domingo, 8 de junio de 2014

Guadalupe Nettel en el Festival de la palabra




 Guadalupe Nettel en el Festival de la palabra

 

Cuando recibí la invitación para El Festival de la palabra en el centro cultural de la PUCP,  me alegró mucho saber que habían invitado a Guadalupe Nettel, escritora mexicana a la que había leído y que me había gustado mucho. Presentaba su libro: “El matrimonio de los peces rojos”. La Presentó y entrevistó  Carolyn Wolfenzon. Guadalupe acaba de ganar el Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero.  Guadalupe que tiene problemas en la vista, un lunar blanco en la cornea y poca visión, nos habló de su infancia, de cómo la molestaban las otras niñas porque llevaba un parche en el ojo y era muy tímida. Se mantuvo aislada soportando las burlas de sus compañeras. Gracias a que su madre le prestara libros de literatura fantástica,y tenebrosa, ella empezó a escribir y utilizó el arma vengativa de la literatura para crear historias en donde sus compañeras eran personajes de terror. Cuando la maestra le pidió que leyera en voz alta lo que había escrito, asustada de que sus compañeras se indignasen, se sorprendió de que al contrario, estuvieran felices de ser protagonistas y esto le abrió la puerta a la aceptación. Más bien las que no la habían molestado le pidieron: — ¿Y a mí cuando me vas a poner en tu cuento?

No debe haber sido muy fácil recibir de parte de su madre el cariñoso apodo de “Cucaracha”, y eso contribuyó a su identificación con los marginados, los outsiders. 

Cuando se mudó con su familia a Francia le tocó vivir en un lugar poblado por inmigrantes africanos, no existían los latinoamericanos, ni soñar con un  mexicano y a ellos los llamaban: “Los ingleses”.

Cuando le preguntaron pos sus miedos particulares.  Ella reconoció a la ceguera como su primer miedo.  La ceguera en miles de niveles, —dice,—lo oscuro que llevamos dentro.

Luego viene el divorcio de los padres, la prisión del padre.  Y cuando se le pregunta si no tuvo conflicto en escribir cosas tan íntimas, ella responde que la comedia es tragedia más tiempo. Y cómo había aprendido a reírse de todo aquello que antes la había hecho llorar tanto.

—La realidad es algo bien nebuloso y difícil de asir, —dice— los hechos no son tan verídicos como nos imaginamos. Unas gemelas idénticas tienen claves distintas para ver el mundo.  Escribir sobre la vida propia es hacer ficción.

También nos cuenta como siempre le han gustado los bestiarios, en especial los felinos y cómo tiene la costumbre de ver los reflejos de los animales en las personas que conoce.

Los animales sinuosos que se mueven sin hacer ruido, inquietantes, representan los cambios que se van gestando en la vida. Lo que sucede sin que salga a la luz.

En este último libro: “El matrimonio de los peces rojos”, los cuentos tienen en común la dificultad que tenemos los seres humanos para tomar decisiones.

“El hombre tiende a sobrerrazonar”— nos dice, y para ilustrar esta idea nos cuenta un cuento oriental,  una araña conversa con un ciempiés y  le pregunta cómo hace para caminar y coordinar tantos pies.  Entonces el ciempiés se pone a pensar y ya no puede caminar.

Ante la pregunta si se debe redefinir el rol del hombre dentro del matrimonio, ella nos dice: — No hay que definirnos ni redefinirnos. No hay que imponerle nada a los hombres, hay que vivir con espontaneidad.

Nos invitó a preguntarnos sobre la belleza, sobre lo que es normal o anormal. Y ella nos confiesa que para ella todo lo que escapa del canon es lo que hace más bella a la gente.  Es suficiente ser un ser vivo que emana algo. El canon no tiene nada que ver con la naturaleza.

— ¿Por qué no podemos apreciar eso en el hombre?  ¿Acaso no es eso lo que me conmueve del hombre? Su fragilidad, su profundidad que quisiera tapar.  Lo que ocultamos y lo que no quisiéramos que saliera a la luz.  Y tal vez si encontráramos lo que nos asusta, lo que nos miedo o vergüenza, nos conoceríamos y apreciaríamos más.

Salgo de la conferencia totalmente refrescada con las respuestas de Guadalupe, entusiasmada con la literatura que es capaz de dar sentido a  la vida, de organizarla, transformarla, hacerla propia y fascinante.  Y deseo leer ya este último libro de cuentos.

He leído  ya “Pétalos” y “El cuerpo en el que nací.

 

Enrique Vila-Matas, presidente del jurado del premio recientemente ganado por ella, dice: “Los cinco relatos destacan por la alta calidad de su prosa, impecable tensión narrativa y unas atmósferas en las que lo anómalo se aposenta en lo cotidiano.”

Guadalupe Nettel ha publicado tres libros de cuentos (Juegos de artificio, Les Jours fossiles, Pétalos y otras historias incómodas), un ensayo largo (Para entender a Julio Cortázar) y dos novelas (El huésped y El cuerpo en que nací) editadas ambas por Anagrama

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