Adalbert Stifter (1805-1868)
Sobre la belleza:
Descubrir un escritor que nos encante es una de los placeres de quienes como yo amamos los libros.
Siempre que voy a Buenos Aires tengo que escoger entre los cientos de maravillosos libros que se exhiben en las preciosas librerías unos cuantos libros, los elegidos, para traerlos a casa y leerlos durante el año.
El último que escogí en esta oportunidad fue “El sendero del bosque”
del austriaco Adalbert Stifter empujada por un comentario de la contratapa de Thomas Mann que lo calificaba como un narrador extraordinario, enigmático, uno de los más audaces y excepcionalmente apasionantes de la literatura universal.
La edición (Impedimenta) era de las hermosas, tenía una ilustración de una pequeña casa en tonos pasteles que me invitaba a visitarla, y aunque el precio era un poco alto, sentí que no podía desprenderme de él, que debía llevarlo conmigo y hacer que forme parte de mi biblioteca.
La hermosa historia que narra este libro es muy sencilla y su lectura me llevó a un mundo en el que la vida puede ser transformada tras atravesar un bosque
(descrito bellísimamente) y perderse en él. El amor va a ser hallado y Tiburios el personaje va a convertirse gracias a él y a la influencia del bosque en una persona llena de dicha. No pude dejar de releer el Walden, la vida de los bosques, en donde el bosque también es personaje principal.
En Internet descubro que hay entre otras historias del mismo autor una llamada Brigitta que deseo leer. Deberé esperar a mi próximo viaje a ver si lo encuentro.
Este libro habla sobre la belleza, Stifter enfrenta las dos bellezas:aquello que podríamos llamar la belleza interior y la belleza exterior.
La belleza interior no se ve con los ojos, pero se ve en los ojos, y la belleza exterior se ve con los ojos, pero es inapreciable en los ojos.
El comentario nos dice: Siguiendo la propuesta de Wittgenstein de que “la cara es el alma del cuerpo”, podríamos concluir que según la propuesta de Stifter los ojos son el alma del rostro, pero de un rostro de la existencia que requiere más que ojos para ser percibido
El comentario nos abre al mundo de la belleza y lo comparto:
“Corresponde al género humano –leemos en Brigitta- esa cosa admirable que es la belleza. A todos nos atrae la dulzura del fenómeno, y no siempre podemos decir dónde reside el encanto. Está en el universo, está en unos ojos, mas luego no está en rasgos cuya forma sigue todas las reglas de los juiciosos. A menudo no se ve la belleza porque está en el desierto, o porque no ha llegado el ojo adecuado…”. Esto, que podría inscribirse en el tópico romántico, hunde sus raíces en la filosofía. En Plotino encontramos una reflexión que apunta en la misma dirección: “Es necesario que el ojo se haga semejante y parecido al objeto visto, para alcanzar a contemplarlo. Jamás vería un ojo el sol sin haberse hecho semejante al sol; ni un alma vería lo bello sin ser bella […] ¿Cuál es, pues, este modo de visión? ¿Cuál es el medio? ¿Cómo se verá esta belleza inmensa que permanece en cierta manera en el interior de los santuarios, y que no se adelanta hacia afuera para dejarse ver de los profanos? Que aquel que pueda vaya y la siga hasta su intimidad; que abandone la visión de los ojos y no se vuelva hacia el resplandor de los cuerpos que admiraba antes. Porque si se ven las bellezas corporales no hay que correr hacia ellas, sino saber que ellas son imágenes, vestigios y sombras. Es necesario huir hacia esta belleza de la que ellas son las imágenes. Si uno corre hacia ellas para alcanzarlas como si fueran reales, es como el hombre que quiso captar su bella imagen reflejada sobre las aguas (como una fábula lo da a entender, según creo): habiéndose hundido en la profunda corriente, desapareció. Lo mismo se diga de aquel que está apegado a la belleza de los cuerpos y no la abandona; no son los cuerpos sino su alma la que se hundirá en las profundidades oscuras y funestas para la inteligencia, y él vivirá en las sombras morando ciego en el Hades. Huyamos, pues, hacia nuestra querida patria: he aquí el verdadero consejo que se nos podría dar”.
Y aquí el primer párrafo de Brigitta:
“A menudo hay cosas y relaciones en la vida del hombre que no nos quedan claras de inmediato, y cuyas razones no somos capaces de extraer con prontitud. En ese caso influyen por lo general con un cierto aliciente bello y suave de lo misterioso en nuestra alma. En la cara de un feo hay a menudo para nosotros una belleza interior que no somos capaces de derivar en el acto de su valor, mientras que a menudo nos resultan fríos y vacíos los rasgos de otros de los que todos dicen que poseen la mayor belleza. Del mismo modo nos sentimos a veces atraídos hacia uno que en realidad no conocemos en absoluto, nos gustan sus movimientos, nos gusta su manera, nos afligimos cuando nos ha abandonado y tenemos una cierta nostalgia y hasta un amor por él, cuando a menudo en años posteriores de él nos acordamos: mientras que no sabemos a qué atenernos con otro cuyo valor se nos presenta en muchos hechos, incluso cuando hemos tratado con él durante años. Que en último término hay razones morales que barrunta el corazón, es indudable, sólo que no siempre podemos destacarlas con la balanza de la consciencia y el cálculo y contemplarlas. La psicología ha iluminado y aclarado algo, mas mucho le ha quedado oscuro y a una gran distancia. Creemos por lo tanto que no es excesivo si decimos que hay para nosotros un abismo sereno e inconmensurable en que deambulan Dios y los espíritus. El alma lo sobrevuela a menudo en momentos de embeleso, el arte poética lo airea en ocasiones; pero la ciencia, con su escuadra y cartabón, queda frecuentemente sólo al margen, y puede que aun en muchos casos ni siquiera se haya puesto a ello”.
