miércoles, 16 de octubre de 2013

Conversando con Mario Testino


Mi amiga Vicky Pareja me sugiere que comparta con ustedes esta entrevista, que me parece buenísima. Mario Testino creador de MATE es un artista peruano que se mueve por todas partes del mundo pero que ha escogido Barranco para exponer y difundir arte de aqui y de fuera.



Mario Testino. Fotógrafo de modas. Trabaja para revistas como Vanity Fair y Vogue. También ha colaborado con las campañas publicitarias de casas de belleza y moda, como Burberry, Gucci, Dolce & Gabana y Versace. Sus fotos han sido expuestas en Londres, Milán, Amsterdam y Tokio.

Texto. Emilio Camacho. La República
Foto: Ana Castañeda.

Testino pide a Ana Castañeda que se fije en la luz. Luego, que suba el flash para que apunte a su rostro. Click. Curiosea en la pantalla de la cámara para ver cómo salió su foto. Posa de nuevo. Voltea la cabeza buscando más luz. Click. Mira a una ventana que le sirve de reflejo. Click. Hace dos pistolas con sus índices y sus pulgares. Click. Vuelve a curiosear en la cámara. Se ríe. Click. El fotógrafo de la Casa Real de Inglaterra y de supermodelos como Kate Moss y Giselle Bundchen nos ha dado cuarenta minutos antes de que vuelva a su agenda de este jueves: La pre inauguración de la muestra “Somos Libres”, parte de su colección de arte contemporáneo que incluye el trabajo de 27 artistas plásticos de todo el mundo. La exposición es la novedad en MATE, la casona barranquina a la que ha convertido en su cuartel general en Perú y uno de los motivos por los que siempre vuelve a casa.


¿Sigues siendo el hombre que hace fiestas más grandes que las de Madonna?

(Sonríe) No lo sé. Me gusta la fiesta. Lo que pasa conmigo es que me gusta hacer las cosas a la perfección, no me gustaría hacer una fiesta y que esté aburrida, en ese caso prefiero no hacerla. Y no es que haga fiestas todos los días, pero cuando las hago las llevo a un nivel que haga que la gente no se olvide de ellas.

¿Cuál es la fiesta más memorable que has hecho?

Quizá mi cincuenta cumpleaños en Berlín. No era una fiesta social, eran mis amigos, los que me han ayudado en mi carrera, unas 150 personas. Allí me teñí el pelo de rubio.

¿Y cuánto de tu espíritu festivo ves en el país? ¿Sientes que los peruanos buscamos la fiesta?

Bueno, creo que todo sudamericano tiene eso. Ahora, yo a los 14 años comencé a ir a Brasil, a Río de Janeiro, y creo que ellos tienen eso multiplicado por cien, nosotros no tanto. Nos gusta la fiesta, pero creo que somos menos alaracosos. A los brasileños les gusta saltar, bailar, gritar, algo de eso me ha influenciado.

¿Y tú qué prefieres? ¿Una fiesta cocktail o un baile popular, por ejemplo, en Paucartambo?

Yo creo que todo en su momento es perfecto, yo me adapto. Yo he dado fiestas muy pequeñas, para veinte personas, y otras muy grandes, para unas mil.

En Río, como me acabas de decir, encontraste inspiración, en Londres empezaste a hacer fotografía de modas, luego te volviste un ciudadano del mundo, pasas más horas en el aire que sobre tierra, y lo que pareces tener más lejos es al Perú. Esta idea de tener MATE, una casona que funciona como centro cultural, donde expones de vez en cuando, ¿es tu manera de reconectarte con el país?

Es una manera de dar algo de vuelta. Mucho de lo que soy se lo debo al Perú. Un alemán no podría ser como yo, un francés o un norteamericano tampoco...

Aunque trataste de ser como los ingleses cuando empezaste en la fotografía...

