Hay quienes prefieren estar en silencio durante el vuelo. Que al vecino de asiento no se le ocurra dirigirle la palabra. ¿Qué se harían con alguien que desea hablar con uno sin tener nada en común, que nos fastidie con preguntas o nos cuent...e su vida? Yo siempre he sido de las que disfrutan haciéndose amiga de quien el destino ha puesto a nuestro lado para pasar unas horas mientras volamos en el cielo, por encima de nubes, edificios y hombres. En esta oportunidad conocí a una americana "Una gringa" de corazón generoso que por casualidades del destino adoptó en el Cuzco a cuatro niños y que ahora tiene quince nietos a los que adora. Dos años menor que yo, viajando permanentemente entre Cuzco, Lima y Estados Unidos combina su trabajo con su adquirida familia. Sus nietos la despiertan mostrándole sus descubrimientos y le hacen caricias consiguiendo como toda abuela, olvidarse de los quehaceres, de las preocupaciones, para dedicarse solo a recibir el regalo del amor que ha sabido despertar en esos niños.
Si no hubiésemos conversado, si me hubiese sumergido en mi libro: "El país de las mujeres" de Gioconda Belli, que claro que está muy entretenido, me hubiera perdido de escuchar esta hermosa historia. Claro que vi una película: " El gran hotel Budapest", que no me gustó tanto como había imaginado, pero la felicidad de descubrir un ser humano, hacer amistad, encontrar puntos en común, recuerdos, personas, hizo que me sintiese feliz. Esto se los cuento para que cuando alguien les dirija la palabra en un avión, no contesten de manera seca, y volteen la cara, si no que piensen que tal vez, van a disfrutar del placer de la comunicación de las existencias.
Si no hubiésemos conversado, si me hubiese sumergido en mi libro: "El país de las mujeres" de Gioconda Belli, que claro que está muy entretenido, me hubiera perdido de escuchar esta hermosa historia. Claro que vi una película: " El gran hotel Budapest", que no me gustó tanto como había imaginado, pero la felicidad de descubrir un ser humano, hacer amistad, encontrar puntos en común, recuerdos, personas, hizo que me sintiese feliz. Esto se los cuento para que cuando alguien les dirija la palabra en un avión, no contesten de manera seca, y volteen la cara, si no que piensen que tal vez, van a disfrutar del placer de la comunicación de las existencias.
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