DE LA CONVERSACIÓN
Me gusta esta acepción de la palabra conversación:
"Sucesión de turnos de habla que se produce al conversar dos o más personas." Cada vez es más difícil encontrar "noches de charla" que nos dejan llenos de felicidad por haber escuchado temas nuevos, porque se nos ha despertado la curiosidad, porque hemos coincidido en alguna de nuestras ideas con algún amigo, porque hemos sabido expresar aquello que sentimos, porque hemos escuchado y se nos ha oído.
“Hablar contigo durante una noche es mejor que estudiar
libros durante diez años”, fue el comentario de un viejo estudioso chino
después de tener una conversación con un amigo.
Tiene mucho de cierto esa afirmación, y hoy la frase “una
noche de charla” ha llegado a ser expresión corriente para referirse a una
feliz conversación con un amigo, de noche, ya sea en el pasado o en el
porvenir.
Hay dos o tres libros que se parecen a los "ómnibus
de fin de semana”. Publicados en inglés, con títulos como: Una noche de charla
o Una noche de charla en la montaña. Un placer tan supremo como el de una
conversación perfecta con un amigo, de noche, es necesariamente raro, porque
como lo ha señalada Li Liweng, los que son sabios rara vez saben hablar, y los
que hablan rara vez son sabios.
El descubrimiento de un hombre, en un templo empinado en
la montaña, que comprenda realmente la vida y a la vez entienda el arte de la
conversación, debe de ser, por lo tanto uno de los placeres más agudos, como el
descubrimiento de un nuevo planeta por un astrónomo o de una nueva variedad de
plantas por un botánico.
La gente se queja hoy de que el arte de la conversación
en torno a una chimenea o a un barril de cohetes se está perdiendo, debido al
ritmo de la vida comercial de hoy. Estoy muy seguro de que ese ritmo tiene algo
de culpa, pero creo que también la distorsión del hogar, convertido en un
departamento sin fuego de leños, comenzó la destrucción del arte de la
conversación y la influencia del automóvil la completó. El ritmo es del todo
falso, porque la conversación existe solamente en una sociedad de hombres imbuidos de espíritu de ocio, con su
facilidad, su humorismo y su apreciación de los matices más ligeros. Porque hay
un evidente distingo entre charlar, sencillamente, y conversar.
Esta distinción se hace en el idioma chino entre shuohua
(hablar) y t’anhua (conversación), que implica que el discurso es más gárrulo y
despacioso y los temas de conversación más triviales y menos de negocios.
Puede notarse una diferencia similar entre la
correspondencia comercial y las cartas de literatos amigos. Podemos hablar o
discutir de negocios con casi todo el mundo,
pero hay muy pocas personas con quienes podemos sostener verdaderamente
una conversación nocturna.
Por eso, cuando encontramos a un verdadero conversador,
el placer es igual, si no superior, al de leer un delicioso autor, con el
placer adicional de escuchar su voz y ver sus ademanes.
A veces lo hallamos en la feliz reunión de viejos amigos,
o entre relaciones que se dedican a sus reminiscencias, a veces en el salón de
fumar de un tren nocturno, y a veces en una hostería durante un lejano viaje.
Se charlará de duendes y de espíritus de zorros, junto con entretenidos relatos
o apasionados comentarios sobre dictadores y traidores, y a veces, antes de
advertirlo, un sabio observador y conversador hace luz sobre cosas que ocurren
en determinado país y que son prolegómeno de su inminente caída o de un cambio
de régimen. Tales conversaciones quedan entre los recuerdos que acariciamos
durante toda la vida
Ejemplo de una amena conversación en película : "Mi cena con Andre".
ResponderEliminarEs bueno encontrar esos amigos especiales con quienes se puede conversar ...