Me viene a la mente el título del libro de memorias de Neruda: "Confieso que he vivido." Ella no tiene que decirlo, podemos leerlo en su rostro y en su mirada, en ese gesto ya calmado con el que reposa la cabeza. Piel en contacto con la piel. Los collares muestran que aún vive, que se adorna, que sale a pasear y encontrarse con los otros para entregarles su ser de pequeña estatura y esa sonrisa que cautiva.
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