sábado, 6 de junio de 2009

Lo que nos enseña Natalia Ginzburg




Vivir cada día es una aventura complicada, una navegación que requiere poner en juego las grandes virtudes, nos dice Maria Pilar García Madrazo, estudiosa de la literatura universal (Haciendo mención a uno de los libros de la escritora y educadora italiana Natalia Ginzburg, "Las pequeñas virtudes") si queremos que nuestra vida alcance una talla humana.

Navegamos diversamente sobre el océano de la vida, canta el poeta inglés Pope, la razón es la brújula, pero la pasión es el viento. Para navegar hay que poner corazón.
Natalia Ginzburg recomienda la generosidad y la indiferencia ante el dinero, el coraje y el desprecio ante el peligro, la franqueza, el amor por la verdad, el amor al prójimo y la abnegación, el deseo de ser y de saber.
Saber perder es imprescindible en el oficio de vivir ya que la vida poco a poco y como sin querer, nos arrebata continuamente cosas pequeñas y grandes en las que habíamos puesto el corazón, algunas de las cuales nos parecía que no íbamos a perder nunca como la belleza y el aroma de la juventud, las personas que amamos y casi siempre la salud, la energía y las ilusiones, y tenemos que seguir sin ellas.

Gran educadora Natalia Ginzburg nos aconseja algunas conductas para poder educar a las personas que están a nuestro cargo, sean hijos o alumnos.
Los seres humanos, dice Séneca, creen más por lo que ven que por lo que oyen. Aprendemos más por los ojos que por los oídos. Entonces para educar a nuestros hijos importa más lo que hacemos que lo que decimos. Quintiliano, el más prestigioso profesor de retórica de la antigüedad clásica, considera imprescindible dar cuerda a la imaginación de los jóvenes, argumentando que la madurez por si sola ya se encargará de rebajar y de podar los excesos de la juventud. Será pues indispensable quitar plomo de las alas para que los jóvenes se atrevan a volar, que vean que respetamos cualquier ser humano, nuestra grandeza de ánimo, que buscamos ser tolerantes y que practicamos el sentido del humor, debemos mostrar que creemos en lo que hacemos, que nos da gusto hacerlo y que nos gusta hacerlo bien.
La alegría de vivir, el que todo sea para nosotros importante y relativo a la vez, que las personas sean más importantes que las cosas, que el dolor no nos sea indiferente y que vivamos siempre con los ojos abiertos a las maravillas de un nuevo día y estemos dispuestos a enfrentar las formas estéticas de la vida a el dolor de todo lo que la vida nos niega. Que se compense.

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