domingo, 10 de enero de 2016

Dos textos de circo y un añadido

Circo pobre



En un circo pobre cada artista tiene que cumplir varias funciones. Si nos fijamos bien, sin dejarnos engañar por el cambio de traje y maquillaje, veremos que muchos tratan de aprovechar sus habilidades en varias suertes. Por ejemplo, la equilibrista es la écuyère, los acróbatas son contorsionistas, el director del circo es el boletero y también el mago (ante el público, ante los acreedores). Algunos son más difíciles de descubrir, porque eligen papeles muy distintos entre sí, como la trapecista que hace de mono amaestrado (o al revés), los elefantes que trabajan de acomodadores, los payasos convertidos en aro de fuego. Pero la prueba más difícil es la del domador, que es también el tigre, cuando tiene que meter la cabeza adentro de su propia boca. 

Ana María Shua, escritora argentina


A Pucusana llegaba cada verano un circo y se plantaba. en el terreno baldio al frente de la casa de mi tio Carlos. Aunque siempre guardan sus distancias, las coincidencias existen como en el caso de este poema que escribi hara algun tiempo sin haber leido a la escritora argentina Circo


Hoy llegó el circo a la aldea,
La carpa ajada, mugrienta,
Las bestias miran hambrientas,
El bufón, ríe y palmea.

Lo niños corren y gritan,
Los viejos se desperezan,
Un par de amantes se besan,
Y los pesares dormitan.

Esta noche habrá función,
Ya la gente al circo llega,
En la hora veraniega,
El toldo vende ilusión.

Corta cola a la taquilla,
No sé si serán cuarenta,
El patrón lleva la cuenta,
Escasa es la calderilla.

Los más bandidos se cuelan,
Siempre les falta el dinero,
Todos tienen su agujero,
Y si los pillan se vuelan.

En el centro el empresario,
De tenue luz alumbrado,
Lleva el traje viejo, ajado,
Es mago y es operario.

Su mujer vende boletos,
Baila y es la trapecista,
Ya murió el malabarista,
Se ha reducido el libreto.

El gigante hace de león,
De boa la contorsionista,
El mono es equilibrista,
Las jaulas son de cartón.

Llega el número final,
El columpio está en el centro,
El trapecio es el lamento,
De un tiempo ido, ancestral.

Sentada entre sogas vuela,
La mece su anciano esposo,
El columpio es primoroso,
Sin dientes ríe la abuela.

Surge un aplauso sombrío,
Todos se miran con pena,
Pues vacía la alacena,
Todo es oscuro y es frio.

Son sentimientos desiertos,
De un pueblo que ya no existe,
Pero lucha y se resiste,
En el circo de los muertos.

Lucho Camino Miranda 



Recuerdo los circos a los que me llevaban de niña. Pensaba en la tristeza de los payasos, el tener que comerse sus penas y reír y gritar, detestaba a las contorsionistas, había mucho de torcido en ese acto, las medias corridas de las equilibristas, no era justa su pobreza, aunque esta nunca es justa, al animador lo detestaba, tenía un fuete transparente con el que hacía andar a todos. Igual nuestros ojos no alcanzaban para ver esa gente con aquellas habilidades y a los animales amaestrados. Cuando llegaba la hora del león y el círculo de fuego, cerraba los ojos y temblaba. Cecilia Bustamante de Roggero 

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