Vino la guerra y en ella murieron sus padres. Ellos habían vendido flores durante toda su vida, pero ahora ya nadie tenía dinero, ni casas, ni floreros, ni deseo de poner flores para llenar de belleza el espacio. La niña que solo se había quedado con ese pequeño jardín en donde crecían rosas y dalias, claveles y azucenas, las veía marchitarse y se entristecía al ver que sus vidas carecían de sentido, entonces se las fue poniendo una a una sobre la cabeza y salió a la calle y se puso a caminar. Nadie se fijó en ella, nadie le dijo lo bella que se veía y ella siguió andando hasta que encontró un camino largo, largo, que la llevó hasta otro pueblo, en donde nunca nadie había ni siquiera escuchado la palabra "guerra". Al verla, todos se detuvieron y la estuvieron mirando y no se les ocurrió mejor idea que llevarla al palacio para que la viera el príncipe, que era el príncipe más bueno que alguna vez había existido. Enamorado el príncipe le dijo delicadas palabras que la niña de la corona de flores no entendió porque era otro el idioma, otras las costumbres, otra la vida. La reina la invitó a vivir con ella y le fue enseñando y ella fue aprendiendo y cuando pasó un año entero, volvió a ver al príncipe y ahora sí entendió sus promesas y susurros de amor. Las mujeres de ese pueblo en honor a su nueva reina se acostumbraron a ponerse flores en la cabeza y el pueblo fue conocido como el país de las flores bellas. Y la palabra flor y la palabra mujer fueron una sola.CB de R
la belleza y el amor.... todo lo pueden.
ResponderEliminar