Claro, traté de aprender la estética de ellos. Pero luego descubrí que la estética se forma donde has crecido y te han educado, en tu infancia. Yo sí creo que mi estética está marcada por el Perú y por mi educación, y hacer este espacio, el MATE, es traer lo que he aprendido en los 38 años que vivo fuera, lo que la vida me ha permitido mirar. Lo mezclo todo. Tomo de cada experiencia lo necesario. Tengo 58 años y ya no me gusta lo que me gustaba a los 20 o los 40. Es como la música. Me gusta el bolero, pero también el vals o el rock...

¿Y ahora qué estás escuchando?

Música coreana.

¿Hablas de K-Pop?

Sí, (sonríe), el K-Pop, me encanta, tiene mucha energía. Pero a la vez escucho ópera, y ahora que estoy en Lima escucho valses.

Los 80 y los 90, fueron momentos muy duros para el país, dramáticos, y tú volvías de vez en cuando, ¿de aquello tienes algún recuerdo que te haya impactado?

Mira, es verdad que hubo mucha violencia, y yo venía a ver a mis padres, pero no tenía muchos amigos en la época, muchos de ellos se habían ido fuera, y no me identificaba mucho con la ciudad y con el país. Yo la estaba luchando afuera y no podía venirme así como así, tenía que pensarlo mucho antes de hacerlo. Pero al inicio del 2000 conocí a artistas jóvenes como José Carlos Martinat y Miguel Andrade, que me enseñaron una nueva Lima, que no tenía los límites de mi generación; los límites sociales, mentales y económicos. El Perú cambió mucho. Comenzó a crecer. La gente ya no tenía que irse afuera para hacer lo que hace. Acabo de presentar el trabajo de tres jóvenes fotógrafos: Ernesto Benavides, Musuk Nolte y Leslie Searles. Ellos hacen un trabajo fantástico y viven el Perú.

Y son menores que tú, ¿dirías que te adelantaste a tu época?

Sí, y parece raro. Me pasa un montón eso. Y nunca es tan bueno. Adelantado o atrasado, no vas al ritmo que se necesita. Es interesante eso. Yo no crecí así, como estos jóvenes que te he mencionado. Yo crecí con el control, con el límite, me decían: “Eso no se puede”. Es gracioso que ahora organice una muestra que se llama “Somos Libres”.

¿Y no sientes que sigues siendo un visitante en el Perú?

Mira, lo raro es que cuando estoy en el Perú me siento completamente en casa, no me provoca irme. Pero cuando finalmente me voy, ya no recuerdo nada. Es una suerte, de lo contrario sería muy difícil vivir la vida que llevo.

¿Nunca te interesaste por ser un fotorreportero, un hombre que cubriera noticias duras?

No creo que ese sea mi ámbito de trabajo, tienes que tener mucho coraje para cubrir una guerra. Y te tiene que interesar eso para coger ese coraje. Yo soy más positivo que negativo, me gusta más reírme que estar triste, o me gusta más ver la belleza que la pobreza, en cierto modo.

¿No escapas a la realidad con eso?

Yo creo que al final del día todo el mundo prefiere ver algo bonito. Ese es un deseo lógico. El problema es decirlo. Y hay que entender lo que digo, no quiero que suene como algo banal. Yo veo el mundo como es, todos los días, no vivo en una burbuja, pero si puedo escoger qué ver, prefiero algo que me haga sonreír. Y también puedo ayudar, no me mantengo al margen.

En algunas entrevistas has mencionado a tres retratistas que influyeron en tu estilo: Richard Avedon, Cecil Beaton y Norman Parkinson, ¿cuál de ellos ha tenido un peso más fuerte en tu formación?

Todos han influido por distintas cosas. Avedon es el fotógrafo de modas por excelencia. Fue el primero en volverse una estrella de la fotografía. Él rompió muchas reglas. Antes las mujeres eran fotografiadas estáticas. Y él decidió hacerlas saltar en el estudio. Sus fotos a veces estaban fuera de foco, pero con eso conseguía una belleza máxima. Beaton era un documentador de la sociedad. Y uno, en este trabajo, tiene acceso a lugares poco comunes. Con él aprendí a compartir esas experiencias a través de la fotografía. Y Parkinson tenía un gusto muy especial para presentar a las mujeres. Eran "sus" mujeres.

