Corazón hipotético de Margarita Saona de su libro Corazón de hojalata
Y si este corazón no diera para más
que el agitado aliento
de doblar la esquina…
Si diera solamente para una vida
de muchos límites y de modesto alcance…
¿No sería esa todavía
una vida?
¿O sería apenas una vida a medias?
¿Habría que decirle entonces a mi corazón
que desafortunadamente ha fallado?
¿Será que no ha amado lo suficiente?
¿O será que siempre quiso amar de más?
¿O que se trababa amando algo que estaba
siempre más allá de lo evidente?
Dicen
que su ventrículo izquierdo bombea
apenas
y que su miocardio
es menos músculo
que dura cicatriz.
Pero mi corazón siente,
se agita,
mueve la sangre que me anima.
Y yo,
la que este fallido corazón alienta,
camino, escribo, leo, cocino, juego y quiero.
No sé,
es cierto, si sería capaz
de escalar montañas
ni si podría
defenderme de los oscuros embates
del destino.
Pero este corazón marcha
y yo sigo.
Y si determinaran
que este corazón no es ya
un suficientemente bueno corazón,
dicen,
habría que ordenar otro corazón a la medida.
El problema es
que ese otro corazón
anima ahora otra vida,
una vida supuestamente plena,
la de alguien que tal vez podría
escalar montañas
y enfrentar cualquier cosa
que el destino deparara.
Pero para que ese corazón
reemplazara
a mi fallido corazón
esa vida,
supuestamente plena,
tendría que dejar de ser
para que su corazón pasara
a animar la mía.
Y sé
que no se trataría
de un sacrificio
fríamente calculado,
de algo planeado
por conciencia alguna,
que sería el corazón venido
de una vida
accidentalmente segada.
Y aún así resulta extraño
concebir la hipotética circunstancia
y me pregunto
cuán fallido
tendría que estar mi fallido corazón
para que yo pudiera desear
uno nuevo
a cambio de otra vida.
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