domingo, 23 de abril de 2017

Andrina, la mujer croata

El cuento de la lechera y el cántaro tiene origen árabe. A mí me lo contaba mi padre.  Hay diferentes versiones, de La Fontaine, de Samaniego, de Esopo. 

Esta es de Don Juan Manuel 
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-Señor Conde Lucanor, siempre oí decir que el prudente se atiene a las realidades y desdeña las fantasías, pues muchas veces a quienes viven de ellas les suele ocurrir lo que a doña Truhana.
El conde le preguntó lo que le había pasado a esta.
-Señor conde -dijo Patronio-, había una mujer que se llamaba doña Truhana, que era más pobre que rica, la cual, yendo un día al mercado, llevaba una olla de miel en la cabeza. Mientras iba por el camino, empezó a pensar que vendería la miel y que, con lo que le diesen, compraría una partida de huevos, de los cuales nacerían gallinas, y que luego, con el dinero que le diesen por las gallinas, compraría ovejas, y así fue comprando y vendiendo, siempre con ganancias, hasta que se vio más rica que ninguna de sus vecinas.
»Luego pensó que, siendo tan rica, podría casar bien a sus hijos e hijas, y que iría acompañada por la calle de yernos y nueras y, pensó también que todos comentarían su buena suerte pues había llegado a tener tantos bienes aunque había nacido muy pobre.
»Así, pensando en esto, comenzó a reír con mucha alegría por su buena suerte y, riendo, riendo, se dio una palmada en la frente, la olla cayó al suelo y se rompió en mil pedazos. Doña Truhana, cuando vio la olla rota y la miel esparcida por el suelo, empezó a llorar y a lamentarse muy amargamente porque había perdido todas las riquezas que esperaba obtener de la olla si no se hubiera roto. Así, porque puso toda su confianza en fantasías, no pudo hacer nada de lo que esperaba y deseaba tanto.
»Vos, señor conde, si queréis que lo que os dicen y lo que pensáis sean realidad algún día, procurad siempre que se trate de cosas razonables y no fantasías o imaginaciones dudosas y vanas. Y cuando quisiereis iniciar algún negocio, no arriesguéis algo muy vuestro, cuya pérdida os pueda ocasionar dolor, por conseguir un provecho basado tan sólo en la imaginación.

Seguro que me sirvió de inspiración para apoyarme en esta imagen y contar la jhistoria de Andrina, la mujer croata. Espero les guste: 

Andrina, la mujer croata

El espacio era pequeño pero era lo que tenía, quedaba sobre el mar, al borde de la isla en donde solo vivía ella. Vendrán en bote, —se dijo Andrina y luego de coser cuatro vestidos los colgó como pudo y se puso a imaginar lo que haría cuando llegasen las turistas y se probasen el rosado y el blanco y admirasen la calidad del material, las puntadas tan pequeñas y perfectas, la manera de amoldarse al cuerpo y hacerlas sentir bellas. —Si vendo los cuatro, —se decía,— podré ir a Isla grande y comprar más telas y haré más vestidos, faldas y blusas, seis, ocho, diez y se puso a hacer cuentas, sumaba y sumaba pero aún hacían falta más vestidos antes de que tuviese el dinero suficiente para comprar una isla más grande donde construiría una tienda y ahí pondría un letrero con su nombre y vendrían más botes, muchos más, todos los botes de la península y en uno de ellos vendría la alcaldesa que le daría las llaves de la isla grande porque ella había hecho famosa la región, porque todos querían conocer a la dueña de las manos de hada. Así estaba pensando cuando empezó la tormenta y los cuatro trajes se elevaron para caer allá lejos donde ella no pudo alcanzarlos, flotaron primero para después hundirse junto con los papeles con sus sumas y sumas y casi voló ella misma con ese viento tan tremendo pero se sostuvo como pudo sujetando agujas, hilos y sueños. CBdeR

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