Entre mis apuntes tengo el extracto de este artículo escrito por Juan José Saer que comenta entre otras cosas el libro del historiador italiano Luciano Canfora, "Una profesión peligrosa" refiriéndose a los filósofos, El artículo fue publicado en el 2002 en el diario El País. En el vínculo o haciendo clic en el título, está el artículo completo. http://www.elpais.com/articulo/ensayo/Riesgos/sabiduria/elpbabens/20020928elpbabens_10/Tes/
La sabiduría es un don escaso. No confundamos sabiduría con saber; a diferencia del castellano o del portugués, el idioma francés distingue savant (o el hombre de ciencia o el que sabe mucho sobre algo) y sage (el que ha alcanzado, a través de sus actos y de sus pensamientos, una especie de armonía moral y mental que le otorga la inefable capacidad de sustraerse de las contingencias del mundo).
Y si es imprescindible para la sabiduría dominar un vasto saber, aunque sea para aprender a olvidarlo, el saber, en cambio, no desemboca necesariamente en la sabiduría.
El caso de Aristóteles merece ser expuesto con cierto detalle: hijo del médico oficial de los reyes macedonios, Aristóteles llegó a Atenas a los 17 años para estudiar en la Academia, la escuela de Platón, donde permaneció dos décadas, a pesar de que las relaciones con su maestro no eran perfectas. Ciertas fuentes incluso afirman que Platón, mucho más viejo que su discípulo, criticaba en él hasta la manera de cortarse el pelo y de vestirse (lo cual tal vez era un modo de insinuar que se trataba de un extranjero), y que, de tan competitivas, sus relaciones acabaron en una definitiva ruptura. Más o menos en el momento de la muerte de Platón, los conflictos políticos entre atenienses y macedonios pusieron en peligro la vida de Aristóteles, que tuvo que buscar refugio en Atarneo, en Asia Menor, gobernada por Hermias, un aliado de Filipo de Macedonia. La guerra entre Filipo y los atenienses era inminente, y después de la batalla de Queronea que impuso a los macedonios, Aristóteles volvió a su patria para convertirse en preceptor de Alejandro Magno. El general de 20 años, que venció a los persas, viejos enemigos de Grecia, a pesar de haber sido educado por el filósofo más eminente de su tiempo, cayó en la misma trampa en que cayeron tantos pretendidos soldados de la civilización: terminó adoptando la supuesta barbarie de los vencidos. Como algunos jóvenes oficiales de su corte, entre los que estaba el historiador Calístenes, indignados, se sublevaron, la represión de Alejandro, según cuenta Canfora, fue feroz, ensañándose especialmente con Calístenes: 'Fue horriblemente mutilado, exhibido en una jaula y finalmente despedazado por un león'.Calístenes, sobrino de Aristóteles fue horriblemente mutilado, exhibido en una jaula y finalmente despedazado por un león.
Los hombres que consagran su vida a las ideas son dejados al margen de la sociedad.
La sabiduría es escasa, es innegable que, en todo tiempo y lugar, muchos creen poseerla y más numerosos son todavía los que, por variadas razones, se empeñan en simularla. La Rochefoucauld escribió que la gravedad del cuerpo y del semblante suele ser útil para esconder las lacras del alma. Pero la eficacia de esa astucia es relativa. A veces, se huele a la legua al que pretende ser un sabio y no es más que un perverso.
La sabiduría es un don escaso. No confundamos sabiduría con saber; a diferencia del castellano o del portugués, el idioma francés distingue savant (o el hombre de ciencia o el que sabe mucho sobre algo) y sage (el que ha alcanzado, a través de sus actos y de sus pensamientos, una especie de armonía moral y mental que le otorga la inefable capacidad de sustraerse de las contingencias del mundo).
Y si es imprescindible para la sabiduría dominar un vasto saber, aunque sea para aprender a olvidarlo, el saber, en cambio, no desemboca necesariamente en la sabiduría.
El caso de Aristóteles merece ser expuesto con cierto detalle: hijo del médico oficial de los reyes macedonios, Aristóteles llegó a Atenas a los 17 años para estudiar en la Academia, la escuela de Platón, donde permaneció dos décadas, a pesar de que las relaciones con su maestro no eran perfectas. Ciertas fuentes incluso afirman que Platón, mucho más viejo que su discípulo, criticaba en él hasta la manera de cortarse el pelo y de vestirse (lo cual tal vez era un modo de insinuar que se trataba de un extranjero), y que, de tan competitivas, sus relaciones acabaron en una definitiva ruptura. Más o menos en el momento de la muerte de Platón, los conflictos políticos entre atenienses y macedonios pusieron en peligro la vida de Aristóteles, que tuvo que buscar refugio en Atarneo, en Asia Menor, gobernada por Hermias, un aliado de Filipo de Macedonia. La guerra entre Filipo y los atenienses era inminente, y después de la batalla de Queronea que impuso a los macedonios, Aristóteles volvió a su patria para convertirse en preceptor de Alejandro Magno. El general de 20 años, que venció a los persas, viejos enemigos de Grecia, a pesar de haber sido educado por el filósofo más eminente de su tiempo, cayó en la misma trampa en que cayeron tantos pretendidos soldados de la civilización: terminó adoptando la supuesta barbarie de los vencidos. Como algunos jóvenes oficiales de su corte, entre los que estaba el historiador Calístenes, indignados, se sublevaron, la represión de Alejandro, según cuenta Canfora, fue feroz, ensañándose especialmente con Calístenes: 'Fue horriblemente mutilado, exhibido en una jaula y finalmente despedazado por un león'.Calístenes, sobrino de Aristóteles fue horriblemente mutilado, exhibido en una jaula y finalmente despedazado por un león.
Los hombres que consagran su vida a las ideas son dejados al margen de la sociedad.
La sabiduría es escasa, es innegable que, en todo tiempo y lugar, muchos creen poseerla y más numerosos son todavía los que, por variadas razones, se empeñan en simularla. La Rochefoucauld escribió que la gravedad del cuerpo y del semblante suele ser útil para esconder las lacras del alma. Pero la eficacia de esa astucia es relativa. A veces, se huele a la legua al que pretende ser un sabio y no es más que un perverso.
Hola. Su texto me llamó sobremanera. La vida es camino de sabiduría o no es. Platón, en su "Banquete", explica por voz de Sócrates la naturaleza del Amor: hijo de Poros, la abundancia, y Penia, la carencia, el Amor es cazador furtivo, caminante desarrapado que no es rico pero tampoco pobre, que no posee pero tampoco carece; el Amor es el deseo eterno, seductor iplacable que conquista y sigue cortejando... Así, explicarán otros filósofos, es la sabiduría: consatnte caminar, conquistar la verdad en cada pensamiento, en cada experiencia. El Sabio no es (sólo) el que posee el conocimiento, sino al que se va la vida en la búsqueda asintótica de la felicidad, siempre más cerca, más cerca.
ResponderEliminarSoy un joven filósofo y chelista, amante de las letras y la charla. Encontré su blog por una afortunada coincidencia.
Seré un lector asiduo, sus palabras regalan azul entre las nubes.
Adán A.E.