jueves, 10 de junio de 2010

Sonia Prager: dibujos


Todavía no he podido ir pero la semana que comienza lo haré sin falta. la nueva muestra de Sonia Prager llamada Dibujos, se exhibe en Fórum (avenida Larco 1150, Miraflores). Pego aquí una entrevista hecha por Gonzalo Pajares C. publicada en Peru 21.

En papel orgánico proveniente de la selva, traza las coordenadas de sus emociones y de sus ideas que, en ella, son un todo.

Sonia Prager –escultora, dibujante y maestra universitaria– nos habla de sus inicios en el arte.

De chica estudié piano, pero lo odiaba. Sin embargo, dibujaba todo el tiempo. Entonces, mis padres me matricularon en clases de dibujo al natural con Cristina Gálvez. Tenía 12 años”. Sonia Prager –escultora, dibujante y maestra universitaria– nos habla de sus inicios en el arte.

Hábleme de Cristina Gálvez…
Es un hito. Era una excelente persona, una excelente maestra. Era una maestra porque no solo nos enseñaba a dibujar, sino cosas de la vida. Era un paradigma de la mujer independiente, fuerte, trabajadora. Todos la queríamos mucho. Su taller era una especie de comunidad, de fraternidad, que todos queríamos integrar.

¿Recuerda alguna frase de Gálvez dirigida hacia su trabajo?
Me dijo que tenía mucha facilidad para el dibujo y que eso era muy peligroso, que eso me podía perder, que debía tener mucho cuidado y que debía trabajar con cosas que me exigieran un esfuerzo mayor. Quizás por eso me metí a la escultura en piedra. Yo empecé con la madera. Trabajaba con cosas orgánicas pues estaba vinculada al movimiento hippie, a la tierra.

Suscribía, entonces, la máxima: “Haz el amor y no la guerra...”.
Siempre con unos principios muy sólidos. Yo nunca atraqué ni con la marihuana ni con las drogas, porque pensaba que la relación con la naturaleza debía ser limpia y pura. A lo que sí le entré fue al alcohol; eso no lo puedo negar. El alcohol me encantaba, pero no creo que haya sido alcohólica, quizás borrachosa (risas). Yo vivía preocupada por el alcohol, por el cigarro, pero una amiga me dijo: “No te preocupes; con los años, los vicios nos dejan” (risas). Y así ha sido.

Estudió en Inglaterra…
Sí, gané una beca para estudiar en Londres. Corría la segunda mitad de los 70, estaba de moda el Land Art y yo era seguidora de Richard Long, quien por esos años viajaba por Sudamérica. También me gustaban Tony Smith y cosas más conceptuales.

¿Lo que vio allá modificó su arte?
Cuando regresé, no pude hacer nada durante tres años. Yo soy muy lenta y tenía que digerir todo lo que había visto. Me costó mucho esfuerzo volver a trabajar. Pero no sé si puedo hablar de una influencia, sino de la 'absorción’ de otro tipo de vida.

¿Cómo fue su experiencia vital allá?
Todos mis amigos eran extranjeros. Londres siempre ha sido muy cosmopolita y no sabíamos dónde estaban los ingleses (ríe). Viví el surgimiento del punk y esa gente era, en verdad, agresiva. Me daban miedo: encontrarlos a las 2 de la madrugada en la calle no era muy agradable.

La crítica dice que su trabajo en piedra muestra un diálogo con las culturas precolombinas…
De hecho, el medio me ha influenciado. Desde el colegio he viajado mucho por el Perú. Cómo no me van a impresionar los Andes, su cultura y la naturaleza. Yo me fui hacia la piedra porque necesitaba algo más intenso.

¿Es usted intensa, sólida?
Creo que sí.

En 2005, el Icpna le dedicó una antológica. También significó un quiebre en su carrera, ¿no es verdad?
Así es. En el 99 acabé una época de mi vida artística, que empezó en 1979. Esta etapa tuvo que ver con el nacimiento de mi primer hijo y todo lo que fue la crianza, la familia; todo eso tuvo que ver con el lenguaje artístico que usé en aquella época. Esto hizo que me dedicara a un mundo geométrico, austero, de más ideas, porque la carga emocional estaba en mis hijos. Todo este proceso terminó con unos paisajes líticos. Luego volví a las cosas orgánicas, dejé el granito y me dediqué a la piedra de Huamanga, porque estaba buscando esta parte tierna en mí. En mi trabajo no me interesa la perfección, me gusta el error de lo humano.

Dibujos es su nueva muestra en la galería Fórum…
Para mí, el dibujo es tan obra de arte como la pintura o la escultura, no entiendo por qué alguna gente lo desprecia. Es un medio maravilloso para trabajar el espacio. En Dibujos trabajo el espacio y uso el claroscuro porque no creo que la profundidad de espacio que busco se logre con el color. Mis dibujos son bien austeros, me quedo con lo esencial. Su tema son las coordenadas del espacio y de la mente. Ah, para mí, mente y emoción son lo mismo.

De un artículo de El Comercio de Enrique Planas:
Tienen que ver, más bien, con las relaciones humanas, con el punto exacto en que uno y otro pueden acercarse, entenderse. “Son, simplemente, dos líneas que se cruzan y crean un punto en el que algo pasa. Nada más. El dibujo lo dice todo”, señala la artista.

1 comentario:

  1. Muy bonito el relato de Cecilia Roggero....No sabia que Sonia Prager (hermana de una amiga mia que vive en CA) era ademas de escultora, dibujante. Ire a ver su exhibicion. Y...Annabel Lee, de Edgar Allan Poe, me trajo recuerdos. Mis padres tenian una coleccion de sus libros y me encantaba leerlos...Gracias por compartir, mi buen y extranado amigo!
    Un abrazo con el mismo carino siempre.
    Maria Elena

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