Bastan cinco días de
viaje a cualquier región del país para que uno se llene de energía, descubra lo
grande y hermoso que es nuestro Perú y se encante con lugares que recuerdan
tiempos pasados y nos hacen revivir nuestra historia. Ir a Pacasmayo tenía para
mi madre y para mí el recuerdo de las historias de mi abuela que nos contaba
que bajaban de Cajamarca a veranear ahí. Sujetándose de una soga disfrutaban de
la frescura del mar, el agradable viento y del cambio de ambiente. Recuerdo que
mi abuela nos contaba que el viaje lo hacían a caballo aunque he visto la estación del tren y restos
de antiguos trenes.
Viajamos el Lunes hasta
Trujillo en donde nos recibió mi hermano Javier que es antropólogo y excelente
viajero, no deja lugar sin descubrir y para nuestra visita había hecho varias
excursiones previas.
Empezamos por
Huanchaco, su hermoso muelle y sus
caballos de totora. Recorrimos la
campiña de Moche en donde han construido varios recreos y un hotel ecológico
que visitamos luego de llamadas y permisos de la dueña- Pasamos un buen rato en un taller de cerámica
en donde mi hermano se había mandado a hacer unas máscaras de los dioses descubiertos en las pirámides del sol y de la
luna. El museo, moderno como todos los
museos de la zona, nos mostró piezas
realmente importantes y distintas a las que podemos ver en nuestros museos en
Lima.
El pueblo de Chiclín
con su simpática plaza de armas, la iglesia
del Señor de la caña, la antigua pérgola que albergaba a niños jugado y
el antiguo cine teatro que según una señora recibió a magníficos cantantes y artistas.
Chiclín perteneció a la familia Larco Herrera (Rafael)de la que se tiene muy buen recuerdo. En la plaza se ve una escultura en donde Clemente
Larco llora la muerte de su hijo.
Para llegar a la playa
de Chicama pasamos por una antigua iglesia y nos asomamos temerosos a su
cementerio. Luego vino Paiján en donde alguna vez nacieron unas quintillizas. El
puerto Malabrigo ( precioso nombre) y al fin el puerto Chicama, famoso por
tener la ola más larga del mundo, paraíso de tablistas y demás deportistas de
ola. Subimos a la parte más alta para poder mirar las olas mientras caía el
sol.
Luego de una jornada
tan intensa decidimos tomar el segundo día con más calma, fuimos a la playa de Pacasmayo y
nos dimos un baño. El muelle es muy
bello. Fotos. Para el almuerzo Javier nos llevó al hotel El Faro que siempre
sirve como sede de los campeonatos náuticos. Bungalows y una piscina que cuando
te bañas te sientes que estas en alta mar.
La administradora nos cuenta que los
turistas que más vienen son los del Brasil, y ahí estaban tomándose un
traguito, listos para almorzar para lanzarse en la tarde sobre las olas. Hay un
deporte que se llama Kitesurf. Uno de
ellos, muy de brasilero, animado por la música se puso a bailar. Pasitos
cortos, mucho ritmo.
Si pensábamos que el
día se había terminado y venía la hora de dar una siestecita luego del rico
almuerzo pues estábamos equivocadas, nos tocaba visitar Jequetepeque, su plaza,
sus hermosos arrozales, su playa y ver, para mí por primera vez, la
desembocadura de un río al mar. La boca del río con sus lagunas y garzas
teniendo como fondo las ruinas de dos cabezas. Fotos.
El miércoles
recorrimos el malecón de Pacasmayo con sus antiguas edificaciones y almorzamos
en una pescadería. En el camino nos detuvimos frente a unos árboles cubiertos
de garzas. Parecían flores blancas pero eran garzas recostadas sobre sus
nidos. San Pedro de Lloc, el balneario
de Poemape y para agradecer tanto entretenimiento, una visita a la iglesia de
Pacasmayo.
El jueves comenzamos
con el pueblo de Guadalupe en la que hay una virgen chapetona, de Asturias que
lleva un niño cargado. Ella es de una sola pieza y vino en un baúl que la rodea
y adorna. Rosas a sus pies. Fotos a
Santa Rita de Casia, a unos vidrios pintados por detrás y a una hermosa
cruz. Chepén, restaurante Los Patos en
donde nos tomamos una deliciosa chicha morada. No entramos ni a Saña ni a
Reque. Luego de comprar manjarblancos,
natillas y king kog, nos fuimos a
almorzar al Rincón del Pato en donde me comí como se debe un cabrito norteño
con frejoles y arroz. Estábamos en Chiclayo. Casonas antiguas, balcón esquinado.
Visita a Pimentel
inmenso balneario con caballos de totora y pequeñas embarcaciones y muelle por
supuesto.
Me gustó mucho
Monsefú, en la plaza con gran iglesia, había
una orquesta completa, mucha alegría y compré canastas en la zona de artesanías. Para
terminar entramos a Chiclayo porque mi mamá alegaba que no habíamos estado
allí. Mucho tráfico, tiendas, antiguas casas, ciudad comercial.
El viernes ya era el
día de nuestro regreso. Empezamos por visitar el pueblo de Magdalena de Cao en
la zona de El brujo (lugar de chamanes) para visitar el museo de la señora de
Cao (mujer gobernante) hermosísimo museo en el que desgraciadamente no nos
dejaron tomar fotos. El guía nos explicó la historia de esta mujer y vimos sus
vestidos y joyas. Este museo pertenece a la Fundación Wiese. Almorzamos en
Trujillo en La casa Deza.
Estuvimos en las puertas del Museo del Señor de Sipán pero
esa visita toma su tiempo y lo dejé para otra vez, así como el Museo de Sicán.
Los dos extraordinarios según tengo entendido.
El vuelo a Trujillo
demora una hora y de Trujillo a
Pacasmayo una hora y media de carretera.
En algún momento del itinerario estuvimos en Las delicias, balneario de los trujillanos con hermosas casas antiguas muy bien conservadas. La playa pequeñita pero hermosa.
En algún momento del itinerario estuvimos en Las delicias, balneario de los trujillanos con hermosas casas antiguas muy bien conservadas. La playa pequeñita pero hermosa.
Una noche asomada al
balcón de la casa de mi hermano en Pacasmayo desde el que se puede ver el mar,
y que queda al costado de una placita, escuché las risas de tres personas que descansaban
en una banca. El encanto y la tranquilidad de la provincia. Mientras
esperábamos el almuerzo jugamos con una gatita graciosa. Hay una calle que se
llama “La calle de la quietud”. El
tiempo tiene otro ritmo. No alcanza la vista para abarcar los sembríos de caña.
Vimos una cosecha de cebollas. La gente fue toda muy amable.
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