jueves, 23 de enero de 2014

El canto de un mono

Extracto de una entrevista a Silvina Ocampo:

 
¿De qué manera irrumpe lo fantástico en su vida?
–Como el canto de un mono en la noche.
Y ese canto, ¿le resulta agradable o desagradable?
–Agradable... Un día, y a pesar de que siempre me trajeron mala suerte, quise comprar un pájaro. Un vendedor me los mostró, uno por uno. Yo deseaba elegirlo por su canto, no por su plumaje. El vendedor me señalaba, por ejemplo, un canario. Yo pensaba: detesto el canto del canario. Luego un zorzal, que me gusta tanto. Pero no me decidía. El vendedor me mostraba calandrias, cardenales, tordos y hasta una cotorra que, según él, cambiaría mi suerte. Pero yo seguía resistiéndome. Entonces escuché un sonido muy extraño que provenía de las jaulas ubicadas en la parte inferior del cuarto. “Ese es el canto que quiero”, dije. El vendedor me indicó con un gesto el lugar de donde provenía. Me acerqué y vi un mono tan pequeño que su cara era como una mano.
¿Era de noche?
–No, aunque sólo de noche ocurren cosas tan misteriosas.
Silvina Ocampo sonríe desde la penumbra.
 

Cuénteme un sueño.
–Este es un sueño que no he olvidado y que puedo contar. Espero que no se duerma. A la caída de la noche yo subía, por un camino boscoso, una sierra. El sendero, entre arbustos con espinas, no era empinado. En el silencio, yo advertía crujidos de ramas que indicaban que alguien se escondía. Debía de correr algún peligro porque aceleraba mi marcha y de pronto el miedo me inmovilizaba. Ninguna luz brillaba entre las ramas de las plantas. Era un paisaje, tal vez en Córdoba, más bien invernal, de gran sequía. La oscuridad se volvió muy profunda. Después de caminar de nuevo entre el polvo de la senda, bruscamente llegué a una meseta iluminada por una intensa luz. Si el bosque era negro y gris, aquí la meseta era azul y dorada. Sobre una tarima vislumbré un piano de cola, negro y lustroso, como de ébano, con la tapa abierta y el interior del instrumento a la vista (por una extraña perspectiva). La visión de ese piano nítido, con su forma armónica, me produjo una intensa felicidad, como si del piano hubieran surgido todas las músicas dilectas.
¿Y una pesadilla?
–¿No basta la realidad?

Esposa de Bioy Casares.

1 comentario:

  1. Hace rato leo y disfruto de todo lo que cada semana nos regalas ,decidí no decirte gracias como siempre lo hago .....realmente te mereces aplausos. Flora

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