Tenía grandes deseos de ir al Baltimore Museum of art del que había escuchado era maravilloso. Quedaba como a quince minutos de nuestro hotel. Subí a un taxi y el chofer me recibió con una maravillosa sonrisa. ...Era de Eritrea, un país Africano del que nada sabía. Conversamos durante el viaje, había estado un par de días en Lima en donde nadie le había podido hablar en inglés, así que con un librito algo aprendió. “Señorita bonita”, dije yo, y él lo repitió mostrándome otra vez su cautivadora sonrisa.
Me dejó en el museo, precioso edificio, hacía calor, pero antes de despedirse, me dejó su número de celular, por si quería que me recogiese. No demoré dos minutos en darme cuenta que el museo estaba cerrado, adiós la más grande colección de Matisse del mundo, adiós Pablo Picasso, Paul Cézanne, and Vincent van Gogh y todo lo demás que tanto me había tentado.
Una mujer del museo, me ayudó a llamar a Hermie mi amigo africano que no tardó en recogerme, con otros pasajeros que ya había recogido para ir al centro, pero ¿cómo abandonarme?
Cuando le conté a Mario, le pedí que lo llamáramos para que nos lleve al aeropuerto, y entonces ahí mismo lo llamamos para que nos de una vuelta y nos muestre la ciudad. La conversación con Mario, aparte de estar llena de chispa hablando de mujeres, nos dio más datos sobre Hermie (que significa Hermano, que viene de Hermes). Nos conto que era un refugiado, que toda su familia había huido, que se los obligaba a pelear con los Etíopes y que él había ido a Etiopía y pedido asilo. Nos contó que más de un millón de Eritreos vive en los Estados Unidos.
Nos contó que su país había sido colonia italiana y que por eso le era fácil el castellano.
El paseo que nos dio fue el que le hubiera dado a un familiar, nos mostró sus lugares favoritos de la ciudad pero sobre todo nos trató como un viejo amigo.
En cierto momento, Mario descubrió que Hermie tenía una estampita de Fry Martín de Porras.
—¿Quién es este santo? —Preguntó Mario, y él respondió que se la regaló una clienta porque a él le había gustado. ¿Coincidencias del destino? ¿Cómo así, de la noche a la mañana teníamos tanta cercanía con alguien del Africa, reíamos y conversábamos y hablábamos de nuestro Fry Martín? Nos enteramos que tenían un ciclista campeón y que en futbol eran tan malos como nosotros.
Antes vivió en D.C. pero era muy caro, acá en Baltimore está contento, es soltero, está todavía buscando pero no hay mujeres eritreas así que tal vez deberá esperar a que haya paz en su país para ir a buscar su pareja.
Nos despedimos en el aeropuerto. Quedamos en que si algún día viniese otra vez al Perú, nos llamaría. Habíamos compartido dos días, antes tan lejanos, ahora tan cerca.
Llegando a la casa, averiguo un poco y lo comparto con ustedes.
Este país posee una extensa costa en el mar rojo- Su nombre “Eritros” quiere decir “rojo”. Se independizó en 1993, lo que lo convierte en uno de los países más jóvenes del mundo.
Eritrea: La represión crea una crisis de derechos humanos
Los países receptores deben cesar la devolución de refugiados eritreos
Soldados eritreos marchan en Asmara el Día de la Independencia del país en esta foto del 24 de mayo de 2007. Eritrea, a pesar de ser una de las naciones más nuevas y pequeñas de África, tiene uno de los ejércitos más grandes de la región. Pero esto es debido a que el servicio militar continúa por muchos años, a veces de manera indefinida, tanto para los hombres como para las mujeres.
(Londres) - La práctica extendida en Eritrea de detención y tortura de sus ciudadanos y su política de prolongar el servicio militar obligatorio están creando una crisis de derechos humanos y provocando que cada vez más eritreos huyan del país, señaló Human Rights Watch en un informe publicado hoy.
El informe de 95 páginas "Service for Life: State Repression and Indefinite Conscription in Eritrea" (Servicio perpetuo: Represión estatal y servicio militar indefinido en Eritrea) documenta las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por el gobierno eritreo, que incluyen detención arbitraria, tortura, terribles condiciones de reclusión, trabajo forzoso y graves restricciones de la libertad de movimientos, expresión y culto. También analiza la difícil situación a la que se enfrentan los eritreos que logran escapar a otros países como Libia, Sudán, Egipto e Italia.
"El Gobierno de Eritrea está convirtiendo el país en una prisión gigantesca", señaló Georgette Gagnon, directora para África de Human Rights Watch. "Eritrea debe rendir cuentas inmediatamente por los cientos de presos ‘desaparecidos' y abrir sus cárceles al examen independiente", agregó.
Human Rights Watch instó a Estados Unidos y a la Unión Europea a que se coordinen con la ONU y la Unión Africana para resolver las tensiones regionales y garantizar que la asistencia al desarrollo otorgada a Eritrea esté vinculada con el progreso en materia de derechos humanos.
La UE aprobó recientemente un paquete de asistencia de 122 millones de euros para Eritrea, a pesar de la preocupación por el empleo de personas en el servicio militar o en prisión para los proyectos de desarrollo, una violación del derecho internacional.
El informe, que se basa en más de 50 entrevistas con víctimas eritreas y testigos de los abusos en tres países, explica que el gobierno eritreo utiliza un amplio sistema de centros de detención oficiales y secretos para encarcelar a miles de ciudadanos sin cargos ni juicio. Muchos de los presos están recluidos por sus creencias políticas o religiosas, otros por intentar escaparse del servicio militar indefinido o huir del país.
La tortura, el trato cruel y degradante y el trabajo forzado son habituales tanto para los que cumplen el servicio militar como para los presos. Las condiciones de detención son terribles: los reclusos suelen estar hacinados en celdas (a veces subterráneas) o en contenedores que alcanzan temperaturas abrasadoras durante el día y de congelación durante la noche.
Los que intentan huir corren el riesgo de recibir duros castigos y de que les disparen cuando crucen la frontera. El gobierno también castiga a los familiares de los que escapan o desertan del servicio militar con multas exorbitantes o penas de prisión. A pesar de estas duras medidas, miles de eritreos siguen intentando huir del país.
La mayoría de los refugiados escapan primero a los vecinos Etiopía y Sudán, desde donde viajan a Libia, Egipto y Europa. En los últimos años, cientos de eritreos han sido devueltos desde Libia, Egipto y Malta a Eritrea, donde han enfrentado detención y tortura a su llegada.
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