Sigo siendo (kachkaniraqmi), la película que explora el Perú a través de la música.
Sigo siendo es más que un documental o una película. Quiero verla varias veces. Quiero verla siempre en realidad porque es un vuelo mágico que nos muestra nuestra tierra, con sus múltiples diferencias, su complejidad cultural, la belleza de su paisaje, el corazón de su gente.
Es un viaje al interior de nosotros mismos a través de la música que es como el latido de nuestro propio corazón; la misma que permite el encuentro de todos esos mundos de los que está hecho el Perú. La riqueza de nuestro mestizaje representada en las notas del violin de Maximo Damián junto con el zapateo de los hermanos Ballumbrosio. O la escena en que el violinista entra a la casita de barro de la niñez, en la sierra me trajo, muy a su manera, el recuerdo de las fresas silvestres de bergman y me pareció que además de un vuelo y un viaje era también un sueño proyectado en un ecran. Una poesía.
Me impresionó la armazón de la película; los puentes que usa para pasar de un lugar a otro, de un personaje a otro, de una historia a otra de manera sutil. La subjetividad de cada uno de los testimonios. De los criollos, de la mujer de selva, del hombre del ande.
Salí con la certeza que Arguedas sigue siendo, que Chabuca sigue siendo, lo mismo que el maestro Jayre y el maestro Casaverde y que toda esa preciosa naturaleza, esa belleza de río y de mar, esas montañas, la música, seguirán siendo. Los que se han ido siguen siendo y nosotros mismos también seguiremos estando de alguna manera vivos por siempre. Alina Gadea
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