domingo, 13 de noviembre de 2016

Al correr de la pluma, 7


Al correr de la pluma 7

Roberto Bolaño nos invita a la lectura. Nos dice: Leer es como pensar, como rezar, como hablar con un amigo, como exponer tus ideas, como escuchar las ideas de los otros, como escuchar música (sí, sí), como contemplar un paisaje, como salir a dar un paseo por la playa. Y mi amiga Lizbeth Niezen añade:  Es volar en otros mundos y cabezas. Probarse ideas nuevas del mundo entero en la privacidad de tu hogar.
Siento gran alegría al ver que Chiara anuncia la publicación de su primer libro. Que sean muchos más, que siga escribiendo así, con placer, con soltura, sin temor, diciendo lo que de verdad siente, con un toque de locura y mucho de pasión.
Facebook trae el pasado a nuestro día y ahí me muestra una mujer escondida entre surcos de lavanda. Al ver la imagen escribí: ¿Quién podrá encontrarla escondida ahí entre los surcos de lavanda, adormecida por el perfume que ha ido llevándola al país de los sueños en donde todo es posible? La noche oscura se asoma para arrullarla, calmar el grito que ella ha lanzado hace un rato antes de caer de rodillas sobre la tierra, tenderse, abrazarse y dejar que el silencio la atraviese y el morado olor la acaricie.
Es un gran estímulo una buena imagen, despierta todas mis neuronas y las conecta y responde con palabras que hubiesen permanecido encogidas en mi cerebro.
Mi amiga Margarita espera un corazón. Lo necesita. Esta semana la llamaron y fue volando, pero fue una falsa alarma. Le escribo para animarla a mantener la paciencia, le sugiero que el corazón que llegará será el mejor corazón que puede recibirse, uno que coincidirá perfectamente con su mente, con sus sueños, con su alma, con cada célula de su cuerpo.
Tengo varios textos en donde pongo un ave en lugar del corazón.
            Y esta frase de Lao Tze: En el centro de tu ser tienes la respuesta; sabes quién eres y sabes lo que quieres, me habla de ese pájaro que susurra, que me dice lo que necesito oír, me canta y me cuenta y sé que es parte mía, que me habita y yo habito en él.
Ayer fueron 4 años de la partida de mi papa. El amaba Paris, su música especialmente. Mis papis vivieron un año ahí y fueron muy felices.
Marco Martos da fin a su poema  El mandarín, en su víspera,  diciendo: Tengo que transcurrir, irme. Mezclarme con las corrientes del río Amarillo y tal vez mañana volver en el canto de un pájaro o en el silencio absoluto de una noche de estrellas.
La melodía de un sueño hizo que John Lennon compusiera «Imagene».  Esta semana, luego de varios meses, recordé mi sueño. Era un sueño romántico.  Pero olvidé detalles, quien era la persona que me abrazaba por ejemplo, algo fundamental.

La vida sería imposible si todo se recordase. El secreto está en saber elegir lo que debe olvidarse dice Roger Martin (Novelista francés) No somos los que decidimos que recordar o que olvidar. A veces recordamos lo que tanto ansiaríamos olvidar y olvidamos lo que nos daría tanto gozo traer nuevamente a la vida.  ¿Se podrá alguna vez, estimulando cierta parte del cerebro, volver a vivir, con la misma intensidad aquello que fue para nosotros la maravilla, una mirada, una caricia, esa voz? 

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