La escritura llega como el viento, está desnuda, es la tinta, es lo escrito, y pasa como nada pasa en la vida, nada, excepto eso, la vida.
Alrededor de la persona que escribe libro siempre debe haber una
separación de los demás. Es una soledad. Es la soledad del autor, la del
escribir.
Los chinos, incluso los no muy ricos, tienen amantes. Las esposas
lo saben. Así están tranquilas: cuando tienen mujeres afuera siempre vuelven a
casa.
Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas, cada día, contra el
horror de no comprender ya en absoluto el por qué de recordar. Y como tú, he
olvidado...
Aunque sea inútil, creo que, con todo, es necesario llorar. Porque
la desesperación es tangible. El recuerdo de la desesperación permanece. A
veces mata.
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