SFUMATO
Tan áspero era el mundo, tan hiriente,
que él lo difuminó para mis ojos.
Tan profundo era el corte que me hacían
las aristas de todo lo real,
que él decidió limarlas.
Tanto daño me hacía el movimiento
de la vida voraz,
que él lo detuvo en un instante.
Un preciado regalo contra el mundo,
contra la realidad, contra la vida,
contra la lucidez
y contra mi tristeza.
Tan áspero era el mundo, tan hiriente,
que él lo difuminó para mis ojos.
Tan profundo era el corte que me hacían
las aristas de todo lo real,
que él decidió limarlas.
Tanto daño me hacía el movimiento
de la vida voraz,
que él lo detuvo en un instante.
Un preciado regalo contra el mundo,
contra la realidad, contra la vida,
contra la lucidez
y contra mi tristeza.
EL BAÑO
¿Quieres que nos bañemos
juntos una vez más?
Podemos ser de nuevo un par de cuerpos
húmedos y asombrados,
y comprobar que no me duele
que el agua nos separe.
Sentir que sólo el agua se interpone
entre tu piel y yo,
como desde el principio de los tiempos,
y esa certeza sea dulce
y tibia y luminosa.
Como nunca lo ha sido.
¿Quieres que nos bañemos
juntos una vez más?
Podemos ser de nuevo un par de cuerpos
húmedos y asombrados,
y comprobar que no me duele
que el agua nos separe.
Sentir que sólo el agua se interpone
entre tu piel y yo,
como desde el principio de los tiempos,
y esa certeza sea dulce
y tibia y luminosa.
Como nunca lo ha sido.
IDA Y VUELTA
Cuando nos dirigimos al amor
todos vamos ardiendo.
Llevamos amapolas en los labios
y una chispa de fuego en la mirada.
Sentimos que la sangre
nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y recibimos rosas rojas
y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra.
Cuando volvemos del amor, marchitos,
rechazados, culpables
o simplemente absurdos,
regresamos muy pálidos, muy fríos.
Con los ojos en blanco, más canas y la cifra
de leucocitos por las nubes,
somos un esqueleto y su derrota.
Pero seguimos yendo.
Cuando nos dirigimos al amor
todos vamos ardiendo.
Llevamos amapolas en los labios
y una chispa de fuego en la mirada.
Sentimos que la sangre
nos golpea las sienes, las ingles, las muñecas.
Damos y recibimos rosas rojas
y rojo es el espejo de la alcoba en penumbra.
Cuando volvemos del amor, marchitos,
rechazados, culpables
o simplemente absurdos,
regresamos muy pálidos, muy fríos.
Con los ojos en blanco, más canas y la cifra
de leucocitos por las nubes,
somos un esqueleto y su derrota.
Pero seguimos yendo.
EL PUENTE
Si me dicen que estás al otro lado
de un puente, por extraño que parezca
que estés al otro lado y que me esperes,
yo cruzaré ese puente.
Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,
en qué mundo sin luz está ese puente,
y yo lo cruzaré.
Si me dicen que estás al otro lado
de un puente, por extraño que parezca
que estés al otro lado y que me esperes,
yo cruzaré ese puente.
Dime cuál es el puente que separa
tu vida de la mía,
en qué hora negra, en qué ciudad lluviosa,
en qué mundo sin luz está ese puente,
y yo lo cruzaré.
Amalia Bautista, Poeta
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario es de gran utilidad para para Abraelazuldelcielo. Ce.