Hay una leyenda que dice que Cortázar fue
inventado un día en el que Dios estuvo alegre.
Cortázar dice Tomas Eloy Martínez estaba
destinado a no morir. Tenía una enfermedad llamada Anglomegalia que lo hacía
seguir creciendo. ¿Qué altura tendría a los 90 años si no hubiese muerto?
Toda la obra de Cortázar tiene un carácter
lúdico. La vida real también era para él un juego.
Impone el juego, el humor, irreverencia y la
gracia.
Invita
a la sonrisa y al guiño.
Vive muchos años en Paris, ahí se propone la
libertad y la búsqueda.
En
Paris descubre que puede escribir desde su ser, ubicarse en su propia voz.
Oswaldo Soriano dice de C. Julio era dueño de
un gran sentido del humor. Le encantaban las herramientas y las tenía en una
cantidad impresionante. Una vez le conté 48 desentornilladores. Iba a la
ferretería y compraba sin parar, luego se olvidaba que ya había comprado las
mismas cosas.
El
mismo impulso que lo hacía comprar desentornilladores era el que tenía el
cronopio que se levanta un día, y maravillado por la mañana, por el sol y las
nubes de un nuevo día, aprieta la pasta de dientes hasta que ésta sale por la
ventana y mancha los sombreros de los famas.
Cada día nos trae sorpresas, dice C. Si
estamos dispuestos a encontrar sorpresas. Es una cuestión de actitud. C. No
acepta moldes, ve la realidad desde una óptica diferente todos los días, se
mantiene siempre alerta para que el universo no lo tome desprevenido, busca,
encuentra y siempre mantiene su capacidad de sorpresa.
La originalidad es una de las características
que lo resume, dice Eduardo Galeano. Lo que nos acercó a él, era que fuera tan
insólito, tan extraño, como un hombre que estaba haciendo el viaje al revés.
AL maravillarse con la vida pierde la noción
del tiempo y de las reglas.
EN 1963 viaja a Cuba ( Viaje a un país de
Cronopios) viaje que cambió sus ideas políticas, su manera de pensar, su
vida. Antes del viaje era apolítico,
dedicado de lleno a la literatura. A
partir de 1963 se vuelve un activista político a favor de las fuerzas
progresistas en América latina.
Defensor de la revolución sandinista.
Veía en la revolución comunista la solución a todos los problemas socioeconómicos de América
latina.
Los cronopios son como niños traviesos. Y los
niños no tienen conciencia política.
Los cronopios y Cortázar tienen las mismas
alegrías pero no las mismas tristezas.
Los cronopios son el juego de la imaginación
de Cortázar. No esconden mensajes o
metáforas. Es un juego en estado puro.
Pretende desviarnos del camino tradicional y andar en zigzag por caminos
alternativos.
El precio que paga el cronopio por ser
auténtico y no hipócrita, es ser egoísta.
A Cortázar y los cronopios los une el amor.
Coleccionaba juguetes de cuerda, ositos que
andaban en bicicleta o cosas por el estilo.
Abría un mapa
y señalaba a ciegas un punto con el índice, usaba el i ching, o dejaba
que otro escogiese porque creía en las fuerzas extrañas, llámese magnetismo,
tropismo.
Amaba los móviles, hacía esculturas. Uno de
los objetos que más amaba era el obispo del rey, que era una raíz, un sarmiento
retorcido al que había vestido y le daba de comer, también le daba de comer a
animales muertos. Era una especie de juego y de ritual, como una
ceremonia. Armaba móviles con peines.
El escribía como si compusiese jazz, creía en
la inspiración. En la visita de los dioses. No estaba sujeto a una disciplina.
Corregía poco, todo le salía naturalmente.
Para él escribir era un juego fácil y divertido.
De su juego dice: No creo que sea nostalgia de
la infancia, más bien es permanencia en la infancia.
Arte combinatoria.
Julio era hombre exteriormente sencillo,
siempre afable, solícito, integralmente digno y divertido.
Era entrañablemente digno, dice Yurkievich,
tanto que su trato excluía lo soez, lo confianzudo, lo chabancano.
Estaba ante uno del todo presente, todo
dispuesto, pero reservado, púdico, poco afecto a la confidencia.
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