Quiero detenerme en Avedon (1923-2004). Como tú dices, fue el gran fotógrafo de modas. Pero también recibió otros encargos. Harper's Bazaar y la revista Rolling Stone le pidieron que retratara a varios políticos norteamericanos, fotografió a varios presidentes de ese país, ¿es posible hacer una cosa así en el Perú?

Vivimos en épocas diferentes. Cuando Avedon vivía, a los políticos no se les destruía, se les respetaba, se les tenía como líderes de la sociedad. Supongo que había cierto tipo de opinión, pero no era como hoy que uno abre el diario, en cualquier parte del mundo, y a los políticos no se les critica se les destruye. Además, no se tenía acceso a esos personajes.

¿Había algo de glamour en la política?

Claro. Imagínate retratar a John Kennedy y a su esposa. Era otro tipo de política. La política es fantástica: abre las puertas a todo tipo de personas. Pero también es como montar a caballo, todos quieren hacerlo, pero no todos pueden controlar al caballo. Y los políticos tampoco son cien por ciento honestos y dedicados a su trabajo.

Entonces los políticos son responsables por las críticas que reciben.

Es una mezcla. Nosotros los hemos puesto allí. Y quizá no nos hemos percatado de si tenían la capacidad adecuada.

Sospecho que tienes cierta simpatía por la actual pareja presidencial.

La verdad es que no los conozco tanto. Mira, no soy muy político y quizá ese sea un error, debería estar más al corriente de lo que hacen. Pero yo no puedo dejar de hacer algo por mi país o de colaborar, guiándome por quien esté en el poder. Yo fui premiado por Alan García. Y la primera vez que fui a Palacio fue con Fujimori.

En el Congreso, hay un proyecto para otorgarle derechos a las parejas homosexuales, es lo que se conoce como la unión civil, tú has firmado un pronunciamiento a favor de esta idea, ¿por qué?

Lo he firmado, sí. Y yo firmaría algo a favor de ese proyecto en cualquier parte del mundo. Yo creo que lo más importante que aprendí en Inglaterra es la idea de la tolerancia. El problema en el mundo es la falta de tolerancia. Ahora estamos hablando de un proyecto a favor de la unión de dos personas del mismo sexo, pero pregúntate, por ejemplo, qué pasó con Hitler. Por qué hubo este exterminio contra los judíos. Hubo un juzgamiento por una cuestión religiosa. Alguien decidió exterminarlos por eso. Muchas guerras se dan por eso.

Precisamente, en julio, en Inglaterra, se aprobó el matrimonio para parejas homosexuales, ¿qué nos falta en Perú para llegar a ese nivel de apertura?

Mira, yo tengo un par de amigos homosexuales. Uno de ellos murió, y cuando pasó eso, a la pareja que había vivido con él, durante 25 años, la sacaron de su departamento, ni siquiera podía visitarlo en el hospital porque no tenía un papel firmado. Y la otra persona, su pareja, se quedó sola, en el hospital. Es una cuestión humana. Quién soy yo, tú o quién sea para decir no a una persona, por lo que sea, por cuestiones religiosas, porque ha nacido negra, blanca o amarilla.

¿Y qué piensas de la carga que hay en grupos religiosos que se oponen a esta iniciativa (la de la unión civil)?

Mira, ellos han escogido ser parte de una religión, quizá los otros no, qué les da el poder de juzgar a los otros. Esta discusión se está dando en todo el mundo, no es solo de acá. Y lo que yo veo, es que los jóvenes no tienen estos problemas. Ellos han crecido de otra manera.