Briggita parece sin duda un libro que algún día, vendrá a vivir a casa conmigo.
Oscar Wilde acaba de manera distinta la historia de Narciso:
Él decía que, cuando Narciso murió, llegaron las Oréades diosas del bosque y vieron el lago transformado, de un lago de agua dulce que era,en un cántaro de lágrimas saladas.
- ¿Por qué lloras? le preguntaron las Oréades.
- Lloro por Narciso repuso el lago.
- ¡Ah, no nos asombra que llores por Narciso! prosiguieron ellas-.
Al fin y al cabo, a pesar de que nosotras siempre corríamos tras él por el bosque, tú eras el único que tenía la oportunidad de contemplar de cerca su belleza.
- ¿Pero Narciso era bello? preguntó el lago.
- ¿Quién si no tú podría saberlo? respondieron, sorprendidas, las Oréades -.
En definitiva, era en tus márgenes donde él se inclinaba para contemplarse todos los días.
El lago permaneció en silencio unos instantes. Finalmente dijo:
- Yo lloro por Narciso, pero nunca me di cuenta de que Narciso fuera bello .Lloro por Narciso porque cada vez que él se inclinaba sobre mi orilla yo podía ver, en el fondo de sus ojos, reflejada mi propia belleza.
El Teatro
Mario Vargas Llosa termina con este extracto un artículo sobre Vanesa Redgrave. Lo cuelgo en este post porque me parece un excelente estímulo para animarnos a ir al Teatro. Ahora mismo hay en carteleras varias obras muy interesantes.
La literatura, la música, una exposición pueden enriquecer la vida, intensificándola y sensibilizándola de manera profunda, transportando a lectores, oyentes o espectadores a unos niveles de percepción y comprensión del mundo, de las relaciones humanas, de los sentimientos, que, además de hacerlos gozar, los vuelven más lúcidos respecto a las insuficiencias e imperfecciones de que están rodeados. Pero probablemente ninguna otra experiencia artística tenga un efecto tan poderoso sobre el ánimo y la conciencia del ser humano como una gran representación teatral. Porque éste es el mejor simulacro que existe de la vida, el que se le parece más, pues está hecho de seres de carne y hueso que, por el tiempo que dura esa otra vida que transcurre en el escenario, viven de verdad aquello que hacen y dicen, y lo viven, si tienen el talento y la destreza debidas, de una manera que nos fuerza a nosotros, los espectadores, a vivirlo con ellos, saliendo de nosotros mismos, para ser otros, también mágicamente, que es la mejor manera que se ha inventado para vernos mejor y saber cómo somos. MVLL
Esta semana fuimos al Centro cultural de la Católica a ver Efímero y al cine a ver la película peruana "Dioses". Las dos nos parecieron muy interesantes.
"El nirvana no es como el cielo,
no se puede ir allí.
Lo único que puedes hacer
es darte cuenta de que ya estás allí". Maestro Zen Tich Nhat Hanh
Ce: tu blog me recuerda a un libro que leí no hace mucho, "Sobre la belleza" de la británica Sadie Smith. ¿La conoces? Bueno, pues te da un concepto muy diferente del austriaco que mencionas en tu blog. Te la recomiendo, me gustó mucho porque te muestra hasta qué punto vivimos bajo un concepto de la belleza que es producto de la influencia -muchas veces nefasta- de los medios y de los valores que sin darnos cuenta vamos incorporando en nuestras vidas y se infiltran en nuestros valores que luego transmitimos a nuestros hijos. Muy moderno que además tiene como leitmotif a Rembrandt.
ResponderEliminarDisfruten a Ray Bradbury. El y Asimov son mis favoritos en ciencia ficción.
Besitos,
Laura
Laura se refiere a las " Crónicas Marcianas" de Ray Bradbury que haremos mañana en ABRA, el taller de lectura y escritura que tenemos acá en mi casa todos los martes. Ce
Hola Ceci
ResponderEliminarPor lo leido, en èste libro hace toda una filosofìa de como ver la belleza, a veces me pregunto si realmente sabemos hacerlo. Cuando ya eres mayor te vuelves màs madura al respecto pero en la juventud todo te bombardea para no verla ni apreciarla.
Tengo curiosidad por el otro, voy a tratar de encontrarlo.
Te felicito de nuevo como todas pero èsta en especial me encantò.
Nos vemos el 25
Cariños
Carola
Hermoso
ResponderEliminartengo que buscar narraciones de Borges
yo lo descubri hace tiempo
pero entonces se dejaron de publicar en Cuba
es realmente impresionante su agudeza y complicidad con lo real magico
abrazo
beba
ceci
ResponderEliminarmuy interesante!!
en el Crisol no tienen sus libros? Ingeborg