domingo, 30 de junio de 2013

La felicidad en un café


Mi papá todas las tardes después de almuerzo hacía su excursión a la Pastelería San Antonio que queda a media cuadra de su casa. Era uno de sus placeres, él decía que era su segundo comedor, todos los mozos lo conocían y trataban con cariño. El café con dos cucharaditas de azúcar le proporcionaba gran placer. Hoy a las 11, imitándolo me fui a la San Antonio de la Molina para cortar la mañana con un cortadito. No me lo llegué a tomar, me encontré con una amiga, una de las alumnas de ABRA, me senté en su mesa y conversamos con su hija y una señora amiga. El efecto que buscaba con el café lo suplió de largo la alegría de estar con amigas queridas, sentirme acompañada, reír un rato. El café me lo tomo en casa recién ahora recordando a mi papi, imaginando que le gustaba estar ahí entre la gente, recibir un saludo, una atención, una sonrisa.

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