Pocas veces prendo la tv en la mañana pero sucede que las veces que lo hago encuentro algo fascinante como hoy el especial de HBO "Sergio" en homenaje a Sergio Vieira de Mello, brasilero que trabajó por la paz del mundo y que murió tras un ataque a la ONU en Bagdag donde trabajaba como alto comisionado. Enterarme con detalle acerca de la vida de alguien que creía que era posible luchar para salvar elo mundo y que decía que los verdaderos retos estan en el campo donde la gente sufre y la gente necesita ayuda, fue para mí muy estimulante. Siempre deseamos que exisan en el mundo hombres y mujeres a los que soñar imitar en nuestra pequeña medida. Una personalidad generosa, valiente, un hombre muy apuesto, siempre de buen humor, sin cansarse jamás. Fue muy interesante escuchar a carolina Larriera, argentina que fue su última mujer con la que pensaba ya retirarse y llevar una vida normal. Pero no cumpliría su deseo, moriría en un atentado preparado especialmente para sacarlo de este mundo.
No hubo conflicto sin la presencia de Sergio, de Líbano a Indochina y de Kosovo a Timor. Sergio afrontó todas las crisis con su capacidad intelectual extraordinaria, su gran sentido del humor y un refinamiento en el trato que podía cautivar a los personajes más complicados de la vida internacional. Esos rasgos bastarían para convertirlo en un diplomático inolvidable. Pero él fue mucho más. Los diplomáticos y, me animo a sugerir, todos los servidores públicos, deberíamos tomarlo como un modelo. Sergio hizo mucho más que consagrarse a sus funciones y demostrar un notable profesionalismo: siempre enmarcó su trabajo en la adhesión a principios de humanismo y libertad y de respeto a los derechos de los hombres y de los pueblos. Hasta dio la vida por esos ideales.
La muerte temprana de Vieira de Mello nos devastó. Por suerte su ejemplo arroja luz a un tiempo ya demasiado oscuro y violento.
Por Alberto Dalotto *Diplomático argentino destinado en la misión ante Naciones Unidas
No hubo conflicto sin la presencia de Sergio, de Líbano a Indochina y de Kosovo a Timor. Sergio afrontó todas las crisis con su capacidad intelectual extraordinaria, su gran sentido del humor y un refinamiento en el trato que podía cautivar a los personajes más complicados de la vida internacional. Esos rasgos bastarían para convertirlo en un diplomático inolvidable. Pero él fue mucho más. Los diplomáticos y, me animo a sugerir, todos los servidores públicos, deberíamos tomarlo como un modelo. Sergio hizo mucho más que consagrarse a sus funciones y demostrar un notable profesionalismo: siempre enmarcó su trabajo en la adhesión a principios de humanismo y libertad y de respeto a los derechos de los hombres y de los pueblos. Hasta dio la vida por esos ideales.
La muerte temprana de Vieira de Mello nos devastó. Por suerte su ejemplo arroja luz a un tiempo ya demasiado oscuro y violento.
Por Alberto Dalotto *Diplomático argentino destinado en la misión ante Naciones Unidas
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