Hay una frase tuya: "El lujo es poder cambiar de opinión cuando uno quiera". Hombre, allí suenas un poco caprichoso, casi a divo.

Mira, he trabajado treinta años para tener lo que tengo, creo que de divo no tengo nada, nunca he impuesto nada a nadie más que a mí mismo. Ahora, en mi trabajo, si yo he escogido que una habitación sea rosada, pero al final pienso que debe ser roja, y faltan dos horas para el opening , igual la pinto de rojo, ese es el lujo.

Tus colaboradores deben terminar jalándose los pelos.

Noooo, para nada (sonríe). Yo tengo una relación increíble con mis colaboradores. Mira, lo que los fotógrafos hacemos es asegurar las ventas. Si la compañía no vende más de lo que ha invertido después de contratarte, no te contrata de nuevo.

¿Qué tipo de trabajo rechazas?

Todo aquel que no pueda hacer al nivel al que estoy acostumbrado.

¿Y rechazas muchos trabajos?

Sí.

¿Cuál ha sido tu editora más severa?

Yo creo que ha sido Carine Roitfeld, ella era la editora de Vogue Francia, pero ahora tiene su propia revista (CR Fashion Book). Me empujó a ser yo mismo.

Hablemos de esta nueva muestra en MATE, ¿cuánto han influido en ti las artes plásticas?

Muchísimo. Todos los días. Hace 20 años que colecciono arte contemporáneo. Visito galerías quizá unas cinco veces por semana. Y también voy a los estudios de los artistas. Es parte de mi vida. Uno no puede quedarse con una sola cosa. Es como la comida. Puedes comer 'hamburgers' todos los días, o puedes buscar otros platos. Y en esta muestra, en "Somos Libres", lo que hemos seleccionado son artistas que no hacen pinturas a la manera tradicional, con lienzo y pincel. Aquí hay artistas que usan espejos, chicles, basura.

¿Cómo llegaste a conocer a estos artistas?

Lo que hago es ir a sus estudios cuando están por salir de sus colegios, allí es cuando compro. Si no comprara en ese momento, tendría que ser un banco para adquirir sus trabajos. Lo que pasa con los artistas es que conforme van pasando los años, el valor de su trabajo va subiendo. A veces he comprado algo por nada, y luego veo que vale miles de dólares. Es increíble.

Hombre, qué buen ojo.

Lo que pasa es que hoy en día el mundo del arte se ha vuelto un mundo de especulación. Es como la gente que compra dólares, y los vende cuando sube su precio.
¿¿No es un poco triste eso? Se pierde la esencia de la creación.
Es terrible, claro. Hoy todo el mundo quiere ser parte de este mundo.

¿Tus fotografías son arte?

Sí, todo lo que es creación es arte. Pero hay unas cosas que se hacen con más libertad que otras. Yo trabajo en un medio comercial y no siempre puedo tener libertad total de expresión.

Siempre llevas una cámara Leica en tus conferencias.

No, es una Contax vieja, ya no las hacen. He hecho unos ocho libros con estas camaritas. Son parte de lo que veo, de mi curiosidad, de mi mundo.

¿El libro que hiciste sobre Río lo hiciste con esa cámara?

Exacto.

Está lleno de fiestas ese libro.

Hay de todo en mi vida. Pero las fiestas no son lo único que hago. Apenas hago cuatro por año. Lo que pasa es que cuando algo tiene mucha repercusión, la gente piensa que es lo único que haces. En Perú me sacan mucho con corbata michi, por los premios que recibo, y alguien ya me ha preguntado si trabajo como maitre (se ríe).

Claro, hay quienes dicen que haces tantas fiestas que probablemente duermas con smoking.

Hasta tú crees en eso, es lo primero que me preguntaste, sobre las fiestas. Y no, yo trabajo horrores, de diez a diez, todos los días. Para mí las fiestas son una manera de ver la actitud de la gente, cómo llevan la ropa las chicas, cómo pierden el control, esa es mi fotografía, esa energía.

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