio porque la muerte es tu salida
tu plan desconocido, tu secreto comodín
el crepúsculo del bosque del danzante
que dará vueltas contigo hasta desaparecer
y aunque busques en los agujeros de los árboles
un escape, una evasión, un pájaro que te preste sus alas
o su tierra prometida
no hallarás nada más que a ti
y amarás como los dioses del olimpo hasta el final
con las consecuencias del relámpago
con tu piedra, tus pararrayos, y tu inevitable lleno corazón
Ana M. Falconí
(5 de abril del 2012)
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