El miedo
normalmente paralizante.
No hacer nada, detener la marcha. Es el
sentimiento más instintivo del ser humano. Algo en el exterior nos advierte que
debemos tener mucho cuidado. Está en riesgo nuestra integridad.
Como animales en plena selva
nos quedamos estáticos aguardando el rugido del tigre que ha anunciado su
venida con ese pequeño ruido.
La tierra está apisonada
profundamente por una huella que delata un enorme y estirado cuerpo.
Nos es fácil imaginar las fauces, el ataque, el
desgarramiento, la sangre, todo en un instante, dejándonos sin tiempo para
conseguir que ingrese aire suficiente como para mantener nuestra vida.
Que nos hallamos en nuestra confortable sala,
en un día cualquiera, que los tigres viven a leguas de distancia, en selvas que
jamás pisaremos, que los tigres atacan
animales que no se parecen en nada a nosotros.
Sin embargo, nuestra mente necesita de un tigre, uno de
bengala, brillante, lujoso, para representar al enemigo, al peligro, a lo
desconocido. Cecilia Bustamante de Roggero.
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